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autor: Serafín Estébanez Calderón etiqueta: Cuento textos disponibles


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Los Filósofos en el Figón

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


Probemos lo del Pichel,
¡alto licor celestial!
no es el aloquillo tal,
ni tiene que ver con él.

¡Qué suavidad! ¡Qué clareza!
¡Qué rancio gusto y olor!
¡Qué paladar! ¡Qué color,
todo con tanta fineza!

(Baltasar de Alcázar)


Nada enfada tanto el ánimo como oír incesantemente unos labios ni fáciles ni elocuentes, y una tarabilla necia de algún filosofastro pedantón, que se extasía hablando de materias tan triviales que cualquiera alcanza, o tan áridas que secan y hastían la imaginación y fantasía del pobre que cogen en banda.

Iba yo a duras penas sosteniéndome en mis piernas antiguas y descarnadas, y pensando de tal manera, cuando, al tender la vista, tropezaron mis ojos con la mayúscula persona del Br. Górgoles, aquel parlador eterno, cuyo prurito es hacer entender que tiene en su mano la piedra filosofal de la felicidad humana, cuando su título por tamaña empresa está sólo en relatar de coro dos o cuatro libros que ya nadie lee, por el hastío que derraman. Venía, pues, a embestir conmigo y mi paciencia, remolcándose calle arriba de la Paja, cuando, por librarme, cogí los pies en volandas para escapar. Temiendo no conseguir mi intento, y hallando a poco trecho un figón o taberna de traza limpia y bien acondicionada, acordé zabullirme en ella, por dejar pasar aquel para mí más que tremendo chubasco.


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Publicado el 20 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Toros y Ejercicios de la Jineta

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


E lo tal fecho, el señor conde é la señora infanta, é Urraca Flores, con Sancho Destrada, é demás, viajaron á la morada de Sancho Destrada, onde yazía el tálamo, é las tablas para yantar; detollidas las tablas, montaron en sus rozinos, é viajaron el coso onde se había de festejar, con justas é torneos é lidiar los toros.

E Gometiza Sancha, fija de Martín Muñoz, iba en çaga bien arreada, é acompañada de la mujer de Fortún Blázquer é de Sancha Destrada, é montaron en un tablado é los nobles montaron en otro é se lidiaron ocho toros.

(Cronicón de D. Pelayo, Obispo de Oviedo)


Y confess France and Ytaly vaunt very much of their splendid games (as they call them), and the english upon more just grounds extol the costliness of their prizes and the stateliness of their Coursing-Horses: but in my umble opinion, what Y'm a describing may claim right to the preheminence.

(Description of the Plaza de Madrid and the Bull-Baiting by James Salgado. London, 1683.)


Confieso que la Francia y la Italia se vanaglorian de sus esplendidos juegos (que así los llaman), y que los ingleses, con mayor razón y títulos más justos, se precian de sus luchas pugilísticas y carreras de caballos; pero, en mi humilde opinión, los espectáculos que ahora voy a describir (las corridas de toros) tienen derecho a ser preferidos a todos los demás.»

(Descripción de la Plaza de Madrid y de las corridas de toros, por Santiago Salgado. Londres, 1683)


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Publicado el 20 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Gracias y Donaires de la Capa

Serafín Estébanez Calderón


Cuento


Después de cuanto he dicho por mi cappa, aún la extrañas, y me preguntas que cómo pude por ella trocar la toga. ¿Qué mucho, si por ella tal vez se trocó el ceptro y la corona?

[...]

Puesta la cappa en los hombros, como no es cerrada, puede derribarse del uno o tenerse en ambos. Aunque se prende al coello, no le aprieta ni carga. No causa cuidado alguno de conservar fieles los pliegues. Fácilmente se toma, fácilmente se trae y fácilmente se dexa; con la misma facilidad se manda y maneja y con esa facilidad propia se adereza.

(La Cappa de Tertuliano, cap.V)


Dévese considerar que se podría el cavallero hallar con una de tres capas, o capa corta, o capa de luto larga, o ferreruelo: si se hallase con capa corta, sea capa terciada, que es mejor: y soy de parecer que no le ponga fiador al cuello, porque parece muy mal en la carrera.

(Ejercicios de la Jineta, por el capitán Vargas Machuca)


Muy de sobretarde entrábamos en Sevilla de vuelta de cierta partida de caza en Bollullos del Condado, seis compañeros alegres y regocijados, así por los buenos azares que hubimos en el monte, como por las pláticas agradables y un tanto chistosas con que logramos engañar las horas del camino. Al atravesar Triana, D. Juan, estrecho amigo mío, y que tenía su posada al otro lado de San Román, volviéndose a los de la camarada, les habló así:

—Para hacer recuento y partija de nuestros despojos venatorios, y refrescarnos algún tanto de la fatiga y cansancio después de despolvoreados, me ha encargado nuestro compañero (y me señalaba a mí como su faraute para esta ocasión) que ruegue a todos vosotros que entren en su casa, que la hallaremos al paso, en donde el solaz logrará aumento con algunas aguas heladas y conservas que nos servirán los insignes Capita y Puntillas, los dos fieles servidores del amigo Solitario, famosos por sus raras habilidades.


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29 págs. / 51 minutos / 40 visitas.

Publicado el 20 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

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