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Las Aventuras de Sherlock Holmes

Arthur Conan Doyle


Novela


Dedicatoria

A
mi viejo maestro,
Joseph Bell, M.D., &c.
de
2, Melville Crescent,
Edimburgo

Parte I

Escándalo en Bohemia

Capítulo I

Ella es siempre, para Sherlock Holmes, la mujer Rara vez le he oído hablar de ella aplicándole otro nombre. A los ojos de Sherlock Holmes, eclipsa y sobrepasa a todo su sexo. No es que haya sentido por Irene Adler nada que se parezca al amor. Su inteligencia fría, llena de precisión, pero admirablemente equilibrada, era en extremo opuesta a cualquier clase de emociones. Yo le considero como la máquina de razonar y de observar más perfecta que ha conocido el mundo; pero como enamorado, no habría sabido estar en su papel. Si alguna vez hablaba de los sentimientos más tiernos, lo hacía con mofa y sarcasmo. Admirables como tema para el observador, excelentes para descorrer el velo de los móviles y de los actos de las personas. Pero el hombre entrenado en el razonar que admitiese intrusiones semejantes en su temperamento delicado y finamente ajustado, daría con ello entrada a un factor perturbador, capaz de arrojar la duda sobre todos los resultados de su actividad mental. Ni el echar arenilla en un instrumento de gran sensibilidad, ni una hendidura en uno de sus cristales de gran aumento, serían más perturbadores que una emoción fuerte en un temperamento como el suyo. Pero con todo eso, no existía para él más que una sola mujer, y ésta era la que se llamó Irene Adler, de memoria sospechosa y discutible.


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Dominio público
336 págs. / 9 horas, 49 minutos / 3.029 visitas.

Publicado el 25 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

En el Siglo XXIX: la Jornada de un Periodista Americano en el 2889

Julio Verne


Cuento


Los hombres de este siglo XXIX viven en medio de un espectáculo de magia continua, sin que parezcan darse cuenta de ello. Hastiados de las maravillas, permanecen indiferentes ante lo que el progreso les aporta cada día. Siendo más justos, apreciarían como se merecen los refinamientos de nuestra civilización. Si la compararan con el pasado, se darían cuenta del camino recorrido. Cuánto más admirables les parecerían las modernas ciudades con calles de cien metros de ancho, con casas de trescientos metros de altura, a una temperatura siempre igual, con el cielo surcado por miles de aerocoches y aeroómnibus. Al lado de estas ciudades, cuya población alcanza a veces los diez millones de habitantes, qué eran aquellos pueblos, aquellas aldeas de hace mil años, esas París, esas Londres, esas Berlín, esas Nueva York, villorrios mal aireados y enlodados, donde circulaban unas cajas traqueteantes, tiradas por caballos. ¡Sí, caballos! ¡Es de no creer! Si recordaran el funcionamiento defectuoso de los paquebotes y de los ferrocarriles, su lentitud y sus frecuentes colisiones, ¿qué precio no pagarían los viajeros por los aerotrenes y sobre todo por los tubos neumáticos, tendidos a través de los océanos y por los cuales se los transporta a una velocidad de 1500 kilómetros por hora? Por último, ¿no se disfrutaría más del teléfono y del telefoto, recordando los antiguos aparatos de Morse y de Hugues, tan ineficientes para la transmisión rápida de despachos?

¡Qué extraño! Estas sorprendentes transformaciones se fundamentan en principios perfectamente conocidos que nuestros antepasados quizás habían descuidado demasiado. En efecto, el calor, el vapor, la electricidad son tan antiguos como el hombre. A fines del siglo XIX, ¿no afirmaban ya los científicos que la única diferencia entre las fuerzas físicas y químicas reside en un modo de vibración, propio de cada una de ellas, de las partículas etéricas?


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Dominio público
17 págs. / 30 minutos / 1.661 visitas.

Publicado el 29 de agosto de 2019 por Edu Robsy.

Corona Patriótica

Ricardo Palma


Crónica, biografía


I

Años hace que mi voz se eleva para saludar el día más clásico de la historia del pueblo, donde la mano de la Providencia me señalara un espacio para cuna y donde tal vez encontré mi cabeza! postrero Independiente como el que más, mi corazón juvenil se ha henchido de entusiasmo ante los recuerdos que el 28 de julio despierta. Hijo de América he saludado al sol de julio, al sol de la Libertad mi fede cristiano ha consagrado al santo de Israel un himno que vibra aun en lo más íntimo del corazón.

Y hoy también se alza mi voz débil, pero sincera; porque ¡patria mía! tengo fe y creo en el porvenir que los cielos te reservan; porvenir que será espléndido, como tus bosques perfumados, inmortal como tus Andes, cuyas cimeras de plata penetran en el arrebolado firmamento, y en las que acaso posa su invisible planta el genio benéfico que preside tus destinos.

II

Bajo el azul turquí de un cielo siempre sereno y majestuoso, alentado por los rayos de un sol magnífico, alzábase un pueblo a la felicidad.

Llanos de esmeralda cubiertos de flores delicadas que abren sus corolas a los frescos besos del rocío, montes con entrañas de oro y plata que se destacan en el espacio como gigantes de granito, lagos cuyos pacíficos cristales apenas riza el murmullo de los céfiros;

Panorama donde se hallan adunados vida, esplendor y dicha, tal fue el imperio de Manco.

Ese pueblo amó al Ser Eterno en la luz y el Sol fue su divinidad.

Y en verdad ¿no os habéis imaginado cuando eleváis a Dios el pensamiento y los ojos a la bóveda estrellada, que ese sol coronado de topacios, que esa diadema esplendorosa de la cual están suspendidos los azules cortinajes del palacio de Jehová, no os habeis imaginado repito, que ese astro fecundante es el brillo de su mirada, la huella de su grandeza?


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Dominio público
9 págs. / 16 minutos / 561 visitas.

Publicado el 3 de octubre de 2019 por Edu Robsy.

Yerma

Federico García Lorca


Teatro


Personajes

YERMA
MARÍA
VIEJA PAGANA
DOLORES
LAVANDERA 1ª
LAVANDERA 2ª
LAVANDERA 3ª
LAVANDERA 4ª
LAVANDERA 5ª
LAVANDERA 6ª
MUCHACHA 1ª
MUCHACHA 2ª
HEMBRA
CUÑADA 1ª
CUÑADA 2ª
MUJER 1ª
MUJER 2ª
NIÑOS
JUAN
VÍCTOR
MACHO
HOMBRE 1º
HOMBRE 2º
HOMBRE 3º

Acto primero

Cuadro Primero

(Al levantarse el telón está YERMA dormida con un tabanque de costura a los pies. La escena tiene una extraña luz de sueño. Un pastor sale de puntillas mirando fijamente a YERMA. Lleva de la mano a un niño vestido de blanco. Suena el reloj. Cuando sale el pastor, la luz se cambia por una alegre luz de mañana de primavera. YERMA se despierta.)

CANTO VOZ DENTRO.—

A la nana, nana, nana,
a la nanita le haremos
una chocita en el campo
y en ella nos meteremos.

YERMA.—Juan, ¿me oyes? Juan.

JUAN.—Voy.

YERMA.—Ya es la hora.

JUAN.—¿Pasaron las yuntas?

YERMA.—Ya pasaron.

JUAN.—Hasta luego. (Va a salir.)

YERMA.—¿No tomas un vaso de leche?

JUAN.—¿Para qué?

YERMA.—Trabajas mucho y no tienes tú cuerpo para resistir los trabajos.

JUAN.—Cuando los hombres se quedan enjutos se ponen fuertes como el acero.

YERMA.—Pero tú no. Cuando nos casamos eras otro. Ahora tienes la cara blanca como si no te diera en ella el sol. A mí me gustaría que fueras al río y nadaras y que te subieras al tejado cuando la lluvia cala nuestra vivienda. Veinticuatro meses llevamos casados, y tú cada vez más triste, más enjuto, como si crecieras al revés.

JUAN.—¿Has acabado?


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Dominio público
36 págs. / 1 hora, 4 minutos / 5.427 visitas.

Publicado el 20 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

Amor de Don Perlimplín con Belisa en su Jardín

Federico García Lorca


Teatro


Cuadro primero

Casa de don PERLIMPLÍN. Paredes verdes con las sillas y muebles pintados en negro. Al fondo, un balcón por el que se verá el balcón de Belisa. PERLIMPLÍN viste casaca verde y peluca blanca llena de bucles. Marcolfa, criada, el clásico traje de rayas.

PERLIMPLÍN. ¿Sí?

MARCOLFA. Sí.

PERLIMPLÍN. Pero ¿por qué sí?

MARCOLFA. Pues porque sí.

PERLIMPLÍN. ¿Y si yo te dijera que no?

MARCOLFA. (Agria). ¿Qué no?

PERLIMPLÍN. No.

MARCOLFA. Dígame, señor mío, las causas de ese no.

PERLIMPLÍN. (Pausa). Dime tú, doméstica perseverante, las causas de ese sí.

MARCOLFA. Veinte y veinte son cuarenta…

PERLIMPLÍN. (Escuchando). Adelante.

MARCOLFA. Y diez cincuenta.

PERLIMPLÍN. Vamos.

MARCOLFA. Con cincuenta años ya no se es un niño.

PERLIMPLÍN. Claro.

MARCOLFA. Yo me puedo morir de un momento a otro.

PERLIMPLÍN. ¡Caramba!

MARCOLFA. (Llorando). ¿Y qué será de usted sólo en este mundo?

PERLIMPLÍN. ¿Qué sería?

MARCOLFA. Por eso tiene que casarse.

PERLIMPLÍN. (Distraído). ¿Sí?

MARCOLFA. (Enérgica). Sí.

PERLIMPLÍN. (Angustiado). Pero Marcolfa… ¿por qué sí? Cuando yo era niño una mujer estranguló a su esposo. Era zapatero. No se me olvida. Siempre he pensado no casarme. Yo con mis libros tengo bastante. ¿De qué me va a servir?

MARCOLFA. El matrimonio tiene grandes encantos, mi señor. No es lo que se ve por fuera. Está lleno de cosas ocultas. Cosas que no está bien que sean dichas por una servidora… Ya se ve…

PERLIMPLÍN. ¿Qué?

MARCOLFA. Me he puesto colorada.

(Pausa. Se oye un piano).

UNA VOZ. (Dentro, cantando).


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Dominio público
15 págs. / 27 minutos / 1.345 visitas.

Publicado el 21 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

La Cueva de Salamanca

Miguel de Cervantes Saavedra


Teatro, Entremés, Drama


Salen PANCRACIO, LEONARDA y CRISTINA.

PANCRACIO
Enjugad, señora, esas lágrimas, y poned pausa a vuestros suspiros, considerando que cuatro días de ausencia no son siglos. Yo volveré, a lo más largo, a los cinco, si Dios no me quita la vida; aunque será mejor, por no turbar la vuestra, romper mi palabra y dejar esta jornada, que sin mi presencia se podrá casar mi hermana.

LEONARDA
No quiero yo, mi Pancracio y mi señor, que por respeto mío vos parezcáis descortés; id en hora buena y cumplid con vuestras obligaciones, pues las que os llevan son precisas, que yo me apretaré con mi llaga y pasaré mi soledad lo menos mal que pudiere. Solo os encargo la vuelta y que no paséis del término que habéis puesto. Tenme, Cristina, que se me aprieta el corazón.

Desmáyase LEONARDA.

CRISTINA
¡Oh, qué bien hayan las bodas y las fiestas! En verdad, señor, que si yo fuera que vuesa merced, que nunca allá fuera.

PANCRACIO
Entra, hija, por un vidro de agua para echársela en el rostro. Mas espera; direle unas palabras que sé al oído, que tienen virtud para hacer volver de los desmayos.

Dícele las palabras; vuelve LEONARDA diciendo:

LEONARDA
Basta; ello ha de ser forzoso; no hay sino tener paciencia, bien mío; cuanto más os detuviéredes más dilatáis mi contento. Vuestro compadre Leoniso os debe de aguardar ya en el coche. Andad con Dios; que Él os vuelva tan presto y tan bueno como yo deseo.

PANCRACIO
Mi ángel, si gustas que me quede, no me moveré de aquí más que una estatua.

LEONARDA
No, no, descanso mío; que mi gusto está en el vuestro; y por agora mas que os vais, que no os quedéis, pues es vuestra honra la mía.


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Dominio público
11 págs. / 20 minutos / 1.433 visitas.

Publicado el 18 de junio de 2018 por Edu Robsy.

La Venta

Francisco de Quevedo y Villegas


Teatro, Entremés, Comedia


Personas

GRAJAL, moza de la venta
UN MOZO DE MULAS
CORNEJA
VENTERO
UNA MUJER
UN ESTUDIANTE
GUEVARA Y SU COMPAÑÍA
MÚSICOS QUE CANTAN

La Venta

Sale CORNEJA, vejete, con un rosario, y canta dentro GRAJAL.

CORNEJA
Mas líbranos del mal, amén, Jesús.

Canta GRAJAL.

GRAJAL
Es ventero Corneja.
Todos se guarden,
que hasta el nombre le tiene
de malas aves.
¿Qué harán las ollas,
donde las lechuzas
pasan por pollas?

CORNEJA
Linda letra me canta mi criada.
No sé cómo la sufro, ¡vive Cristo!
Ella se baila toda cada día,
y siempre está cantando estos motetes,
y sisa, y es traviesa y habladora.
Moza de venta no ha de ser canora.
¡Grajal!

GRAJAL
Dentro. Señor.

CORNEJA
¡El tono con que chilla!

Sale GRAJAL, cantando.
Quien temiere ratones,
venga a esta casa,
donde el huésped los guisa
como los caza.
Zape aquí, zape allí, zape allá,
que en la venta está,
que en la venta está.

CORNEJA
¡Válgante los demonios por cantora!
Ya que cantas de chanza,
¿es bueno el villancico en mi alabanza?

GRAJAL
Capítulo segundo, en que se trata
en cómo se responde en esta venta.

CORNEJA
¿Coronista te haces?

GRAJAL
Tenga cuenta.
Canta.
Dicen «señor huésped»,
responde el gato;
y en diciéndole «¡zape!»,
se va mi amo.

CORNEJA
¡Jesús, Jesús! ¡Qué cosa tan extraña,
que no es para mi punto lo que dice!
¿Has compuesto las camas?
¿Has echado en la olla lo que sabes?


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Dominio público
4 págs. / 7 minutos / 2.563 visitas.

Publicado el 18 de junio de 2018 por Edu Robsy.

Aguafuertes Porteñas

Roberto Arlt


Crónica, Artículo


Yo no tengo la culpa

Yo siempre que me ocupo de cartas de lectores, suelo admitir que se me hacen algunos elogios. Pues bien, hoy he recibido una carta en la que no se me elogia. Su autora, que debe ser una respetable anciana, me dice:

"Usted era muy pibe cuando yo conocía a sus padres, y ya sé quién es usted a través de su Arlt".

Es decir, que supone que yo no soy Roberto Arlt. Cosa que me está alarmando, o haciendo pensar en la necesidad de buscar un pseudónimo, pues ya el otro día recibí una carta de un lector de Martínez, que me preguntaba:

"Dígame, ¿usted no es el señor Roberto Giusti, el concejal del Partido Socialista Independiente?"

Ahora bien, con el debido respeto por el concejal independiente, manifiesto que no; que yo no soy ni puedo ser Roberto Giusti, a lo más soy su tocayo, y más aún: si yo fuera concejal de un partido, de ningún modo escribiría notas, sino que me dedicaría a dormir truculentas siestas y a "acomodarme" con todos los que tuvieran necesidad de un voto para hacer aprobar una ordenanza que les diera millones.

Y otras personas también ya me han preguntado: "¿Dígame, ese Arlt no es pseudónimo?".

Y ustedes comprenden que no es cosa agradable andar demostrándole a la gente que una vocal y tres consonantes pueden ser un apellido.

Yo no tengo la culpa que un señor ancestral, nacido vaya a saber en qué remota aldea de Germanía o Prusia, se llamara Arlt. No, yo no tengo la culpa.


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Dominio público
110 págs. / 3 horas, 13 minutos / 1.173 visitas.

Publicado el 20 de junio de 2018 por Edu Robsy.

El Conde Lucanor

Infante Don Juan Manuel


Cuento, Tratado


Anteprólogo

Este libro fizo don Johan, fijo del muy noble infante don Manuel, deseando que los omnes fiziessen en este mundo tales obras que les fuessen aprovechosas de las onras et de las faziendas et de sus estados, et fuessen más allegados a la carrera porque pudiessen salvar las almas. Et puso en él los enxiemplos más aprovechosos que él sopo de las cosas que acaesçieron, porque los omnes puedan fazer esto que dicho es. Et sería maravilla si de cualquier cosa que acaezca a cualquier omne, non fallare en este libro su semejança que acaesçió a otro.


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Dominio público
244 págs. / 7 horas, 7 minutos / 1.420 visitas.

Publicado el 27 de junio de 2018 por Edu Robsy.

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