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autor: Santiago Ramón y Cajal editor: Edu Robsy textos disponibles


Cuentos de Vacaciones

Santiago Ramón y Cajal


Cuentos, Novelas cortas, Colección


Advertencia preliminar

Hace muchos años (creo que fue durante el 85 u 86) escribí una colección de doce apólogos o narraciones semifilosóficos y seudocientíficos que no osé llevar a la imprenta, así por lo estrafalario de las ideas como por la flojedad y desaliño del estilo. Hoy, alentado por el benévolo juicio de algunos insignes profesionales de la literatura, me lanzo a publicarlos, no sin retocar algo su forma y modernizar un tanto los datos científicos en que se fundan.

Si él público docto gusta de estas bagatelas literarias, a la serie actual seguirá otra hasta completar la docena de cuentos; si, por el contrario, y es de presumir, mis sermones científicos y trasnochados lirismos no hallan gracia a sus ojos, el resto de estas composiciones dormirá el sueño de los engendros malogrados, que debe ser harto más profundo que el llamado sueño del olvido.

El subtítulo de Narraciones seudocientíficas quiere decir que los presentes cuentos se basan en hechos o hipótesis racionales de las ciencias biológicas y de la psicología moderna. Será bien, por consiguiente (aunque no indispensable), que el lector deseoso de comprender las ideas y modos de expresión de los personajes de estas sencillas fábulas posea algunos conocimientos, siquiera sean rudimentarios, de filosofía natural y biología general.


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Dominio público
237 págs. / 6 horas, 55 minutos / 3.496 visitas.

Publicado el 5 de enero de 2021 por Edu Robsy.

El Pesimista Corregido

Santiago Ramón y Cajal


Cuento


I

Juan Fernández, protagonista de esta historia, era un doctor joven, de Veintiocho años, serio, estudioso, no exentó de talento, pero harto pesimista y con ribetes de misántropo.

Huérfano y sin parientes, vivía concentrado y huraño en compañía de una antigua ama de llaves de su familia.

Hacia la época en que le enfocamos se habían recrudecido en nuestro héroe el asco a la vida y él despego a la sociedad. Descuidaba la clientela y el trato de los amigos, que le veían de higos a brevas, y pasaba su tiempo enfrascado, en la lectura de obras cuya tonalidad melancólica casaba bien con el timbre sentimental de su espíritu. Agrada saber al desdichado qué no estrenó la desdicha y que su menguado concepto del mundo y de la vida halló también asilo en cabezas fuertes y cultivadas. Compréndese bien por qué Juan se solazaba y entretenía en la lectura de Schopenhauer y Hartmann, del antipático y vesánico Nietzsche y del adusto y profundo Gracián. Y el orgullo de coincidir con la opinión de tan calificados varones prodújole, a ráfagas, algún consuelo, a cuyo fugitivo calor sentía deshelarse parcialmente el lago glacial de su voluntad y aliviarse un tanto su dolorosa laxitud de espíritu y de cuerpo.


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Dominio público
45 págs. / 1 hora, 19 minutos / 241 visitas.

Publicado el 5 de enero de 2021 por Edu Robsy.

A Secreto Agravio, Secreta Venganza

Santiago Ramón y Cajal


Cuento


I

El doctor Max V. Forschung, profesor ordinario de la Universidad de Wurzburgo, Gemeinrath, miembro de la Phys, und Gesellschaft, afortunado autor de brillantes descubrimientos fisiológicos y bacteriológicos, vivía todo lo feliz que pueden vivir los sabios a quienes desvelan y desasosiegan la fiebre devoradora de la investigación y el afán de emular gloriosas reputaciones. Cincuenta años tenía, y era alto, enjuto pelirrojo, con ojos verdes llenos de bondad; labios delgados que expresaban la ironía, y palabra sencilla y precisa, como acostumbrada a traducir la verdad sin velos ni retóricos artificios. Visto de perfil, mostraba una de esas cabezas prolongadas en forma de martillo que parecen expresamente fabricadas para golpear obstinadamente en los hechos hasta arrancarles chispas de luz, ligeramente agobiado de espaldas, y flaco de brazos y piernas, semejaba a la cepa en invierno; como ella, ofrecía exterior seco y desapacible, y producía, llegado el calor del pensamiento, frutos bellos y sabrosos. En fin: nuestro sabio, sin ser deformé y antipático, era lo bastante desgarbado y vulgar para no hacer del amor, cual la mayoría de los hombres, la perenne preocupación de la vida.

Hallábase a la sazón Forschung en plena fecundidad científica. Cada seis meses descubría un microbio patógeno, y cuando, por excepción, no hallaba nada nuevo, sabía demostrar, ce por be, que los microbios descritos por los bacteriólogos rivales eran miserables bacilos descalificados o embolados, incapaces, por ende, de virtud patógena en el hombre y en los animales. Ya se comprenderá que semejante aseveración no agradaba a los adversarios del maestro, que hubieran preferido topar con gérmenes morbosos capaces de llevar la desolación a media Humanidad.


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Dominio público
34 págs. / 1 hora / 271 visitas.

Publicado el 5 de enero de 2021 por Edu Robsy.

El Fabricante de Honradez

Santiago Ramón y Cajal


Cuento


I

El doctor Alejandro Mirahonda, español educado en Alemania y Francia, doctor en Medicina y Filosofía por la Universidad de Leipzig, discípulo predilecto de los sabios hipnólogos doctores Bernheim y Forel, solicitó y obtuvo, de vuelta a su patria, la titular de la histórica, levantisca y desacreditada ciudad de Villabronca, donde se propuso ejercer su profesión y desarrollar de pasada un pensamiento que hacía tiempo le escarabajeaba en el cerebro.

Mas antes de referir las hazañas del prestigioso personaje, debemos presentarle a nuestros lectores.

Comencemos por declarar que hay ministerios tan elevados y solemnes que no pueden realizarse con un físico cualquiera. Un cirujano aspirante a la celebridad debe tener algo de atleta, de guerrero y de inquisidor. Al comadrón le caen pintiparadas manos suaves, afiladas y femeniles, estatura liliputiense y carácter untuoso y apacible. Pero el médico alienista metido a sugestiónador fracasará como le falten el solemne coranvovis del profeta y la barba y ojazos de un Cristo bizantino.


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Dominio público
29 págs. / 51 minutos / 338 visitas.

Publicado el 5 de enero de 2021 por Edu Robsy.

El Hombre Natural y el Hombre Artificial

Santiago Ramón y Cajal


Novela corta


I

El siguiente coloquio, interesante por más de un concepto, ocurrió en París; durante la estación de las flores, desarrollándose en la animada escena del bulevar Montmartre, sobre la ancha acera de un café al aire libre.

Junto a un velador, y bajo la protectora y policroma marquesina, hallábase cierto caballero como de treinta y cuatro años, alto, moreno; de frente despejada y ojos vivos e inteligentes. Entre sorbo y sorbo de café leía distraídamente la Prensa del día, dirigiendo de cuando en cuando furtivas miradas a la porción libre del trottoir, por donde desfilaban, en procesión pintoresca e interminable, hombres trafagosos, perezosos fláneurs y airosas, pulcras y bien trajeadas muchachas. Satisfaciendo la natural curiosidad del lector, diremos, desdé luego, que el personaje en cuestión era don Jaime Miralta, español naturalizado francés; célebre ingeniero y director de importante y acreditada fábrica de aparatos eléctricos.

Al alzar sus ojos del periódico atrajo de pronto su atención la presencia, en otro velador vecino, de un forastero severamente vestido, de airé grave y solemne y enlutado a usanza española.

«Este sujeto no me es desconocido», pensó Jaime, quien, después de repasar sus recuerdos, acabó por reconocer en el recién llegado a su antiguo condiscípulo y contrincante del Ateneo don Esperaindeo Carcabuey, barón del Vellocino, el cual, mirando a su vez al compañero, levantóse bruscamente del asiento y corrió a saludarle efusivamente, exclamando:

—¿Cómo?… ¿Tú por aquí? ¡Qué grata sorpresa!… Cuéntame… ¿Qué es de tu vida? ¡Seis años sin noticias tuyas! Sabía que, a consecuencia de las persecuciones de que fuiste objeto, te habías expatriado…; pero te creía en América…


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Dominio público
73 págs. / 2 horas, 9 minutos / 256 visitas.

Publicado el 5 de enero de 2021 por Edu Robsy.

La Casa Maldita

Santiago Ramón y Cajal


Novela corta


I

Lee esta carta —dijo Inés, radiante de júbilo, a su padre— que acabo de recibir de Julián, mi primo de América. ¡Qué alegría! Le tendremos entre nosotros antes de un mes, y viene rico en bienes y experiencia, como tú lo deseabas.

El progenitor de Inés, conmovido por el gozo de su hija, cogió la carta, se caló las antiparras y leyó:


Mi inolvidable prima: Según te anuncié, mis negocios marchan viento en popa. Tanto, que creo haber entrado ya en la envidiable grey de los burgueses, y, como no soy ambicioso, he decidido repatriarme.

En las postrimerías de junio llegaré a Nueva York, por el ferrocarril de San Francisco; aseguida me embarcaré en el vapor Bourgogne; tocaré en El Havre sobre el 9 o 10 de julio, y después de pasar algunos días en París tendré el supremo deleite de volverte a ver. Si, como presumo, continúas fiel a tus sentimientos de antaño, pondré a tus pies el fruto de mis ahorros, unos miserables doscientos mil duros. Acéptalos con mi mano, pues tuyos son; porque solo tu recuerdo ha podido infundirme la salud y la actividad necesarias para ganarlos y la sobriedad y virtud requeridas para economizarlos.

Desea ardientemente hallarse a tu lado y abrazar a sus tíos tu primo,

Juliári.


Esta carta del novio de Inés satisfizo plenamente a don Tomás, mayorazgo de regular patrimonio, con solar blasonado en Rivalta y fama de linajudo y honrado en toda la comarca.


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Dominio público
52 págs. / 1 hora, 31 minutos / 227 visitas.

Publicado el 5 de enero de 2021 por Edu Robsy.

Reglas y Consejos Sobre Investigación Científica

Santiago Ramón y Cajal


Tratado, ensayo, conferencia


Discurso leído con ocasión de la recepción del autor en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales

Prólogo de la segunda edición

Costeada por la generosidad del Dr. Lluria


El libro actual es una reproducción, con numerosos retoques y desarrollos, de mi discurso de ingreso en la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (sesión del 5 de diciembre de 1897).

Como otras muchas oraciones académicas harto más merecedoras de publicidad, este discurso habría quedado olvidado en los anaqueles de las bibliotecas oficiales, si un querido amigo nuestro, el Dr. Lluria, no hubiera tenido la generosidad de reimprimirlo a su costa, a fin de regalarlo a los estudiantes y a los aficionados a las tareas del laboratorio.

Cree el Dr. Lluria (y Dios le pague tan hermosas ilusiones) que los consejos y advertencias contenidos en dicho trabajo pueden ser, como emanados de un apasionado de la investigación, de algún provecho para promover el amor y entusiasmo de la juventud estudiosa hacia las empresas del laboratorio.

Ignoro si, en efecto, los referidos consejos, expuestos con fervor y entusiasmo quizás un tanto exagerados e ingenuos, tendrán positiva utilidad para el efecto de formar investigadores. Por mi parte diré solamente que, acaso por no haberlos recibido de ninguno de mis deudos o profesores cuando concebí el temerario empeño de consagrarme a la religión del laboratorio, perdí, en tentativas inútiles, lo mejor de mi tiempo, y desesperé más de una vez de mis aptitudes para la investigación científica. ¡En cuántas ocasiones me sucedió, por ignorar las fuentes bibliográficas (y desgraciadamente no siempre por falta de diligencia, sino de recursos pecuniarios) y no encontrar un guía orientador, descubrir hechos anatómicos ya por entonces divulgados en lenguas que ignoraba y que ignoraban también aquellos que debieran saberlas!


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Dominio público
161 págs. / 4 horas, 43 minutos / 313 visitas.

Publicado el 19 de febrero de 2022 por Edu Robsy.