Textos mejor valorados de Rubén Darío disponibles | pág. 4

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autor: Rubén Darío textos disponibles


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Viaje a Nicaragua

Rubén Darío


Viajes


I

Tras quince años de ausencia, deseaba yo volver a ver mi tierra natal. Había en mí algo como una nostalgia del Trópico. Del paisaje, de las gentes, de las cosas conocidas en los años de la infancia y de la primera juventud. La catedral, la casa vieja de tejas arábigas en donde despertó mi razón y aprendí a leer; la tía abuela casi centenaria que aun vive; los amigos de la niñez que ha respetado la muerte, y tal cual linda y delicada novia, hoy frondosa y prolífica mamá por la obra fecundante del tiempo. Quince años de ausencia... Buenos Aires, Madrid, París, y tantas idas y venidas continentales. Pensé un buen día: iré a Nicaragua. Sentí en la memoria el sol tórrido y vi los altos volcanes, los lagos de agua azul en los antiguos cráteres, así vastas tazas demetéricas como llenas de cielo líquido.

Y salí de París hacia el país centroamericano, ardiente y pintoresco, habitado por gente brava y cordial, entre bosques lujuriantes y tupidos, en ciudades donde sonríen mujeres de amor y gracia, y donde la bandera del país es azul y blanca, como la de la República Argentina.

Me embarqué en un vapor francés, La Provence, en el puerto de Cherbourg, y llegué a Nueva York sin más incidente en la ruta que una enorme ola de que habló mucho la prensa. Según Luis Bonafoux, la caricia del mar iba para mí... Muchas gracias. Pasé por la metrópoli yanqui cuando estaba en pleno hervor una crisis financiera. Sentí el huracán de la Bolsa. Vi la omnipotencia del multimillonario y admiré la locura mammónica de la vasta capital del cheque.


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Dominio público
69 págs. / 2 horas / 221 visitas.

Publicado el 12 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Historia de mis Libros

Rubén Darío


Crítica


AZUL...

Esta mañana de Primavera me he puesto a hojear mi amado viejo libro, un libro primigenio, el que iniciara un movimiento mental que había de tener después tantas triunfantes consecuencias; y lo hojeo como quien relee antiguas cartas de amor, con un cariño melancólico, con una «saudade» conmovida en el recuerdo de mi lejana juventud. Era en Santiago de Chile, adonde yo había llegado, desde la remota Nicaragua, en busca de un ambiente propicio a los estudios y disciplinas intelectuales. A pesar de no haber producido hasta entonces Chile principalmente sino hombres de Estado y de jurisprudencia, gramáticos, historiadores, periodistas y, cuando más, rimadores, tradicionales y académicos de directa descendencia peninsular, yo encontré nuevo aire para mis ansiosos vuelos y una juventud llena de deseos de belleza y de nobles entusiasmos.


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Dominio público
22 págs. / 39 minutos / 605 visitas.

Publicado el 12 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

La Isla de Oro

Rubén Darío


Artículo, viajes


Divagaciones

He aquí la isla en que detiene su esquife el argonauta del inmortal ensueño. Es la isla de oro por la gracia del sol divino. Vestida de oro apolíneo la vieron los antiguos portadores de la cultura helénica, y los navegantes de Fenicia que, adoradores de Hércules, le alzaron templos en tierras españolas; y que al llegar a esta prodigiosa región creyeron sin duda encontrarse en lugar propicio a los dioses fecundos y vivificadores. Aquí puede repetir todo soñador la palabra del latino antiguo que ha hecho vibrar en nuestros días los labios del prestigioso D'Annunzio y que se ostentan en las armas de la germánica Bremen: «Navigare necesse est, vivere non est necesse». Y así evoca una lírica decoración de Cellini, gráfico intérprete d'annunziano, en la cual de manera arcaica se representa el vuelo de un barco de los prodigiosos tiempos odiseos sobre las aguas armoniosas en que a flor de espuma se alegran de la vida, entre delfines y bajo la gloria solar, sirenas de flancos voluptuosos y tritones que hacia el firmamento lanzan el clamor de sus caracoles sonoros:

Re del Mediterráneo, parlante
nell maggior corno della fíamma antica,
parlami in questo rogo fiammeggiante!

Questo vigile fuoco ti nutrica
il mio voto, e il timone e la polena
del vascel cui Fortuna fu nimica

o tu che col tuo cor la tua carena
contra i perigli spignere fosti uso
dietro l'anima tua fatta Sirena,

infin che il Mar fu sopra te richiuso!

La dama inglesa fue la que recitó esos versos del óptimo poeta. Recitaba sin acento el idioma de Italia, tal como habla el francés y el castellano.


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Dominio público
36 págs. / 1 hora, 3 minutos / 446 visitas.

Publicado el 1 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

Cabezas

Rubén Darío


Crítica, Biografía


PENSADORES Y ARTISTAS

JACINTO BENAVENTE

Cuando Jacinto Benavente entró a la Real Academia Española, se preguntaron muchos: «¿A qué va Benavente a la Academia?» Contestaron algunos: «A hacer lo que todos los académicos hacen; limpiar, fijar y dar esplendor».

No, no iba a eso. En tal recinto, e intelectualmente hablando, para limpiar, necesitaría la representación de Hércules; para fijar, la de Minerva; para dar esplendor, la del mismo Apolo. Iba sencillamente a demostrar que, por opinión general, quien había logrado todos los triunfos populares merecía también todos los honores oficiales. He dicho populares, porque, aunque Benavente sea un autor de élite su nombre es famoso en todas partes en donde se habla nuestro idioma y aun en otras.

Benavente representa para España lo que un Capus o un Bernstein para Francia, o mejor, lo que un Bernard Shaw para Inglaterra. Y aun, en condiciones especiales, es el único que haya logrado dar verdadero brillo y resonancia a las Máscaras castellanas.

Poco avisados los que le juzgan con el oído puesto al Boulevard. El mundo en que se mueven sus tipos, en la mayor parte de sus comedias, es ese mundo universal que tiene por norma, desde luego, más o menos aplicada a sus medios respectivos, la vida parisiense; y si no, fijaos en las escenas de los comediógrafos italianos del día. Ese mundo es le monde. Mas los personajes benaventinos que se mueven y expresan en el ambiente de Madrid, son de la legítima descendencia clásica; y sus diálogos chispeantes del ingenio que les presta su creador, no son sino los antiguos discreteos de Calderón o Lope modernizados.


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Dominio público
78 págs. / 2 horas, 16 minutos / 219 visitas.

Publicado el 4 de junio de 2018 por Edu Robsy.

El Oro de Mallorca

Rubén Darío


Novela corta


I

El barco blanco de la Compañía Isleña Marítima se hallaba anclado cerca del muelle marsellés. El sol del mediodía estaba esquivo en la fresca mañana. Acompañado de un amigo, Benjamín Itaspes fue a bordo, se posesionó de su camarote, entregó su equipaje. Como ya se iba a partir, se despidió del amigo y se puso a pasear sobre cubierta. Él era el único pasajero de primera. Por la proa, escasa gente, toda mallorquina y catalana, posiblemente del pequeño comercio, conversaban en su áspera lengua. El vapor era limpio y bien tenido; con todo, había un vago olor muy madre-patria... La cocina estaba sobre el entrepuente y se veía a un cocinero sórdido manejar perniles y pescados. A un lado suyo, en una especie de jaula, había cecinas; sobreasadas, cebollas, pimientos rojos y salchichones. De cuando en cuando salía un fogonero, todo negro, de una puerta lateral. Cogía un botijo que había al alcance de su mano, y bebía a chorro. Luego volvía a descender a su carbonera.

El vapor pitó; se puso en actividad; salió, al lado de un gran navío catalán que descargaba sobre un lanchón pesadas barras de plata, o de estaño, en las cuales se leía en grandes letras vaciadas: «Figueroa». Pasó junto a los faros. Volvió a pitar. Entró mar afuera.


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Dominio público
44 págs. / 1 hora, 18 minutos / 248 visitas.

Publicado el 4 de octubre de 2018 por Edu Robsy.

Tierras Solares

Rubén Darío


Viajes


Tierras solares

Barcelona

Después de algunos años vuelvo a Barcelona, tierra buena. En otra ocasión os he dicho mis impresiones de este país grato y amable, en donde la laboriosidad es virtud común y el orgullo innato y el sustento de las tradiciones defensa contra debilitamientos y decadencias. Salí de París el día de la primera nevada, que anunciaba la crudez del próximo invierno. Salí en busca de sol y salud, y aquí, desde que he llegado, he visto la luz alegre y sana del sol español, un cielo sin las tristezas parisienses; y una vez más me he asombrado de cómo Jean Moreas encuentra en París el mismo cielo de Grecia, el cual tan solamente da todo su gozo en las tierras solares. Bien es cierto que el poeta se refiere más al ambiente que a la luz, más al respirar que al mirar. Pero la bondad de este cielo entra principalmente por los ojos y los poros, abiertos al cálido cariño del inmenso y maravilloso diamante de vida que nos hace la merced de existir.


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Dominio público
113 págs. / 3 horas, 19 minutos / 161 visitas.

Publicado el 7 de octubre de 2018 por Edu Robsy.

Prosa Política

Rubén Darío


Tratado, Política


Argentina

Entre los acontecimientos que la historia ha de señalar de modo principal en los principios del siglo XX, está el surgir ante el mundo de la «nueva y gloriosa Nación» que se canta en el himno de los argentinos, no a la vida política, libre e independiente que se conquistara hace una centuria, sino a la vida de los pueblos superiores por el trabajo y la riqueza pacífica. En la balanza que forma el continente americano, es la República Argentina la que hace el contrapeso a la pujanza yanqui, la que salvará el espíritu de la raza y pondrá coto a más que probables y aprobadas tentativas imperialistas. Y hoy, por eso el mundo fija la mirada en ese gran país del Sur, de apenas siete millones de habitantes, que rivaliza en más de una empresa agraria, pecuniaria o financiera con el otro gran país del Norte cuya población pasa de ochenta millones.


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Dominio público
107 págs. / 3 horas, 8 minutos / 292 visitas.

Publicado el 11 de diciembre de 2018 por Edu Robsy.

Parisiana

Rubén Darío


Novela, Ensayo


DEDICATORIA

A
J. DOLORES GAMEZ
ANTIGUA GRATITUD
Y PERDURABLE AMISTAD

Rubén Darío.

LIBRO I

FIGURAS REALES

He vist pasar á una anciana vestida de negro, cuya existencia representa una d las terribles lecciones de Dios. Es la «re renante» del poema de Rober de Montesquieu ...; es el espectro doloroso de una soberana; es Eugeni de Guzmán, Fernández, la Cerda, Leira, Teba, Baños y Mora, condesa d Montijo, un tiempo emperatriz de los franceses. Clavel de Granada rosa de Madrid, lis de París, después de una horrenda tempestad d sangre y duelos, he ahí en lo que ha venido á parar: en una trist vieja enlutada, llena de amargura y desdeñada de la muerte. Un dí se presenta á visitar en su obscuro incógnito, este ó aquel palacio ó museo ó biblioteca, y el canoso guardián comienza á explicar: «Un vez el emperador ...» Y la dama, levantando su velo: «Jean, ¿m conoces?...» «¡Ah! ¡Majestad!...» Sí; es la española garbosa y linda la rosa-reina pintada por el pincel adulador de Winterhalter, entr vivas rosas; la orgullosa diadema de las Tullerías, que vivió un tiemp en cuentos de hadas y en decamerones imperiales, que se creyó dueña de mundo, que pasó en placer y soberbia como en un sueño, y despertó á lo cañonazos alemanes, en la hora lívida de la derrota, y que mientra su marido entregaba la espada al primo de Berlín, ella huía al otr lado de la Mancha, amparada por un dentista yanqui ... ¡La pobre Marí Antonieta, más trágica, no pudo salvar su cándido pescuezo de cisne austriaco!


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Dominio público
158 págs. / 4 horas, 37 minutos / 255 visitas.

Publicado el 10 de diciembre de 2018 por Edu Robsy.

En París

Rubén Darío


Viajes


En París

I

París, 20 de Abril de 1900.

En el momento en que escribo la vasta feria está ya abierta. Aún falta la conclusión de ciertas instalaciones: aun dar una vuelta por el enorme conjunto de palacios y pabellones es exponerse a salir lleno de polvo. Pero ya la ola repetida de este mar humano ha invadido las calles de esa ciudad fantástica que, florecida de torres, de cúpulas de oro, de flechas, erige su hermosura dentro de la gran ciudad.

Hay parisienses de París que dicen que los parisienses se van lejos al llegar esta invasión del mundo; yo sólo diré que las parisienses permanecen, y entre los grupos de english, entre los blancos albornoces árabes, entre los rostros amarillos del Extremo Oriente, entre las faces bronceadas de las Américas latinas, entre la confusión de razas que hoy se agitan en París, la fina y bella y fugaz silueta de las mujeres más encantadoras de la tierra, pasa. Es el instante en que empieza el inmenso movimiento. La obra está realizada y París ve que es buena. Quedará, por la vida, en la memoria de los innumerables visitantes que afluyen de todos los lugares del globo, este conjunto de cosas grandiosas y bellas en que cristaliza su potencia y su avance la actual civilización humana.


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Dominio público
91 págs. / 2 horas, 40 minutos / 171 visitas.

Publicado el 6 de abril de 2019 por Edu Robsy.

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