La Vigilia de Gow
Rudyard Kipling
Cuento
Después de la batalla.
La PRINCESA junto al estandarte en el fortín.
Entra GOW, con la corona del reino.
GOW: He aquí la muestra de que la reina se ha rendido.
Presuroso la trajo su último emisario.
PRINCESA: Ya era nuestro. ¿Dónde está la mujer?
GOW: Huyó con su caballo. Con el albor partieron.
No ha dado el mediodía y ya eres reina.
PRINCESA: Por ti… gracias a ti. ¿Cómo podré pagarte?
GOW: ¿Pagarme a mí? ¿Por qué?
PRINCESA: Por todo… todo… todo…
¡Desde que el reino sucumbió! ¿Lo habéis oído? «Me pregunta ¿por qué?».
Tu cuerpo entre mi pecho y el cuchillo de ella,
tus labios en la copa con la que quiso ella envenenarme;
tu manto sobre mí, esa noche en la nieve
de vigilia en el paso de Bargi. Cada hora
nuevas fuerzas, hasta este inconcebible desenlace.
«¿Honrarlo?». Te honraré… te honraré…
Es tu elección.
GOW: Niña, eso queda muy lejos.
(Entra FERDINAND, como recién llegado a caballo).
Éste hombre sí es digno de todos los honores. ¡Sé bienvenido, Zorro!
FERDINAND: Y tú, Perro Guardián. Es un día importante para todos.
Lo planeamos y lo hemos conseguido.
GOW: ¿La ciudad se ha tomado?
FERDINAND: Lealmente. Ebrios de lealtad están en ella.
El ánimo virtuoso. Tus bombardeos han contribuido…
Pero traigo un mensaje. La Dama Frances…
PRINCESA: Enferma la he dejado en la ciudad. Ningún quebranto, espero.
FERDINAND: Nada que a ella así le pareciera. Muy poco, en realidad, lo que (a gow) vengo a decirte. Que estará aquí enseguida.
GOW: ¿Es ella quien lo ha dicho?
FERDINAND: Escrito.
Esto. (Le da una carta). En la noche de ayer.
En mis manos lo puso el sacerdote…
La acompañó en su hora.
Protegido por copyright
2 págs. / 5 minutos / 102 visitas.
Publicado el 5 de marzo de 2017 por Edu Robsy.