Justicia Concursiva
Silverio Lanza
Cuento
No pretendo ofender á ninguna persona que, por medio de un concurso, haya obtenido ventajas; las merecerá seguramente, pero más le halagaría el haberlas obtenido en lid pública. Trato unicamente de censurar el obscuro procedimiento de los concursos; y juro que nunca he acudido á ninguno, por la razón sencillísima de que me creo el más ignorante de los españoles. Si alguna vez se anuncia una vacante de hombre honrado, me presentare á conseguirla por medio de la oposición; y, si no me aprueban los ejercicios, me moriré de pena, porque sería sensible que al cabo de mis años, y sin otra afición preferente, no sirviese yo para hombre de bien.
Relataré tres sucesos de mi vida.
Y allá va el primero:
Estaba yo en una capital y en la tertulia de una señora marquesa (cuyo nombre no digo para permitirme la expansión de recordar que me era tan agradable como deseada) cuando se me acerco Don N. y llevándome al rincón de un saloncito me dijo:
—Supongo á usted identificado con la política de Don P.
—¡Ni remotamente!
—Pues entonces no puede usted hacerme el favor que deseaba.
—¡Caspitina!
—¿Qué quiere usted decir?
—Que siendo usted el representante de Don P. en esta provincia, no es posible que necesite usted apoyo ni credenciales. Don P. acaba de subir al poder y por consiguiente, no necesitará usted votos. En fin, sospecho que el favor no es político, y recuerdo á usted que yo hago favores siempre que puedo y debo y quiero hacerlos; y que siempre estoy deseoso de complacer á usted.
—Pues le hablare á usted con franqueza.
—Vaya usted diciendo.
—Ya sabe usted que hay anunciado un concurso de versos y cosas por ese estilo.
—Si sigue usted por ese estilo diciendo cosas, se va á ofender mi necia soberbia, porque á las veces me creo escritor.
—Perdone usted; no he sabido expresarme.
—Ni yo me he molestado.
Dominio público
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Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.