Otelo Fin de Siècle
Silverio Lanza
Cuento
(ó venganza catalana)
El mérito consiste en arreglarlo todo á gusto de todos.
Sus padres de ella tenían en San Gervasio una quinta de recreo que llamamos torre.
¡Qué recuerdos, Dios mío, qué recuerdos!
Ella era menudita, menudita... Gloria mía, girón de mi alma; me vuelvo loco pensando en tí.
Jugábamos como perro y gato cuando son amigos. Yo era el perro fiel, fornido, vigoroso; la hubiera matado fácilmente. Ella era el gatillo, me llamaba bruto en cuanto la tocaba, y la tocaba siempre con mucho mimo.
Yo dibujaba entonces muy bien; sin inmodestia; hoy tengo fama europea y siempre he trabajado pensando en Narcisa; quizá por eso me han aplaudido. Y ella se casó con un badulaque, un mequetrefe con sangre que no es roja. Y el gatillo ha crecido, se ha ensanchado: es la matrona que veo en sueños, la que debía alegrar mi estudio y ser mi inspiración, mi modelo, mi público y mi critico.
Ayer la vi en la calle de Fernando; iba con su hermano; miré á otra parte y no saludé. Entonces dijo, volviéndose á Antonio: «¡Qué grosero!»
¿Yo grosero? ¿Grosero porque no saludo? Pero, ¿con qué cortesía se saluda al insulto? ¿Cómo se despide el ahorcado de la soga que le estrangula?
Allá, en San Gervasio, yo era un pintamonas, y ella me llamaba bruto y me quería. Hoy tengo laureles y fortuna, y Narcisa me llama grosero, y me lo llama porque me quiere. ¡Cuántas veces habrá deseado las caricias de aquel perro fiel que la estrujaba hasta producirla miedo, pero nunca hasta producirla lágrimas!
Para que la gatita siguiera siendo el adorno del brasero y la distracción del hogar la han casado con un cascabel. Estará muy bonita con ese adorno, pero...
Juro que he de tomar venganza cumplidísima.
Dominio público
2 págs. / 4 minutos / 26 visitas.
Publicado el 28 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.