El Gato
Javier de Viana
Cuento
Dominio público
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Publicado el 25 de octubre de 2022 por Edu Robsy.
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Dominio público
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Publicado el 25 de octubre de 2022 por Edu Robsy.
Dominio público
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Publicado el 12 de octubre de 2022 por Edu Robsy.
Licencia limitada
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Publicado el 1 de enero de 2021 por Edu Robsy.
Había una vez una joven que era muy bonita, pero muy descuidada y perezosa. Cuando la hacían hilar, lo ejecutaba con tanto disgusto, que en vez de desenredar los pequeños pelotones de hilacha que se encuentran en el lino, los arrancaba a puñados que echaba en el suelo a su lado. Su criada, que era una hilandera muy trabajadora, recogía todas estas pizcas de lana, las limpiaba y las hilaba muy finas, y se llegó a hacer con ellas un bonito vestido.
Un joven pidió por mujer a la manirrota e iba ya a verificarse la boda. El día antes la activa criada bailaba muy alegre con su vestido nuevo; la novia comenzó a cantar:
Con los restos de mi hilacha
se ha arreglado mi muchacha.
El novio la preguntó lo que quería decir, y le contó que con el lino que había tirado se había hecho un vestido su criada. El joven, al saber esto, y al ver el descuido de la una y la actividad de la otra; dejó a su novia y se casó con la criada.
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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.
Cuentan que Godoy, cuando estaba en la cumbre del poder y en lo mejor de su valimiento, protegió y favoreció pródigamente a sus antiguos camaradas los guardias de corps. A dos o tres de ellos los envió de embajadores, a otros los hizo gobernadores y hasta virreyes, y no pocos fueron de canónigos a diferentes catedrales.
Uno, que era algo místico y no sin razón presumía de teólogo, tuvo una canongía en Sevilla.
Meses después de estar instalado en su canongía, escribió a una señora íntima suya, que vivía en Madrid.
En la carta encarecía y ponderaba, como es justo, el esplendor y la hermosura de la gran ciudad del Betis, contaba lo bien que le iba en su nuevo empleo y residencia y afirmaba que no dejaba nunca de asistir a coro, rezando, cantando y alabando a Dios en compañía de los otros canónigos.
Luego añadía como cosa que le había chocado en extremo y que era digna de memoria:
—Aquí todo se reza en latín menos el Gloria Patri.
Dominio público
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Publicado el 6 de enero de 2021 por Edu Robsy.
Una vejiga, una paja y un calzón de líber se reunieron y decidieron irse a recorrer el mundo para conocer gente y hacerse célebres. Llegaron a la orilla de un arroyito y se detuvieron indecisos al no encontrar el modo de atravesarlo. Entonces el Calzón de líber le dijo a la Vejiga:
—Oye, Vejiga, tú puedes muy bien servirnos de barca.
Pero la Vejiga repuso:
—No, Calzón de líber; eso no me conviene. Mejor será que la Paja se tienda de una orilla a otra y nosotros podremos pasar por encima como si fuese por un puente.
Aceptaron los tres esta proposición y la Paja se tendió de una orilla a otra.
El Calzón de líber quiso pasar por encima de ella, y con gran dificultad llegó al centro del arroyo; pero entonces la Paja, no pudiendo resistir el peso, se quebró, y el Calzón cayó al arroyo y se ahogó.
Al ver esto le dio a la Vejiga tal acceso de risa que se puso a reír a carcajadas hasta que reventó.
Así acabó el viaje de los tres amigos.
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Publicado el 15 de agosto de 2016 por Edu Robsy.
—Nunca carece apurarse pa pensar las cosas, pero siempre hay que apurarse p'hacerlas, —explicaba el viejo Pancho.— Antes d'emprender un viaje se debe carcular bien el rumbo y dispués seguirlo sin dir pidiendo opiniones que con seguridá lo ostravean.
Y si hay que vandiar un arroyo crecido y que uno no conoce, por lo consiguiente, cavilar pu'ande ha de cáir y pu’ande v'abrir y cerrar los ojos: Dios y el güen tino lo han de sacar en ancas.
Dicen que “vale más rodiar que rodar”, pero yo creo que quien despunta un bañao por considerarlo fiero, o camina río abajo esperando encontrar paso mejor, o quien ladea una sierra temiendo espinar el caballo, no llega nunca o llega tarde a su destino.
—¿Y pa casarse? —preguntó irónicamente al narrador, celibatario irreductible, don Mateo.
—Pa casarse hay que pensar muchísimo. De día cuando se ve la novia y está cerca; de noche cuando está lejos y no ve... Pa casarse hay que pensar muchísimo, y...
—¿Y?...
—Y cuando se ha pensao muchísimo, sólo un bobeta se casa.
Dominio público
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Publicado el 25 de octubre de 2022 por Edu Robsy.
—¿Por qué sonreías al dormir? Antonio: me ha dado lástima despertarte.
—¡Qué mujer! —dijo mi amigo restregándose los ojos—. Ya no la veré más, ni encontraré en este mundo otra semejante. Cuando interrumpiste mi sueño era rubia y de ojos grandes y azules.
—¿Cómo? ¿Variaba de tipo la mujer con quien soñabas?
—Sí; tomaba la forma y el carácter que deseaba mi capricho: si se me antojaba una gitana de ojos negros, ella era la gitana que yo apetecía: blanca, morena, alta, baja, delgada o corpulenta, sumisa, varonil, seria o alegre; tenía alternativamente todas las apariencias de mis deseos variables, siendo siempre la misma. ¡Oh! Te aseguro que le hubiera sido fiel.
—Has sufrido una gran pérdida. Pero entre tantos tipos, ¿cuál era el suyo verdadero?
—No lo sé.
—¿Le hiciste tomar muchas apariencias?
—Sí.
—Permíteme una observación: eso no era una mujer, sino un harem. Con ella hubiera sido monógamo el mismo Salomón. Tu fidelidad no tendría mérito. Salomón fue fiel a sus setecientas mujeres y trescientas concubinas.
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Publicado el 13 de julio de 2024 por Edu Robsy.
Durante la primera guerra civil entre isabelinos y carlistas, militaba en favor de los isabelinos una legión portuguesa, al mando de un general valeroso y grave.
Ocurrió que los vecinos de un lugar acudieron al general español, quejándose de que los soldados que estaban a sus órdenes les habían robado y se habían comido muchas docenas de gallinas. Los soldados españoles, a fin de disculparse de aquella falta que su general les echaba en cara, afirmaron que los portugueses eran quienes la habían cometido.
Habló de esto el general español al general portugués, el cual defendió con mucho calor a sus subordinados y echó la culpa a los españoles del latrocinio y de la glotonería.
El general español persistió, no obstante, en defender a los suyos y en culpar a los portugueses, resultando de aquí una discusión harto vehemente.
Por último, el general portugués lleno de indignación, y furia, afirmó hasta la imposibilidad de que sus terribles soldados, tan virtuosos como sobrios y sufridos, robasen gallinas y mucho menos se las comieran:
—¡Os portuguezes —exclamó para terminar— nao comen gallinas: os portuguezes comen serpentes, trementina... e merda!
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Publicado el 6 de enero de 2021 por Edu Robsy.
Monólogo en un manicomio
Por supuesto, que si no fuera mirando que ese hombre está loco...
¡Y eso que se lo he contado! Mira que me iban á dar garrote. ¡Apaga, hombre! Mira que estaba en capilla; que tu no sabes eso, y hay que pasarlo para saberlo. Me dieron muy bien de comer; y, es claro, después me entro sueño; y me despierto, y miro, y veo las luces del altar, y me voy á la ventana, y nada; á obscuras. ¡Hay que saber lo que es el día cuando le van á uno á dar garrote! Y recé un poco y me volví á dormir. Y venga roncar; y me despierto, y lo mismo; las velas encendidas, pero el Sol, ¡no!
Y así fué pasando, hasta que me convencí de que no amanecía. Muchas luces de esta clase y de la otra; pero la del Sol, ¡quia!
Que mañana amanece, pues me ahorcan; que no amanece, pues sigo aquí.
Y ese bruto, dale con que hace buen Sol; y le digo: apaga esa luz, y nada. ¡Si creerá que va á engañar á la justicia! En fin, ¡quién hace caso de un loco!
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Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.