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Artuña

Silverio Lanza


Novela


Según doctos pareceres, más daño que una mujer lo hacen sólo dos mujeres.

Advertencia

Ce livre n'est point fait pour circuler dans le monde, et convient á tres-peu de lecteurs. Le style rebutera les gens de gout: la matiére alarmera les gens séveres: tous les sentiments seront hors de la nature pour ceux qui ne croient pas á la verte. Il doit déplaire aux dévots, aux libertins, aux philosophes; il doit choquer les femmes galantes, et scandaliser les honnetes femmes. ¿A qui plaira-t-il donc? Peut-etre á moi seul: mais á coup sur il ne plaira médiocrement á personne.

J. J. Rousseau


Cuando vine al mundo encontré hechos mis libros y sus prólogos; y mi único mérito consiste en repetir á fines del siglo diez y nueve lo que otros hombres dijeron en épocas de mayores libertades. Doy gracias á la reacción.

Silverio Lanza

Otra advertencia

Una mujer ignorante ó mal dirigida se creyó retratada en uno de mis escritos, y un anónimo de ella me produjo un proceso y una prisión.

Una mujer bendita iba pisando fango para llevarme á la cárcel los dulces consuelos de su cariño.

Cuando terminó aquel proceso me pidió la santa mujer que no ofendiese á la calumniadora, porque ésta era madre. Y la mujer imbécil acaso esté pensando en ultrajar á mi esposa.

Y es que no hay mayor dolor para el perverso que la contemplación de las virtudes ajenas.

Por eso yo, que no soy cruel, nunca ensalzo á los buenos porque entiendo que esto es demasiado castigo para los malos.

Y me limito á describir infamias para que los justos perseveren en la virtud, y los canallas se ejerciten en la escritura.

S. L.

Síntesis

Dios hizo la luz, las aguas, la tierra, los astros, las plantas, los animales, el hombre y la mujer; y no siguió creando porque comprendió, en su infinita sabiduría, que lo iba haciendo muy mal.


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Dominio público
293 págs. / 8 horas, 34 minutos / 136 visitas.

Publicado el 1 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

Tres Casos

Silverio Lanza


Cuento


Aunque los curanderos están perseguidos por las leyes, declaro que lo soy, y no extrañara á ustedes lo que voy á referir.

Primer caso

El Sr. D. José Zúñiga é Iriarte, individuo del Cuerpo diplomático, observa, á los dos meses de casado, que su esposa presenta síntomas de demencia. Los doctores P. y Q. recomiendan que la enferma se distraiga, y el Sr. Zúñiga viaja con su esposa.

Convencido de que su mujer se agrava, y teniendo noticia de mis prodigiosas curas, me dispensa el honor de su visita, y, de común acuerdo, voy el siguiente día á almorzar con el diplomático y con su esposa.

La señora está muy delgada, es rubia, tiene los ojos azules, la boca grande y el cutis finísimo. Se fatiga fácilmente y se distrae á menudo.

El Sr. Zúñiga me presenta como poeta y hombre de ciencia. Yo me hago el chiquitín, y la señora no me invita á recitar versos. Observo que hay un piano en el gabinete, suplico á la enferma que nos recuerde alguna obra de las aplaudidas en la última temporada de conciertos, y la señora de Zúñiga contesta con alguna acritud, que el piano está desafinado y que ella toca muy mal. Entablo conversación sobre las bellezas de Nápoles y de Colonia; pido á la esposa su opinión acerca de las orillas del Rhin y de los lagos de Suiza, y me contesta con monosílabos.

Empieza el almuerzo, y la señora reprende al criado porque los huevos están partidos á lo ancho y no á lo largo, y encarga que otra vez sirvan la Bechamel aparte. Las conversaciones se suspenden, y mi copa de vino se tambalea porque la señora de Zúñiga tira del mantel para acercarse el plato.

El sirviente presenta el pescado, y la señora lo rechaza de tal modo, que un lenguado cae sobre la alfombra, y el criado se excusa de no haber traído antes las pechugas á la Financiere.

La señora se serena un poco y me refiere que aquel Burdeos les cuesta á cincuenta reales la botella.


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Dominio público
4 págs. / 8 minutos / 55 visitas.

Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

Las Limosnas de los Pobres

Silverio Lanza


Cuento


Son las siete y media de la noche. La buena Ventura recoge las cestas de azofaifas y avellanas, y coloca en paquetes los pliegos de aleluyas y de soldados iluminados. Todo esto, sin cesar de mover las castañas en el hornillo. Por fin, la tarea concluye, y las mercancías quedan amontonadas en un rincón del estrechísimo y oscuro portal. Después, la modesta tendera se sienta junto al quicio de la puerta; asegura el mantón sobre sus hombros; arropa sus pies con un resto de felpudo; arregla el pañuelo de la cabeza cogiendo una de sus puntas con la boca y tirando de la otra con la mano, y toma la paleta y remueve las castañas gritando: ¡Calentitas! ¡calentitas!

—Buenas noches, señá Ventura.

—Buenas nos las dé Dios, D. Marcelino.

—Y frescas.

—Como que pronto nace el niño.

—Dentro de pocos días estará la Plaza Mayor llena de nueces y pavos.

—Mucho frío les va á hacer á los alcarreños.

—¡Bah!

—Pero siéntese V.

—Gracias.

—Ahí detrás está el banquillo.

—Allá voy.

—Arrímese V. al fuego.

—Mil gracias.

—¿Cómo andan esos estudios?

—Bien.

—¿De modo que este año acaba V.?

—Sí, señora.

—Y se casará V. con la Vicenta.

—Desde luego.

—¿De veras?

—¿Lo duda V.?

—Yo, no señor. Siempre he dicho que sí. Porque sé que es V. muy decente.

—Gracias, señá Ventura.

—No hay por qué. Y enseguida al pueblo.

—Si, señora, Allí tengo plaza segura.

—Pues van Vds, á estar en grande. Ella es buena chica... Algo presumidilla, pero eso es la edad.

—Yo la quiero mucho.

—Eso que V. ha dicho á la vista está.

—¿Y Pilarica?


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Dominio público
8 págs. / 15 minutos / 59 visitas.

Publicado el 1 de enero de 2022 por Edu Robsy.

Las Paisanas de mi Madre

Silverio Lanza


Cuento


¿Gladiatores quoque ars tuetur ira denudat. Deinde quid opus est ira, cum idem perficiat ratio?

Séneca.


Ustedes se acordaran de la tarde que Cachitos volvió á la plaza; de que mató muy bien, y de que al salir se le hizo una ovación, y nada más. Pues ahora voy á referir lo que paso aquella tarde.

Cachitos había estado tres meses en la cama curándose una perturbación de las costillas y otros órganos convecinos, producida por la entrada súbita, en aquellas regiones, del cuerno de un Miura incivil y atropellante. Esta era la explicación dada por Pico de Oro, cuñado de Cachitos, su primer banderillero, y sevillano, aunque esta condición debía ir delante, según él decía, porque es el primer ditado que se trae al mundo.

Los pesimistas aseguraron que Cachitos no volvería á torear, y el diestro se fué á la capilla de la Virgen de la Paloma el primer día que salió de su casa, volvió á la calle de Toledo, entro en la taberna del señor Francisco, y dijo al mozo:

—De beber pa todo el mundo.

Y se sirvieron copas hasta en medio del arroyo.

Cuando acabo la sesión dijo el empresario á Cachitos:

—¿Y qué? ¿Le pongo á usted, una cruz?

—A mí me pone usted en el cartel, y con unas letras mu gordas para que se vean dende la eterniá por si me estaban aguardando.

Hubo aplausos, abrazos y vivas; y se supo que Cachitos mataría seis Veraguas de butén, de chipén, sin jonjauilla ni fantesías de pasa matute. Así lo decía Pico de Oro, y así lo repito.

Las letras del cartel eran gordas, pero no las vieron desde el otro mundo, porque hubieran resucitado los muertos para... nada, porque ya los vivos se habían repartido todo el billetaje.


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Dominio público
7 págs. / 12 minutos / 36 visitas.

Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

Justicia Concursiva

Silverio Lanza


Cuento


No pretendo ofender á ninguna persona que, por medio de un concurso, haya obtenido ventajas; las merecerá seguramente, pero más le halagaría el haberlas obtenido en lid pública. Trato unicamente de censurar el obscuro procedimiento de los concursos; y juro que nunca he acudido á ninguno, por la razón sencillísima de que me creo el más ignorante de los españoles. Si alguna vez se anuncia una vacante de hombre honrado, me presentare á conseguirla por medio de la oposición; y, si no me aprueban los ejercicios, me moriré de pena, porque sería sensible que al cabo de mis años, y sin otra afición preferente, no sirviese yo para hombre de bien.

Relataré tres sucesos de mi vida.

Y allá va el primero:

Estaba yo en una capital y en la tertulia de una señora marquesa (cuyo nombre no digo para permitirme la expansión de recordar que me era tan agradable como deseada) cuando se me acerco Don N. y llevándome al rincón de un saloncito me dijo:

—Supongo á usted identificado con la política de Don P.

—¡Ni remotamente!

—Pues entonces no puede usted hacerme el favor que deseaba.

—¡Caspitina!

—¿Qué quiere usted decir?

—Que siendo usted el representante de Don P. en esta provincia, no es posible que necesite usted apoyo ni credenciales. Don P. acaba de subir al poder y por consiguiente, no necesitará usted votos. En fin, sospecho que el favor no es político, y recuerdo á usted que yo hago favores siempre que puedo y debo y quiero hacerlos; y que siempre estoy deseoso de complacer á usted.

—Pues le hablare á usted con franqueza.

—Vaya usted diciendo.

—Ya sabe usted que hay anunciado un concurso de versos y cosas por ese estilo.

—Si sigue usted por ese estilo diciendo cosas, se va á ofender mi necia soberbia, porque á las veces me creo escritor.

—Perdone usted; no he sabido expresarme.

—Ni yo me he molestado.


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Dominio público
3 págs. / 6 minutos / 133 visitas.

Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

El Verdadero Timo del Entierro

Silverio Lanza


Cuento


La ponderación de fuerzas en el Ayuntamiento de Valdezotes traía pensativos al diputado, á los concejales y á los peores contribuyentes.

Con Riñones ó con Quedito; este era el problema. La solución fué elegir concejal y alcalde al tío Meterio, y nombrar al tío Quedito primer teniente, porque se avino á la solución. Riñones protestó indignado y se sentó á la izquierda.

Emeterio tenía cincuenta fanegas de tierra mala, un par de mulas malas, una casa mala y vieja, una mujer vieja y mala, y un hijo que era lo peor que Emeterio tenia.

La vara de alcalde lleno á la señá Niceta y á Tolico de satisfacción y de orgullo. Emeterio quedó asombrado y temeroso.

Se celebro la toma de posesión, y el día siguiente se hallaba enfermo el señor alcalde. Se llamó al medico de Zarzabronca, é hizo ante la familia y Quedito este diagnostico: «Pulmonía doble infecciosa con atonía del corazón, hipertrofia del hígado y congestión renal. Situación gravísima: conviene que se confiese y reciba los Santos Sacramentos. No se debe perder la esperanza; yo y la Ciencia tenemos recursos.»

Emeterio se quejaba rabiosamente, y Valdezotes se disponía á un caso extraordinario: á enterrar un alcalde. Quedito reunió al Cabildo municipal; hablo de la urgencia; recordó que la caja, los cirios, la música y las coronas estaban á nueve leguas de distancia, y se comisiono al síndico para que, en unión del secretario y de las caballerías necesarias, fuese á la ciudad y se trajese lo preciso para enterrar dignamente al primer alcalde que en Valdezotes moría mandando.

Al amanecer se había Emeterio descargado de los bollos, de las aves, del cordero, de la bebida y de todo lo que había ingerido el día de la toma de posesión. Y satisfecho de si mismo, porque había obrado bien, se durmió tranquilamente.


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Dominio público
1 pág. / 2 minutos / 105 visitas.

Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

La Evolución de la Materia

Silverio Lanza


Cuento


Ciertas cosas hay que referirlas sobriamente.

El sencillo toque de oración es más expresivo que los raros gritos con que los sacerdotes acompañan las ceremonias del culto.

Richard Krassoff era un hombre serio y un buen amigo.

Un día se me dijo que Richard era emigrado ruso.

Tanto mejor.

Los hijos escarnecidos por sus padres son más dignos de respeto que los padres bondadosos.

Me presente por primera vez en casa de Richard una tarde de invierno. Krassoff tenía en las barreras una habitación modestísima.

Entonces conocí la familia de mi amigo.

La señora tenía treinta y cinco años, y parecía una anciana. El niño desempeñaba una plaza de agregado en el escritorio de un banquero. Su hermanita tenía seis años. Pequeña como la margarita y blanca como las azucenas, tenía María esa rara simpatía que acompaña á la desgracia.

Quede agradablemente sorprendido ante aquellos individuos que, por su honradez, merecían ser pobres.

Senté la niña sobre mis piernas y la dejé jugar con la cadena del reloj. Pero, de pronto, interrumpiendo su juego, me dijo:

—¿Quieres que te cuente un cuento?

—Sí, hija mía.

—¿Cuál?—preguntó la señora de Krassoff.

—El del huevo, mamá.

—¡Ah, el del huevo! interrumpió Richard. Escúchelo usted, Sr. Lanza. Es interesante ahora que tanto se preocupan los sabios con las evoluciones de la materia.

—Esta bien. Cuenta.

El niño se apoyo en la pared y dibujo en sus labios una amarga sonrisa que sostuvo durante toda la narración. Krassoff, de pie y mirando hacia la calle, entretúvose en golpear los cristales con las yemas de los dedos. La señora fijo sus ojos en la niña, y esta apoyo su manita izquierda en mi hombro, y accionando con la derecha empezó así su cuento:


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Dominio público
1 pág. / 2 minutos / 109 visitas.

Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

Contabilidad Rusticana

Silverio Lanza


Cuento


Pedro presta á Juan diez duros sin interés. Llega la recolección y...

—Ya sabes que me debes diez duros.

—No lo niego.

—¿A cómo está la cebada?

—A diez reales.

—Pues me debes veinte fanegas, y me harás un papelito.

—Lo haré.

Llega Enero y sigue el tiempo seco.

—¿A cómo está la cebada?

—A cuarenta reales.

—Pues me debes cuarenta duros.

—Es verdad.

—Me harás un papel.

Llega la recolección; la cebada está á diez reales, y Juan debe ochenta fanegas. Llega Enero; la cebada está á diez pesetas, y Juan debe ciento sesenta duros.

Al año siguiente, Pedro embarga á Juan la casa, las mulas y la tierra, y se queda con todo ello.


* * *


Otro caso: Varios amigos nos reunimos á merendar; yo me encargo de todo el gasto, y Pedro de facilitar el vino. El día siguiente nos reunimos para ajustar cuentas, y digo:

—Se han gastado diez duros, y somos diez; conque tocamos á cinco pesetas.

Todos me van entregando su cuota, y Pedro me dice:

—Bueno. Yo tengo que dar veinte reales; pero como he pagado catorce de vino, toma seis, y en paz.

Así, yo pago el vino.


* * *


Otro caso: Compro en un pueblo una instalación de luz eléctrica con la rebaja del 10 por 100.

—Mira, Pedro, que aquí faltan las bombillas.

—Bien, las desquitaremos al ajustar la cuenta: son diez luces que me costaron á diez pesetas, que hacen cien pesetas; te rebajo diez, y quedan en noventa.

—¿Y las bombillas?

—Eran diez. A peseta cada una, son diez pesetas. Rebaja el 10 por 100, y quedan en nueve pesetas. Desquita de noventa, y me das ochenta y una, y en paz.


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Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

Judas

Silverio Lanza


Cuento


(Fotografía del natural)


Dícese que iban por un camino, y en dirección opuesta, un jesuita moreno y un escolapio muy rubio. Es sabido que los jesuitas, desde la primera fundación calasancía, no han cesado de molestar á los escolapios;y sabido es que, entre la gente de iglesia, los odios son recíprocos. Al hallarse próximos, dijo el jesuita:

—Rubio era Judas.

Y contestó el escolapio:

—Eso no es artículo de fe: lo que si es artículo de fe es que Judas era de la Compañía de Jesús.


* * *


Generalmente, nos imaginamos á Judas, rubio, feo, vendiendo por treinta dineros al hijo de María, y ahorcándose después; y todo esto es inexacto. Judas, aunque pareciese rubio, no lo era; porque lo racional en un Judas es que se tiñese el pelo. Judas era hermoso; si hubiese sido feo, enfermo, ó lisiado, hubiera sido melancólico, quizá agresivo, pero nunca traidor; porque los desgraciados, cuando tienen un Jesús que les quiera, jamás le venden. Judas no cobró solamente treinta dineros: eso es una candidez de los modernos eruditos. Judas cobró mucho más; porque en aquellos tiempos la dignidad profesional de los traidores estaba á mayor altura. Judas no fué suicida: á Judas le mando ahorcar Caifás; porque siempre los poderosos han gobernado de la misma manera: explotando la traición y asesinando á los traidores.


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Dominio público
2 págs. / 4 minutos / 114 visitas.

Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

El Idioma Comercial

Silverio Lanza


Cuento


Fui el sábado á Bolsa para aprovecharme de la baja. Apenas entre, vino hacia mi Fernández.

—¡Amigo D. Silverio! Si llega usted antes de la media ve usted á D. Gaspar. Se nos ha hecho bajista. Me ha dado ordenes de vender á todo trance!trescientas mil pesetas! ¿Se las hago á usted?

Aquella noche recibí en casa la honrosa comunicación de los congresistas de Greatlie, pidiendo mi parecer acerca del idioma comercial. Este asunto es de importancia, aunque los españoles tengamos extraordinaria facilidad para expresarnos en todas las lenguas.

El domingo me hallaba en la Plaza de Toros, en mi delantera de grada, y Veneno comenzó á gritarme desde la contrabarrera:

—Ayer le fui á usted siguiendo en el Banco y no pude alcanzarle. Me dijo Paco, que había usted retirado el deposito de las treinta mil del ala, después llegue al ventanillo cuando usted acababa de presentar al descuento siete mil pesetillas en cupones; y luego estuve en cuentas corrientes esperándole á usted porque tenía usted allí un talón.

Termino la corrida de toros, y al regresar á mi casa, me detuvo en la calle de Sevilla mi cuñado Luis.

—Hola, Silverio. Acabo de separarme de Gutiérrez: dice que le has sacado por cuarenta y dos duros un broche que vale mil quinientos reales.

Afortunadamente, el broche era para mi esposa.

Y, cuando iba á acostarme, dije á mi mujer:

—Voy á contestar á Greatlie.

—Te pasarás la noche estudiando.

No tardo tres minutos.

Y escribí:

Señores Congresistas: á los comerciantes españoles lo mismo nos importa usar la lengua inglesa que la lengua china: lo imprescindible para nosotros es tener la lengua larga.

De ustedes aftmo. s. s. q. b. ss. mm.,


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Dominio público
1 pág. / 1 minuto / 134 visitas.

Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

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