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Gracias y Desgracias del Ojo del Culo

Francisco de Quevedo y Villegas


Tratado


Gracias y desgracias del ojo del culo, dirigidas a Doña Juana Mucha, Montón de Carne, Mujer gorda por arrobas.

Escribiólas Juan Lamas, el del camisón cagado

Quien tanto se precia de servidor de vuesa merced, ¿qué le podrá ofrecer sino cosas del culo? Aunque vuesa merced le tiene tal, que nos lo puede prestar a todos. Si este tratado le pareciere de entretenimiento, léale y pásele muy despacio y a raíz del paladar. Si le pareciere sucio, límpiese con él, y béseme muy apretadamente. De mi celda. etc.


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10 págs. / 18 minutos / 2.099 visitas.

Publicado el 20 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Alcestis

Eurípides


Teatro, Tragedia, Tragedia griega


Argumento

Desterrado Apolo del cielo por la muerte de los cíclopes, forjadores de los rayos con que Zeus mató a su hijo Esculapio, se refugió en el palacio de Admeto, rey de la Tesalia, cuyos ganados guardó, siendo recompensado por él generosamente. Agradecido a sus beneficios le salvó una vez la vida engañando a las Parcas, y obtuvo después el consentimiento de Zeus para librarlo de la muerte, si encontraba algún otro que quisiese morir por él. La empresa no era nada fácil, y hasta los padres de Admeto, ya ancianos, rehusaron hacer por su hijo este sacrificio. Sin embargo, Alcestis, su esposa, no vaciló en dar por él su vida, aunque joven, bella y reina, y dejando dos hijos huérfanos.


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Dominio público
34 págs. / 1 hora / 715 visitas.

Publicado el 20 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Arte Nuevo de Hacer Comedias

Lope de Vega Carpio


Poesía, Crítica, Teatro


El arte nuevo de hacer comedias en este tiempo

Dirigido a la Academia de Madrid

Mándanme, ingenios nobles, flor de España,
que en esta junta y Academia insigne,
en breve tiempo excederéis no sólo
a las de Italia, que envidiando a Grecia,
ilustró Cicerón del mismo nombre
junto al Averno lago, sino Atenas,
adonde en su platónico Liceo,
se vio tan alta junta de filósofos,
que un arte de comedias os escriba
que al estilo del vulgo se reciba.

Fácil parece este sujeto, y fácil
fuera para cualquiera de vosotros
que ha escrito menos de ellas, y más sabe
del arte de escribirlas y de todo,
que lo que a mí me daña en esta parte
es haberlas escrito sin el arte.

No porque yo ignorase los preceptos,
gracias a Dios, que ya Tirón gramático
pasé los libros que trataban de esto
antes que hubiese visto al sol diez veces
discurrir desde el Aries a los Peces.
Mas porque en fin, hallé que las comedias
estaban en España en aquel tiempo,
no como sus primeros inventores
pensaron que en el mundo se escribieran,
mas como las trataron muchos bárbaros
que enseñaron el vulgo a sus rudezas.

Y así introdujeron de tal modo
que quien con arte agora las escribe
muere sin fama y galardón, que puede
entre los que carecen de su lumbre
mas que razón y fuerza la costumbre.


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7 págs. / 13 minutos / 657 visitas.

Publicado el 20 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Edipo en Colono

Sófocles


Teatro, Tragedia, Tragedia griega


Personajes

EDIPO
ANTÍGONA, hija de Edipo
ISMENA, hija de Edipo
TESEO, rey de Atenas.
POLINICIO, hijo de Edipo.
CREÓN
UN COLONENSE
UN MENSAJERO
EL CORO, compuesto de ancianos colonenses.

Acto primero

Escena I

EDIPO, ANTÍGONA

Edipo:
Hija de un anciano ciego, Antígona, ¿a qué lugar, a qué ciudad hemos llegado al fin? ¿De qué mano Edipo errante podrá hoy recibir algunos pequeños socorros? Pidiendo poco, obteniendo aún menos, estoy satisfecho de lo que me dan; mi infortunio, el tiempo y mi valor me han enseñado a no desear más. Sin embargo, hija mía, si me encontrases un sitio en que me pudiera sentar, ya junto a algún bosque consagrado a los dioses, ya en otra parte, condúceme allí, haz reposar allí a tu padre, a fin de saber dónde estamos. Extranjeros, debemos interrogar a los ciudadanos y hacer lo que nos indiquen.

Antígona:
Desgraciado Edipo, padre mío, si he de dar crédito a mis ojos, advierto a lo lejos murallas que circundan una ciudad. El lugar donde estamos es sagrado, a juzgar por el laurel, la vid y el olivo, profusos en él, y donde los ruiseñores abundan y hacen oir sus cantos melodiosos. Descansad sobre esta piedra que el arte no ha pulido. La jornada que acabáis de hacer es harto larga para vuestros años.

Edipo:
Ayúdame, hija mía, a sentarme, y guarda a un desgraciado privado de la luz del día.

Antígona:
Dado el tiempo que os sirvo, no ignoro los socorros de que tenéis necesidad.

Edipo:
¿Puedes, pues, decirme a qué lugares hemos llegado?

Antígona:
La ciudad es Atenas, pero el lugar lo ignoro.

Edipo:
Todos los viajeros nos han hablado de esa ciudad.

Antígona:
¿Queréis que vaya a preguntar el nombre del lugar?


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Dominio público
49 págs. / 1 hora, 26 minutos / 1.763 visitas.

Publicado el 20 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Medea

Eurípides


Teatro, Tragedia, Tragedia griega


Argumento

Medea, hija del rey de la Cólquida, con cuya poderosa ayuda pudieron los argonautas conquistar el vellocino de oro, se había desposado con Jasón, dando a luz dos hijos, siguiéndole a Grecia, y estableciéndose con él en Corinto. Jasón, sin embargo, en vez de corresponder a los sacrificios que había hecho en su obsequio, ya cediendo al amor que le inspirara la hija de Creonte, rey de Corinto, ya por motivos de conveniencia personal, pretendió la mano de esta, y logró el asentimiento de su padre para celebrar sus segundas nupcias; pero Creonte entonces, conociendo el carácter vindicativo y vehemente de Medea, ya famosa por su crueldad y sus mágicas artes, decretó su destierro inmediato con sus hijos, y solo a sus ruegos consintió en aplazarlo, señalándole un nuevo término. Medea aprovechó este descanso para fingir su reconciliación con su esposo, y llevó su aparente docilidad hasta el punto de regalar a la nueva desposada una corona de oro y un riquísimo peplo. Desgraciadamente ambos dones estaban envueltos en eficacísimo veneno, que estalló en el momento de ponérselos la hija del rey, devorándola juntamente con su padre. No contenta con esto, se vengó también de Jasón matando a sus hijos, y huyó impune a la corte de Egeo, rey de Atenas, atravesando los aires en un carro tirado por dragones.


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Dominio público
39 págs. / 1 hora, 8 minutos / 2.290 visitas.

Publicado el 20 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Don Juan Tenorio

José Zorrilla


Teatro, Drama


Dedicatoria

AL SEÑOR
DON FRANCISCO LUIS DE VALLEJO
EN PRENDA DE BUENA MEMORIA
Su mejor amigo,
JOSÉ ZORRILLA.

Personajes

DON JUAN TENORIO.
DON LUIS MEJÍA.
DON GONZALO DE ULLOA, comendador de Calatrava.
DON DIEGO TENORIO.
DOÑA INÉS DE ULLOA.
DOÑA ANA DE PANTOJA.
CRISTÓFANO BUTTARELLI.
MARCOS CIUTTI.
BRÍGIDA.
PASCUAL.
EL CAPITÁN CENTELLAS.
DON RAFAEL DE AVELLANEDA.
LUCÍA.
LA ABADESA DE LAS CALATRAVAS DE SEVILLA.
LA TORNERA DE ÍDEM.
GASTÓN.
MIGUEL.
UN ESCULTOR.
ALGUACIL 1º.
ALGUACIL 2º.
UN PAJE (que no habla).
LA ESTATUA DE DON GONZALO (él mismo).
LA SOMBRA DE DOÑA INÉS (ella misma).
Caballeros, sevillanos, encubiertos, curiosos, esqueletos, estatuas, ángeles, sombras, justicia y pueblo.

La acción en Sevilla, por los años de 1545, últimos del emperador Carlos V. Los cuatro primeros actos pasan en una sola noche. Los tres restantes, cinco años después y en otra noche.

Parte I

Acto I

DON JUAN, DON LUIS, DON DIEGO, DON GONZALO, BUTTARELLI, CIUTTI, CENTELLAS, AVELLANEDA, GASTÓN, MIGUEL. Caballeros, curiosos, enmascarados, rondas.

Hostería de Cristófano BUTTARELLI. Puerta en el fondo que da a la calle; mesas, jarros y demás utensilios propios de semejante lugar.

Escena I

DON JUAN, con antifaz, sentado a una mesa escribiendo, CIUTTI y BUTTARELLI, a un lado esperando. Al levantarse el telón, se ven pasar por la puerta del fondo máscaras, estudiantes y pueblo con hachones, músicas, etc.

DON JUAN.—¡Cuál gritan esos malditos!
¡Pero mal rayo me parta
si en concluyendo la carta
no pagan caros sus gritos!

(Sigue escribiendo.)


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76 págs. / 2 horas, 13 minutos / 1.699 visitas.

Publicado el 21 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Cuentos de la Alhambra

Washington Irving


Cuentos, Historia, Colección


Prólogo del traductor

Muévenos a publicar esta versión española de la celebrada obra de Washington Irving, Cuentos de la Alhambra (Tales of the Alhambra), el deseo de popularizar —hoy que tan vivo interés ha conseguido despertar la literatura folklórica en Europa— ese precioso ciclo legendario que nace en torno de los alcázares granadinos durante la dominación musulmana, que se acrecienta con los poéticos episodios de la Reconquista y con los varios accidentes y trágicos sucesos del alzamiento de los moriscos, y que se ha perpetuado hasta nuestros días entre los viejos habitantes del árabe recinto.

Sabido es que la política inexorable de los vencedores obligó a buscar nueva patria a los desgraciados y míseros moriscos, abandonando sus hogares y sepultando en el amado suelo patrio preciados bienes y tesoros, con la esperanza de poderlos recuperar el día de su rehabilitación. Estos tesoros ocultos han sido el alma de mil interesantes leyendas, fábulas y cuentos maravillosos, transmitidos oralmente de generación en generación, y germen de una literatura novelesca en esta región meridional andaluza. A la circunstancia especialísima de haber vivido en la Alhambra el insigne escritor norteamericano Washington Irving, en el 1829 debemos el poder saborear algunas de estas narraciones encantadoras, que él a su vez recogió de labios de los habitantes de la histórica fortaleza morisca, y que forman páginas tan amenas e interesantes como las muslímicas de Las mil y una noches.


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Dominio público
282 págs. / 8 horas, 14 minutos / 905 visitas.

Publicado el 21 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

A Través del Atlántico en Globo

Emilio Salgari


Novela


I. UNA SORPRESA DE LA POLICÍA CANADIENSE

—¡Hurra! —rugían diez mil voces.

—¡Viva el Washington!

—¡Hurra por Sir Kelly!

—¿Hay quien acepte una apuesta de mil dólares?

—¿Está usted loco, Paddy? Si apuesta usted, perderá. Yo se lo garantizo.

—¡Doscientas libras esterlinas! —gritó otra voz.

—¿Quién las arriesga?

—¿Por qué?

—Por el éxito de la travesía.

—¡Otro insensato! ¿Tiene usted sobra de dinero para tirarlo así, al mar, Sir Holliday?

—Nada de tirar. Ganaré. Kelly atravesará el océano y descenderá en Inglaterra.

—No; en España —gritó otro.

—¡En España o en Inglaterra, lo mismo da! ¿Quién apuesta doscientas libras?

—¡Mire usted que las va a perder! ¡Que el globo estallará en el aire!

—Y luego se hundirá en el océano.

—Kelly está loco.

—No; está cansado de vivir.

—Ni una cosa ni otra; es un valiente. ¡Hurra por Kelly!

—¡Viva el Washington!

—¡Mil dólares a que perece ahogado!

—¡Dos mil a que su aerostato estalla sobre nuestras cabezas!

—¡Cien libras a que se estrella contra la playa!

—¡Mil a que consigue atravesar el Atlántico!

—¿Las apuesta usted?

—¡Sí!…

—¡No!… ¡Estáis locos!

—¡Hurra por Kelly! ¡Hurra!

Estos diálogos, aquellas exclamaciones, tales apuestas, a cual más extravagantes, cruzábanse en todos sentidos y brotaban por doquier. Yanquis, canadienses e ingleses porfiaban con análoga furia; por todas partes corrían libras y dólares mientras la muchedumbre se agitaba, se empujaba, se agolpaba y se aplastaba contra un vasto recinto, atropellando a los policemen que ya no podían contenerla, y eso que no economizaban los mazazos, que caían como granizo sobre los más impacientes…


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185 págs. / 5 horas, 25 minutos / 807 visitas.

Publicado el 22 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Un Desafío en el Polo

Emilio Salgari


Novela


CAPÍTULO I. LOS DOS RIVALES

—Hurrah for miss Ellen!…

—Hurrah for Montcalm!

—Hurrah for Torpon!…

Estas exclamaciones salían de diez mil pechos, o quizás de más, con un fragor ensordecedor, casi espantoso.

Si las aguas del lago Ontario hubiesen roto sus diques y se hubiesen desbordado con ímpetu irrefrenable a través de la pequeña y graciosa ciudad canadiense de Kingston, no habrían producido mayor estruendo.

Parecía que una repentina locura habíase apoderado de aquellas diez mil personas, norteamericanas unas, canadienses otras e inglesas el resto, reunidas aquende el San Lorenzo y que se estrujaban dentro de un vastísimo recinto, improvisado como mejor se pudo con rústicos maderos, pero bien provisto de mostradores en los que se delineaban infinitos regimientos de polvorientas botellas.

—¿Es la rubia miss?

—¡Sí, sí, es ella que llega con su automóvil de ochenta caballos!

—No, son los dos aspirantes a su mano.

—¡Cien dólares a que es miss Perkins! ¿Quién acepta?…

—¡Mil a que son Montcalm y Torpon!

—¡Quinientos a que son dos fastidiosos policemen que vendrán a prohibir hasta aquí el match de box!

—Si son ellos les recibiremos a puntapiés.

—No, los arrojaremos al San Lorenzo con las manos atadas a la espalda.

—¡Adelante los fuertes!

—¡Mueran los policemen!

—¡Estúpidos!… ¡Es el automóvil de miss Ellen!… ¿Están ustedes ciegos? ¡He ganado quinientos dólares!… ¡Puedo ir a tomar un crabmeat cocktail!

—Hurrah for mis Ellen!

Sobre una inmensa y recta carretera, flanqueada por una doble fila de gigantescos pinos, un punto negro, que por momentos se hace más visible, destácase sobre la ligera capa de nieve, dejando atrás una nube de nevisca.


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232 págs. / 6 horas, 47 minutos / 423 visitas.

Publicado el 22 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

El Tesoro de la Montaña Azul

Emilio Salgari


Novela


CAPITULO I. EL HURACÁN

—¡Eh, muchachos! ¡Eso no son ballenas! Son los ribbon-fish que salen a la superficie. ¡Mala señal, amigos!

—Usted siempre gruñendo, bosmano —dijo la voz casi infantil de un grumete.

—¿Qué sabes tú del Océano Pacífico y de sus islas, chiquillo, si apenas hace unos meses que has dejado de mamar?

—No, bosmano, tengo dieciséis años cumplidos, y soy hijo de un marinero.

—Sí; acaso de agua dulce. Apostaría que nunca has salido del puerto de Valdivia y que ni siquiera, sabe guiar tu padre una balsa.

—Era chileno como usted, bosmano y…

—Pero no marinero como yo, que hace cuarenta y siete años que navego.

—Os digo que…

—¡Rayo de sol basta! —gritó el bosmano—. ¿Te quieres burlar de mí, Manuel? ¿Sabes tú cómo pesan mis manos? ¿No? Si continúas ya te las haré probar.

—Sois demasiado irascible, bosmano.

—Échate afuera, mozo cocido (chico cobarde).

—¡Oh! Bosmano, eso es demasiado. Os equivocáis al tratarme así.

—¡Chiquiyo!

—¡Oh, no! Yo soy un mozo cruo.

Quién sabe lo que habría durado, continuando en aquel tono, la disputa, con gran contentamiento de la tripulación que asistía riendo a aquel cambio de cumplimientos, cuando la aparición imprevista del comandante hizo cerrar de golpe todas las bocas.

El capitán del «Andalucía» era un hermoso tipo de chileno, con tres cuartos de sangre española en las venas y el otro cuarto de araucano, moreno; como: uno de los indómitos guerreros de los Andes, con ojos negrísimos y aterciopelados y todavía ardientes, aunque ya pesaran sobre las espaldas de aquel hombre de mar, más de cincuenta primaveras.

Su estatura era casi gigantesca, más de americano del Norte, que meridional, con poderosa espalda y cuello de puma…


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342 págs. / 9 horas, 58 minutos / 780 visitas.

Publicado el 22 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

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