La Factoría de Farjalla Bill Alí
Roberto Arlt
Cuento
Los que me conocían, al enterarse de que iba a trabajar en el criadero de gorilas de Farjalla Bill Alí se encogieron compasivamente de hombros.
Yo ya no tenía dónde elegir. Me habían expulsado de los más importantes comercios de Stanley.
En unas partes me acusaban de ratero y en otras de beodo. Mi último amo al tropezar conmigo en la entrada del mercado, dijo, comentando irónicamente mi determinación:
"No enderezarás la cola de un galgo aunque la dejes veinte años metida en un cañón de fusil."
Yo me encogí de hombros frente al pesimismo que trascendía del proverbio árabe. ¿Qué podía hacer? En África uno se muere de hambre no solo en el desierto sino también en la más compacta y vocinglera de las selvas. Allí donde verdea el mango o ríe el chimpancé, casi siempre acecha la flecha venenosa.
Dominio público
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Publicado el 23 de octubre de 2020 por Edu Robsy.