Textos favoritos disponibles publicados el 20 de abril de 2016 | pág. 2

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textos disponibles fecha: 20-04-2016


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Mare Nostrum

Vicente Blasco Ibáñez


Novela


I. EL CAPITÁN ULISES FERRAGUT

Sus primeros amores fueron con una emperatriz.

El tenía diez años y la emperatriz seiscientos. Su padre, don Esteban Ferragut—tercera cuota del Colegio de Notarios de Valencia—, admiraba las cosas del pasado.

Vivía cerca de la catedral, y los domingos y fiestas de guardar, en vez de seguir á los fieles que acudían á los aparatosos oficios presididos por el cardenal-arzobispo, se encaminaba con su mujer y su hijo á oír misa en San Juan del Hospital, iglesia pequeña, rara vez concurrida en el resto de la semana.

El notario, que en su juventud había leído á Wálter Scott, experimentaba la dulce impresión del que vuelve á su país de origen al ver las paredes que rodean el templo, viejas y con almenas. La Edad Media era el período en que habría querido vivir. Y el buen don Esteban, pequeño, rechoncho y miope, sentía en su interior un alma de héroe nacido demasiado tarde al pisar las seculares losas del templo de los Hospitalarios. Las otras iglesias enormes y ricas le parecían monumentos de insípida vulgaridad, con sus fulguraciones de oro, sus escarolados de alabastro y sus columnas de jaspe. Esta la habían levantado los caballeros de San Juan, que, unidos á los del Temple, ayudaron al rey don Jaime en la conquista de Valencia.

Al atravesar un pasillo cubierto, desde la calle al patio interior, saludaba á la Virgen de la Reconquista traída por los freires de la belicosa Orden: imagen de piedra tosca, con colores y oros imprecisos, sentada en un sitial románico. Unos naranjos agrios destacaban su verde ramazón sobre los muros de la iglesia, ennegrecida sillería perforada por largos ventanales cegados con tapia. De los estribos salientes de su refuerzo surgían, en lo más alto, monstruosos endriagos de piedra, carcomida.


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460 págs. / 13 horas, 25 minutos / 278 visitas.

Publicado el 20 de abril de 2016 por Edu Robsy.

Oriente

Vicente Blasco Ibáñez


Viajes


CAMINO DE ORIENTE

I. La peregrinación cosmopolita

Recuerdo que en cierta ocasión tuve en mis manos un ejemplar de la Gaceta Imperial de Pekín, y al revolver sus finas hojas de papel de arroz, entre las apretadas columnas de misteriosos caracteres, sólo encontré dos anuncios comprensibles por sus grabados: el que llaman vulgarmente tío del bacalao, ó sea el marinero que lleva á sus espaldas un enorme pez, pregonando las excelencias de la Emulsión Scott, y una botella de largo cuello con la etiqueta «Vichy-État».

Pocas empresas en el mundo habrán hecho la propaganda que la Compañía Arrendataria de las aguas de Vichy.

Circulan por las calles de la pequeña y elegante ciudad francesa los pesados carromatos cargados de cajones, camino de la estación del ferrocarril. Marchan las botellas alineadas en apretadas filas al salir de Vichy, para luego esparcirse como una esperanza de salud. ¿Adonde van?... La fama de su nombre les asegura el dominio del mundo entero. Una botella irá á morir, derramando el líquido gaseoso de sus entrañas, en una aldea obscura de las montañas españolas, y la que cabecea junto á ella no se detendrá hasta llegar á alguna población sueca, cubierta de nieve, vecina al Polo; y la otra irá á Australia; y la de más allá arrojará su burbujeante contenido, bajo el sol del África, en un campamento de europeos, de estómago quebrantado por las escaseces de la colonización.

Y así como el agua de Vichy se esparce por el mundo, para llevar á remotos países sus virtudes curativas, los médicos de toda la tierra por un lado, y la moda por otro, empujan hacia aquí á las gentes más diversas de aspecto y de lengua.


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228 págs. / 6 horas, 39 minutos / 148 visitas.

Publicado el 20 de abril de 2016 por Edu Robsy.

Sangre y Arena

Vicente Blasco Ibáñez


Novela


I

Como en todos los días de corrida, Juan Gallardo almorzó temprano. Un pedazo de carne asada fue su único plato. Vino, ni probarlo: la botella permaneció intacta ante él. Había que conservarse sereno. Bebió dos tazas de café negro y espeso, y encendió un cigarro enorme, quedando con los codos en la mesa y la mandíbula apoyada en las manos, mirando con ojos soñolientos a los huéspedes que poco a poco ocupaban el comedor.

Hacía algunos años, desde que le dieron «la alternativa» en la Plaza de Toros de Madrid, que venía a alojarse en el mismo hotel de la calle de Alcalá, donde los dueños le trataban como si fuese de la familia, y mozos de comedor, porteros, pinches de cocina y viejas camareras le adoraban como una gloria del establecimiento. Allí también había permanecido muchos días—envuelto en trapos, en un ambiente denso cargado de olor de yodoformo y humo de cigarros—a consecuencia de dos cogidas; pero este mal recuerdo no le impresionaba. En sus supersticiones de meridional sometido a continuos peligros, pensaba que este hotel era «de buena sombra» y nada malo le ocurriría en él. Percances del oficio; rasgones en el traje o en la carne; pero nada de caer para siempre, como habían caído otros camaradas, cuyo recuerdo turbaba sus mejores horas.


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Dominio público
353 págs. / 10 horas, 18 minutos / 545 visitas.

Publicado el 20 de abril de 2016 por Edu Robsy.

De Carne y Hueso

Eduardo Zamacois


Cuento


INTRODUCCIÓN

Los astrónomos, al lanzar una mirada escrutadora á las profundidades del espacio, vieron que la Divinidad se empequeñecía y reculaba indefinidamente ante el poderoso objetivo de los telescopios, como los histólogos, analizando los elementos atómicos de los tejidos, desesperaron de poner jamás al alcance de sus escalpelos el espíritu humano: los astrónomos dudaron de Dios cuando el telescopio fracasó en el cielo, y los médicos dudaron del alma cuando el microscopio descompuso el nervio sin descubrir la X devorante de la vida; y es que el alma es la eterna quimera del individuo, como Dios es la quimera irresoluble del Cosmos.

Si es verdad, como dice Moleschott, que la inteligencia es un movimiento de la materia y que el hombre, como ser pensante, es producto de sus sentidos; y si es cierto, como afirma Taine, que «el pensamiento y la virtud son productos como el vitriolo y el azúcar,» ¿qué resta del espíritu, esa inmortal mariposuela voladora que la consoladora filosofía mística supone aleteando á través de las inmensidades siderales, en busca de su castigo ó de su salvación perdurable, después del último convulsivo estertor de la carne agonizante?...

Nada...

El alma no está en el vientre, como suponían los cartesianos, ni en la sangre, ni en el cerebro, y los que antiguamente se denominaron fenómenos psíquicos, son manifestaciones de la materia; vibraciones magnéticas de la carne omnipotente que ama, que desea, que sufre...

Eso es lo que la ciencia halló en el hombre: huesos que se mueven obedeciendo á órdenes musculares, y músculos que se contraen bajo el imperio de los nervios, que vibran sensaciones... ¡Materia, en fin, por todas partes! Materia que impresiona, materia que vibra, que se contrae y que obedece con la pasividad de lo inerte...


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125 págs. / 3 horas, 38 minutos / 252 visitas.

Publicado el 20 de abril de 2016 por Edu Robsy.

El Teatro por Dentro

Eduardo Zamacois


Crítica


LA FORMACIÓN DE LA COMPAÑÍA

Para que una compañía de las llamadas «de verso» merezca francamente y sin limitaciones el calificativo de «buena», no basta que sean notables todos los artistas que la componen; importa también que entre unos y otros haya cierta proporción ó equilibrio, pues de ello inmediatamente se derivará una belleza nueva: belleza de síntesis, belleza de conjunto.

Parece que la formación de una compañía es tarea fácil, sobre todo cuando el empresario es persona inteligente y propicia á no regatear al negocio aquellos gastos que éste reclame. Nada, sin embargo, más difícil, más ingrave y quebradizo, más sujeto á imprevistas mudanzas.

El que la «campaña teatral» haya de celebrarse en Madrid, es detalle que favorece y allana eficazmente las dificultades con que el director ó empresario ha de luchar. Los artistas prefieren una contrata modesta en Madrid, á marcharse á provincias, donde las temporadas generalmente son cortas, con un buen sueldo. Ellos, gobernados como están por el pueril sentimiento de la vanidad, adoran los elogios de la Prensa cortesana, y en los pequeños rincones provincianos la Fama no hace vibrar nunca sus trompetas gloriosas. En Madrid, además, tienen «su casa», su familia, hostil casi siempre al molesto ambular de la farándula, y lo que pierden en sueldos, lo ahorran en viajes y en fondas...

La circunstancia de que la contrata sea para Madrid, es, por consiguiente, lo único que positivamente favorece los intereses del empresario. Todo lo demás, á pesar del dinero y de los probables honores que va ofreciendo, le es inhospitalario y adverso, como la playa de un país enemigo.


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99 págs. / 2 horas, 53 minutos / 143 visitas.

Publicado el 20 de abril de 2016 por Edu Robsy.

Incesto

Eduardo Zamacois


Novela


I

Mercedes dió las buenas noches y salió: iba triste, algo pálida, con las ojeras violáceas y la mirada errabunda y brillante de las mujeres nerviosas a quienes el tósigo de una obsesión impide dormir tranquilas; y los dos viejecitos permanecieron sentados, contemplándose con aire melancólico.

Él ocupaba un cómodo sillón canonjil de ancho y sólido respaldar. Era un anciano como de sesenta años, envuelto en una bata obscura que caía a lo largo de su cuerpo alto y enjuto formando pliegues de majestuosa severidad sacerdotal; el pecho era angosto, el busto débil se encorvaba hacia adelante, obedeciendo a esa viciosa propensión física de las personas que envejecieron sentadas, y sus manos, bajo cuya piel rugosa serpeaban grandes venas azules, asían los brazos del sillón con afilados y amarillentos dedos de convaleciente.

Aquel cuerpo blandengue, enfermizo y tan para poco, contrastaba poderosamente con la cabeza; una cabeza apostólica que recordaba la de Ernesto Renán en sus últimos tiempos, y en la que aparecían acopladas la noble majestad de la vejez y la bizarra gallardía y el vivir heroico de la juventud.


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122 págs. / 3 horas, 33 minutos / 1.204 visitas.

Publicado el 20 de abril de 2016 por Edu Robsy.

La Cita

Eduardo Zamacois


Novela corta


LA CITA

I

Tras un largo mirar interrogante, lleno de conmiseración maternal, la actriz añadió:

—¡Ay, Ricardo!... ¿Por qué serás así? ¿Por qué no resignarte y hallar alegría en lo que tienes? ¿Por qué lo ajeno te admira, y lo tuyo, que á más de un descontentadizo haría dichoso, sólo te inspira hastío y desdén?...

Calló, y su voz débil, en la que hubo, juntamente con un desesperado anhelo de persuasión, la seguridad íntima de no conseguir nada, fué suplicante como el gesto de una mano mendiga.

Ricardo Villarroya adoptó en la butaquita donde estaba sentado una actitud más cómoda. Lanzó un suspiro. Sus cejas fuertes se arquearon sentimentales bajo la frente descollada y alta.

—¿Qué quieres?—dijo—, uno es... como nació. En medio de nuestras inconsecuencias aparentes, todos somos perenne y fatalmente esclavos de nosotros mismos. Lo disparatado obedece á leyes precisas; la existencia más aventurera, más incongruente, más copiosa en funambulescos altibajos, es ordenada como el vivir del campesino que jamás rebasó los horizontes avaros de su lugar. Lo raro no existe; lo raro, mi pobre Fuensanta, es la palabra con que enmascaramos lo que no sabemos, la explicación frívola de las concatenaciones ocultas que no adivinamos. Todo tiene su por qué; los mismos locos son, á su modo, discretos; el Destino es un tratado de lógica...

—¿Por lo visto, renuncias al propósito de redimirte?

—Completamente; soy un incurable.

Había cruzado una pierna sobre otra y bajó la cabeza, complaciéndose distraídamente en aplastar la ceniza de su cigarro contra la suela de su bota de charol; sus ojos se apagaron, las comisuras de sus labios descaecieron sin ilusión tras las guías viriles del bigote, y una intensa expresión de melancolía nubó su frente, envejecida prematuramente por el trabajo.


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170 págs. / 4 horas, 57 minutos / 203 visitas.

Publicado el 20 de abril de 2016 por Edu Robsy.

La Enferma

Eduardo Zamacois


Novela


ADVERTENCIA

Este libro, publicado en 1896, es mi primera novela: afortunadamente, la prensa apenas habló de ella, la edición fué corta y mi esfuerzo pasó inadvertido. Aunque ogaño la presento muy corregida, el lector sorprenderá en sus páginas candores y balbuceos de principiante, descripciones borrosas, retratos que mi mano bisoña no supo dejar rotunda y gallardamente concluídos, momentos psicológicos que el temor de parecer machacón y difuso, dejó mal alumbrados. Conste así en desagravio de la labor que luego he hecho.

E. Z.

Madrid, Junio 1903.


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197 págs. / 5 horas, 45 minutos / 199 visitas.

Publicado el 20 de abril de 2016 por Edu Robsy.

La Barraca

Vicente Blasco Ibáñez


Novela


AL LECTOR

He contado en el prólogo de mi libro En el país del Arte (Tres meses en Italia) cómo á mediados de 1895 tuve que huir de Valencia, después de una manifestación contra la guerra colonial, que degeneró en movimiento sedicioso, dando origen á un choque de los manifestantes con la fuerza pública.

Perseguido por la autoridad militar como presunto autor de este suceso, viví escondido algunos días, cambiando varias veces de refugio, mientras mis amigos me preparaban el embarque secreto en un vapor que iba á zarpar para Italia.

Uno de mis alojamientos fué en los altos de un despacho de vinos situado cerca del puerto, propiedad de un joven republicano, que vivía con su madre. Durante cuatro días permanecí metido en un entresuelo de techo bajo, sin poder asomarme á las ventanas que daban á la calle, por ser ésta de gran tránsito y andar la policía y la Guardia civil buscándome en la ciudad y sus alrededores.

Obligado á permanecer en una habitación interior, completamente solo, leí todos los libros que poseía el tabernero, los cuales no eran muchos ni dignos de interés. Luego, para distraerme, quise escri bir, y tuve que emplear los escasos medios que el dueño de la casa pudo poner á mi disposición: una botellita de tinta violeta á guisa de tintero, un portapluma rojo, como los que se usan en las escuelas, y tres cuadernillos de papel de cartas rayado de azul.


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Dominio público
170 págs. / 4 horas, 58 minutos / 1.906 visitas.

Publicado el 20 de abril de 2016 por Edu Robsy.

La Sirena Negra

Emilia Pardo Bazán


Novela


I

En la esquina de la Red de San Luis y el Caballero de Gracia, me separé del grupo que venía conmigo desde el teatro de Apolo, donde acabábamos de asistir á un estreno afortunado. Si hablase en alta voz, hubiese dicho «grupo de amigos», pero, para mi sayo, ¿qué necesidad tengo de edulcorar la infusión? Espero no poseer amigo ninguno; no tanto por culpa de los que pudieran serlo, cuanto por la mía. Si alguna vez me he dejado llevar del deseo de comunicación, de expansión, de registrarme el alma y enseñar un poco de su obscuro contenido—á la media hora de hacerlo estaba corrido y pesaroso, según estaría un sacerdote hebreo que hubiese permitido á un profano tocar al arca de alianza.

Por lo mismo, me guardé de terciar en la polémica que armaron sobre «la idea» de la obra. La tal idea es ya para mí una persona de toda confianza: por sexta vez en este invierno la aprovecha un autor. Según los recitados, cantares y diálogos de la zarzuelilla, la vida es buena, la alegría es santa y los que no andan por ahí chorreando satisfacción son unos porros. No sé por qué (acaso por efecto de la discusión trabada entre los del grupo, y que me golpeó en el cerebro con redoble de martillazos secos y ligeros sobre una placa sonora), la cuestión, en aquel momento, me preocupaba. Ningún problema, para el que vive, revestirá mayor interés que este de la calidad de la vida.


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Dominio público
127 págs. / 3 horas, 42 minutos / 310 visitas.

Publicado el 20 de abril de 2016 por Edu Robsy.

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