Textos más vistos de Ryunosuke Akutagawa no disponibles | pág. 2

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autor: Ryunosuke Akutagawa textos no disponibles


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Blanco

Ryunosuke Akutagawa


Cuento


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Una tarde de primavera. Un perro llamado Blanco transitaba en una calle solitaria, olfateando la tierra. A los lados de la calle se veían dos largas hileras de setos con retoños, que dejaban ver a trechos los cerezos florecientes. Después de seguir un tramo a lo largo de los setos, Blanco dobló de repente en una esquina y, apenas asomado al callejón, detuvo empavorecido sus pasos.

Fue con toda razón; a unos quince metros reconoció a un matador de perros, marcado por el logotipo del chaleco, que apuntaba a un perro negro con un lazo escondido a la espalda. Sin percatarse del peligro, el perro negro devoraba un pedazo de pan, que le había lanzado el matador de perros.

Y esto no fue todo; no se trataba de un perro cualquiera sino de uno de los conocidos, nada menos que Negro, el vecino que vivía al lado de su casa.

Blanco y él, tan amigos desde siempre, se saludaban todas las mañanas sin falta, olfateándose con las narices pegadas.

Blanco se disponía a gritarle: “¡Huye, Negro!”, cuando el matador le lanzó una mirada feroz, que parecía decir: “Cállate, o te atrapo primero a ti”. Intimidado ante la amenaza tan directa, Blanco se quedó mudo sin poder emitir un ladrido de alerta. Con un horror inaudito que le hizo temblar todo el cuerpo, retrocedió poco a poco, atento al menor movimiento del matador. Cuando ganó la esquina para esconderse detrás del seto, huyó a toda carrera, sin preocuparse más por el pobre Negro.


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9 págs. / 16 minutos / 148 visitas.

Publicado el 22 de julio de 2016 por Edu Robsy.

La Nariz

Ryunosuke Akutagawa


Cuento


No hay nadie, en todo Ike—no—wo, que no conozca la nariz de Zenchi Naigu. Medirá unos 16 centímetros, y es como un colgajo que desciende hasta más abajo del mentón. Es de grosor parejo desde el comienzo al fin; en una palabra, una cosa larga, con aspecto de embutido, que le cae desde el centro de la cara.

Naigu tiene más de 50 años, y desde sus tiempos de novicio, y aun encontrándose al frente de los seminarios de la corte, ha vivido constantemente preocupado por su nariz. Por cierto que simula la mayor indiferencia, no ya porque su condición de sacerdote "que aspira a la salvación en la Tierra Pura del Oeste" le impida abstraerse en tales problemas, sino más bien porque le disgusta que los demás piensen que a él le preocupa. Naigu teme la aparición de la palabra nariz en las conversaciones cotidianas.

Existen dos razones para que a Naigu le moleste su nariz. La primera de ellas: la gran incomodidad que provoca su tamaño. Esto no le permitió nunca comer solo, pues la nariz se le hundía en las comidas. Entonces Naigu hacía sentar mesa por medio a un discípulo, a quien le ordenaba sostener la nariz con una tablilla de unos cuatro centímetros de ancho y sesenta y seis centímetros de largo mientras duraba la comida. Pero comer en esas condiciones no era tarea fácil ni para el uno ni para el otro. Cierta vez, un ayudante que reemplazaba a ese discípulo estornudó, y al perder el pulso, la nariz que sostenía se precipitó dentro de la sopa de arroz; la noticia se propaló hasta llegar a Kyoto. Pero no eran esas pequeñeces la verdadera causa del pesar de Naigu. Le mortificaba sentirse herido en su orgullo a causa de la nariz.


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6 págs. / 11 minutos / 208 visitas.

Publicado el 25 de junio de 2016 por Edu Robsy.

Sennin

Ryunosuke Akutagawa


Cuento


Un hombre que quería emplearse como sirviente llegó una vez a la ciudad de Osaka. No sé su verdadero nombre, lo conocían por el nombre de sirviente, Gonsuké, pues él era, después de todo, un sirviente para cualquier trabajo.

Este hombre —que nosotros llamaremos Gonsuké— fue a una agencia de COLOCACIONES PARA CUALQUIER TRABAJO, y dijo al empleado que estaba fumando su larga pipa de bambú:

—Por favor, señor Empleado, yo desearía ser un sennin. ¿Tendría usted la gentileza de buscar una familia que me enseñara el secreto de serlo, mientras trabajo como sirviente?

El empleado, atónito, quedó sin habla durante un rato, por el ambicioso pedido de su cliente.

—¿No me oyó usted, señor Empleado? —dijo Gonsuké—. Yo deseo ser un sennin. ¿Quisiera usted buscar una familia que me tome de sirviente y me revele el secreto?

—Lamentamos desilusionarlo —musitó el empleado, volviendo a fumar su olvidada pipa—, pero ni una sola vez en nuestra larga carrera comercial hemos tenido que buscar un empleo para aspirantes al grado de sennin. Si usted fuera a otra agencia, quizá...

Gonsuké se le acercó más, rozándolo con sus presuntuosas rodillas, de pantalón azul, y empezó a argüir de esta manera:

—Ya, ya, señor, eso no es muy correcto. ¿Acaso no dice el cartel COLOCACIONES PARA CUALQUIER TRABAJO? Puesto que promete cualquier trabajo, usted debe conseguir cualquier trabajo que le pidamos. Usted está mintiendo intencionalmente, si no lo cumple.

Frente a un argumento tan razonable, el empleado no censuró el explosivo enojo:

—Puedo asegurarle, señor Forastero, que no hay ningún engaño. Todo es correcto —se apresuró a alegar el empleado—, pero si usted insiste en su extraño pedido, le rogaré que se dé otra vuelta por aquí mañana. Trataremos de conseguir lo que nos pide.


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4 págs. / 8 minutos / 312 visitas.

Publicado el 25 de junio de 2016 por Edu Robsy.

Vida de un Loco

Ryunosuke Akutagawa


Cuento


a Kumè Masao

Dejo en sus manos la decisión de si este manuscrito debe ser publicado y, por supuesto, cuándo y dónde debería publicarse.

Usted conoce a la mayorı́a de las personas que aparecen en él. Pero si lo publica preferirı́a que no tuviera un índice onomástico.

Vivo ahora en una felicidad muy infeliz. Pero, extrañamente, sin remordimientos. sólo lo lamento por aquellos que me tuvieron como esposo, padre, hijo. Adiós. En el manuscrito no hay, al menos conscientemente, ninguna intención de justificarme.

Por último, le dejo este escrito con el sentimiento de que usted me conoció más que nadie (despojado de la piel de mi yo cosmopolita). Con respecto al loco de este manuscrito, siga adelante y ríase.

20 de junio de 1927

AKUTAGAWA RYUNOSUKE

1. La época

Era la planta alta de una librerı́a. A los veinte años, él estaba trepado a una escalera de diseño extranjero, apoyado contra los anaqueles, buscando libros nuevos. De Maupassant, Baudelaire, Strindberg, Ibsen, Shaw, Tolstoi...

La penumbra habı́a empezado a imponerse. Pero, febrilmente, él continuó enfrascado en las letras de los lomos de los libros. Ante sus ojos, más que libros, se reunı́a el fin de siècle mismo. Nietzsche, Verlaine, los hermanos Goncourt, Dostoyevski, Hauptmann, Flaubert...

Resistiéndose a la oscuridad, se esforzó por distinguir los nombres. Pero los libros se hundı́an en las sombras. Sus nervios se tensaron, preparándose a bajar. Una bombilla desnuda, directamente sobre su cabeza, se encendió repentinamente. Encaramado en lo más alto de la escalera, miró hacia abajo. Entre los libros se movı́an los empleados, los clientes. Raro, que pequeños se veían. Qué andrajosos.

"La suma de toda la vida humana añade menos de una línea a Baudelaire".

Durante un tiempo, desde la cima de la escalera, los había estado observando.


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16 págs. / 28 minutos / 209 visitas.

Publicado el 9 de noviembre de 2016 por Edu Robsy.

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