Textos más vistos de Stendhal etiquetados como Cuento no disponibles | pág. 3

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autor: Stendhal etiqueta: Cuento textos no disponibles


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San Francisco en Ripa

Stendhal


Cuento


Aristo y Dorante han tratado este tema,
lo que ha dado a Erasto la idea de tratarlo también.

30 de septiembre

Traduzco de un cronista italiano los detalles de los amores de una princesa romana con un francés. Sucedió en 1726, a comienzos del siglo pasado. Todos los abusos del nepotismo florecían entonces en Roma. Nunca aquella corte había sido más brillante. Reinaba Benedicto XIII (Orsini), o más bien su sobrino, el príncipe Campobasso, que dirigía en nombre de aquél todos los asuntos grandes y pequeños. Desde todas partes, los extranjeros afluían a Roma, los príncipes italianos, los nobles de España, ricos aún por el oro del Nuevo Mundo, acudían en masa. Cualquier hombre rico y poderoso se encontraba allí por encima de las leyes. La galantería y la magnificencia parecían ser la única ocupación de tantos extranjeros y nacionales reunidos.

Las dos sobrinas del Papa, la condesa Orsini y la princesa Campobasso, se repartían el poder de su tío y los homenajes de la corte. Su belleza las habría hecho destacar incluso en los últimos puestos de la sociedad. La Orsini, como se dice familiarmente en Roma, era alegre y disinvolta; la Campobasso, tierna y piadosa; pero un alma tierna susceptible de los más violentos arrebatos. Sin ser enemigas declaradas, aunque se encontraban todos los días en los apartamentos del Papa y se veían a menudo en sus propias casas, las damas eran rivales en todo: en belleza, en influencia y en riqueza.


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Publicado el 23 de octubre de 2016 por Edu Robsy.

Una Posición Social

Stendhal


Cuento


Capítulo I

La señora duquesa de Vaussay tenía más de treinta años, pero si ocho días después hubieran dicho… etc. Rubia, un ser apasionado. Un temperamento ardiente la empujaba a entregarse con frenesí a todos los placeres, pero siempre había tenido un elevadísimo concepto del deber, no tenía de ese deber ni siquiera una idea sensata, pero se había hecho de él una idea supersticiosa, una idea que nunca había examinado a fondo y de la que se había adueñado su facilidad para emocionarse.

Nunca había consentido en tomar un amante tras haberlo proyectado; y cuatro veces (o más) la habían obligado a ello con hábiles maniobras.

Contaban que había tenido varios amantes y no me costaría creerlo. Tenía un alma vivaz y activa. Pero siempre la habían raptado las hábiles maniobras de algún hombre acostumbrado a tener mujeres o la pasión ciega de algún alma realmente tocada. Nunca fue la primera en amar, nunca quiso entregarse. Pero, rebosante de remordimiento por su falta, que no era capaz de mirar cara a cara con sangre fría, creía que podría borrarla y conjurar el remordimiento con una abnegación completa por el hombre que se había convertido en dueño suyo. Llevada por su buena fe, creía que aún la ataba un deber imperioso, siendo así que la inteligencia no podía ocultarle que el hombre para quien estaba reservando el corazón entero ya estaba asediando otro corazón.


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Publicado el 16 de abril de 2018 por Edu Robsy.

Vida y Muerte de Mina de Vanghel

Stendhal


Cuento


Cuento imitado del danés, del señor Oehlenschläger

El traductor no supo de este cuento sino por las fogosas críticas de los diarios alemanes, a quienes les parece inmoral el autor, al que reprochan su «sistema». Hemos intentado limar el bulto de esos defectos.

Mina de Vanghel nació en la tierra de la filosofía y de la imaginación, en Kœnigsberg. A finales de la campaña de Francia, en 1814, el conde de Vanghel, general prusiano, se apartó súbitamente de la corte y del ejército. Una noche, estando en Craonne, en Champaña, tras un combate cruento en que las tropas a sus órdenes se habían hecho acerbamente con la victoria, le asaltó una duda: ¿tiene derecho un pueblo a cambiar la forma íntima y racional según la cual desea otro pueblo regular su existencia material y moral? Preocupado por esta trascendental cuestión, el general decidió no volver a desenvainar la espada antes de tenerla resuelta; se retiró a sus posesiones de Kœnigsberg.

La policía de Berlín lo vigilaba de cerca y el conde de Vanghel no se ocupó ya sino de sus meditaciones filosóficas y de Mina, su hija única. Murió pocos años después, joven aún, dejándole a su hija una inmensa fortuna y dejándola también en desgracia en la corte, lo que no es baladí en la orgullosa Germania. Cierto es que, como pararrayos contra esa desdicha, Mina de Vanghel contaba con uno de los apellidos más nobles de la Alemania oriental. Solo tenía dieciséis años; pero lo que por ella sentían ya los militares jóvenes con los que se trataba su padre rayaba en la veneración y el entusiasmo. Les gustaba el temperamento novelesco y adusto que le brillaba a veces en la mirada.


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Publicado el 16 de abril de 2018 por Edu Robsy.

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