Cárcel de Reading
Querido Bosie:
Después de una larga e infructuosa espera, me he decidido a escribirte,
y ello tanto en tu interés como en el mío, pues me repugna el pensar que he
pasado en la cárcel dos años interminables sin haber recibido de ti una sola
línea, una noticia cualquiera: que nada he sabido de ti, fuera de aquello que
había de serme doloroso.
Nuestra trágica amistad, en extremo lamentable, ha terminado para mí
de un modo funesto, y para ti con escándalo público. Empero, el recuerdo
de nuestra antigua amistad me abandona raramente, y siento honda tristeza
al pensar que mi corazón, antes henchido de amor, está ya para siempre
lleno de maldiciones, amargura y desprecio. Y tú mismo sientes
seguramente, en el fondo de tu alma, que es preferible escribirme a mí, que
me hallo en la soledad de la vida carcelaria, que no publicar sin mi
autorización cartas mías, o dedicarme poesías, también sin permiso
ninguno. Y esto, aunque el mundo nada sepa de las frases afligidas o
apasionadas, de los remordimientos de conciencia, o de la indiferencia que
te place ostentar en respuesta o como justificación.
En esta carta que he de escribira acerca de tu vida y la mía, del pasado
y del porvenir, de unas dulzuras convertidas en amarguras, y de unas
amarguras que quizá lleguen a convertirse en alegrías, habrá seguramente
muchas cosas que han de herir, de hacer sangrar tu vanidad. Si así fuese,
reléela hasta que esta vanidad tuya quede muerta. Si encuentras en ella algo
que creas te acusa injustamente, no olvides esto: que se deben agradecer
aquellas culpas por las cuales uno puede ser injustamente acusado. Y si
algún párrafo aislado te arrasa los ojos en lágrimas, llora cual lloramos aquí
en la cárcel, en donde ni de día ni de noche se ahorran las lágrimas.
Información texto 'De Profundis'