El Mejor Relato del Mundo
Rudyard Kipling
Cuento
Sepultados quedaron para siempre
el viejo mundo y los años de hidalguía, en los que yo fui rey de Babilonia
y tú una esclava cristiana.
WILLIAM ERNEST HENLEY
Se llamaba Charlie Mears; era el único hijo de una madre viuda, y vivía al norte de Londres, a cuyo centro acudía diariamente para trabajar en un banco. Tenía veinte años y estaba lleno de ambiciones. Lo conocí en un salón de billar, donde el árbitro lo llamaba por su nombre de pila y él llamaba al árbitro «Ojos de toro». Un poco nervioso, Charlie explicó que había ido sólo a mirar, y comoquiera que observar juegos de destreza no es una distracción barata para un muchacho joven, yo le sugerí que se fuera a casa con su madre.
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Publicado el 5 de marzo de 2017 por Edu Robsy.