Textos mejor valorados de Silverio Lanza disponibles | pág. 7

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Delegado Regio

Silverio Lanza


Cuento


¡Oh vanidad! Contigo me bastarla para dominar el mundo. Por tí vamos sin vacilar al más grosero error y á la más heroica virtud.


Suenan las doce en el reloj vecino, y don Manuel cierra el libro que estaba leyendo.

Grandezas por todas partes... Yo soy el único desgraciado... No encuentro nada que escribir en mi tarjeta... Manuel Fernández: ¡siempre Manuel Fernández!...

He estudiado mucho y no soy académico... Manuel Fernández, de la academia de Tal... ¡Locura! Cuando estábamos en la oposición me sonreían mis amigos políticos porque socorría en secreto sus necesidades, y ahora... Ayer, después de muchos meses de acecho, logré ver al Presidente. Entré en su despacho y le saludé con el respeto que merece un hombre de talento que ha logrado tan alta posición, y me dijo: «Adiós, Fernández; siéntese usted por ahí...» Allí estaban los íntimos como mujeres del harén, enseñándose sus joyas, alegres, juguetones, imaginando desplantes y chistes, y aguardando á que su señor pidiese el abrigo, sacase el pañuelo é indicase quién era el agraciado aquella noche... Me fui enseguida, porque allí era la adulación el único homenaje, y yo llevaba en mi honrado espíritu una ofrenda más estimable que el Presidente no me pedía ni me hubiera agradecido.

Todos... todos... Pepe ha sido nombrado guardia municipal, y es el terror de las verduleras. Paco es juez, y será el terror de los litigantes. Ramírez, diputado á Cortes, y López corresponsal en Pozuelo del órgano del partido... Manuel Fernández, diputado... corresponsal... ¡Locura!

De nada me sirve ser rico... de nada me sirve... Creo que tocan á fuego. Contaré las campanadas... Ahora: tan, una; tan, dos... cuatro... siete, ocho. En la Inclusa. Atención: tin, una, dos... seis... ocho, nueve, diez. En el Rastro.

Un incendio es una emoción.


Aquel es D. Carlos, el distinguido escritor de noticias.


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4 págs. / 8 minutos / 31 visitas.

Publicado el 28 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

¡Blanco!

Silverio Lanza


Cuento


Al gatillo le mueve un dedo; al dedo, un músculo; al músculo, un nervio; al nervio, la voluntad, y á la voluntad la sensación producida por un agente externo. Cuando este agente recibe un balazo es que se suicida.


Mi Silverio se entretiene en el jardín tirando con una escopeta de salón. He recortado el sello de un pliego de tres reales, que afortunadamente no sirvió, y lo he colocado sobre el boton de la plancha; para que mi hijo atine más fácilmente.

Silverio, ayer tarde, se desesperaba.

—Yo creo que he dado en el sello.

—Te equivocas; hubiera salido el mono.

—O no.

—Fatalmente. Y recuerda la máxima: cuando no salga, no has dado; y cuando veas salir súbitamente un monigote con mucha arrogancia, es que has hecho blanco.

—¿Y tiro sobre él mono?

—Nunca: siempre al blanco, y afinando.

—Eso se dice, pero...

—Figúrate que el monigote que está oculto allí es un miserable que calumnia á tu madre, un cobarde que se venga de mis desprecios, privándome de mis bienes y de mi libertad, y un malvado que ampara á los niños robándoles su hijuela y su alegría. Es preciso desenmascarar á ese traidor; es preciso que hagas blanco y que aparezca ese canalla; va en ello la felicidad de este hogar. Apunta, Silverio.

El chiquillo tendió el arma, inclinó sobre la culata la hermosa cabeza y apuntó.

—No tengas prisa: siempre á tiro hecho.

Atendí, porque me interesaba conocer cómo los músculos de mi hijo obedecían á sus nervios.

Silverio apuntó medio minuto, y después echó á correr, dió con la culata en el sello, y se quedó amenazando al aparecido monigote.

—Pero, chico...

—Déjeme usted; cuando sepa tirar haré otra cosa, pero ahora, aunque sea á culatazos.


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Dominio público
1 pág. / 1 minuto / 47 visitas.

Publicado el 28 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

La Ausencia del Diablo

Silverio Lanza


Cuento


El antiguo casino tenia un salón cuya tertulia no olvidaré jamás.

Lo que voy á contar ocurría el año 187 en el saloncito indicado y en


Una noche de Enero tormentosa


como dice un poetilla que firma con mi nombre.

D. Manuel es hombre rico y culto. Gruñón. Está definido. Un hombre que gruñe solo se parece á sí mismo. Se había quedado soltero por no parecerle bien ninguna de las mujeres casaderas que había conocido. No tenia amistad íntima con nadie. Cambiaba de criados mensualmente. Renegaba de su cocinera y comía en la fonda. Maldecía de los restaurants y nos suplicaba le invitásemos á comer en nuestras casas.

Era el ave Cinglo; á todas partes llevaba el mal humor.

Sin tener color político era siempre de oposición para satisfacer la sed de gruñir á que le obligaba su carácter.

Una tarde me encontró en la calle.

—Gracias á Dios que le veo á V. vestido á la española. ¡Siempre de gabán! Esa capa le está á V. muy bien. Ustedes, por parecer franceses, hasta en eso.

Satisfecho del cumplido me embocé para dar mayor belleza á la prenda alabada. Pero al embozarme estornudó D. Manuel.

—Caramba. Ya podía V. tener más cuidado. Al menos con el gabán no hacía V. tanto viento.

Dichos estos antecedentes concedamos la palabra á D. Manuel.

—Señores: Villaverde no viene porque está rezando el rosario.

—¿De veras?

—Si, señores. Ahora se va á convertir. Mientras tanto estará su señora en casa de Sepúlveda cantando la romanza de Roberto.

—D. Manuel, tiene V. lengua de hacha.

—¿Por qué? ¿Por que digo las verdades?

—Sí, señor; por eso ó por lo otro.

—Pues mire V., bastantes disgustos tengo yo al cabo del día para que venga V. ahora á sermonearme.

—Quisiera yo saber los disgustos que V. tiene.

—¡Si le parecen á V. flojos! Con sólo el alza de estos días tengo bastante...


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Dominio público
5 págs. / 8 minutos / 49 visitas.

Publicado el 31 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

Socialismo y Anarquismo

Silverio Lanza


Cuento


—Juan, ¿qué le trae á usted por aquí?

—Pues venía á que me echase usted una cuenta.

—Y, ¿qué quiere usted saber?

—Pues yo, el año 97, ganaba siete reales, y me asocie con los compañeros en eso de la resistencia; y, desde entonces, todos los años hacemos una huelga y nos suben un real: conque yo gano ya 14 reales, que es lo más en la costumbre. Pero me obligan á que este año también vaya á la huelga para que á los otros les suban; y yo vengo á que me eche usted la cuenta de si debo seguir con los obreros ó con los burgueses.

—¿Cuanto dura la huelga?

—Ponga usted mes y medio largo.

—Pondré cincuenta días, y supondré sesenta y cinco días festivos por año.


Años Jornal Días de- Ingreso Jornal efectivo nominal vengados Reales en 300 días lab. -------------------------------------------------- 1897 7 300 2.100 7 1898 8 250 2.000 6 ½ 1899 9 250 2.250 7 ½ 1900 10 250 2.500 8 1901 11 250 2.750 9 1902 12 250 3.000 10 1903 13 250 3.250 10 ½ --------------------------------------------------


En 1904, que también hubo huelga, solo gano usted 11 ½ reales de jornal.

—Entonces, ¿Cuándo ganare 14 reales?

—En 1907 — 17 — 250 — 4.250 — 14.

—Pues lo mismo hubiera conseguido sin necesidad de las huelgas. Ademas, los amos nunca pagaran 17 reales, aunque sean nominales.

—¿Por qué no? Venderán más caro.

—Es verdad. ¿Y si nos reuniésemos los de todos los oficios?

—Se aumentarían todos los jornales, y aumentarían también todos los precios.

—¿Y si nos reuniésemos todos los hombres, para el bien de todos y de cada uno, como es natural y necesario?


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1 pág. / 1 minuto / 46 visitas.

Publicado el 29 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

El Hábito del Monje

Silverio Lanza


Cuento


Deseoso de obsequiar á mi prima con un vestido voy á la respetable casa de N. El dependiente principal me dice:

—Todo esto es bueno; pero por ahí hallara usted algo de más fantasía, pero menos solido, y siempre le saldrá á usted caro.

Propongo á mi prima que compremos el vestido en la casa N; pero con su grosería habitual me responde que allí solo venden antiguallas; y vamos á una tienda nueva de un señor Floringuindingui.

Nos enseñan doce cortes (los únicos que tienen) de vestidos de seda. Yo callo y observo la suavidad con que el dependiente toma el cabello á mi prima. Esta elige un corte, y lo pago.


Primera cuenta


Un corte de vestido........ 215 pesetas.


Salimos á la calle y propongo como modista á la señora P, que tiene su gran establecimiento en la calle de Alcalá; pero mi prima contesta:

—Esas sólo saben vestir á las mujeres de mala vida.

Y volviéndose á la tienda pide las señas de una modista.

Pasamos tres meses de desesperación porque la modista tiene muchas prisas. Yo supongo que la tela estará empeñada.

Por fin aparece el vestido y la


Segunda cuenta


Adornos, bajos, automáticos, percalina, linón, etc. ..... 124,75 pesetas. Dos varas de fondo........... 42 » Hechura...................... 60 » --------------------------------------------- Total........................ 226,75 »


Pago, y por curiosidad pregunto á mi prima que hay con dos varas de fondo que cueste 42 pesetas, y me dice:

—Son dos varas de la misma tela del vestido, porque el corte no daba bastante; y como el tendero las ha tenido que cortar de otro corte, pues por eso las ha cobrado tan caras.


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1 pág. / 2 minutos / 48 visitas.

Publicado el 29 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

Gloria In Excelsis

Silverio Lanza


Cuento


Final del drama en tres actos «Un cura»


Amplia cocina de labrador. al fondo una ventana cerrada con vidrieras. A la derecha el hogar. Próxima á este se halla sentada Rosario. A la izquierda una puerta. Una arca para ropa, Mueblaje correspondiente.

Rosario es mujer de sesenta años, viuda, y con un hijo que fué cura, y cuya situación se ignora desde hace mucho tiempo. Vive de sus rentas; está asistida por criados, y se halla paralitica y muda. El matrimonio que asiste á Rosario se despide de esta.

—La mujer.—Y ahora que ya hemos rezado, á dormir. Cierre usted los ojitos y hasta que venga yo á despertarla y acostarla.

(Rosario sonríe con gratitud.)

—La mujer.—¿Esta usted bien abrigada?

(Rosario mueve la cabeza asintiendo.)

—La mujer.—Pues adiós. Ya pasara por aquí éste cuando eche de comer á las mulas.

—El hombre.—Si que pasare.

—La mujer.—Ea, pues, adiós.

—El hombre.—Ea, pues, adiós.

Rosario queda sola mirando hacia la puerta; después cierra los ojos y los cubre con las manos. Lleva estas al regazo, eleva las miradas hacia el cielo, vuelve á mirar á la puerta; y, apoyándose con las manos en los brazos del sillón, trata inútilmente de incorporarse.

De repente torna las manos al regazo y se queda inmóvil como si escuchase. después gira el busto cuanto le es posible mirando con ansiedad hacia la ventana. Un cristal de ésta cae roto al suelo. Poco después aparece una mano por el hueco abierto en la cristalería, y desechando la falleba, abre la ventana. Por ella salta un hombre que representa cuarenta años. Viste traje de caballero que viaja ó reside en el campo.


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Dominio público
7 págs. / 13 minutos / 32 visitas.

Publicado el 29 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

Cuentos Escogidos

Silverio Lanza


Cuentos, colección


Advertencia

Agotadas las varias ediciones de El año triste, Cuentecitos sin importancia, Cuentos políticos y Cuentos para mis amigos, y no conviniéndome hacer nuevas ediciones, porque tengo mucho original inédito, formo este tomo con cuentos de las colecciones dichas, con algunos que no se han publicado y con otros de las colecciones ¡Pestes!, Cuentos de locos, Los grandes señores, Cuentos económicos y Leyendas del timo.

Quisiera acertar en ello.


El editor,

J. B. A.

Nota preliminar

Algunas personas nos han dicho de varias maneras, y con sana intención, que les agradecemos, lo siguiente: Si continúan ustedes indisponiéndose con los críticos, no citaran sus obras de ustedes, y éstas no se venderán.

La cuestión es de transcendencia grave, y merece que de ella opinemos; pero de ningún modo porque se refiera á nosotros, pues las personas que nos conocen saben que en nuestros libritos, llenos, al parecer, de un subjetivismo extravagante, no hay absolutamente nada de subjetivismo cierto.

Y como la cuestión tiene carácter moral y carácter económico, hablaremos de ella separadamente.


El autor. El editor.

Opinión del autor.

En un libro mío, que no cito, porque la cita no parezca auto-bombo, digo: Si desea usted censurarme, convénzame de que es superior á mí en cultura, y yo me someteré gustosísimo á su autoridad de usted.

He rechazado la crítica grosera que todavía tiene inocentes que la paguen, que la teman y que la escuchen.

La crítica grosera es una procacidad ó es una cobardía.

Es una procacidad, si el crítico porque no le agrado un libro insulta al autor y le provoca á duelo, contando con la inocencia de unos padrinos que, si estiman su honor propio, no deben consentir practicas caballerescas á madrugadores presidiables.


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Dominio público
102 págs. / 2 horas, 59 minutos / 157 visitas.

Publicado el 29 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

P. P. y W.

Silverio Lanza


Cuento


Durante mi vida no se ha cesado de criticar mi boda con Matea. Es de advertir que ésta fué mi sirvienta antes de ser mi esposa. Creo llegado el momento de dar algunas explicaciones acerca de este asunto.

En el día tal, del año tantos, me hallaba en la Exposición de Bellas Artes examinando con enojo una figura en mármol que había obtenido el primer premio sin tener cualidad alguna que mereciera tan gran distinción.

Hallábase á mi lado un venerable anciano de barba blanca. Comprendimos ambos, por nuestros respectivos gestos, que pensábamos de igual manera. Entonces empezamos á cruzar algunas palabras.

—Esto es atroz.

—De muy mal gusto.

—Esa cabeza no está en su sitio.

—Pero, además, repare V. que si empezase á andar esta estátua resultaría un Jacob cojo.

—¡Ah! ¿Representa á Jacob?

—Sí, señor.

—Entonces será Jacob después de encogérsele el endón.

—Buena ocurrencia.

—¿Usted es aficionado?

—Sí, señor.

—¿Acaso será esta su carrera?

—También es cierto.

—¿Es indiscreción preguntar á V. su nombre?

—No, señor. Me llamo Fulano de Tal.

—¡Hola! ¿Es V. el autor de la magnífica estátua que guarda el duque de Cuál?

—¿Lágrimas amargas?

—Esa.

—Sí, señor.

—Me felicito de este encuentro.

—Usted no debe ser del arte. Yo le conocería á usted.

—Soy un aficionado.

Seguimos hablando de esta manera, y salimos juntos de la Exposición. Él me invitó á subir á su coche, pero yo me negué resueltamente. Recordé lo mezquino de mi traje, y por no parecer su criado no quise figurarme su amigo. Entonces el caballero me dió su tarjeta y me suplicó le visitase. Se lo prometí así y nos despedimos.

El cartoncito decía: «Primitivo Dios.—Ventas del Espíritu-Santo.»


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7 págs. / 12 minutos / 32 visitas.

Publicado el 30 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

La Galatea

Silverio Lanza


Cuento


Con este nombre se conocen muchas obras literarias y dramáticas y no pocas tradiciones. No las citaré por no presumir de erudito.

Hace tiempo asistí á una de las representaciones que obtuvo una zarzuela española que alcanzó gran éxito. Cantaba una tiple que me produjo enojo. ¡Qué falta de mímica, de expresión y de voz! En fin, la ausencia del arte. Pero en una de las escenas, el galán, joven pescador, ofrece á la dama una preciosa joya. La metamorfosis fué completa.

Era de ver la actitud de aquella señora y eran de oír las purísimas notas que su garganta daba al aire.

Al salir del teatro recordé el cuento que voy á referir, cuento vulgarísimo que todos conocen y cuentan.

En una ciudad de Italia existía un escultor, asombro de las gentes, no sólo por sus talentos artísticos sino también por su fealdad física. Ambas cualidades se decía haberlas heredado de su padre el célebre Forgio.

Contrariado en sus empresas amorosas el tal Santino, resolvió hacerse una mujer á gusto suyo, empresa fácil para escultor tan insigne. La obra se terminó. Las timoratas gentes encontraron inmoral el asunto y el objeto, pero Santino les enseñó el texto de un soldado de Garibaldi que disculpa tales aficiones, y la hermosa mujer desnuda empezó á llamarla atención y al cabo se ofrecieron grandes sumas por aquellos contornos del mármol.

El artista empezó á adelgazar notablemente, luego se le oyó por las noches dar voces pidiendo á la estátua que correspondiese á sus caricias, después se le tuvo por loco.

Santino cerró el taller y empezó á vender las obras que tenía terminadas.


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1 pág. / 2 minutos / 45 visitas.

Publicado el 31 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

San Martín

Silverio Lanza


Cuento


Archilla es un delicioso pueblecito de la provincia de Guadalajara. Es como un blanco cordero abandonado. Visto desde las cumbres de los montes parece cuatro blancos trapitos acabados de lavar en el río y puestos á secar sobre una loma. Por esto conoceréis el pueblo que describo. Figuráos un hermoso valle atravesado por el río Tajuña. A la derecha de la corriente, y en la falda del monte, una colina, á la que dan verde color muchos y frondosísimos nogales. A las aguas del río van á unirse las de tres fuentes distintas. Siguiendo cauce arriba se encuentran Romancos y luego Brihuega. Cauce abajo se halla Tomellosa y después Valfermoso. Archilla tiene ochenta casas, medía docena de calles, una diminuta plaza cuadrada, casa ayuntamiento, escuela, iglesia, dos ermitas, cementerio, carnicería, posada, un molino de grano y otro de aceite. Archilla constituye uno de mis grandes descubrimientos. Si algún poeta va allí le suplico que me dedique un recuerdo. Por lo demás, no os imaginéis serenatas, mozos gallardos que canten trovas, ni hermosas con ojos


azules como el cielo despejado,


y trenzas rubias como


las mazorcas en el granero.


Yo prescindí de todas estas cosas durante mi estancia en aquel pueblo. Nada tengo que decir respecto á los habitantes de Archilla, y esto probará su parecido con los demás habitantes del globo.


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Dominio público
10 págs. / 18 minutos / 53 visitas.

Publicado el 31 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

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