Confúndete, pues, cuando te honran sin merecerlo, y procura hacer
verdad lo que de ti creen los otros; y cuando lo merecieses, da la
gloria á Dios que te dió aquéllo, porque te honran.
Fr. Luis de Granada.
Antón Perulero,
Cada cual atienda a su juego,
Y aquél que no atienda
Pagará una prenda.
En una población... aquí, donde yo señalo en el mapa, está el Gran Casino de Cherry-Cheeks.
Muy hermoso, con muchos dorados, muchas losas de mármol, muebles
forrados de terciopelo, espejos altísimos, tocadores muy bien provistos
de perfumes, un comedor ¡qué comedor! cuadras anchas y limpias, cocheras
que parecen palacios, nada de escultura ni de pintura, en la biblioteca
los tomos de la Gaceta, un diccionario geográfico, dos docenas de novelas estúpidas, cinco de novelas pornográficas y algunos periódicos.
Son las tres de la madrugada y Eduardo Lara, marqués de
Valfermoso, se levanta de la mesa de baccarrat, le rodean sus amigos, y
todos se sientan en el saloncito inmediato.
Se recuerdan y se comentan las jugadas raras. Hizo muy bien en pedir,
porque ganó en el segundo teniendo el primero completamente perdido...
Además les quitó un nueve para la jugada siguiente. Desde entonces quedó
la suerte cambiada. El pobre Guerrero se había empeñado en abatir y no
lo había conseguido, y Olot quería pedir con seis. Nada, que se habían
vuelto locos...
Un dependiente del casino trajo en una bandeja de plata la cantidad ganada por el marqués; más de once mil pesetas.
A las diez de la mañana el marqués concluía de bañarse en casa de una
de sus queridas, y ésta salió á la calle, incomodada, al parecer, con
su amante, porque no le daba cuatro mil reales.
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