La Belleza Ideal
Pedro Antonio de Alarcón
Cuento
A mi amigo el señor don Carlos Navarro, redactor del periódico «LA ÉPOCA»
I. Sueños de la inocencia
Ya vi mi cielo yo
claro algún día.
Mostrábaseme amiga
la fortuna,
pareciendo en mi
bien estarse queda.
(FR. LUIS DE LEÓN.)
Volvamos a las aventuras de viaje… (dijo Enrique). —A mí me sucedió…
—¡Hola! ¡También V. ha tenido aventuras amorosas!…
—Sí, señor; pero nada más que una, allá en los tiempos en que por primera vez vine a la Corte…
—¡A ver! ¡A ver! —Oigamos a este poeta humorista…
—Oigámosle ¡Pero que hable con formalidad!
—Tomaré la cosa desde el principio, y procuraré ser lo más formal que pueda. —El caso fue el siguiente:
Hace ya muchos años que se publicaba en Madrid un periodiquito liberal, divinamente redactado, que tenía por título El Observador.
Estaba suscrito a él el boticario de mi pueblo, así como yo estaba abonado a la tertulia de su trasbotica, por lo que di en la mala costumbre de leer diariamente El Observador desde la cruz a la fecha, cosa que llegó a trastornarme el sentido, ni más ni menos que al ilustre Quijada la lectura de los libros de caballerías.
Como los periódicos se mezclan en todo y lo toman tan a pechos, que no parece sino que a ellos les importa algo el que el diablo se lleve la cantarera, aconteció que, al cabo de algunos años, cuando apenas contaba yo diez y ocho, se me había pegado la fatal manía de meterme en los cuidados ajenos, haciendo míos los asuntos de todos los españoles, inclusos los ministros y los diputados, quienes maldito el caso que hacían de mis negocios. —Sin conocer a Cortina, me peleaba por si había hablado bien o mal, u obrado tuerto o derecho: sin ser, no digo soldado, pero ni siquiera quinto, deseaba la prosperidad del Ejército; y, aunque no pertenecía a la Familia Real, recé alguna vez por que la Reina pariese varón…
Dominio público
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Publicado el 31 de octubre de 2020 por Edu Robsy.