Textos más largos de Serafín Estébanez Calderón etiquetados como Cuento disponibles | pág. 2

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autor: Serafín Estébanez Calderón etiqueta: Cuento textos disponibles


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El Bolero

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


Arrimó a un lado la guitarra, y ordenando a sus discípulos diesen principio a ejercitar sus habilidades, empezó la batahola. Unos se agarraron a las cuerdas, y sostenidos por ellas, se ejercitaban en hacer cabriolas; otros paseaban con gravedad el salón, y de rato en rato hacían mil mudanzas diferentes. Éstas, levantando sus guardapieses hasta las rodillas, apoyadas en algún mozalbete, subían y bajaban los pies...

(La Bolerología)


Fila sexta, número onceno, y en cierto corral de comedias de esta corte, tiene cada prójimo por sí solo, y todo el público in solidum y de mancomún, un sitial holgado y cómodo, de donde poder atalayar con los ojos y escuchar con las orejas (¡atención!), desde el farsado más humilde y villanesco hasta lo más encumbrado y estupendo en lo gañido, tañente y mayado que vulgarmente llamamos canto nosotros los dilettantis. Todo ello lo puede haber cualquiera por un ducado y algunos cornados más, suma despreciable para estos tiempos opimos en que corre tanto de la tal moneda, no contando, en verdad, aquel aliquid amplius que por aguinaldos y albricias dan en algunos días de crédito, violentamente gustosos, tal cual caballerete calzafraque y corbata, de los de algalia en pañuelo y nonada en la faltriquera. Den ellos lo que gusten y bien les plazca, puesto que quieren disfrutar, y gozan, con efecto, de las primeras apariciones escénicas y de las estrenas teatrales, que yo, tan discreta cuanto literariamente, soy contento con entrar en día no feriado ni notable al hora circumcirca en que se media o biparte la función, y pagando con un saludo al alojador, me aprovecha más asentarme sosegadamente y ver el rabo y cabo del espectáculo, puesto que el fin de una comedia del día no es el peor plato que se puede servir al gusto.


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11 págs. / 19 minutos / 46 visitas.

Publicado el 20 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Un Baile en Triana

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


¡Ay, señor mío! (respondió la Rufina María): si son de Nigromancia me pierdo por ellas, que nací en TRIANA, y sé echar las habas, y andar el cedazo, y tengo otros primores mejores.

(El Diablo Cojuelo, Tranco 8)


En Andalucía no hay baile sin el movimiento de los brazos, sin el donaire y provocaciones picantes de todo el cuerpo, sin la ágil soltura del talle, sin los quiebros de cintura, y sin lo vivo y ardiente del compás, haciendo contraste con los dormidos y remansos de los cernidos, desmayos y suspensiones. El batir de los pies, sus primores, sus campanelas, sus juegos, giros y demás menudencias, es como accesorio al baile andaluz, y no forman, como en la danza, la parte principal. La Gallarda, el Bran de Inglaterra, la Pavana, la Haya, y otras danzas antiguas españolas, fundaban sólo su vistosidad y realce en la primera soltura y batir de los pies, y en el aire y galanía del pasear la persona.


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10 págs. / 19 minutos / 57 visitas.

Publicado el 20 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

La Rifa Andaluza

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


Oíd, que os quiero contar
del niño Amor los enredos
y sirva mi voz de antorcha
que alumbra cuidados ciegos.

(Romancero general)


En el baile del Ejido
(nunca Menga fuera al baile)
perdió sus corales Menga
un disanto por la tarde.

(Góngora)


No juzguen mis amables lectoras que voy a entretenerlas el ocio, relatándoles el cómo y cuándo este palacio magnífico o aquella quinta deliciosa viene a llenar de gozo, por un azar feliz de lotería, la esperanza de dos recién casados, que, arriesgando a la fortuna unos pocos ducados, pueden concluir su luna de miel en una mansión encantada por los atractivos del placer primero y por las comodidades del lujo. Estas agradables peripecias son tan peregrinas, por no decir imposibles, que sería cargo de conciencia despertar sensaciones y deseos que no se pueden cumplir, y yo, dijes de mi alma, no quisiera más que moveros un antojo para satisfacerlo a renglón seguido, reservándome empero siempre una pizca, un tantico de placer para mi justo pago.

Tampoco mi Rifa es de las que vemos cada noche en toda tertulia; quiero decir, que no es de aquellas en que tal bujería, o cual lindo bordado suele echarse a la mayor de espadas con mucha zambra y algazara de señora abuela y tía, que no sé por cual sortilegio son siempre las afortunadas en tales ferias. Esto es trivial por todo extremo, y sería daros enfado emprendiendo cuento, señoras mías, que pasa por vuestros ojos cuotidianamente. Si lo imposible no me gusta, lo muy trivial me enfada en mucho más, y así por la región media emprende hoy su vuelo el razonamiento mío, para contaros sabrosamente los puntos y señales de una Rifa Andaluza.


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10 págs. / 18 minutos / 47 visitas.

Publicado el 20 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Don Egas el Escudero

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


Y LA DUEÑA DOÑA ALDONZA

Fecho es de burlas.

Dueñas, déselas Dios a quien las desee:
mirando estoy dónde las echaré.

Quevedo, Visita de los chistes.

Meterte a sacomano me atreviera;
mas ante Elvira aféitate la cara,
y tal tu dura enjundia me prepara,
que en ti abra cala un espetón siquiera.

Desperdicios de un soneto.

Horas de vísperas eran cuando en largo de la cal de Sant Romant, de Toledo, paso a paso divagaba un escudero en continente reposado, ansí como pavón atildándose en la sombra. Sus calzas de entray atacadas a rico jubón colorado, capa palmilla revuelta al brazo, e gorra aceituni con sendas plumas blancas e negras, bien demostraba que aquel gentil hombre presumía de caballero, bien que el no calzar borceguíes bermejos, tachonados con sendas espuelas, aina decía no haber alcanzado tanta honra.

En cambio requería a menudo la luenga espada que pendía del talabarte, autorizando así la minúscula persona, que no semejaba más que cusibel allegado a senda pértiga.

A poco trecho de casa donde el paseante enclavaba afincadamente los ojos, se abrieron los lienzos de la encumbrada fenestra, e una mano gentil que no cristiana arrojó una letra que el paseante, a guisa de can, que con boca abierta atiende coger la mariposa que pasa, pensó atrapar antesacando el pecho y abriendo los brazos en aspa de Sant Andrés; pero el papel avieso, como fecho de materia liviana, hizo cortes y ruedas, y ruedas y vueltas por el aire, pasando y repasando por entre los dedos del penitente para luego revolar e posarse en lo más alto del dintel de la puerta.


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8 págs. / 14 minutos / 36 visitas.

Publicado el 19 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Baile al Uso y Danza Antigua

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


El príncipe, el señor, el bien nacido,
el galán y entendido,
el resuelto y valiente,
cogerá en el danzar gloria luciente,
que tan alta corona
grave autoriza, airosa perfecciona.

[...]

Danzan las aves en el aire vago
y en el salado lago
el bullicioso pece,
y el jabalí más trisca y se enloquece:
que en gozos celestiales
danzan las aves, peces y animales.

(Poesía antigua)


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7 págs. / 12 minutos / 58 visitas.

Publicado el 20 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Novela Árabe

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


CARTA PRIMERA DE ABENZEID A VELID NAZAR

¡Tú bañado en el rocío de los placeres, y tu amigo cubierto de polvo y sudor en la frontera! ¡Tú vencido por una mujer, y tu amigo triunfando de los castellanos!

Cuando me arranqué de tu lado para la alcaldía de Zahara, me prometiste venirte a mí antes de la luna de Zefar, y dos meses han volado sin verte. Dícenme que del valle de Lecrín bajaste a Granada con intento de acudirme con una banda de jinetes en la jornada a que sin tu ayuda vengo de poner fin. Mas en vez de verte llegar al frente de tus caballeros, te oigo rendido a los pies de una mujer. ¡Fuera ella más hermosa que la que cautivó a Abdalazis, debieras tú abandonar a tu amigo, a tu hermano, a la gloria, en fin, por tan mezquino objeto!

Mas ¿quién es? ¿Cuál es su nombre? ¿Cómo la viste?... Porque me hayas ofendido con tu abandono, ¿quieres ofenderme más con tu culpable silencio y criminal reserva?

La hora del peligro pasó ya, y las entradas y algaradas en tierra de cristianos las guardo hasta mejor tiempo; para hacer más doloroso el mal es fuerza dar a los hombres algún aliento y descanso. Así mis fronterizos dormirán en la confianza hasta que los despierte el hierro y el fuego en las flores de la primavera. Por lo tanto, goza el primer verdor de tu juventud en esa ciudad paraíso, y no me encuentres con tus valientes hasta la luna de Delhex, propia para la guerra.

Goza la vida, querido Velid; investiga la estancia de tu belleza; lánzala y persíguela en los laberintos en que sabrás empeñarla; en ello hallarás más placer que demandando el venado por los precipicios de Jorail, mas tu corazón quedó siempre ileso y limpio: la gloria y la amistad son las únicas joyas que deben llenar vaso tan precioso. Alá te guarde. Del Alcázar de Zahara, en 9 de Gumín.


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7 págs. / 12 minutos / 68 visitas.

Publicado el 19 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Los Tesoros de la Alhambra

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


La carrera del Darro es la que, arrancando de la Plaza Nueva, va a dar en la rambla del Chapizo, subida del Sacro Monte de Granada.

Por el siniestro lado se levantan edificios de magnífica traza, cortados por los fauces de las calles que bajan de lo más alto del Albaicín, y a la derecha mano, por su álveo profundo, copioso en invierno, nunca exhausto en el estío y siempre sonante y claro, viene el Darro ensortijándose por los anillos que le ofrecen los puentes pintorescos que lo coronan. De ellos, el principal es el de Santa Ana, en cuyo ámbito, y de la misma mampostería del puente, hay asientos o sitiales siempre llenos de curiosos, que en las noches calurosas de junio y julio se empapan allí del ambiente perfumado y voluptuoso que en pos de sí lleva la corriente.

Eran las vacaciones, y mi amigo y compañero don Carlos, cerradas ya nuestras tertulias, nos citábamos en tal sitio a cierta hora para ir juntos, y después de girar y vagar otros momentos al rayo de la luna, retirarnos a nuestra posada, a repasar los estudios que tanto nos afanaban y que después tan poco nos valieron.

Una noche (ya muy cercana a su partida para pasar el verano con sus padres) dieron las doce sin haber acudido al sitio acostumbrado. Ya principiaba yo a tomar cuidado por su tardanza, cuando lo vi llegar más alegre y estruendosamente que nunca, y apoderándose de mi mano con el afecto más cordial, se me excusó de su descuido, y, como siempre, enderezamos hacia nuestra posada.

Aquella noche fuéme imposible hacerle entablar discurso alguno de interés, y mucho menos de nuestras tareas académicas.

—Estudiemos por placer y no por obligación—me decía—. ¿Piensas que se apreciarán nuestros desvelos aunque descollemos en la Universidad y logremos todos los lauros de Minerva? Si tal sucediera, ¿cómo quedarían los necios?; y ya está decidido que ellos han de campear siempre por el mundo.


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Publicado el 19 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Catur y Alicak

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


O DOS MINISTROS COMO HAY MUCHOS

Podrá el triste ser retirado de su tristeza, pero nunca el malvado de su maldad.
Sentencia árabe.

Caleb cabalgaba gentilmente en un magnífico asno egipcio, dirigiéndose por el camino que, desde Esbilia, derecho guía a la ciudad de Córdoba, morada entonces del Califa.

A proporción que la distancia del camino se abreviaba, el asno mostrábase muy ligero y andarín, como si el olor de una gran población y famosísima corte le anunciase el próximo encuentro de algunos individuos de su numerosa familia.

El asno, digo, picaba tan sereno y con un pasitrote tan reposado y suave, que el jinete, entregándose a su fantasía, iba diciendo en sus adentros de esta manera:

"En las escuelas de Cuf pocos igualaron, y ninguno descolló, sobre la reputación mía: sé con puntos y comas las Suras del Alcorán, las decisiones de la Zuna y los dichos de los Cadís.

"Mis versos se cantan por las hermosuras del harén, mis apuntes de historia el Visir los lee; nadie puede afrentarme por mis acciones, y para mayor fortuna, los buenos me quieren y los malos me odian. ¡Oh, buen Alá! ¡Cuán bien hice de aplicarme al estudio y no imitar al imbécil Catur! Y ¡cuánto mejor me fué el seguir los principios del justo que no la perversidad de Alicak! ¡Oh, buen Alá, qué dicha tan completa me espera!"

Por mucha recreación que Caleb tuviese con sus locos pensamientos, al entrar por una alameda que sombreaba la senda por donde caminaba, le sacó de su cavilación una voz que de este modo iba cantando:

Cada cual busca su igual:
tal para cual, tal para cual,
fortuna sentada adentro
al saber que un necio llega,
sin duda vendrá a mi encuentro;
que el leño al leño se allega,
y todo busca su centro.
Cada cual busca su igual,
tal para cual, tal para cual.


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Publicado el 19 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

La Feria de Mairena

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


Sus visos y alcores llena
por los floridos abriles
con sus feriantes Mairena,
cubriendo la rubia arena
yeguas y potros por miles.

Va en manada el bravo toro;
más nada cual la serrana
que linda, pomposa, ufana,
lloviendo cairel de oro,
va a la feria en la mañana.

Breve el pie como andaluz,
los ojos de matadora,
mucho negro y mucha luz;
cada mirada traidora
deja un muerto y una cruz.

(Cántiga popular)


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Publicado el 20 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Pulpete y Balbeja

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


Historia contemporánea de la Plazuela de Santa Ana


Caló el chapeo, requirió la espada, miró al soslayo, fuese, y no hubo nada.

(Cervantes)


No hay más decir sino que Andalucía es la mapa de los hombres rigulares, y Sevilla el ojito negro de tierra de donde salen al mundo los buenos mozos, los bien plantados, los lindos cantadores, los tañedores de vihuela, los decidores en chiste, los montadores de caballos, los llamados atrás, los alanceadores de toros, y, sobre todo, aquellos del brazo de hierro y de la mano airada. Si sobre estas calidades no tuvieran infundida en el pecho más de una razonable prudencia, y el diestro y siniestro brazo no los hubieran como atados a un fino bramante que les tira, modera y detiene en el mejor punto de su cólera, no hay más tus tus, sino que el mundo sería a estas horas más yermo que la Tebaida...

Por fortuna, estos paladines de capa y baldeo se contienen, enfrenan y han respeto los unos a los otros, librando así los bultos de los demás, copiando de aviesa manera lo que llaman el equilibrio de la Europa.

Aquí tose el autor con cierta tosecilla seca, y prosigue así relatando.


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5 págs. / 9 minutos / 45 visitas.

Publicado el 20 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

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