El Gato
Javier de Viana
Cuento
Dominio público
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Publicado el 25 de octubre de 2022 por Edu Robsy.
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Dominio público
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Publicado el 25 de octubre de 2022 por Edu Robsy.
Leer / Descargar texto 'Actividad física desde la promoción y prevención en Fisioterapia'
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Publicado el 12 de mayo de 2021 por Edgar Serna M..
Leer / Descargar texto 'Actividad física desde la promoción y prevención en Fisioterapia'
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Publicado el 2 de julio de 2022 por Editorial Instituto Antioqueño de Investigación.
Leer / Descargar texto 'Manifiesto por la profesionalización del desarrollo de software'
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Publicado el 3 de marzo de 2021 por Edgar Serna M..
Leer / Descargar texto 'El ruido atronador del más profundo silencio'
Dominio público
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Publicado el 13 de febrero de 2022 por Cristóbal Miró Fernández .
Dominio público
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Publicado el 12 de octubre de 2022 por Edu Robsy.
Licencia limitada
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Publicado el 1 de enero de 2021 por Edu Robsy.
Había una vez una joven que era muy bonita, pero muy descuidada y perezosa. Cuando la hacían hilar, lo ejecutaba con tanto disgusto, que en vez de desenredar los pequeños pelotones de hilacha que se encuentran en el lino, los arrancaba a puñados que echaba en el suelo a su lado. Su criada, que era una hilandera muy trabajadora, recogía todas estas pizcas de lana, las limpiaba y las hilaba muy finas, y se llegó a hacer con ellas un bonito vestido.
Un joven pidió por mujer a la manirrota e iba ya a verificarse la boda. El día antes la activa criada bailaba muy alegre con su vestido nuevo; la novia comenzó a cantar:
Con los restos de mi hilacha
se ha arreglado mi muchacha.
El novio la preguntó lo que quería decir, y le contó que con el lino que había tirado se había hecho un vestido su criada. El joven, al saber esto, y al ver el descuido de la una y la actividad de la otra; dejó a su novia y se casó con la criada.
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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.
Licencia limitada
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Publicado el 2 de octubre de 2020 por Juan Carlos Vinent Mercadal.
Cuentan que Godoy, cuando estaba en la cumbre del poder y en lo mejor de su valimiento, protegió y favoreció pródigamente a sus antiguos camaradas los guardias de corps. A dos o tres de ellos los envió de embajadores, a otros los hizo gobernadores y hasta virreyes, y no pocos fueron de canónigos a diferentes catedrales.
Uno, que era algo místico y no sin razón presumía de teólogo, tuvo una canongía en Sevilla.
Meses después de estar instalado en su canongía, escribió a una señora íntima suya, que vivía en Madrid.
En la carta encarecía y ponderaba, como es justo, el esplendor y la hermosura de la gran ciudad del Betis, contaba lo bien que le iba en su nuevo empleo y residencia y afirmaba que no dejaba nunca de asistir a coro, rezando, cantando y alabando a Dios en compañía de los otros canónigos.
Luego añadía como cosa que le había chocado en extremo y que era digna de memoria:
—Aquí todo se reza en latín menos el Gloria Patri.
Dominio público
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Publicado el 6 de enero de 2021 por Edu Robsy.