El Secreto de la Confesión
Silverio Lanza
Cuento
Es mucho que tu perdones por el amor de un Dios que tanto te ha perdonado?
Fr. Luis de Granada.
Pobre de ti, que te exaltas
buscándome antipatías.
¡Qué victoria lograrías
si corrigieses tus faltas
y perdonases las mías!
M. Matanza Romero.
El padre Añejo era un ángel y tenía fama de demonio. No es
extraño; en cambio el padre Pío parecía una mosquita muerta y era un
hipócrita cobarde, miserable y lujurioso.
Esto se explica fácilmente. En estos tiempos se van convenciendo los humanos de que pueden pasarse sin Dios con tal de que eludan las prescripciones del Código. Falta el respeto á la sabia justicia divina, falta el temor á la propia conciencia, y, desgraciadamente, se desbordan las pasiones humanas. Se busca el dinero como meta de todas las actividades, y el cura que más gana, más gasta y más adula, es el dechado de los sacerdotes para los modernos epicúreos.
Yo pienso de otra manera. La ciencia no podrá convencerme de que hay una madre más santa que la mia, una mujer más buena que mi esposa, un niño más bonito que mi Silverio, y una religión más amable que la cristiana. Estos amores míos me llevan á defender á mi madre, á mi esposa, á mi niño y á mi religión; y cuando recuerdo á un sacerdote tan bueno como el padre Añejo cojo la pluma con ánimo resuelto de no dejarla hasta dar noticia de tales virtudes, y recreándome en ello quisiera que el lector hallase igual encanto.
Cuando llegué con mi familia á Valerial, se hablaba continuamente
en el pueblo de la villana conducta del padre Añejo. De los relatos se
deducía que el tal sacerdote había sido mozo de cuenta. Figúrense
ustedes si es posible villanía mayor que la de asesinar á su madre: pues
esto hizo el padre Añejo. Verán ustedes cómo:
Dominio público
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Publicado el 28 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.