Un Buen Tirito
Emilia Pardo Bazán
Cuento
Para que se supiese por qué voy a pegarme un buen tirito en la sien —pensó Rafael Marco— muy pocas horas antes de poner por obra su funesta resolución tendrían que estar dentro de mí, haberme seguido paso a paso, y sólo así se convencerían del incomprensible encarnizamiento y perseverancia con que me persigue la mala suerte.
Y además de estar dentro de mí tendrían ¡cómo les desprecio!, que poder comprender lo que no comprenden jamás: que no hay males grandes ni pequeños, que el mal y el bien lo creamos nosotros, y que si nos persiguen a pinchazos, es peor que si, de una vez, nos hincan un cuchillo bien afilado en la espalda, entre los dos omóplatos…
Así, capaces serían de reírse si se les contase, por ejemplo, mi jornada de ayer, ¡qué no ha sido de las peores! Desperté con la boca más amarga que hiel y el estómago revuelto. Fui a tomar mi dosis de magnesia efervescente, y se había acabado la víspera. Envié a la botica a mi criada. ¡Oh la responsabilidad que a mi criada le corresponde en mi botiquín! ¡Y me trajo limonada gaseosa! Salté de la cama, y, al hacerlo, resbalé arrastrando conmigo el alfombrín, y fui a dar contra la cómoda, haciéndome un chichón en la frente.
Se reveló el dolor de cabeza.… Es mi compañero acostumbrado, y ya parece que sin él no me entiendo. Me conozco a mí mismo. Vivo bajo la sensación continua de una especie de mareo de mar, la angustia del comienzo de las náuseas. Mientras me ponía un perro gordo sujeto con un pañuelo sobre el chichón, luchaba con el deseo de que una escoba me barriese por dentro, enérgicamente, el estómago…
Dominio público
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Publicado el 9 de mayo de 2021 por Edu Robsy.