Una Aventura en Granada
Roberto Arlt
Cuento
Esteban cargaba su pipa, fingiendo estar entregado exclusivamente a este trabajo. Sin embargo, su pensamiento estaba en otra parte. Adiviné el proceso mental con tanta seguridad, que le afirmé:
—¿Estás cavilando si contarme o no tu secreto?
—¡Oh!, esto sí que es gracioso.
—No, no es gracioso. Tú has cambiado mucho, amigo Stifel. Desde que has regresado de España eres otro hombre.
—¿Qué dices?
—Cuando te fuiste eras un hombre jovial, despreocupado. Aquí, en Fleet, no había camarada más agradable que tú.
Esteban se aproximó pensativamente al ventanal y miró la calle de agua, a cuyo final, entre la neblina, se distinguía la torre de la iglesia de San Miguel. La sirena de un transatlántico que abandonaba el puerto de Hamburgo resonaba en la noche, y Esteban, alejándose pensativamente del ventanal, sentóse frente a mí y suspiró:
—Nunca debí haber ido a España.
—¿Por qué?
—No te has fijado...
“Clink”, y el barrilito de agua destilada que había en un rincón del consultorio cayó reventado al suelo. Sin sobresaltarse, rápidamente, Esteban apagó la luz y me dijo:
—Vamos adentro.
—¿Qué ha pasado?
—Han intentado matarme otra vez.
—Otra vez... ¿Por qué?
—Vamos adentro.
Le seguí, y ya en el interior del viejo edificio, entramos en una biblioteca. Cerró la puerta y me dijo:
—No te extrañe que no salga a la calle a buscar al que ha intentado matarme. Ya está lejos.
—Pero, ¿por qué quieren matarte?
—¡Oh! Es una vieja historia que está relacionada, precisamente, con el viaje de España. Escucha:
Dominio público
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Publicado el 10 de febrero de 2024 por Edu Robsy.