Textos peor valorados de Washington Irving disponibles

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autor: Washington Irving textos disponibles


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Rip Van Winkle

Washington Irving


Cuento


Obra póstuma de Diedrich Knickerbocker

Por Woden (Odin), Dios de los sajones, de quien procede Wednesday (miércoles) que es Wodensday (día de Odin). La verdad es algo que siempre conservaré hasta el día en que me arrastre hacia la tumba.

Cártwright.

EL CUENTO siguiente se encontró entre los papeles del difunto Díedrich Kníckerbocker, un viejo caballero de Nueva York, muy curioso respecto de la historia holandesa de la provincia y de las costumbres de los descendientes de sus primitivos colonos. Sus investigaciones históricas dirigíanse menos a los libros que a los hombres, pues que los primeros escaseaban lamentablemente en sus temas favoritos mientras que los viejos vecinos y, sobre todo sus mujeres, eran riquísimos en aquellas tradiciones y leyendas de valor inapreciable para el verídico historiador. Así, cuando le acontecía tropezar con alguna familia típica holandesa, agradablemente guarecida en su alquería de bajo techado, a la sombra del frondoso sicomoro, mirábala como un pequeño volumen de letra gótica antigua, cerrado y abrochado, y lo estudiaba y profundizaba con el celo de la polilla.

El resultado de todas estas investigaciones fué una historia de la provincia durante el dominio holandés, publicada hace algunos años. La opinión anduvo dividida con respecto del valor literario de esta obra que, a decir verdad, no vale un ápice más de lo que pudiera. Su mérito principal estriba en su exactitud, algo discutida por cierto en la época de su primera aparición, pero que ha quedado después completamente establecida y se admite ahora entre las colecciones históricas como libro de indiscutible autoridad.


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Dominio público
23 págs. / 41 minutos / 261 visitas.

Publicado el 25 de abril de 2016 por Edu Robsy.

Las Puertas del Infierno

Washington Irving


Cuento


A unos diez kilómetros de la célebre ciudad de Manhattoes, en aquel brazo de mar que queda entre el continente y Nassau o Long Island, se encuentra una angostura donde la corriente queda violentamente comprimida entre los promontorios que se proyectan hacia el mar y las rocas que forman numerosos peñascales. En el mejor de los casos, por ser una corriente violenta e impetuosa, ataca estos obstáculos con poderosa rabia: hirviendo en torbellinos con ruido ensordecedor y deshaciéndose en olas; rabiando y rugiendo en fuerte oleaje; en una palabra, cayendo en un paroxismo equivocado. En esas ocasiones, ¡ay de la desgraciada embarcación que se aventurase entre sus garras!

Sin embargo, este humor malvado prevalece en ciertos momentos de la marea. Cuando el agua está baja, por ejemplo, es tan pacífico que da gusto verlo; pero tan pronto sube aquélla, empieza a enojarse; a media marca ruje potentemente, como un marinero que pide más alcohol, y cuando la marea ha llegado a su altura máxima, duerme tan tranquilamente como un alcalde después de la comida. Puede comparársele con una persona dada a la bebida que se comporta pacíficamente mientras no bebe o no ha tomado todavía lo suficiente, pero que se parece al mismo diablo cuando ha terminado el viaje.


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Dominio público
3 págs. / 5 minutos / 462 visitas.

Publicado el 22 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

Cuentos de la Alhambra

Washington Irving


Cuentos, Historia, Colección


Prólogo del traductor

Muévenos a publicar esta versión española de la celebrada obra de Washington Irving, Cuentos de la Alhambra (Tales of the Alhambra), el deseo de popularizar —hoy que tan vivo interés ha conseguido despertar la literatura folklórica en Europa— ese precioso ciclo legendario que nace en torno de los alcázares granadinos durante la dominación musulmana, que se acrecienta con los poéticos episodios de la Reconquista y con los varios accidentes y trágicos sucesos del alzamiento de los moriscos, y que se ha perpetuado hasta nuestros días entre los viejos habitantes del árabe recinto.

Sabido es que la política inexorable de los vencedores obligó a buscar nueva patria a los desgraciados y míseros moriscos, abandonando sus hogares y sepultando en el amado suelo patrio preciados bienes y tesoros, con la esperanza de poderlos recuperar el día de su rehabilitación. Estos tesoros ocultos han sido el alma de mil interesantes leyendas, fábulas y cuentos maravillosos, transmitidos oralmente de generación en generación, y germen de una literatura novelesca en esta región meridional andaluza. A la circunstancia especialísima de haber vivido en la Alhambra el insigne escritor norteamericano Washington Irving, en el 1829 debemos el poder saborear algunas de estas narraciones encantadoras, que él a su vez recogió de labios de los habitantes de la histórica fortaleza morisca, y que forman páginas tan amenas e interesantes como las muslímicas de Las mil y una noches.


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282 págs. / 8 horas, 14 minutos / 872 visitas.

Publicado el 21 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Visita a los Lugares Colombinos

Washington Irving


Diario, viajes, crónica


Este extracto de su diario, traducido al español, es parte de lo anotado los días 12 y 14, y todo lo anotado el 13 de agosto de 1828.

El testimonio de este viajero romántico, refleja la vida cotidiana en los lugares colombinos (Moguer y Palos de la Frontera) del año 1828. Washington Irving fue a España para conocer sobre todo Andalucía, cuyas costumbres y formas de vida le fascinaron. Cuando escribe este relato en su diario reside en Sevilla y se acerca con el deseo de conocer los lugares en los que se gestó la aventura descubridora.

Martes, 12 de agosto de 1828

(...)


Justo después de atardecer llegamos a Moguer. Esta pequeña ciudad, de momento aún conserva dicha categoría, está situada a una legua más o menos de Palos, de donde, según me han dicho, ha ido gradualmente absorbiendo o todos sus habitantes más importantes, de entre ellos a la familia de los Pinzones.

Tan alejado está este pequeño lugar de la alborotada y bulliciosa ruta de los viajeros y tan falto de lo ostentación y de las vanaglorias de este mundo, que mi calesa, al tintinear ruidosamente por sus estrechas y mal pavimentadas calles, causó una gran sensación; los chiquillos corrían y gritaban a su lado, asombrados con los llamativos adornos de estambre y bronce, mirando con reverencia al importante visitante que llegaba en tan suntuoso vehículo.


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20 págs. / 35 minutos / 87 visitas.

Publicado el 24 de enero de 2023 por Edu Robsy.

Kidd el Pirata

Washington Irving


Cuento


Hace muchos años, poco tiempo después de haber tenido que entregar su Muy Poderosa Majestad el Señor Protector de los Estados Generales de Flandes el territorio de la Nueva Holanda al rey Carlos II de Inglaterra, mientras el territorio se encontraba todavía en un estado de general inquietud, esta provincia era el refugio de numerosos aventureros, gente de vida dudosa y de toda clase de caballeros de industria y de sujetos que miran con disgusto las limitaciones antiguas, impuestas por la ley y los diez mandamientos. Los más notables entre aquéllos eran los bucaneros, hienas del mar que tal vez en tiempo de guerra se habían educado en la escuela del corso, pero que habiendo sentido una vez la dulzura del saqueo, habían conservado para siempre la inclinación por ello. Hay muy poca distancia entre el marino que hace el corso y el pirata.

Ambos luchan por amor del saqueo, sólo que el último es el más bravo, pues afronta al enemigo y a la horca.


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6 págs. / 10 minutos / 222 visitas.

Publicado el 22 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

El Diablo y Tomás Walker

Washington Irving


Cuento


En Massachusetts, a unos pocos kilómetros de Boston, el mar penetra a gran distancia tierra adentro, partiendo de la Bahía de Charles, hasta terminar en un pantano, muy poblado de árboles. A un lado de esta ría se encuentra un hermoso bosquecillo, mientras que del otro la costa se levanta abruptamente, formando una alta colina, sobre la cual crecían algunos árboles de gran edad y no menor tamaño. De acuerdo con viejas leyendas, debajo de uno de estos gigantescos árboles se encontraba enterrada una parte de los tesoros del Capitán Kidd, el pirata. La ría permitía llevar secretamente el tesoro en un bote, durante la noche, hasta el mismo pie de la colina; la altura del lugar dejaba, además, realizar la labor, observando al mismo tiempo que no andaba nadie por las cercanías, y los corpulentos árboles reconocer fácilmente el lugar. Además, según viejas leyendas, el mismísimo diablo presidió el enterramiento del tesoro y lo tomó bajo su custodia; se sabe que siempre hace esto con el dinero enterrado, particularmente cuando ha sido mal habido. Sea como quiera, Kidd nunca volvió a buscarlo, pues fue detenido poco después en Boston, enviado a Inglaterra y ahorcado allí por piratería.


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16 págs. / 28 minutos / 185 visitas.

Publicado el 22 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

La Aventura del Negro Pescador

Washington Irving


Cuento


Todos conocen al negro Samuel, el viejo pescador, o como se le llama comúnmente, Samuel Barro, que durante medio siglo se ha dedicado a pescar en el brazo de mar. Hace ya muchos años, Samuel, que era un negro trabajador como el que más en la provincia, que cumplía sus labores en la hacienda de Killian Suydam, en Long Island, habiendo terminado la faena de aquel día a hora temprana, se dedicó a pescar cerca de Hell—Gate.

Ocupaba una embarcación muy ligera y, como conocía todas las corrientes y remolinos, cambiaba de lugar con frecuencia; tan distraído estaba con su ocupación que no se dio cuenta de que la marea bajaba rápidamente, hasta que el ruido de las corrientes de agua se lo advirtió; le fue muy difícil arrancar su bote de los remolinos y las rompientes y llevarlo hasta cerca de la costa de la isla de Blackwell. Aquí echó el ancla, esperando que al subir la marea pudiera llegar a casa. La noche era nublada y soplaban ráfagas de viento. Por occidente se cernían negros nubarrones; de cuando en cuando un relámpago anunciaba la proximidad de una tormenta de verano. En consecuencia, Samuel se dirigió a la isla de Manhattan, donde aseguró su bote a un tronco de árbol que se encontraba cerca de unas rocas a flor de agua. Extendió unas mantas sobre el bote, mientras empezaba a desencadenarse la tormenta. El viento arrancaba blanca espuma de las aguas; la lluvia azotaba las hojas de los árboles; retumbaba el trueno y los rayos iluminaban la escena, pero Samuel, refugiado bajo sus mantas, se durmió profundamente.


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31 págs. / 55 minutos / 521 visitas.

Publicado el 22 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

Wolfert Webber o los Sueños Dorados

Washington Irving


Cuento


En el año de gracia de mil setecientos y..., no me acuerdo la fecha exacta, aunque estoy seguro de que era a principios del siglo XVIII, vivía en la notable ciudad de Manhattoes un burger, Wolfert Webber de nombre. Descendía del viejo Cobus Webber, nativo de Brille, en Holanda, uno de los primeros colonizadores, cuya fama proviene de haber introducido la col en las colonias y que llegó a esta provincia durante el protectorado de Oloffe Van Kortlandt, conocido también por el nombre de «el soñador».

El campo en el cual Cobus Webber se instaló junto con sus coles permaneció siempre en manos de la familia, que continuó la misma clase de actividad, con esa perseverancia, digna de elogio, por la cual se distinguen los burgers holandeses. Durante varias generaciones, todo el genio de la familia se aplicó al estudio y desarrollo de ese noble vegetal; a esa concentración intelectual se debe, sin duda, el prodigioso tamaño y la fama que alcanzaban las coles de los Webber.

Esta dinastía continuó sin interrupción; ningún linaje dio pruebas más indiscutibles de legitimidad. El hijo mayor heredaba tanto la apariencia como los terrenos de su progenitor; si se hubieran tomado los retratos de esta familia de tranquilos potentados, hubieran presentado una línea de cabezas de un parecido maravilloso, tanto en la forma como en el tamaño con los vegetales que cultivaban.


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24 págs. / 43 minutos / 197 visitas.

Publicado el 22 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

Los Buscadores de Tesoros

Washington Irving


Cuentos, Colección


Introducción

Encontrado entre los papeles del difunto Dietrich Knickerboker

...Ahora recuerdo esas voces de viejas que en mi niñez me contaban cuentos de invierno,
Y me hablaban de espíritus y de fantasmas
Que se deslizaban en la noche
Alrededor del lugar donde se oculta un tesoro.

El Judío de Malta, Marlowe

Las Puertas del Infierno

A unos diez kilómetros de la célebre ciudad de Manhattoes, en aquel brazo de mar que queda entre el continente y Nassau o Long Island, se encuentra una angostura donde la corriente queda violentamente comprimida entre los promontorios que se proyectan hacia el mar y las rocas que forman numerosos peñascales. En el mejor de los casos, por ser una corriente violenta e impetuosa, ataca estos obstáculos con poderosa rabia: hirviendo en torbellinos con ruido ensordecedor y deshaciéndose en olas; rabiando y rugiendo en fuerte oleaje; en una palabra, cayendo en un paroxismo equivocado. En esas ocasiones, ¡ay de la desgraciada embarcación que se aventurase entre sus garras!

Sin embargo, este humor malvado prevalece en ciertos momentos de la marea. Cuando el agua está baja, por ejemplo, es tan pacífico que da gusto verlo; pero tan pronto sube aquélla, empieza a enojarse; a media marca ruje potentemente, como un marinero que pide más alcohol, y cuando la marea ha llegado a su altura máxima, duerme tan tranquilamente como un alcalde después de la comida. Puede comparársele con una persona dada a la bebida que se comporta pacíficamente mientras no bebe o no ha tomado todavía lo suficiente, pero que se parece al mismo diablo cuando ha terminado el viaje.


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82 págs. / 2 horas, 24 minutos / 230 visitas.

Publicado el 22 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

El Valle Encantado

Washington Irving


Cuento


Encontrada entre los papeles del difunto Diedrich Knickerbocker

Es tierra bonancible de extrañas fantasías,
De ensueños que se ciernen sobre ojos entornados,
Y encantados castillos en nubes fugitivas
Que siempre se coloran en cielos estivales.
—Castle of Indolence.

EN EL fondo de una de aquellas espaciosas ensenadas, que tanto abundan en las playas orientales del Hudson, y en un gran ensanchamiento del río, denominado Tappan Zee por los antiguos navegantes holandeses, donde acortaban velas prudentemente, invocando la protección de San Nicolás para atravesarlo, yacía una pequeña aldea o puerto rural que algunos llaman Gréensburgh, pero que es general y propiamente conocida por el nombre de Tarry Town (Lugar de parada). Se dice que este nombre le fué dado antiguamente por las buenas comadres del pueblo vecino, con motivo de la inveterada costumbre de sus maridos de estacionarse en las tabernas en los días de mercado. Sea de ello lo que fuere, yo no garantizo el hecho sino simplemente lo consigno en mi deseo de ser preciso y auténtico. No muy lejos del pueblo, quizá a dos millas más o menos, existe un diminuto valle o más bien un repliegue del terreno entre altas colinas, que es uno de los sitios más tranquilos en todo el universo. Un pequeño arroyo lo atraviesa, deslizándose con suave murmullo que invita al reposo; siendo el reclamo eventual de la codorniz o el golpeteo del pájaro carpintero los únicos ruidos que turban de vez en cuando la tranquilidad estática de aquel paraje.


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39 págs. / 1 hora, 8 minutos / 1.144 visitas.

Publicado el 26 de abril de 2016 por Edu Robsy.

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