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autor: Serafín Estébanez Calderón textos disponibles


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La Feria de Mairena

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


Sus visos y alcores llena
por los floridos abriles
con sus feriantes Mairena,
cubriendo la rubia arena
yeguas y potros por miles.

Va en manada el bravo toro;
más nada cual la serrana
que linda, pomposa, ufana,
lloviendo cairel de oro,
va a la feria en la mañana.

Breve el pie como andaluz,
los ojos de matadora,
mucho negro y mucha luz;
cada mirada traidora
deja un muerto y una cruz.

(Cántiga popular)


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Dominio público
6 págs. / 11 minutos / 53 visitas.

Publicado el 20 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

El Asombro de los Andaluces o Manolito Gázquez, el Sevillano

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


[...] Con tus mentiras a nadie agravias y a todos entretienes: estas no son mentiras, sino ingeniosidades: no son mentiras vulgares, digo, sino fábulas poéticas.

(Estafeta del Dios Momo, por Salas Barbadillo)


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Dominio público
13 págs. / 23 minutos / 140 visitas.

Publicado el 20 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Pulpete y Balbeja

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


Historia contemporánea de la Plazuela de Santa Ana


Caló el chapeo, requirió la espada, miró al soslayo, fuese, y no hubo nada.

(Cervantes)


No hay más decir sino que Andalucía es la mapa de los hombres rigulares, y Sevilla el ojito negro de tierra de donde salen al mundo los buenos mozos, los bien plantados, los lindos cantadores, los tañedores de vihuela, los decidores en chiste, los montadores de caballos, los llamados atrás, los alanceadores de toros, y, sobre todo, aquellos del brazo de hierro y de la mano airada. Si sobre estas calidades no tuvieran infundida en el pecho más de una razonable prudencia, y el diestro y siniestro brazo no los hubieran como atados a un fino bramante que les tira, modera y detiene en el mejor punto de su cólera, no hay más tus tus, sino que el mundo sería a estas horas más yermo que la Tebaida...

Por fortuna, estos paladines de capa y baldeo se contienen, enfrenan y han respeto los unos a los otros, librando así los bultos de los demás, copiando de aviesa manera lo que llaman el equilibrio de la Europa.

Aquí tose el autor con cierta tosecilla seca, y prosigue así relatando.


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5 págs. / 9 minutos / 44 visitas.

Publicado el 20 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

El Collar de Perlas

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


I

Mohamad II, de la familia de los Naceritas, reinaba en Granada lleno de poder, gloria y juventud; pues por la muerte de su padre se miraba a los veinticinco años sentado ya en el trono de la Alhambra.

Cuentan las historias que este príncipe, antes de heredar el título de Sultán, andaba perdidamente enamorado de la hermosísima Híala, hija del primero de los Wazires de su padre, hombre principal y poderoso, pero que aunque deudo de la familia real, no entraba en los cálculos del Sultán viejo el permitir tal enlace. Ello es que el Sultán Alamar quería casar al príncipe su hijo con una infanta de Fez para afirmar con tal alianza el imperio muslímico en España, y poder, con la ayuda de las cabilas africanas, rechazar a los cristianos, que a más andar le venían invadiendo y ocupando su territorio, como las olas incesantes de un mar ambicioso e insaciable.

La muerte de Alamar cortó en flor proyectos tan prudentes, y dejó en libertad al nuevo Sultán para seguir las dulces inclinaciones de su corazón, contando éste que, con un brazo fuerte y una voluntad firme, podría hacer frente al de Aragón por la parte oriental, y al de Castilla por la parte del Algarbe de su reino.

Así, pues, al mismo tiempo que hizo llamamiento de sus alcaides y capitanes, y que sus escuadrones y jinetes, así africanos como andaluces, se juntaban, apresuraba el Sultán mancebo sus bodas, que habían de ser con todo el boato, gala y riquezas que los monarcas granadinos acostumbraban ostentar y derramar en las ocasiones solemnes, y por cierto que para un corazón enamorado nada de más solemnidad y grandeza que el día en que iba a poseer el objeto por quien tanto se ha anhelado.


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Dominio público
37 págs. / 1 hora, 5 minutos / 205 visitas.

Publicado el 19 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Novelas y Cuentos

Serafín Estébanez Calderón


Novela corta, cuento


A DON LUIS USOZ Y RIO

Cosa difícil por cierto será, querido amigo mío, el que esos desairados rasgos de mi pluma y esas fantasías de mi imaginación abatida logren de la severidad y corrección de tu gusto y de tus conocimientos en los primores y galas de nuestro feliz idioma la indulgencia de que tanto necesitan los frutos de mi estéril ingenio. Cosa será, por cierto, difícil; pues en época como la presente, en que por todas partes y en todas las lenguas de Europa se ven brotar obras de imaginación, hijas de ingenios esclarecidos, que se afanan por coger una hoja de laurel en senda tan áspera, a puro ser batida y trillada; es preciso achacar antes a lance de buena fortuna, que no a deliberado fruto del talento y del estudio, el crear, el escribir por tal estilo, que merezca los honores de la lectura. Mas no todo lo que se escribe se escribió con el estudiado objeto de mantener la atención pública, con la pretensión de crear en los otros nuevas sensaciones, con el prurito de hacerse notable, de hacerse mirar, como ventana de donde sale disparado cohete volador. No, amigo mío: se escribe por fiebre, por enfermedad; se escribe también por consuelo, por desahogo, por verdadero remedio. ¿Quién podrá explicar a cuál de los dos instintos deban referirse esas inspiraciones que vas a leer? ¿Ni quién puede jamás, en medio de las borrascas de la vida, explicarse, comprenderse a sí mismo, darse cuenta de los resortes que han movido a su mente, ni de las ideas que han presidido a sus inspiraciones? Nadie, amigo mío.


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137 págs. / 3 horas, 59 minutos / 198 visitas.

Publicado el 29 de abril de 2016 por Edu Robsy.

Escenas Andaluzas

Serafín Estébanez Calderón


Cuentos, Colección


Advertencia

Como podrá echar de menos el lector en este tomo de las obras del erudito e ingeniosísimo escritor D. Serafín Estébanez Calderón algunos de los artículos incluidos en la primera edición de las ESCENAS ANDALUZAS, bueno será explicar la causa de estas omisiones. No todos los que allí se coleccionaron encajaban en el título capital del libro; pero siendo el único que se daba a luz entonces, fue preciso comprender en él los trabajos más notables sobre costumbres españolas que hasta entonces había escrito el insigne SOLITARIO: ahora que van a publicarse varios tomos, nos ha parecido conveniente ordenar y clasificar lo que cada uno ha de contener, llevando los versos al de Poesías, y a otro de artículos sueltos aquellos que por la variedad de asuntos no podían formar grupo; con lo cual exponemos, y aun queremos justificar, las omisiones que pudieran notarse en la segunda edición de las ESCENAS ANDALUZAS.


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259 págs. / 7 horas, 33 minutos / 112 visitas.

Publicado el 19 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Hiala, Nadir y Bartolo

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


Feliz el que cubriendo su cabeza
con la holanda sutil del blanco lecho,
fija la mente en mágica belleza,
se aduerme el alba en plácido reposo:
y mil veces feliz y más dichoso
si bebiendo en la copa del beleño,
visita las mansiones encantadas
que con oro y azul fabrica el sueño.

Soledades.

¡Oh, Nadir! Estás cautivo, y el feroz sultán Ismael no soltará jamás los nudos de tus cadenas. Tú tienes fértiles territorios, él posee grandes Estados; están en linde y deben confundirse, y con tu muerte, él los hereda como hermano de tu padre; triste catástrofe.... ¡Oh, Nadir, me inspiras compasión!

—¡Oh, virgen hermosa! Tú no puedes ser sino Híala; tus acentos me revelan algo de más celestial que las vulgares bellezas del serrallo; tus ojos de gacela me manifiestan quien tú eres. Tú sufres como yo; tú, como yo, eres prisionera; si mi cárcel es el estrecho recinto de una torre, también es prisión tuya ese jardín en que vagas. Tenga el Sultán un deseo, y ese ámbito se estrechará hasta....

—¿Hasta qué?

—Hasta el recinto de su camarín, hasta el cerco de su lecho. ¡Oh, Híala, me inspiras compasión!

—Resolución de mujer, es palma contra el siroco; se dobla, y finge que cede; pero al fin cumple siempre el gusto suyo y triunfa de la fuerza. Quien viene a verte en la torre de los Siete Sellos, algún poder tiene, y quien te habla desde un ajimez, alto cien codos del suelo, algo tiene de las propiedades de las aves, y el poder y la belleza sólo se rinden al placer. ¡Oh, Nadir, qué inadvertido eres!

—Las aves también se prenden, y la burla que en su loca vanidad hacen de las redes, la pagan a caro precio, sacudiendo los hilos de alambre de su jaula y lastimándose contra ellos; al poder y la belleza los vence más poder y mucha astucia. ¡Oh, Híala, qué inadvertida eres!


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5 págs. / 9 minutos / 100 visitas.

Publicado el 19 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Cristianos y Moriscos

Serafín Estébanez Calderón


Novela corta


Capítulo I

Otros declararon a sus naturales las cosas extrañas y peregrinas por interpretación, y perpetuaron las propias para un claro ejemplar en la memoria de las letras, dando a cada cual su medida como jueces de la fama y testigos de la verdad.
Luis del Marmol.

Fresca y apacible tarde del otoño hacía, y como domingo alegre después de vísperas, por gustoso recreo se derramaban allá en los ruedos y ejidos del lugar los habitantes rústicos de cierta aldea, cuyo nombre, si no lo apuntamos ahora, es por hacer poco al propósito de la historia que vamos relatando. Baste sólo decir que el tal lugar estaba en lo más bien asentado de la Andalucía, para saber que era rico, y que no distando sino poco trecho de la ciudad de Ronda, disfrutaba del sitio más pintoresco y de más rústica perspectiva que pueden antojarse a los ojos que se aficionan de las escenas de riscos, fuentes y frescuras.

Aquellas buenas gentes, digo, unas subían a las más altas crestas de los montes, para divertir los ojos en la sosegada llanura del mar, que allá al lejos se parecía; otras se entraban por entre las arboledas y frutales de tanto huerto y jardín como cercaban la aldea, y aquí o allá grupos de mancebos granados o muchachos de corta edad se entretenían en jugar al mallo y en tirar la barra, o en soltar al aire pintadas pandorgas con la mayor alegría del mundo.

Entretanto, ciertas personas más graves y de mayor autoridad, como desdeñándose de participar de aquellos entretenimientos, o comunicarse con tales gentes, buscaban separadamente su recreación, paseándose por cierta senda muy sombreada de árboles y apacible por todo extremo.


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60 págs. / 1 hora, 45 minutos / 99 visitas.

Publicado el 19 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

La Celestina

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


ELICIA.—  ¡Ay, hermana mía! que mi madre Celestina parece. ¡Ay! ¡válame la Virgen María! ¡Ay! ¡no sea alguna fantasma que nos quiere matar!

CELESTINA.—  ¡Ay, bobas! y no hayáis miedo, que yo soy: las mis hijas y los mis amores, venidme a abrazar, y dad gracias a Dios que acá tornar me dejó.

AREUSA.—  ¡Ay, tía, señora! Espantadas nos tienes en ver cuanto dices, sino que vienes más vieja y más cana...

CELESTINA.—  Sabed, hijos míos, que no vengo a descubrir los secretos de allá, sino a enmendar la vida de por acá, para con las obras dar el ejemplo, con aviso de lo que allá pasa, pues la misericordia fue de volverme al siglo a hacer penitencia.

(Segunda comedia de Celestina. Escena IX)


Allá cerca de los muros,
casi en cabo de la villa,
cosas haz de maravilla
una vieja con conjuros,
porque tengamos seguros
los placeres cada el día:
llámase Mari-García;
hace encantamentos duros.

Una casa pobre tiene;
vende huevos en cestilla;
no hay quien tenga amor en villa
que luego a ella no viene;
hagamos que nos ordene,
pues que sabe tantas tramas,
para que de nuestras famas
que nunca nada se suene.

Está en Misa y procesiones;
nunca las pierde contino;
misas d'alba; yo imagino
jamás pierda los sermones;
son las más sus devociones
vísperas, nonas, completas;
sabe cosas muy secretas
para mudar corazones.

Trae estambre de unas casas;
dalo a otras a hilar,
y con achaque de entrar,
ir preparando las masas:
finge que anda a vender pasas
a las dueñas y doncellas,
por tener parte con ellas
con su rostro como brasas.

(Coplas de las Comadres, por Rodrigo de Reinosa)


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19 págs. / 33 minutos / 78 visitas.

Publicado el 20 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Asamblea General

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


De los caballeros y damas de Triana, y toma de hábito en la orden de cierta rubia bailadora


Mientras el Conde-Duque
pierde al Rey la España,
perla bailadora,
solázame y baila.
Que tu pie tan sólo,
si pulido danza,
pintando en los aires,
saltando en las tablas,
podrá y tu hermosura
borrarme del alma
pensamientos tristes,
amargura y ansias;
y tu lindo aseo
y donaire y gracia
el placer y gusto
sacarme a la cara.

(Comedia Verdadera)


El día de la convocatoria era domingo; la hora fue al punto del crepúsculo vespertino, y el lugar en cierta casa ubicada en la capital del mundo, cabeza visible de la España (el barrio de Triana), con frontispicio a la calle Non plus ultra, que es la de Castilla, y con tapiales al mar de los ríos y al río de la gloria, quinto del Paraíso, a quien al presente los nacidos llamamos Guadalquivir. Si este palacio por su humilde sobrescrito y modesta apariencia no lo hubiera escogido por suyo ningún Dux de Venecia, en cambio no lo desdeñara para regalada mansión nocturna el visir más amigo de frescuras y de perfumes, si le dejaran contemplar el paisaje mágico y la vista deliciosa que desde el jardín de la casa se alcanzaba. Y si una tarde del mes de mayo se sintiera halagado en los sentidos por el aroma de las flores y por el manso ruido de las aguas y de los árboles que allí se goza, desabrochando aquéllas sus capullos y columpiándose éstos al impulso del viento que consigo trae el murmullo lejano del río y que se lleva tras sí el sonoroso estruendo de los inmediatos raudales desprendidos de la alta alberca; no hay más decir, sino que, dejando los pensiles del Oriente, vendría a tomar asiento en Sevilla y a avecindarse en Triana. Aquel vergel y cerco de verdura era en verdad agradable por extremo.


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Dominio público
29 págs. / 51 minutos / 74 visitas.

Publicado el 20 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

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