La Mariposa
Teodoro Baró
Cuento infantil
Cuando la noche termina, los ángeles revolotean sobre el mar y las montañas, y por esto vemos una línea de oro y rosa detrás de los montes y encima de las aguas. Entonces es cuando las flores, que han pasado la noche dormidas, despiertan lanzando sus primeros suspiros; y como los suspiros de las flores son perfumes, embalsaman el ambiente.
Un día, al amanecer, despertó la magnolia, y al lanzar su primer suspiro oyó una vocecita, pero muy tenue, muy tenue que decía:
—¡Cuán dulce es tu aliento!
—¿Quién eres? preguntó la magnolia.
—Una mariposa.
—Las mariposas son nuestras hermanas; son las flores aladas. ¿Cómo estás aquí?
—Acabo de nacer. Al sentirme con alas he querido volar, pero me he cansado y en ti he buscado refugio.
—Los primeros instantes de la mañana son fríos. Yo te abrigaré, y cuando haya salido el sol podrás continuar tu vuelo.
La magnolia juntó sus pétalos.
—¡Qué bien se está aquí! dijo la mariposa. Parece que a tu calor mi cuerpo se transforma y adquieren fuerza mis alas.
Cuando los rayos del sol hubieron inundado la tierra, la magnolia abrió los pétalos.
—¿Puedo salir? preguntó la mariposa.
—Sí. Vuela si quieres.
—No me atrevo.
—Veo que posees una gran cualidad.
—¿Cuál es?
—La prudencia.
—¿En qué consiste la prudencia?
—En una virtud que nos enseña a discernir lo bueno de lo malo, para seguir lo primero y huir de lo segundo.
—¿Hay cosas malas?
—Sí, y el que no tiene prudencia para evitarlas suele convertirse en su víctima.
—Yo huiré de las cosas malas.
—Todas dicen lo mismo, pero no todas cumplen su propósito.
—No lo comprendo, porque lo malo debe rechazarse.
—Ten presente que el mal reúne a veces grandes atractivos y que sus galas y el placer que creemos ha de proporcionarnos, atraen y acaban por fascinar.
Dominio público
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Publicado el 19 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.