La Última Rubia
Clemente Palma
Cuento
Cuento futuro
A don Antonio Rubió y Lluch
El oro se había agotado absolutamente en las entrañas y en la
superficie de la tierra. Era tal la escasez de este precioso metal que
sólo uno que otro erudito tenía noticias de que hubiera existido. En un
museo de Chicago había dos monedas de diez dólares, guardadas en una
urna de cristal, que se consideraban como una de las más valiosas
curiosidades. En otro museo de Papeete (Tahití), se conservaba un
idolillo primitivo, tallado en la extinguida substancia; en París,
Tombuctú, Río de Janeiro, Estocolmo, guardaban los museos, con extrema
vigilancia, dos luises, una moneda de 50 paras, una de 10.000 reis y una
de 20 kroners respectivamente. Si no hubiera sido por todos estos
museos la antigua palabra oro, auro, en esperanto, habría sido
una palabra inútil, aún para expresar el recuerdo de una substancia que,
repito, sólo conocían unos cuantos eruditos. En cambio, la elaboración
del diamante se había perfeccionado tanto, que por cincuenta francos se
conseguía en el año 3025 uno del tamaño de una naranja.
Dominio público
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Publicado el 14 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.