Textos más largos disponibles publicados el 12 de diciembre de 2020 | pág. 4

Mostrando 31 a 32 de 32 textos encontrados.


Buscador de títulos

textos disponibles fecha: 12-12-2020


1234

Yo Soy un Corazón

José Nogales


Cuento


En la revuelta de un sendero que no sé adonde va, hallé un pobre hombre. Uno más, porque pobres hombres lo somos todos.

Vestía severamente, y su amplio y negro levitón se cerraba desde el cuello a las rodillas con cierta cautela decorosa. Tenía esa equívoca edad que puede señalarse con varias cifras: cuarenta y cinco, cincuenta, cincuenta y tres…. La barba entrecana, el pelo largo y descuidado, la mirada clara, la frente serena.

–¿Va usted al Sanatorio?

–No, señor –le contesté.

–¡Es lástima, porque usted también padece!

–¿De qué?

–De lo que padecemos todos los de ese Sanatorio.

Con una disimulada inquietud eché una rápida ojeada por mis achaques. ¡Qué nueva cosa tendré yo, Dios mío!

Hablamos; al principio, la charla fue algo incoherente y trivial.

–¿Muchos enfermos?

–Bastantes.

–¿Buenos médicos?

–Ninguno.

–¡Hombre!

–Aquí cumplimos enteramente el precepto evangélico.

–No veo la relación……

–Lo que usted no sabe es el sistema. ¿Qué ha dicho Jesús? “Dejad a los muertos que entierrren a sus muertos”

–Justo.

–¿Y qué deduce usted?

–Yo, nada.

–Los muertos antes de serlo son enfermos: así es que hay que dejar a los enfermos que los curen sus enfermos. La cosa es terminante.

–Estoy convencido… aunque no iniciado.

–Ya le iniciaremos. Por lo pronto, aquí nadie nos oye, le confiaré un secreto: ¡Yo soy un corazón!

José Nogales y Nogales, cuento


Leer / Descargar texto

Dominio público
2 págs. / 4 minutos / 62 visitas.

Publicado el 12 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.

Los Anteojos de Color

José Echegaray


Cuento


I

Don Trinidad de Aguirre ha muerto.

Esta noticia acaso no sorprenda a mis lectores, porque los lectores ya no se sorprenden de nada; pero debía sorprenderles.

Debía sorprenderles por varias razones. En primer lugar, porque ninguno de ellos habrá conocido al difunto, cuando todavía no era difunto. En segundo lugar, porque el suceso ha venido sobre todos nosotros con la rapidez del rayo, sin preparación de ningún género, sin un mal aviso de los periódicos, sin una papeleta de defunción siquiera: se nos dice que don Trinidad ha muerto, y no sabíamos que este don Trinidad existiese. Y en tercer lugar, porque la muerte de este señor ha sido de todo punto injustificada.

Con las entradas en y salidas de este mundo de lágrimas, sucede como con las entradas y salidas de los dramas: las hay que están más o menos justificadas, y las hay que no están justificadas de ninguna manera.

El mutis, digámoslo así, de don Trinidad, ha sido, pues, inesperado e injustificado.

Don Trinidad era joven, era rico, tenía figura simpática, talento natural, mucha ilustración, estaba para casarse con una chica preciosa y, sobre todo, gozó de una salud perfecta, hasta el momento de morirse, que esto no le sucede a todo el mundo.

¿Hay alguien que en estas condiciones se muera? Yo creo que no.

Pues, sin embargo, don Trinidad de Aguirre ha muerto.

Hace dos años viajó por Alemania; allá se estuvo unos meses y volvió del viaje como se fué: tan joven, tan rico, tan simpático, tan alegre y tan sano.

Pero en el mes de Noviembre del 96 tuvo un pequeño ataque a la vista.

Poca cosa, casi nada, enfermedad que no lo era, y que no tenía de serio más que el nombre, que no sé cuál fuese.


Leer / Descargar texto

Dominio público
1 pág. / 2 minutos / 175 visitas.

Publicado el 12 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.

1234