Textos más cortos de Wilkie Collins | pág. 2

Mostrando 11 a 20 de 28 textos encontrados.


Buscador de títulos

autor: Wilkie Collins


123

La Hija de Jezabel

Wilkie Collins


Novela


PRIMERA PARTE

El señor David Glenney evoca
sus recuerdos y da inicio
a la historia

CAPÍTULO I

En lo que toca a la hija de Jezabel, mis remembranzas se inician con la muerte de dos caballeros extranjeros, en dos países distintos, el mismo día del mismo año.

Ambos eran hombres de cierta importancia en sus respectivas esferas, y eran desconocidos el uno para el otro.

El señor Ephraim Wagner, comerciante (originalmente de Frankfurt del Main), falleció en Londres el 3 de septiembre de 1828.

El doctor Fontaine —famoso en su tiempo por los descubrimientos que realizó en el campo de la química experimental— murió en Wurtzburgo el 3 de septiembre de 1828.

Al comerciante y al doctor los sobrevivieron sendas viudas. La viuda del comerciante (una inglesa) no tenía hijos. La viuda del doctor (descendiente de una familia del sur de Alemania) tenía una hija en la cual encontrar consuelo.

En esa lejana época —escribo estas líneas en el año de 1878, a medio siglo de distancia de los hechos— yo era un joven empleado en la oficina del señor Wagner. Como era sobrino de su esposa, me había recibido con toda amabilidad como un miembro más de su hogar. Lo que relataré a continuación, lo vi con mis propios ojos y lo escuché con mis propios oídos. Mi memoria es confiable. Como otros ancianos, recuerdo los sucesos que tuvieron lugar en los inicios de mi vida con mucha más claridad que los que ocurrieron hace sólo dos o tres años.


Información texto

Protegido por copyright
324 págs. / 9 horas, 28 minutos / 71 visitas.

Publicado el 6 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

El Hombre de Negro

Wilkie Collins


Novela


ANTES DE LA HISTORIA

Primera escena. Boulogne-sur Mer: El duelo

I

Los médicos no podían hacer nada más por lady Berrick. Cuando los médicos de una dama que ha alcanzado los setenta años de edad recomiendan el suave clima del sur de Francia, lo que quieren dar a entender, a la pata la llana, es que han agotado todos sus recursos. La viuda decidió concederle su oportunidad al suave clima francés, y a continuación decidió (según sus propias palabras) «morir en casa». El viaje de regreso fue lento, y la última vez que oí hablar de ella había llegado a París. Fue a principios de noviembre. Una semana después me encontré en el club con su sobrino, Lewis Romayne.

—¿Qué te trae a Londres en esta época del año: —pregunté.

—La fatalidad me persigue —respondió con gesto grave—. Soy uno de los hombres más desdichados de la tierra.

Tenía treinta años; no estaba casado; era el envidiable poseedor de una antigua y hermosa finca, Vange Abbey; no tenía parientes pobres; era uno de los hombres más apuestos de Inglaterra. Si a eso añadimos que yo soy un oficial retirado del ejército, que mi renta es paupérrima, mi esposa desagradable y mis cuatro hijos feos, y que llevo a mis espaldas una carga de cincuenta años, a nadie le sorprenderá que mis palabras de respuesta a Romayne, llenas de amarga sinceridad, fueran las siguientes:

—¡Pues que el Cielo me conceda poder intercambiar nuestros lugares!

—¡Que el Cielo te lo conceda! —profirió con igual sinceridad—. Lee esto.


Información texto

Protegido por copyright
326 págs. / 9 horas, 31 minutos / 96 visitas.

Publicado el 6 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

El Legado de Caín

Wilkie Collins


Novela


A la señora de Henry Powell Bartley:

Permítame asociar mi nombre al suyo al publicar esta novela.
No encuentro empleo más placentero para la pluma que he
utilizado para escribir mis libros, que el de reconocer lo
que le debo a la pluma que con habilidad y paciencia
ha copiado mis manuscritos para la imprenta.

WlLKIE COLLINS

Wimpole Street

6 de diciembre de 1888

PRIMER PERÍODO: 1858-1859

Acontecimientos ocurridos en la prisión, relatados por el Alcaide

CAPÍTULO I

El Alcaide explica

A petición de alguien que tiene unos derechos sobre mí que no puedo dejar de reconocer, consiento en volver la vista a lo sucedido hace muchos años, y en describir acontecimientos que tuvieron lugar entre los muros de una prisión inglesa durante el periodo en que desempeñé en ella el cargo de Alcaide.

Al examinar mi tarea a la luz de lo que después supe, creo que procederé sabiamente si ejerzo cierto control sobre la libertad de mi pluma.

Me propongo mantener en silencio el nombre del pueblo en el cual se ubica la prisión confiada en una época a mi cuidado. Observaré una discreción similar en lo que concierne a los individuos involucrados, algunos de los cuales ya han muerto, mientras que otros aún viven en la actualidad.


Información texto

Protegido por copyright
369 págs. / 10 horas, 47 minutos / 176 visitas.

Publicado el 1 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

La Respuesta Es No

Wilkie Collins


Novela


Libro primero. En la escuela

Capítulo I. Un festín de contrabando

Afuera del dormitorio la noche era oscura y silenciosa.

En el jardín, la llovizna era tan fina que no se la oía; en el aire estancado por la calma no se movía ni una hoja; el perro guardián dormía; los gatos habían buscado refugio en la casa; bajo el cielo lóbrego, ningún sonido, fuera próximo o distante, rompía el silencio.

En el dormitorio la noche era oscura y silenciosa.

La señora Ladd conocía demasiado bien sus deberes de directora de escuela como para permitir luces encendidas durante las noches; y se suponía que las jóvenes de la señora Ladd estaban profundamente dormidas, de acuerdo con los reglamentos de la institución. Sólo a ratos se interrumpía levemente el silencio, cuando el suave roce de unas sábanas delataba que una de las chicas se había dado la vuelta, intranquila, en su cama. En los largos períodos de quietud no se oía ni la suave respiración de las jóvenes dormidas.

El primer sonido revelador de vida y movimiento acusó el compás mecánico del reloj. Desde las regiones inferiores de la casa, la voz del Padre Tiempo anunció la hora que precedía a la medianoche.

Cerca de la puerta de la habitación, una voz suave se alzó desfallecida. Contó las campanadas del reloj y le recordó la hora a una de las chicas.

—¡Emily!, las once.

No hubo respuesta. Al cabo de un momento, la voz fatigada volvió a intentarlo, esta vez un poco más alto.

—¡Emily!

Una joven, cuya cama se encontraba en el extremo más alejado de la habitación, suspiró en el pesado bochorno de la noche y dijo en tono perentorio:

—¿Es Cecilia la que habla?

—Sí.

—¿Qué quieres?

—Tengo hambre, Emily. ¿La chica nueva duerme?

La chica nueva respondió rápida y resentida:

—No, no duerme.


Información texto

Protegido por copyright
389 págs. / 11 horas, 22 minutos / 77 visitas.

Publicado el 2 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

La Reina del Mal

Wilkie Collins


Novela


Afectuosamente dedicado a
Holman Hunt

Antes de la historia. La educación de la señorita Westerfield

1. El juicio

Los caballeros del jurado se retiraron a deliberar.

Su Presidente se distinguía de todos ellos por ser el más brillante y el más elocuente, siendo por ello una persona muy respetada entre sus colegas. Por una vez, puede decirse que el hombre adecuado estaba en el cargo adecuado.

De los once hombres del jurado, cuatro tenían personalidades muy superficiales. Eran estos:

El Hambriento, que exigía constantemente que le trajeran la cena.

El Despistado, que hacía dibujos en su cuaderno de notas.

El Nervioso, que no se alteraba por nada.

Y el Callado, que era quien finalmente decidía el veredicto.

De los otros siete miembros del jurado, uno era un Soñoliento bajito que jamás solía causar problemas; otro era un Inválido con muy mal humor que siempre hacía su trabajo a regañadientes, y cinco pertenecían a esa especie mayoritaria y feliz de la población que se deja gobernar con docilidad: de lo que no sabe, no opina.

Cuando el Presidente se sentó a la cabecera de la mesa, y sus colegas a ambos lados, el silencio cayó sobre ese jurado masculino. (Circunstancia que normalmente no se da en las reuniones de mujeres). La clase de silencio que se produce cuando nadie se atreve a hablar en primer lugar.

Cuando sucedía esto, era obligación del Presidente hacer con sus cofrades deliberadores lo que acostumbramos a hacer cuando se nos para el reloj: darle cuerda al jurado, y ponerlo a trabajar.

—Caballeros. ¿Se han formado ya una opinión definitiva sobre el caso?

Algunos contestaron que sí y otros que no. El pequeño Soñoliento no dijo nada. El Inválido malhumorado exclamó:

—¡Vamos allá!


Información texto

Protegido por copyright
394 págs. / 11 horas, 29 minutos / 72 visitas.

Publicado el 2 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

La Dama y la Ley

Wilkie Collins


Novela


Al lector

No creo necesario escribir un prefacio a este libro que ofrezco al lector. Sólo pido que se tengan presentes ciertas verdades establecidas que, de vez en cuando, se olvidan al leer una obra de ficción. Agradecería que se recordase:

a) que las acciones de los seres humanos no siempre se rigen por las leyes de la razón pura;

b) que el ser humano (en especial si es mujer) no suele ofrecer su amor a los seres que más se lo merecen en opinión de los amigos;

c) que, por todo lo dicho, los personajes y los hechos más inverosímiles pueden, dentro de los límites de nuestra experiencia personal, ser personajes perfectamente naturales y hechos perfectamente probables.

Habiendo escrito estas breves líneas, ya he dicho todo lo necesario por ahora. Me despido cordialmente.

W. C.

Londres, 1 de febrero de 1875.

Capítulo I. El error de la novia

«Porque, desde el principio de los tiempos, las mujeres santas que confiaban en Dios se honraban sometiéndose a sus esposos; Sara obedecía a Abraham, llamándole señor, y también sus hijas y las hijas de sus hijas».

Con estas conocidas palabras mi tío, el reverendo Starkweather, puso fin a la ceremonia del matrimonio según el rito de la Iglesia anglicana. Luego, cerró su libro y me miró desde el altar, con una cariñosa expresión de interés en su ancha y colorada cara. Al mismo tiempo, mi tía, la señora Starkweather, de pie junto a mí, me dio unos suaves golpecitos en el hombro y me dijo:

—¡Ya estás casada, Valeria!


Información texto

Protegido por copyright
407 págs. / 11 horas, 53 minutos / 50 visitas.

Publicado el 3 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Basil

Wilkie Collins


Novela


Dedicatoria

Al Señor
Charles James Ward

Carta a modo de dedicatoria al Señor Charles James Ward

Hace ya muchísimo tiempo que esperaba con verdadero placer, mi querido y viejo amigo, que llegase el momento propicio para rendirle el debido reconocimiento por el gran valor en que tengo el afecto que usted me profesa, así como el agradecimiento por las muchas muestras de amabilidad que ese afecto me ha deparado, y que ahora le ofrezco con inmensa alegría en este lugar. Al dedicarle esta obra que ahora se publica, cumplo por consiguiente un propósito que durante bastante tiempo he deseado muy sinceramente llevar a cabo. Por si fuera poco, para mí gano la satisfacción de saber que habrá al menos una página de mi libro que siempre habré de contemplar con absoluto placer, y no es otra que la página que lleva su nombre.

El principal acontecimiento del que brota esta narración es un suceso real del que he tenido conocimiento. Al dar después forma al relato, a medida que se me iba sugiriendo por sí solo, lo he guiado casi siempre hacia el terreno que mejor conozco por mi propia experiencia, o bien por las experiencias que me han referido otros, de manera que, en su transcurso, incidiera sobre algo real y verdadero. Mi idea era que cuanto más pudiera cosechar de lo real, en calidad de texto a partir del cual hablase, tanto más seguro podría estar respecto del valor genuino de lo ideal que sin duda brotaría de él. La imaginación y la fantasía, la elegancia y la belleza, y todas las cualidades que son para la obra de arte lo que son para la flor el aroma y la coloración, sólo pueden ascender hacia el cielo si están enraizadas en la tierra. ¿No es acaso la más noble poesía esa ficción en prosa de la verdad cotidiana?


Información texto

Protegido por copyright
411 págs. / 11 horas, 59 minutos / 88 visitas.

Publicado el 31 de enero de 2017 por Edu Robsy.

Corazón y Ciencia

Wilkie Collins


Novela


A Sarony (de Nueva York)
Artista, fotógrafo y buen amigo.

Libro I

Capítulo I

El siglo XIX, viejo y ya cansado, se encaminaba hacia sus últimos veinte años de vida.

Hacia las dos de la tarde, Ovid Vere (del Colegio Real de Médicos), de pie frente a la ventana de su consulta en Londres, miraba hacia la calle, tranquila y polvorienta bajo el sol estival.

Había recibido una advertencia que debe de resultar familiar a los hombres ajetreados de nuestro tiempo: los síntomas que delatan un carácter alterado y que aconsejan reposo tras un exceso de trabajo. Con una próspera carrera ante sí (y a sus escasos treinta y un años de edad), se había visto obligado a pedir a un compañero que se hiciera cargo de su consulta, y a dar a su cerebro, que tanto había fatigado, un descanso que habría de prolongarse durante los meses posteriores. Para el día siguiente tenía previsto embarcarse rumbo al Mediterráneo en el yate de un amigo.

Hombre activo, dedicado en cuerpo y alma a su profesión, no era alguien dotado de la feliz habilidad de saber entregarse al instante a una existencia ociosa. Para Ovid, el mero acto de mirar por la ventana, y preguntarse, qué hacer a continuación, representaba más de lo que podía soportar.

Se volvió hacia su mesa de trabajo. Si estuviera casado, su mujer le habría recordado que, en las presentes circunstancias, no había nada en común entre él y la mesa. Pero ya que se encontraba privado de superintendencia conyugal, se rebelaba contra sus propias reglas. Su mano inquieta abrió un cajón, y tomó un trabajo de medicina escrito de su puño y letra. «Sin duda —pensó— puedo terminar un capítulo antes de hacerme a la mar mañana».


Información texto

Protegido por copyright
447 págs. / 13 horas, 2 minutos / 81 visitas.

Publicado el 2 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

El Secreto de Sara

Wilkie Collins


Novela


Prefacio

The Dead Secret hizo su primera aparición ante los lectores por entregas, semana tras semana. Una vez completada, se reimprimió en dos volúmenes. Tras haberse agotado dicha edición, la historia sale a la luz pública en la presente forma.

Al haber ejercitado mi mano con anterioridad en una serie de relatos breves (recogidos e impresos como After Dark y The Queen of Hearts), me arriesgué por primera vez, en este libro, a intentar crear una obra de ficción ininterrumpida, de aparición periódica durante una serie de semanas. La experiencia resultó satisfactoria tanto en este país como en Norteamérica. Dos de los personajes que aparecen en estas páginas —Rosamond y el tío Joseph— han tenido la fortuna de encontrar amigos que se encariñaran con ellos por doquier. Un personaje de esta historia trazado de un modo mucho más elaborado —Sarah Leeson— ha sido, creo, menos entendido en general. La idea de representar, en este personaje, la influencia de una grave responsabilidad en una mujer de naturaleza tímida, cuya mente no era ni tan fuerte como para soportarla ni tan valiente como para rehuirla, me atraía por aquel entonces y me sigue atrayendo tanto, que personalmente concedo a Sarah Leeson el lugar de honor en la pequeña galería de retratos que contiene mi historia. Quizás, al afirmar esto, sólo esté reconociendo, en otras palabras, que los padres de familias literarias comparten con los padres en general las consabidas incongruencias y a veces quieren irracionalmente al hijo que siempre les ha dado mayores problemas.


Información texto

Protegido por copyright
456 págs. / 13 horas, 19 minutos / 254 visitas.

Publicado el 2 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

La Reina de Corazones

Wilkie Collins


Novela


Carta dedicatoria

A Émile Forgues

En un tiempo en el que los lectores franceses desconocían por completo mi obra, apareció con su firma un análisis crítico de mis novelas en la Revue des Deux Mondes. Leí ese artículo, en el momento de su publicación, con sincero placer y gratitud hacia su autor, y desde entonces he hecho honestamente todo lo posible por beneficiarme de él.

Posteriormente, cuando se llegó a un acuerdo para publicar mis novelas en París, usted emprendió amablemente la tarea, no exenta de sacrificios para su comodidad, de brindar a la primera de la serie —«The Dead Secret»— la gran ventaja de ser vertida por su pluma al francés. Su maravillosa traducción de «The Lighthouse» ya me había mostrado la valía de su asistencia; y cuando «The Dead Secret» fue publicada en su versión francesa, aunque sensiblemente satisfecho, de ningún modo me sorprendió descubrir que mi afortunada obra de ficción no había sido traducida en el sentido mecánico de la palabra, sino transformada de una novela que yo había escrito en mi idioma a una novela que usted podría haber escrito en el suyo.

Me dispongo a pedirle que me conceda un nuevo favor literario aceptando la dedicatoria de este libro; se trata del agradecimiento más diligente que ha estado en mi mano ofrecerle a modo de compensación por lo que le debo como crítico, traductor y amigo.


Información texto

Protegido por copyright
458 págs. / 13 horas, 22 minutos / 138 visitas.

Publicado el 1 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

123