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El Ser y la Nada y Otros Cien Microcuentos

Francisco A. Baldarena


selección de microcuentos





El Ser y la Nada 


Un día en que estaba por demás aburrido, un hombre se puso a pensar en cuál sería la imagen reflejada por dos espejos contrapuestos. De manera que tomó dos espejos del mismo tamaño y los colocó frente a frente, cosa que solo reflejaran sus vacías superficies. En uno de ellos, raspándole por detrás, hizo un orificio casi imperceptible por el cual miró y entonces conoció la nada. 





Lobisón Mordiendo a un Lobo 


Alguien en la taberna preguntó qué pasaría si un lobisón mordiera a un lobo, y eso quedó dando vueltas en la cabeza de Prosper —séptimo hijo varón, que huyendo de las persecuciones por parte de los habitantes de su aldea natal, vino a dar por esos parajes una tarde de otoño, hacía ya un buen par de años—, mientras bebía coñac en una mesa apartada del bullicio que hacían los parroquianos.  En la siguiente luna llena, transformado en lobisón, Prosper subió a la montaña, donde vivían las manadas de lobos, y nomás cruzarse con uno, lo acorraló contra unas rocas y le dio un mordisco en una pata, tal cual lo hiciera el Mago del Siam, en el cuento de Boris Vian «El Lobo Hombre». El lobo se tambaleó por un momento y desfalleció enseguida.  Prosper creyó que el lobo había muerto, pero casi de inmediato, el animal reaccionó y empezó a convulsionar y a retorcerse violentamente hasta que, poco a poco, fue transformándose en hombre, tal cual en el citado cuento del escritor francés. Incluso aterrado, como solo puede estarlo un lobisón en su misma situación, Prosper se animó a preguntar, entre gruñidos, para que el otro no advirtiera su amedrentamiento, quién era.


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Creative Commons
32 págs. / 57 minutos / 282 visitas.

Publicado el 30 de abril de 2023 por Francisco A. Baldarena .

Drácula

Bram Stoker


Novela


I. DEL DIARIO DE JONATHAN HARKER

Bistritz, 3 de mayo. Salí de Münich a las 8:35 de la noche del primero de mayo, llegué a Viena a la mañana siguiente, temprano; debí haber llegado a las seis cuarenta y seis; el tren llevaba una hora de retraso. Budapest parece un lugar maravilloso, a juzgar por lo poco que pude ver de ella desde el tren y por la pequeña caminata que di por sus calles. Temí alejarme mucho de la estación, ya que, como habíamos llegado tarde, saldríamos lo más cerca posible de la hora fijada. La impresión que tuve fue que estábamos saliendo del oeste y entrando al este. Por el más occidental de los espléndidos puentes sobre el Danubio, que aquí es de gran anchura y profundidad, llegamos a los lugares en otro tiempo sujetos al dominio de los turcos.

Salimos con bastante buen tiempo, y era noche cerrada cuando llegamos a Klausenburg, donde pasé la noche en el hotel Royale. En la comida, o mejor dicho, en la cena, comí pollo preparado con pimentón rojo, que estaba muy sabroso, pero que me dio mucha sed. (Recordar obtener la receta para Mina). Le pregunté al camarero y me dijo que se llamaba "paprika hendl", y que, como era un plato nacional, me sería muy fácil obtenerlo en cualquier lugar de los Cárpatos. Descubrí que mis escasos conocimientos del alemán me servían allí de mucho; de hecho, no sé cómo me las habría arreglado sin ellos.

Como dispuse de algún tiempo libre cuando estuve en Londres, visité el British Museum y estudié los libros y mapas de la biblioteca que se referían a Transilvania; se me había ocurrido que un previo conocimiento del país siempre sería de utilidad e importancia para tratar con un noble de la región.


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Dominio público
511 págs. / 14 horas, 55 minutos / 2.171 visitas.

Publicado el 10 de junio de 2016 por Edu Robsy.

El Extraño Caso del Dr. Jekyll y Mister Hyde

Robert Louis Stevenson


Novela


1. Historia de la puerta

El Sr. Utterson, el abogado, era un hombre de rostro duro en el cual no brillaba jamás una sonrisa; frío, lacónico y confuso en su modo de hablar; poco expansivo; flaco, alto, de porte descuidado, triste, y sin embargo, capaz no sé por qué, de inspirar afecto. En las reuniones de amigos, y cuando el vino era de su gusto, había en todo su ser algo eminentemente humano que chispeaba en sus ojos; pero ese no sé qué, nunca se traducía en palabras; sólo lo manifestaba por medio de esos síntomas mudos que aparecen en el rostro después de la comida, y de un modo más ostensible, por los actos de su vida. Era rígido y severo para consigo mismo; bebía ginebra cuando se hallaba solo, para mortificarse por su afición al vino; y, aunque le agradaba el teatro, hacía veinte años que no había penetrado por la puerta de ninguno. Pero tenía para con los demás una tolerancia particular; á veces se sorprendía, no sin una especie de envidia, de las desgracias ocurridas á hombres inteligentes, complicados ó envueltos en sus propias maldades, y siempre procuraba más bien ayudar que censurar. "Me inclino,—tenía por costumbre decir, no sin cierta agudeza—hacia la herejía de Caín; dejo que mi hermano siga su camino en busca del diablo." Con ese carácter, resultaba á menudo, que era el último conocido honrado y la última influencia buena para aquellos cuya vida iba á mal fin; y aún á esos, durante todo el tiempo que andaban á su alrededor, jamás llegaba á demostrar ni siquiera la sombra de un cambio en su manera de ser.


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Dominio público
82 págs. / 2 horas, 24 minutos / 6.272 visitas.

Publicado el 24 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

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