Hierba, flor, enredadera,
tended un velo sobre todo esto:
hay que borrar de esta raza
hasta el más mínimo recuerdo.
Negra ceniza cubra sus altares,
luego de la lluvia sutil
la leve huella quede por siempre
impresa en ellos.
El campo yermo sea
del gamo el lecho; nadie a asustarlo vaya
ni a turbar a sus pequeñuelos.
Derrúmbense los muros cediendo
a su propio peso;
que nadie lo sepa,
ni nadie en pie de nuevo los vea.
Después de leer los primeros cuentos de esta obra, debemos recordar
que, una vez que Mowgli clavó la piel de Shere Khan en la Peña del
Consejo, dijo a cuantos quedaban en la manada de Seeonee que de ahí más,
cazaría solo en la Selva; entonces, los cuatro hijos de papá Lobo y de
su esposa dijeron que ellos también cazarían en su compañía.
Mas no es cosa fácil cambiar de vida en un momento... sobre todo en
la selva. Lo primero que hizo Mowgli cuando se dispersó la manada al
marcharse los que la formaban, fue dirigirse a la cueva donde había
tenido su hogar y dormir allí durante un día y una noche. Después les
refirió a papá Lobo y a la mamá cuanto creyó que podrían entender de
todas las aventuras que había corrido entre los hombres. Luego, cuando,
por la mañana, se entretuvo en hacer que brillara el sol sobre la hoja
de su cuchillo (que le había servido para desollar a Shere Khan),
confesaron ellos que algo había aprendido.
Después Akela y el Hermano Gris hubieron de narrar la parte que
habían tomado en la gran embestida de los búfalos del barranco; con tal
de oírlo todo, Baloo subió penosamente la montaña, y por su parte
Bagheera se rascaba de gusto al ver cómo había dirigido Mowgli su
batalla.
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