Textos más populares este mes de Ryunosuke Akutagawa no disponibles | pág. 2

Mostrando 11 a 14 de 14 textos encontrados.


Buscador de títulos

autor: Ryunosuke Akutagawa textos no disponibles


12

Blanco

Ryunosuke Akutagawa


Cuento


1

Una tarde de primavera. Un perro llamado Blanco transitaba en una calle solitaria, olfateando la tierra. A los lados de la calle se veían dos largas hileras de setos con retoños, que dejaban ver a trechos los cerezos florecientes. Después de seguir un tramo a lo largo de los setos, Blanco dobló de repente en una esquina y, apenas asomado al callejón, detuvo empavorecido sus pasos.

Fue con toda razón; a unos quince metros reconoció a un matador de perros, marcado por el logotipo del chaleco, que apuntaba a un perro negro con un lazo escondido a la espalda. Sin percatarse del peligro, el perro negro devoraba un pedazo de pan, que le había lanzado el matador de perros.

Y esto no fue todo; no se trataba de un perro cualquiera sino de uno de los conocidos, nada menos que Negro, el vecino que vivía al lado de su casa.

Blanco y él, tan amigos desde siempre, se saludaban todas las mañanas sin falta, olfateándose con las narices pegadas.

Blanco se disponía a gritarle: “¡Huye, Negro!”, cuando el matador le lanzó una mirada feroz, que parecía decir: “Cállate, o te atrapo primero a ti”. Intimidado ante la amenaza tan directa, Blanco se quedó mudo sin poder emitir un ladrido de alerta. Con un horror inaudito que le hizo temblar todo el cuerpo, retrocedió poco a poco, atento al menor movimiento del matador. Cuando ganó la esquina para esconderse detrás del seto, huyó a toda carrera, sin preocuparse más por el pobre Negro.


Información texto

Protegido por copyright
9 págs. / 16 minutos / 148 visitas.

Publicado el 22 de julio de 2016 por Edu Robsy.

Vida de un Loco

Ryunosuke Akutagawa


Cuento


a Kumè Masao

Dejo en sus manos la decisión de si este manuscrito debe ser publicado y, por supuesto, cuándo y dónde debería publicarse.

Usted conoce a la mayorı́a de las personas que aparecen en él. Pero si lo publica preferirı́a que no tuviera un índice onomástico.

Vivo ahora en una felicidad muy infeliz. Pero, extrañamente, sin remordimientos. sólo lo lamento por aquellos que me tuvieron como esposo, padre, hijo. Adiós. En el manuscrito no hay, al menos conscientemente, ninguna intención de justificarme.

Por último, le dejo este escrito con el sentimiento de que usted me conoció más que nadie (despojado de la piel de mi yo cosmopolita). Con respecto al loco de este manuscrito, siga adelante y ríase.

20 de junio de 1927

AKUTAGAWA RYUNOSUKE

1. La época

Era la planta alta de una librerı́a. A los veinte años, él estaba trepado a una escalera de diseño extranjero, apoyado contra los anaqueles, buscando libros nuevos. De Maupassant, Baudelaire, Strindberg, Ibsen, Shaw, Tolstoi...

La penumbra habı́a empezado a imponerse. Pero, febrilmente, él continuó enfrascado en las letras de los lomos de los libros. Ante sus ojos, más que libros, se reunı́a el fin de siècle mismo. Nietzsche, Verlaine, los hermanos Goncourt, Dostoyevski, Hauptmann, Flaubert...

Resistiéndose a la oscuridad, se esforzó por distinguir los nombres. Pero los libros se hundı́an en las sombras. Sus nervios se tensaron, preparándose a bajar. Una bombilla desnuda, directamente sobre su cabeza, se encendió repentinamente. Encaramado en lo más alto de la escalera, miró hacia abajo. Entre los libros se movı́an los empleados, los clientes. Raro, que pequeños se veían. Qué andrajosos.

"La suma de toda la vida humana añade menos de una línea a Baudelaire".

Durante un tiempo, desde la cima de la escalera, los había estado observando.


Información texto

Protegido por copyright
16 págs. / 28 minutos / 209 visitas.

Publicado el 9 de noviembre de 2016 por Edu Robsy.

Kesa y Moritô

Ryunosuke Akutagawa


Cuento


I

A medianoche, contemplando la luna, fuera del cerco que rodea su casa, Moritô, pensativo, va pisando las hojas muertas.

Monólogo de Moritô

Ya asomó la luna. Si hasta ahora esperé con impaciencia su salida, llegada esta noche su luz me llena de temor. Mi cuerpo tiembla al imaginar que en sólo una noche pueda quedar destruido lo que fui hasta ahora, para convertirme en criminal desde mañana. ¡Imaginar el cuadro, cuando estas manos se tiñan con el rojo de la sangre! ¡Cómo habré de maldecirme cuando llegue ese momento! No sería tan grande mi sufrimiento si se tratara de un enemigo que odio; pero no guardo ningún rencor a quien debo matar esta noche.

Yo conozco a este hombre desde hace tiempo. Aunque su nombre, Wataru Saemon-no-Jo, sólo lo supe ahora por este incidente, recuerdo haber conocido antes sus rasgos finos y su cutis blanco, casi impropios de un hombre. Es verdad que en ese momento tuve celos al saber que era el marido de Kesa, pero ya esos celos se han disipado sin dejar rastros en mi corazón. Por eso, aunque sea Wataru mi rival amoroso, no siento por él ni odio ni rencor. Más aún, podría decir que hasta siento compasión por él; cuando mi tía de Koromogawa me enteró de los esfuerzos y sacrificios que había realizado para conquistar a Kesa, llegué a tenerle verdadera simpatía. ¿Acaso no se dijo que por el deseo de casarse con ella se había iniciado en el difícil arte de las poesías waka?

Cuando imagino esos poemas de amor escritos por este hombre grave y prosaico, debo sonreír a pesar mío. Pero mi sonrisa no es ninguna burla. Me enternece el proceder de Wataru, que hasta de eso fue capaz para obtener el favor de una mujer. Hasta es posible que su pasión, que le lleva a esos extremos por conquistar a esa mujer que es mi amada, me produzca cierta satisfacción.


Información texto

Protegido por copyright
8 págs. / 15 minutos / 101 visitas.

Publicado el 13 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Carta a un Viejo Amigo

Ryunosuke Akutagawa


Carta


Probablemente nadie que intenta suicidarse, como lo demuestra Régnier en uno de sus cuentos, es plenamente consciente de todos sus motivos, que con frecuencia son demasiado complejos. Al menos en mi caso, el suicidio está causado por un vago sentimiento de angustia, un vago sentimiento de angustia sobre mi propio futuro.

Durante los últimos dos años más o menos he pensado sólo en la muerte, y he leído con especial interés un notable relato del proceso de la muerte. Aunque el autor lo expresaba en términos abstractos, yo seré tan concreto como pueda, incluso al punto de parecer inhumano. En este punto, estoy obligado a ser honesto. En cuanto a mi vago sentimiento de angustia por mi propio futuro, creo que lo analicé por completo en Vida de un loco, salvo el factor social, es decir la sombra que el feudalismo arrojó sobre mi vida. Es algo que omití deliberadamente, inseguro de poder esclarecer el contexto social en el que viví.

Una vez que me decidí por el suicidio (no lo considero un pecado, como los occidentales), busqué la manera menos dolorosa de llevarlo a cabo. Por ende descarté ahorcarme, pegarme un tiro, saltar al vacío y otras modalidades de suicidio por razones estéticas y prácticas. El uso de una droga parecía ser tal vez la manera más satisfactoria. En cuanto al lugar, debía ser mi propia casa, por inconveniente que ello resultara para mis familiares que me sobrevivirían. Como una suerte de trampolín, tal como lo habían hecho Kleist y Racine, pensé en alguna compañía, por ejemplo, una amante o un amigo, pero como muy pronto gané confianza, decidí seguir adelante solo. Y lo último que tuve que calcular fue la manera de asegurar una ejecución perfecta sin que mi familia se enterara. Después de varios meses de preparativos, finalmente estoy convencido de haberlo logrado.


Información texto

Protegido por copyright
1 pág. / 2 minutos / 254 visitas.

Publicado el 13 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

12