Un Dios de Sombrero de Copa
José Fernández Bremón
Cuento
I
Los amigos de don Teótimo Gravedo llenaban los salones de su espléndida morada, atraídos por esta singular invitación:
D. T... G... pronunciará un sermón muy corto en la noche del
próximo domingo, y después dará un té religioso a sus amigos. Tendrá la
mayor satisfacción si se digna Vd. honrar su casa aquella noche.
Era don Teótimo hombre ceremonioso y circunspecto, de cara larga,
nariz larga y patillas aún más largas que la cara y la nariz: su
estatura era tan alta, que los pantalones mejor medidos le resultaban
siempre cortos: sentado, parecía estar de pie, y de pie parecía andar en
zancos. Cuando los convidados estuvieron reunidos dijo extendiendo sus
brazos por encima de toda la reunión:
—Señores: Todos habéis notado que la fe desparece y lo habréis observado con dolor, porque me consta que todos sois deístas. Los cultos antiguos están en oposición con las ideas nuevas: son religiones para las mujeres y los niños. Acaso os decidiríais, para restaurar el sentimiento religioso, a practicar cualquiera de los ritos conocidos, pero sois gentes ocupadas; mientras se oye una misa se puede hacer un préstamo al Gobierno. Lejos de nosotros ahuyentar del mundo la idea de Dios, sombra benéfica, que da resignación al pobre y protege nuestras arcas. Dios nos ha hecho grandes servicios cuando era poderoso entre los hombres: no podemos abandonarle en la desgracia.
Dominio público
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Publicado el 11 de julio de 2024 por Edu Robsy.