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textos disponibles fecha: 08-01-2023


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Macachines

Javier de Viana


Cuentos, colección


MACACHÍN. — OXÁLIS PLATENSIS.

Oxalidáceas. — Pequeña planta silvestre de flores rosadas y amarillas y tubérculos comestibles.

Soledad

Había una sierra baja, lampiña, insignificante, que parecía una arruga de la tierra. En un canalizo de bordes rojos, se estancaba el agua turbia, salobre, recalentada por el sol.

A la derecha del canalizo, extendíase una meseta de campo ruin, donde amarilleaban las masiegas de paja brava y cola de zorro, y que se iba allá lejos, hasta el fondo del horizonte, desierta y desolada y fastidiosa como el zumbido de una misma idea repetida sin cesar.

A la izquierda, formando como costurón rugoso de un gris opaco, el serrijón se replegaba sobre sí mismo, dibujando una curva irregular salpicada de asperezas. Y en la cumbre, en donde las rocas parecen hendidas por un tajo de bruto, ha crecido un canelón que tiene el tronco torcido y jiboso, la copa semejante a cabeza despeinada y en conjunto, el aspecto de una contorsión dolorosa que naciera del tormento de sus raíces aprisionadas, oprimidas, por las rocas donde está enclavado.

Casi al pie del árbol solitario, dormitaba una choza que parecía construida para servir de albergue a la miseria; pero a una miseria altanera, rencorosa, de aristas cortantes y de agujados vértices. Más allá, los lastrales sin defensa y los picachos adustos, se sucedían prolongándose en ancha extensión desierta que mostraba al ardoroso sol de enero la vergüenza de su desolada aridez. Y en todas partes, a los cuatro vientos de la rosa, y hasta en el cielo, de un azul uniforme, se notaba idéntica expresión de infinita y abrumadora soledad.


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Dominio público
132 págs. / 3 horas, 51 minutos / 108 visitas.

Publicado el 8 de enero de 2023 por Edu Robsy.

Cómo y Porqué Hizo Dios la R.O.

Javier de Viana


Cuento


El progreso, incesante y rápido, ha transformado en poco tiempo, y de manera casi radical, la campaña uruguaya. Los modernos medios de cultura modifican las costumbres patriarcales de antaño. La antigua estancia, el caserón tosco y macizo que, como centinela encargado de vigilar la inmensa heredad, se alzaba en la loma desnuda, va cediendo el paso a los chalés policromos, rodeados de parques y jardines que aíslan la morada del propietario.

El patrón ya no va en mangas de camisa y en alpargatas a compartir el amargo y a «prosear» con la peonada en la tertulia de los fogones. Los hábitos democráticos de aquella sociedad primitiva, van desapareciendo. Apenas si quedan algunos pocos ejemplares del estanciero-caudillo, patrón, jefe y padre, respetado y querido en la paz y en la guerra.

Para encontrar todavía el tipo de la estancia antigua con su azotea denegrida, sus galpones pajizos, sus «enramadas» y sus ombúes; para ver la vieja vida pastoril en que el patrón y la patrona y los hijos de los patrones forman como una sola familia, es necesario ir al norte, buscar en las abruptas proximidaddes de la frontera brasileña, allí donde aún tiene crédito el parejero criollo, donde el lazo y las boleadoras no han sido totalmente vencidos por los bretes, donde el chiripá y la bota de potro se llevan sin menosprecio.

En invierno, cuando las lluvias hinchan los arroyos, cuando durante semanas enteras las gentes se ven obligadas a la reclusión en «las casas», cuando, por la misma causa, ninguna visita llega a las «casas», cuando las tareas camperas quedan casi en absoluto paralizadas, el tedio invade las almas. En los días turbios y en las noches negras, la cocina atrae y el fogón reune en rueda igualitaria a los amos y a la servidumbre.


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Dominio público
2 págs. / 3 minutos / 29 visitas.

Publicado el 8 de enero de 2023 por Edu Robsy.

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