Textos más populares esta semana de Washington Irving | pág. 2

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autor: Washington Irving


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Wolfert Webber o los Sueños Dorados

Washington Irving


Cuento


En el año de gracia de mil setecientos y..., no me acuerdo la fecha exacta, aunque estoy seguro de que era a principios del siglo XVIII, vivía en la notable ciudad de Manhattoes un burger, Wolfert Webber de nombre. Descendía del viejo Cobus Webber, nativo de Brille, en Holanda, uno de los primeros colonizadores, cuya fama proviene de haber introducido la col en las colonias y que llegó a esta provincia durante el protectorado de Oloffe Van Kortlandt, conocido también por el nombre de «el soñador».

El campo en el cual Cobus Webber se instaló junto con sus coles permaneció siempre en manos de la familia, que continuó la misma clase de actividad, con esa perseverancia, digna de elogio, por la cual se distinguen los burgers holandeses. Durante varias generaciones, todo el genio de la familia se aplicó al estudio y desarrollo de ese noble vegetal; a esa concentración intelectual se debe, sin duda, el prodigioso tamaño y la fama que alcanzaban las coles de los Webber.

Esta dinastía continuó sin interrupción; ningún linaje dio pruebas más indiscutibles de legitimidad. El hijo mayor heredaba tanto la apariencia como los terrenos de su progenitor; si se hubieran tomado los retratos de esta familia de tranquilos potentados, hubieran presentado una línea de cabezas de un parecido maravilloso, tanto en la forma como en el tamaño con los vegetales que cultivaban.


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24 págs. / 43 minutos / 198 visitas.

Publicado el 22 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

El Palacio de la Alhambra

Washington Irving


Cuento


En mayo de 1829, acompañado por un amigo, miembro de la Embajada rusa en Madrid, capital de España, inicio el viaje que había de llevarme a conocer las hermosas regiones de Andalucía. Las amenas incidencias que matizaron el camino se pierden ante el espectáculo que ofrece la región más montañosa de España, y que comprende el antiguo reino de Granada, último baluarte de los creyentes de Mahoma.

En un elevado cerro, cerca de la ciudad, se ha construido la antigua fortaleza rodeada de gruesas murallas y con capacidad para albergar una guarnición de cuarenta mil guerreros.

Dentro de ese recinto se levantaba la residencia de los reyes: el magnífico palacio de la Alhambra. Su nombre deriva del término Aljamra, la roja, porque, la primitiva fortaleza llamábase Cala—al—hamra, es decir, castillo o fortaleza roja.

Sobre sus orígenes no están de acuerdo los investigadores. Para unos la fortaleza fue construida por los romanos; para otros, por los pueblos ibéricos de la comarca y luego ocupada por los árabes al conquistar el territorio de la península.

Expulsados los moros de España, los reyes cristianos residían en ella por breves temporadas. Después de la visita de Felipe V, el palacio cayó en el más completo abandono.

La fortaleza quedó a cargo de un gobernador con numerosa fuerza militar y atribuciones especiales e independiente de la autoridad del capitán general de Granada.

Para llegar a la Alhambra es necesario atravesar la ciudad y subir por un accidentado camino llamado la “Cuesta de Gomeres”, famosa por ser citada en cuantos romances y coplas corren por España.

Al llegar a la entrada de la fortaleza, llama la atención una grandiosa puerta de estilo griego, mandada construir por el emperador Carlos V.


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3 págs. / 5 minutos / 140 visitas.

Publicado el 29 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

Los Buscadores de Tesoros

Washington Irving


Cuentos, Colección


Introducción

Encontrado entre los papeles del difunto Dietrich Knickerboker

...Ahora recuerdo esas voces de viejas que en mi niñez me contaban cuentos de invierno,
Y me hablaban de espíritus y de fantasmas
Que se deslizaban en la noche
Alrededor del lugar donde se oculta un tesoro.

El Judío de Malta, Marlowe

Las Puertas del Infierno

A unos diez kilómetros de la célebre ciudad de Manhattoes, en aquel brazo de mar que queda entre el continente y Nassau o Long Island, se encuentra una angostura donde la corriente queda violentamente comprimida entre los promontorios que se proyectan hacia el mar y las rocas que forman numerosos peñascales. En el mejor de los casos, por ser una corriente violenta e impetuosa, ataca estos obstáculos con poderosa rabia: hirviendo en torbellinos con ruido ensordecedor y deshaciéndose en olas; rabiando y rugiendo en fuerte oleaje; en una palabra, cayendo en un paroxismo equivocado. En esas ocasiones, ¡ay de la desgraciada embarcación que se aventurase entre sus garras!

Sin embargo, este humor malvado prevalece en ciertos momentos de la marea. Cuando el agua está baja, por ejemplo, es tan pacífico que da gusto verlo; pero tan pronto sube aquélla, empieza a enojarse; a media marca ruje potentemente, como un marinero que pide más alcohol, y cuando la marea ha llegado a su altura máxima, duerme tan tranquilamente como un alcalde después de la comida. Puede comparársele con una persona dada a la bebida que se comporta pacíficamente mientras no bebe o no ha tomado todavía lo suficiente, pero que se parece al mismo diablo cuando ha terminado el viaje.


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Dominio público
82 págs. / 2 horas, 24 minutos / 230 visitas.

Publicado el 22 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

Kidd el Pirata

Washington Irving


Cuento


Hace muchos años, poco tiempo después de haber tenido que entregar su Muy Poderosa Majestad el Señor Protector de los Estados Generales de Flandes el territorio de la Nueva Holanda al rey Carlos II de Inglaterra, mientras el territorio se encontraba todavía en un estado de general inquietud, esta provincia era el refugio de numerosos aventureros, gente de vida dudosa y de toda clase de caballeros de industria y de sujetos que miran con disgusto las limitaciones antiguas, impuestas por la ley y los diez mandamientos. Los más notables entre aquéllos eran los bucaneros, hienas del mar que tal vez en tiempo de guerra se habían educado en la escuela del corso, pero que habiendo sentido una vez la dulzura del saqueo, habían conservado para siempre la inclinación por ello. Hay muy poca distancia entre el marino que hace el corso y el pirata.

Ambos luchan por amor del saqueo, sólo que el último es el más bravo, pues afronta al enemigo y a la horca.


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6 págs. / 10 minutos / 222 visitas.

Publicado el 22 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

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