Los Huéspedes Inoportunos
Hermanos Grimm
Cuento infantil
En una ocasión dijo un gallo a una gallina.
—Ya es la estación de las nueces, iremos al prado antes que las coja todas la ardilla.
—Excelente idea, contestó la gallina, partamos pues; nos divertiremos mucho.
Fueron juntos al prado, donde permanecieron hasta la noche; entonces ya por vanidad, ya porque habían comido demasiado, no quisieron volver a pie a su casa, y el gallo se vio obligado a hacer un carrito con cáscaras de nuez. Cuando estuvo arreglado se sentó donde la gallina y mandó al gallo que se enganchase a la lanza.
—Tú estás equivocada, la contestó el gallo, mejor quiero volver a pie que engancharme como una yegua; no, eso no entra en nuestro convenio; en un caso haré de cochero y me sentaré en el pescante; pero arrastrar un coche, ¡ca!, eso no lo haré yo nunca.
Mientras disputaban de esta manera comenzó a gritar un ánade:
—¡Ah! ¡Ladrones! ¿Quién os ha dado permiso para estar bajo mis nogales? Esperad ¡Yo os arreglaré!
Y se precipitó con el pico abierto sobre el gallo, pero este volviendo las tornas sacudió bien al ánade, le puso el cuerpo como nuevo a picotazos, de modo que se dio por vencida y se dejó enganchar en el carruaje en castigo de su temeridad. El gallo se sentó en el pescante para dirigir el carro, que lanzó a la carrera gritando:
—¡Al galope!, ánade, ¡al galope!
Cuando habían andado ya un gran trecho del camino encontraron dos viajeros que iban a pie; eran un alfiler y una aguja que les gritaron:
—¡Alto!, ¡alto! Bien pronto, añadieron, será de noche y no podremos andar más, porque el camino está lleno de barro y nos hemos detenido bebiendo cerveza a la puerta de la posada del sastre, por lo que os suplicamos nos dejéis subir hasta la posada.
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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.