Textos por orden alfabético inverso de Serafín Estébanez Calderón publicados por Edu Robsy disponibles | pág. 3

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autor: Serafín Estébanez Calderón editor: Edu Robsy textos disponibles


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El Bolero

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


Arrimó a un lado la guitarra, y ordenando a sus discípulos diesen principio a ejercitar sus habilidades, empezó la batahola. Unos se agarraron a las cuerdas, y sostenidos por ellas, se ejercitaban en hacer cabriolas; otros paseaban con gravedad el salón, y de rato en rato hacían mil mudanzas diferentes. Éstas, levantando sus guardapieses hasta las rodillas, apoyadas en algún mozalbete, subían y bajaban los pies...

(La Bolerología)


Fila sexta, número onceno, y en cierto corral de comedias de esta corte, tiene cada prójimo por sí solo, y todo el público in solidum y de mancomún, un sitial holgado y cómodo, de donde poder atalayar con los ojos y escuchar con las orejas (¡atención!), desde el farsado más humilde y villanesco hasta lo más encumbrado y estupendo en lo gañido, tañente y mayado que vulgarmente llamamos canto nosotros los dilettantis. Todo ello lo puede haber cualquiera por un ducado y algunos cornados más, suma despreciable para estos tiempos opimos en que corre tanto de la tal moneda, no contando, en verdad, aquel aliquid amplius que por aguinaldos y albricias dan en algunos días de crédito, violentamente gustosos, tal cual caballerete calzafraque y corbata, de los de algalia en pañuelo y nonada en la faltriquera. Den ellos lo que gusten y bien les plazca, puesto que quieren disfrutar, y gozan, con efecto, de las primeras apariciones escénicas y de las estrenas teatrales, que yo, tan discreta cuanto literariamente, soy contento con entrar en día no feriado ni notable al hora circumcirca en que se media o biparte la función, y pagando con un saludo al alojador, me aprovecha más asentarme sosegadamente y ver el rabo y cabo del espectáculo, puesto que el fin de una comedia del día no es el peor plato que se puede servir al gusto.


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11 págs. / 19 minutos / 46 visitas.

Publicado el 20 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

El Asombro de los Andaluces o Manolito Gázquez, el Sevillano

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


[...] Con tus mentiras a nadie agravias y a todos entretienes: estas no son mentiras, sino ingeniosidades: no son mentiras vulgares, digo, sino fábulas poéticas.

(Estafeta del Dios Momo, por Salas Barbadillo)


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Dominio público
13 págs. / 23 minutos / 140 visitas.

Publicado el 20 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Don Opando, o unas Elecciones

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


En las elecciones, el gobierno que promete, seduce; el que da, corrompe; si amenaza, es tirano; si atropella, esclaviza; quien tal hace no merece el poder; el pueblo que lo sufre no merece ser libre.

(Cierto publicista)


Don Opando era hombre viudo de un ojo, menguadísimo de pelo, profluente de narices, fertilísimo de orejas, muy arrojado de juanetes, hendidísimo de jeta y desgarradísimo por extremo del agujero oral, que se mostraba todavía más dilatado de confines por la sonrisa inefable con que siempre lo bañaba y embellecía. Las mejillas, por lo mismo que eran fláccidas y sumamente fruncidas y rizadas, daban a la fisonomía mil cambiantes y fases diferentes, que echaban noramala al hombre de las tres caras, aunque en competencia quisiese jugar con punto y medio de ventaja, además de revelar elocuentemente que en aquella cavidad bien pudieran acomodarse y vivir sin conocerse ni tratarse dos buenos quesos manchegos, o dos buenas intendencias, según y conforme fuese el maná o pitanza que fuera conveniente engullir. En sus piernas, si se salva la protuberancia descarnada de las rótulas o choquezuelas, nada se miraba de imperfecto, a no ser por cierta deformidad hija de cierto caso fatal y fortuito que era de achacar a su señora madre. Fue el caso que, cuando infante, era D. Opando el más lindo e inequívoco cachorro que hubiesen abortado los infiernos, y mamá, que quería poner coto a los desahogos pueriles de su niño de quebrar cacharros, esquilmar las ollas y absorber las vinajeras del hogar, me lo aseguraba con un hiscal de diez hilos, atándolo por el tobillo o engarce del pie para sujetarlo y trabarlo, ni más ni menos que como a un cimbel gracioso y revolante.


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46 págs. / 1 hora, 22 minutos / 35 visitas.

Publicado el 20 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Don Egas el Escudero

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


Y LA DUEÑA DOÑA ALDONZA

Fecho es de burlas.

Dueñas, déselas Dios a quien las desee:
mirando estoy dónde las echaré.

Quevedo, Visita de los chistes.

Meterte a sacomano me atreviera;
mas ante Elvira aféitate la cara,
y tal tu dura enjundia me prepara,
que en ti abra cala un espetón siquiera.

Desperdicios de un soneto.

Horas de vísperas eran cuando en largo de la cal de Sant Romant, de Toledo, paso a paso divagaba un escudero en continente reposado, ansí como pavón atildándose en la sombra. Sus calzas de entray atacadas a rico jubón colorado, capa palmilla revuelta al brazo, e gorra aceituni con sendas plumas blancas e negras, bien demostraba que aquel gentil hombre presumía de caballero, bien que el no calzar borceguíes bermejos, tachonados con sendas espuelas, aina decía no haber alcanzado tanta honra.

En cambio requería a menudo la luenga espada que pendía del talabarte, autorizando así la minúscula persona, que no semejaba más que cusibel allegado a senda pértiga.

A poco trecho de casa donde el paseante enclavaba afincadamente los ojos, se abrieron los lienzos de la encumbrada fenestra, e una mano gentil que no cristiana arrojó una letra que el paseante, a guisa de can, que con boca abierta atiende coger la mariposa que pasa, pensó atrapar antesacando el pecho y abriendo los brazos en aspa de Sant Andrés; pero el papel avieso, como fecho de materia liviana, hizo cortes y ruedas, y ruedas y vueltas por el aire, pasando y repasando por entre los dedos del penitente para luego revolar e posarse en lo más alto del dintel de la puerta.


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8 págs. / 14 minutos / 36 visitas.

Publicado el 19 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Cristianos y Moriscos

Serafín Estébanez Calderón


Novela corta


Capítulo I

Otros declararon a sus naturales las cosas extrañas y peregrinas por interpretación, y perpetuaron las propias para un claro ejemplar en la memoria de las letras, dando a cada cual su medida como jueces de la fama y testigos de la verdad.
Luis del Marmol.

Fresca y apacible tarde del otoño hacía, y como domingo alegre después de vísperas, por gustoso recreo se derramaban allá en los ruedos y ejidos del lugar los habitantes rústicos de cierta aldea, cuyo nombre, si no lo apuntamos ahora, es por hacer poco al propósito de la historia que vamos relatando. Baste sólo decir que el tal lugar estaba en lo más bien asentado de la Andalucía, para saber que era rico, y que no distando sino poco trecho de la ciudad de Ronda, disfrutaba del sitio más pintoresco y de más rústica perspectiva que pueden antojarse a los ojos que se aficionan de las escenas de riscos, fuentes y frescuras.

Aquellas buenas gentes, digo, unas subían a las más altas crestas de los montes, para divertir los ojos en la sosegada llanura del mar, que allá al lejos se parecía; otras se entraban por entre las arboledas y frutales de tanto huerto y jardín como cercaban la aldea, y aquí o allá grupos de mancebos granados o muchachos de corta edad se entretenían en jugar al mallo y en tirar la barra, o en soltar al aire pintadas pandorgas con la mayor alegría del mundo.

Entretanto, ciertas personas más graves y de mayor autoridad, como desdeñándose de participar de aquellos entretenimientos, o comunicarse con tales gentes, buscaban separadamente su recreación, paseándose por cierta senda muy sombreada de árboles y apacible por todo extremo.


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60 págs. / 1 hora, 45 minutos / 99 visitas.

Publicado el 19 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Catur y Alicak

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


O DOS MINISTROS COMO HAY MUCHOS

Podrá el triste ser retirado de su tristeza, pero nunca el malvado de su maldad.
Sentencia árabe.

Caleb cabalgaba gentilmente en un magnífico asno egipcio, dirigiéndose por el camino que, desde Esbilia, derecho guía a la ciudad de Córdoba, morada entonces del Califa.

A proporción que la distancia del camino se abreviaba, el asno mostrábase muy ligero y andarín, como si el olor de una gran población y famosísima corte le anunciase el próximo encuentro de algunos individuos de su numerosa familia.

El asno, digo, picaba tan sereno y con un pasitrote tan reposado y suave, que el jinete, entregándose a su fantasía, iba diciendo en sus adentros de esta manera:

"En las escuelas de Cuf pocos igualaron, y ninguno descolló, sobre la reputación mía: sé con puntos y comas las Suras del Alcorán, las decisiones de la Zuna y los dichos de los Cadís.

"Mis versos se cantan por las hermosuras del harén, mis apuntes de historia el Visir los lee; nadie puede afrentarme por mis acciones, y para mayor fortuna, los buenos me quieren y los malos me odian. ¡Oh, buen Alá! ¡Cuán bien hice de aplicarme al estudio y no imitar al imbécil Catur! Y ¡cuánto mejor me fué el seguir los principios del justo que no la perversidad de Alicak! ¡Oh, buen Alá, qué dicha tan completa me espera!"

Por mucha recreación que Caleb tuviese con sus locos pensamientos, al entrar por una alameda que sombreaba la senda por donde caminaba, le sacó de su cavilación una voz que de este modo iba cantando:

Cada cual busca su igual:
tal para cual, tal para cual,
fortuna sentada adentro
al saber que un necio llega,
sin duda vendrá a mi encuentro;
que el leño al leño se allega,
y todo busca su centro.
Cada cual busca su igual,
tal para cual, tal para cual.


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6 págs. / 11 minutos / 57 visitas.

Publicado el 19 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Baile al Uso y Danza Antigua

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


El príncipe, el señor, el bien nacido,
el galán y entendido,
el resuelto y valiente,
cogerá en el danzar gloria luciente,
que tan alta corona
grave autoriza, airosa perfecciona.

[...]

Danzan las aves en el aire vago
y en el salado lago
el bullicioso pece,
y el jabalí más trisca y se enloquece:
que en gozos celestiales
danzan las aves, peces y animales.

(Poesía antigua)


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7 págs. / 12 minutos / 58 visitas.

Publicado el 20 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Asamblea General

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


De los caballeros y damas de Triana, y toma de hábito en la orden de cierta rubia bailadora


Mientras el Conde-Duque
pierde al Rey la España,
perla bailadora,
solázame y baila.
Que tu pie tan sólo,
si pulido danza,
pintando en los aires,
saltando en las tablas,
podrá y tu hermosura
borrarme del alma
pensamientos tristes,
amargura y ansias;
y tu lindo aseo
y donaire y gracia
el placer y gusto
sacarme a la cara.

(Comedia Verdadera)


El día de la convocatoria era domingo; la hora fue al punto del crepúsculo vespertino, y el lugar en cierta casa ubicada en la capital del mundo, cabeza visible de la España (el barrio de Triana), con frontispicio a la calle Non plus ultra, que es la de Castilla, y con tapiales al mar de los ríos y al río de la gloria, quinto del Paraíso, a quien al presente los nacidos llamamos Guadalquivir. Si este palacio por su humilde sobrescrito y modesta apariencia no lo hubiera escogido por suyo ningún Dux de Venecia, en cambio no lo desdeñara para regalada mansión nocturna el visir más amigo de frescuras y de perfumes, si le dejaran contemplar el paisaje mágico y la vista deliciosa que desde el jardín de la casa se alcanzaba. Y si una tarde del mes de mayo se sintiera halagado en los sentidos por el aroma de las flores y por el manso ruido de las aguas y de los árboles que allí se goza, desabrochando aquéllas sus capullos y columpiándose éstos al impulso del viento que consigo trae el murmullo lejano del río y que se lleva tras sí el sonoroso estruendo de los inmediatos raudales desprendidos de la alta alberca; no hay más decir, sino que, dejando los pensiles del Oriente, vendría a tomar asiento en Sevilla y a avecindarse en Triana. Aquel vergel y cerco de verdura era en verdad agradable por extremo.


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29 págs. / 51 minutos / 74 visitas.

Publicado el 20 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

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