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autor: Serafín Estébanez Calderón etiqueta: Cuento textos disponibles


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El Fariz

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


Si no existiera la mujer hermosa
fuera un bridón el ídolo del moro.
Mas si los dos al orbe prestan lumbre,
los dos a un tiempo forman un tesoro.

Poesía árabe.

¡Cuán dichoso es el árabe cuando, montado en su corcel, se lanza, desde las rocas en el desierto; cuando los pies de su bridón, sumergiéndose en la arena, levantan el mismo murmullo que el hierro ardiendo mojado en el agua! Vedlo allá cuál nada en el Océano de arena, y cuál hiende las áridas ondas con su pecho del delfín.

Aprisa, aprisa: apenas toca con sus pies la faz de las arenas: aguija, aguija: ya se lanza envuelto en un turbillón de polvo.

Es negro el corcel mío como nube de otoño; blanca estrella como la aurora brilla sobre su frente; da al viento su crin hermosa, como garzotas ondantes, y sus pies cuatralbos vibran centellas de fuego.

Vuela, vuela, bridón mío, el de la estrella blanca; selvas, montañas, abrid paso, dadme lugar.

En vano la verde palma se me brinda con sus dátiles y sombra; yo desprecio su hospedaje.

La palmera avergonzada huye de mí, se oculta en el Oasis, y en el susurro de sus hojas parece que se burla de la temeridad mía.

Sus altas rocas, custodios de la frontera del desierto, vuelven sobre mí su faz negra y torva, repiten la carrera de mi caballo, y parece que me amenazan así.

"El insensato, ¿dónde va? Su cabeza no encontrará ya amparo contra los dardos del sol, ni bajo la verde caballera de la palma, ni bajo el blanco pabellón de la tienda. Allí no hay más que una tienda, la bóveda del cielo. Allí las rocas solas pasan la noche; sólo las estrellas viajan por allí."

Yo corro más y más: vuelvo la cabeza y miro las rocas huir avergonzadas de mí, y que se ocultan y bajan sus crestas las unas tras las otras.


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4 págs. / 7 minutos / 41 visitas.

Publicado el 19 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

La Rifa Andaluza

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


Oíd, que os quiero contar
del niño Amor los enredos
y sirva mi voz de antorcha
que alumbra cuidados ciegos.

(Romancero general)


En el baile del Ejido
(nunca Menga fuera al baile)
perdió sus corales Menga
un disanto por la tarde.

(Góngora)


No juzguen mis amables lectoras que voy a entretenerlas el ocio, relatándoles el cómo y cuándo este palacio magnífico o aquella quinta deliciosa viene a llenar de gozo, por un azar feliz de lotería, la esperanza de dos recién casados, que, arriesgando a la fortuna unos pocos ducados, pueden concluir su luna de miel en una mansión encantada por los atractivos del placer primero y por las comodidades del lujo. Estas agradables peripecias son tan peregrinas, por no decir imposibles, que sería cargo de conciencia despertar sensaciones y deseos que no se pueden cumplir, y yo, dijes de mi alma, no quisiera más que moveros un antojo para satisfacerlo a renglón seguido, reservándome empero siempre una pizca, un tantico de placer para mi justo pago.

Tampoco mi Rifa es de las que vemos cada noche en toda tertulia; quiero decir, que no es de aquellas en que tal bujería, o cual lindo bordado suele echarse a la mayor de espadas con mucha zambra y algazara de señora abuela y tía, que no sé por cual sortilegio son siempre las afortunadas en tales ferias. Esto es trivial por todo extremo, y sería daros enfado emprendiendo cuento, señoras mías, que pasa por vuestros ojos cuotidianamente. Si lo imposible no me gusta, lo muy trivial me enfada en mucho más, y así por la región media emprende hoy su vuelo el razonamiento mío, para contaros sabrosamente los puntos y señales de una Rifa Andaluza.


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10 págs. / 18 minutos / 47 visitas.

Publicado el 20 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

El Roque y el Bronquis

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


Y apagando las luces, comenzaron con los asientos y con las muletas y bordones a zamarrearle a él y a sus corchetes, a oscuras, tocándoles los ciegos la gaita zamorana y los demás instrumentos, a cuyo son no se oían los unos a los otros, acabando la culebra con el día y con desaparecer los apaleados.

(El diablo Cojuelo.—Tranco V.)


Vuesas mercedes no saben lo que es un Roque, porque ignoran qué cosa es un Bronquis; no se pescan lo que es un Bronquis y un Roque, porque no han viajado por Andalucía, y si por allá han andado, no han visitado ciertos pueblos, y si los han visitado, no han asistido a ciertas y ciertas festividades, escenas, bureos, bailes, triscas y saraos de candil. Hoy me propongo llevaros, benévolos lectores, aunque sea sólo en fantasía a uno de estos entretenimientos recreativos, que así pudiera yo con igual facilidad a tales escenas positivamente, realmente, corporalmente, llevar y trasportar, ofrecer y presentar los lomos y espaldas de algunos amigos (seis fueron y seis quedaron) que yo me sé; y cuidado que no hablo en política. Mas porque vuestra fantasía no tenga que viajar, hender los aires y el espacio, y fatigarse por cosa de nonada y fruslería, me parece mejor, aquí mismo y galanamente relatando, poneros delante de los ojos cuadro tal, que bien os represente lo que saber queréis y yo mostraros quiero; cuadro en cuyos grupos ocupo yo lugar de privilegio, formando pareja con cierto inglés, mi camarada en la aventura, osado como pocos y curioso como ninguno.


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17 págs. / 30 minutos / 45 visitas.

Publicado el 20 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Baile al Uso y Danza Antigua

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


El príncipe, el señor, el bien nacido,
el galán y entendido,
el resuelto y valiente,
cogerá en el danzar gloria luciente,
que tan alta corona
grave autoriza, airosa perfecciona.

[...]

Danzan las aves en el aire vago
y en el salado lago
el bullicioso pece,
y el jabalí más trisca y se enloquece:
que en gozos celestiales
danzan las aves, peces y animales.

(Poesía antigua)


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7 págs. / 12 minutos / 58 visitas.

Publicado el 20 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Asamblea General

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


De los caballeros y damas de Triana, y toma de hábito en la orden de cierta rubia bailadora


Mientras el Conde-Duque
pierde al Rey la España,
perla bailadora,
solázame y baila.
Que tu pie tan sólo,
si pulido danza,
pintando en los aires,
saltando en las tablas,
podrá y tu hermosura
borrarme del alma
pensamientos tristes,
amargura y ansias;
y tu lindo aseo
y donaire y gracia
el placer y gusto
sacarme a la cara.

(Comedia Verdadera)


El día de la convocatoria era domingo; la hora fue al punto del crepúsculo vespertino, y el lugar en cierta casa ubicada en la capital del mundo, cabeza visible de la España (el barrio de Triana), con frontispicio a la calle Non plus ultra, que es la de Castilla, y con tapiales al mar de los ríos y al río de la gloria, quinto del Paraíso, a quien al presente los nacidos llamamos Guadalquivir. Si este palacio por su humilde sobrescrito y modesta apariencia no lo hubiera escogido por suyo ningún Dux de Venecia, en cambio no lo desdeñara para regalada mansión nocturna el visir más amigo de frescuras y de perfumes, si le dejaran contemplar el paisaje mágico y la vista deliciosa que desde el jardín de la casa se alcanzaba. Y si una tarde del mes de mayo se sintiera halagado en los sentidos por el aroma de las flores y por el manso ruido de las aguas y de los árboles que allí se goza, desabrochando aquéllas sus capullos y columpiándose éstos al impulso del viento que consigo trae el murmullo lejano del río y que se lleva tras sí el sonoroso estruendo de los inmediatos raudales desprendidos de la alta alberca; no hay más decir, sino que, dejando los pensiles del Oriente, vendría a tomar asiento en Sevilla y a avecindarse en Triana. Aquel vergel y cerco de verdura era en verdad agradable por extremo.


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29 págs. / 51 minutos / 74 visitas.

Publicado el 20 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Gracias y Donaires de la Capa

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


Después de cuanto he dicho por mi cappa, aún la extrañas, y me preguntas que cómo pude por ella trocar la toga. ¿Qué mucho, si por ella tal vez se trocó el ceptro y la corona?

[...]

Puesta la cappa en los hombros, como no es cerrada, puede derribarse del uno o tenerse en ambos. Aunque se prende al coello, no le aprieta ni carga. No causa cuidado alguno de conservar fieles los pliegues. Fácilmente se toma, fácilmente se trae y fácilmente se dexa; con la misma facilidad se manda y maneja y con esa facilidad propia se adereza.

(La Cappa de Tertuliano, cap.V)


Dévese considerar que se podría el cavallero hallar con una de tres capas, o capa corta, o capa de luto larga, o ferreruelo: si se hallase con capa corta, sea capa terciada, que es mejor: y soy de parecer que no le ponga fiador al cuello, porque parece muy mal en la carrera.

(Ejercicios de la Jineta, por el capitán Vargas Machuca)


Muy de sobretarde entrábamos en Sevilla de vuelta de cierta partida de caza en Bollullos del Condado, seis compañeros alegres y regocijados, así por los buenos azares que hubimos en el monte, como por las pláticas agradables y un tanto chistosas con que logramos engañar las horas del camino. Al atravesar Triana, D. Juan, estrecho amigo mío, y que tenía su posada al otro lado de San Román, volviéndose a los de la camarada, les habló así:

—Para hacer recuento y partija de nuestros despojos venatorios, y refrescarnos algún tanto de la fatiga y cansancio después de despolvoreados, me ha encargado nuestro compañero (y me señalaba a mí como su faraute para esta ocasión) que ruegue a todos vosotros que entren en su casa, que la hallaremos al paso, en donde el solaz logrará aumento con algunas aguas heladas y conservas que nos servirán los insignes Capita y Puntillas, los dos fieles servidores del amigo Solitario, famosos por sus raras habilidades.


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Publicado el 20 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Fisiología y Chistes del Cigarro

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


Que forman brocado de una y otra haz, águila imperial de dos cabezas y huevo de dos yemas, con los donaires de la capa


[...] Hallaron estos dos cristianos por el camino mucha gente que atravesaban a sus pueblos, mujeres y hombres: siempre los hombres con un tizón en las manos y ciertas hierbas para tomar sus sahumerios, que son unas hierbas secas metidas en una cierta hoja seca también a manera de mosquete hecho de papel de los que hacen los muchachos la pascua del Spíritu Santo: y encendido por la una parte dél, por la otra chupan, o sorben, o reciben con el resuello para adentro, aquel humo, con el cual se adormecen las carnes, y cuasi emborracha, y así diz que no sienten el cansancio. Estos mosquetes o como los llamáremos, llaman ellos tabacos.

(Las Casas, Historia general de las Indias)


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21 págs. / 37 minutos / 60 visitas.

Publicado el 20 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Pulpete y Balbeja

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


Historia contemporánea de la Plazuela de Santa Ana


Caló el chapeo, requirió la espada, miró al soslayo, fuese, y no hubo nada.

(Cervantes)


No hay más decir sino que Andalucía es la mapa de los hombres rigulares, y Sevilla el ojito negro de tierra de donde salen al mundo los buenos mozos, los bien plantados, los lindos cantadores, los tañedores de vihuela, los decidores en chiste, los montadores de caballos, los llamados atrás, los alanceadores de toros, y, sobre todo, aquellos del brazo de hierro y de la mano airada. Si sobre estas calidades no tuvieran infundida en el pecho más de una razonable prudencia, y el diestro y siniestro brazo no los hubieran como atados a un fino bramante que les tira, modera y detiene en el mejor punto de su cólera, no hay más tus tus, sino que el mundo sería a estas horas más yermo que la Tebaida...

Por fortuna, estos paladines de capa y baldeo se contienen, enfrenan y han respeto los unos a los otros, librando así los bultos de los demás, copiando de aviesa manera lo que llaman el equilibrio de la Europa.

Aquí tose el autor con cierta tosecilla seca, y prosigue así relatando.


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Publicado el 20 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Un Baile en Triana

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


¡Ay, señor mío! (respondió la Rufina María): si son de Nigromancia me pierdo por ellas, que nací en TRIANA, y sé echar las habas, y andar el cedazo, y tengo otros primores mejores.

(El Diablo Cojuelo, Tranco 8)


En Andalucía no hay baile sin el movimiento de los brazos, sin el donaire y provocaciones picantes de todo el cuerpo, sin la ágil soltura del talle, sin los quiebros de cintura, y sin lo vivo y ardiente del compás, haciendo contraste con los dormidos y remansos de los cernidos, desmayos y suspensiones. El batir de los pies, sus primores, sus campanelas, sus juegos, giros y demás menudencias, es como accesorio al baile andaluz, y no forman, como en la danza, la parte principal. La Gallarda, el Bran de Inglaterra, la Pavana, la Haya, y otras danzas antiguas españolas, fundaban sólo su vistosidad y realce en la primera soltura y batir de los pies, y en el aire y galanía del pasear la persona.


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Publicado el 20 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Los Filósofos en el Figón

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


Probemos lo del Pichel,
¡alto licor celestial!
no es el aloquillo tal,
ni tiene que ver con él.

¡Qué suavidad! ¡Qué clareza!
¡Qué rancio gusto y olor!
¡Qué paladar! ¡Qué color,
todo con tanta fineza!

(Baltasar de Alcázar)


Nada enfada tanto el ánimo como oír incesantemente unos labios ni fáciles ni elocuentes, y una tarabilla necia de algún filosofastro pedantón, que se extasía hablando de materias tan triviales que cualquiera alcanza, o tan áridas que secan y hastían la imaginación y fantasía del pobre que cogen en banda.

Iba yo a duras penas sosteniéndome en mis piernas antiguas y descarnadas, y pensando de tal manera, cuando, al tender la vista, tropezaron mis ojos con la mayúscula persona del Br. Górgoles, aquel parlador eterno, cuyo prurito es hacer entender que tiene en su mano la piedra filosofal de la felicidad humana, cuando su título por tamaña empresa está sólo en relatar de coro dos o cuatro libros que ya nadie lee, por el hastío que derraman. Venía, pues, a embestir conmigo y mi paciencia, remolcándose calle arriba de la Paja, cuando, por librarme, cogí los pies en volandas para escapar. Temiendo no conseguir mi intento, y hallando a poco trecho un figón o taberna de traza limpia y bien acondicionada, acordé zabullirme en ella, por dejar pasar aquel para mí más que tremendo chubasco.


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Publicado el 20 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

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