Divertida Aventura de Míster Gibson
Roberto Arlt
Cuento
Míster Gibson había sido proveedor del colegio San Francisco Javier, en Calcuta; pero ahora no lo era. Antes de haber sido proveedor del colegio San Francisco Javier (legumbres y verduras), míster Gibson había desempeñado innumerables oficios y corrido numerosísimas aventuras. Pero, indudablemente, la más conmovedora e inofensiva de sus aventuras fue la de estarse al pie de su verdulería recitando mentalmente un poema de Kipling, mientras un cartero indígena, aproximándose, le entregaba una carta. Gibson (tenía entonces cuarenta años) abrió la carta y, mediante este simple acto, se enteró que su honorable tío acababa de reventar. En consecuencia, entraba en posesión de una razonable suma de libras esterlinas.
Otro hombre que no hubiera sido míster Gibson hubiese echado a correr por las calles de Calcuta, pero míster Gibson no echó a correr. Llamó a un cooli que arrastraba un maltrecho cochecillo de mimbre y bambú y cuya única vestimenta era un andrajo atado en torno de los riñones, y le dijo:
—Llévame al colegio San Javier.
Una vez en el colegio San Javier míster Gibson, en vez de llamar respetuosamente a la cancela, como acostumbraba, pasó frente a las narices del bedel asombrado, se metió en un corredor oscuro, abrió una anchurosa puerta y, deteniéndose ante el administrador del educativo establecimiento (un hombre con la cara larga como un jamón y la nariz afilada como una navaja), le dijo:
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Dominio público
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Publicado el 15 de febrero de 2024 por Edu Robsy.