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Cuentos de Marineda

Emilia Pardo Bazán


Cuentos, Colección


Por el arte

Mientras residí en la corte desempeñando mi modesto empleo de doce mil en las oficinas de Hacienda, pocas noches recuerdo haber faltado al paraíso del teatro Real. La módica suma de una peseta cincuenta, sin contrapeso de gasto de guantes ni camisa planchada —porque en aquella penumbra discreta y bienhechora no se echan de ver ciertos detalles—, me proporcionaba horas tan dulces, que las cuento entre las mejores de mi vida.


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Dominio público
127 págs. / 3 horas, 43 minutos / 256 visitas.

Publicado el 13 de septiembre de 2018 por Edu Robsy.

Cuentos Varios

Vicente Blasco Ibáñez


Cuentos, Colección


Al lector

Hay una gruta, misteriosa y negra,
donde resbala bajo mustias frondas,
un raudal silencioso que ni alegra
ni fecunda: ¡qué amargas son sus ondas!

Con qué impudor bajo esa gruta helada
mil flores abren su aterido broche…
¡Nunca al beso de luz de la alborada!
¡Siempre al ósculo negro de la noche!

Esa gruta es mi alma; y esa fuente
muda y letal, mi corrosivo llanto;
y esas flores, los versos que en mi mente
brotan al choque de fatal quebranto.

Cierto es que hay ámbar y color y almíbar
en muchas de esas flores… mas te advierto,
que estas esconden repugnante acíbar,
olor de cirio, y palidez de muerto.

Compasión

A las diez de la noche, el conde de Sagreda entró en su Círculo del bulevar de los Capuchinos. Gran movimiento de los criados para tomarle el bastón, el sombrero de innumerables reflejos y el gabán de ricas pieles, que, al separarse de sus hombros, dejó al descubierto la pechera de inmaculada nitidez, la gardenia de una solapa, todo el uniforme negro y blanco, discreto y brillante, de un gentleman que viene de comer.


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Dominio público
37 págs. / 1 hora, 6 minutos / 246 visitas.

Publicado el 11 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

Cuentos Trágicos

Emilia Pardo Bazán


Cuentos, Colección


El Pozo de la Vida

La caravana se alejó, dejando al camellero enfermo abandonado al pie del pozo.

Allí las caravanas hacen alto siempre, por la fama del agua, de la cual se refieren mil consejas. Según unos, al gustarla se restaura la energía; según otros, hay en ella algo terrible, algo siniestro.

Los devotos de Alí, yerno y continuador de la obra religiosa y política de Mohamed, profesan respeto especial a este pozo; dicen que en él apagó su sed el generoso y desventurado príncipe, en el día de su decisiva victoria contra las huestes de su jurada enemiga Aixa o Aja, viuda del Profeta. Como no ignoran los fieles creyentes, en esta batalla cayó del camello que montaba la profetisa, y fue respetada y perdonada por Alí, que la mandó conducir a La Meca otra vez. Aseguran que de tal episodio histórico procede la discusión sobre las cualidades del agua del Pozo de la Vida. Es fama que Aixa la ilustre, una de las cuatro mujeres incomparables que han existido en el mundo, al acercar a sus labios el agua cuando la llevaban prisionera y vencida, aseguró que tenía insoportable sabor.

El camellero no pensaba entonces en el gusto del agua. Miraba desvanecerse la nube de polvo de la caravana alejándose, y se veía como náufrago en el mar de arena del desierto.

Verdad que el pozo se encontraba enclavado en lo que llaman un oasis; diez o doce palmeras, una reducida construcción de yeso y ladrillo destinada a bebedero de los camellos y albergue mezquino y transitorio para los peregrinos que se dirigían a la mezquita lejana; a esto se reducía el oasis solitario. Devorado por la calentura, que secaba la sangre en sus venas, el camellero, frugal y sobrio siempre, ahora apenas se acercaba al alimento, a las provisiones de harina y dátiles. Su sostén era el agua del pozo.

—No en balde se llama el Pozo de la Vida... Bebiendo sanaré.


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Dominio público
132 págs. / 3 horas, 52 minutos / 246 visitas.

Publicado el 13 de septiembre de 2018 por Edu Robsy.

Leyendas de la Casa Provincial

Nathaniel Hawthorne


Cuentos, Colección


I. LA MASCARADA DE HOWE

Vagando por la calle de Wáshington una tarde del verano pasado, atrajo mis miradas una muestra de hotel que asomaba de un estrecho zaguán abovedado casi en frente de la antigua iglesia del Sur. La muestra representaba la fachada de un soberbio edificio designado con el nombre de “Antigua Casa Provincial, al cuidado de Thomas Waite.” Me sentí satisfecho de recordar así el propósito, que abrigaba largo tiempo, de visitar y recorrer la mansión de los antiguos gobernadores reales de Massachusetts; y penetrando en el pasillo abovedado que se extendía en medio de una hilera de tiendas de ladrillo, unos cuantos pasos me transportaron desde el bullicioso centro del moderno Boston hasta un patiocillo pequeño y silencioso. Un lado de este espacio estaba ocupado por la fachada cuadrada de la casa provincial, de tres pisos, y coronada de una cúpula en cuya cima podía distinguirse un indio dorado, con su arco tendido y una flecha en la cuerda, apuntando al gallo de la veleta colocada en el chapitel de la Iglesia del Sur. Esta figura conservaba la misma actitud hacía setenta años o quizá más, desde el tiempo en que el buen decano Drowne, un diestro escultor en maderas, la colocó por primera vez en su larga vigilia de centinela sobre la ciudad.


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Dominio público
31 págs. / 55 minutos / 245 visitas.

Publicado el 26 de abril de 2016 por Edu Robsy.

Cuentos de Navidad y Reyes

Emilia Pardo Bazán


Cuentos, Colección


La Nochebuena del Papa

Bajo el manto de estrellas de una noche espléndida y glacial, Roma se extiende mostrando a trechos la mancha de sombra de sus misteriosos jardines de cipreses y laureles seculares que tantas cosas han visto, y, en islotes más amplios, la clara blancura de sus monumentos, envolviendo como un sudario, el cadáver de la Historia.

Gente alegre y bulliciosa discurre por la calle. Pocos coches. A pie van los ricos, mezclados con los «contadinos», labriegos de la campiña que han acudido a la magna ciudad trayendo cestas de mercancía o de regalos. Sus trapos pintorescos y de vivo color les distinguen de los burgueses; sus exclamaciones sonoras resuenan en el ambiente claro y frío como cristal. Hormiguean, se empujan, corren: aunque no regresen a sus casas hasta el amanecer —que es cosa segura—, quieren presenciar, en la Basílica de Trinità dei Monti, la plegaria del Papa ante la cuna de Gesù Bambino.

—Sí; el Papa en persona —no como hoy su estatua, sino él mismo, en carne y hueso, porque todavía Roma le pertenece— es quien, en presencia de una multitud que palpita de entusiasmo, va a arrodillarse allí, delante la cuna donde, sobre mullida paja, descansa y sonríe el Niño. Es la noche del 24 de diciembre: ya la grave campana de Santángelo se prepara a herir doce voces el aire y la carroza pontifical, sin escolta, sin aparato, se detiene al pie de la escalinata de Trinità.


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Dominio público
94 págs. / 2 horas, 44 minutos / 241 visitas.

Publicado el 14 de septiembre de 2018 por Edu Robsy.

Cuentos Fantásticos

E.T.A. Hoffmann


Cuentos, colección


El violín de Cremona

I

El consejero Crespel era el tipo más original que pueda darse, hasta tal punto, que cuando llegué á H... con el intento de pasar algunos días allí, todo el vecindario hablaba de él, habiendo llegado entonces al apogeo de sus extravagancias.

Como sabio jurisconsulto y experto diplomático, había adquirido Crespel notable consideración, de tal modo que el príncipe reinante de un pequeño Estado de Alemania, bastante poderoso, valióse de él para redactar una memoria que debía dirigirse á la corte imperial, respecto á cierto territorio sobre el cual creía tener legítimas pretensiones; y tan propicio fué el resultado, que un día que Crespel se lamentaba de no encontrar una habitación á su gusto, el príncipe, deseoso de recompensarle, se encargó de costearle una casa, cuya construcción dirigiría el consejero por sí solo; y como además el príncipe le ofreciese comprarle el terreno que mejor le pluguiera, Crespel le dispensó de lo último, indicando que en ningún sitio mejor que en un delicioso jardín que poseía junto á las puertas de la ciudad, podría levantarse el edificio.

Empezó, pues, comprando todos los materiales necesarios, los hizo trasportar allí, y desde entonces era de verle á todas horas con un vestido especial, construído también según sus principios particulares, apagar la cal, pasar la arena por la criba, y arreglar los ladrillos en simétricos montones, para lo cual no había consultado con ningún arquitecto, ni había trazado plan alguno.


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Dominio público
127 págs. / 3 horas, 42 minutos / 240 visitas.

Publicado el 23 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

Pachín González

José María de Pereda


Cuentos, Colección


Carta-Prólogo

Sr. D. Victoriano Suárez.

Madrid.

Mi querido amigo: Persevera usted en la creencia, ya bien antigua en usted, de que mi trágica novelita PACHÍN GONZÁLEZ debe incluirse en la colección de mis Obras completas, hasta por gratitud, pues es uno de los libros que, al publicarse, más lectores me conquistó en menos tiempo; y por esta razón sola no merece ciertamente el desaire con que se le castiga, obligándole a vivir hoy fuera de la vida común de familia, descuidada y regalona, que hacen todos sus hermanos de padre. A las razones que usted me da para convencerme y convertirme a sus arraigadas creencias, en vano opongo yo otras que conceptúo irrebatibles: por ejemplo, la pequeñez material de la obra, que no dará motivo para un volumen aproximado siquiera al tamaño del más pequeño de la colección de las demás obras, y que aunque lo diera con creces, el éxito venturoso que usted dice haber tenido ese librejo al nacer, bien pudo consistir en lo terrorífico del drama que narra, por desgracia rigorosamente histórico hasta en sus menores detalles, y no a la manera de describirle, con lo cual nada debería yo en buena justicia a esa avidez con que la ha leído el público, ansioso siempre de impresiones hondas y emociones fuertes, como las que produjo aquella horrenda catástrofe en aquel inenarrable día de eterna recordación.


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Dominio público
189 págs. / 5 horas, 30 minutos / 236 visitas.

Publicado el 27 de octubre de 2018 por Edu Robsy.

Cuentos Dramáticos

Emilia Pardo Bazán


Cuentos, Colección


En tranvía

Los últimos fríos del invierno ceden el paso a la estación primaveral, y algo de fluido germinador flota en la atmósfera y sube al purísimo azul del firmamento. La gente, volviendo de misa o del matinal correteo por las calles, asalta en la Puerta del Sol el tranvía del barrio de Salamanca. Llevan las señoras sencillos trajes de mañana; la blonda de la mantilla envuelve en su penumbra el brillo de las pupilas negras; arrollado a la muñeca, el rosario; en la mano enguantada, ocultando el puño del encas, un haz de lilas o un cucurucho de dulces, pendiente por una cintita del dedo meñique. Algunas van acompañadas de sus niños: ¡y qué niños tan elegantes, tan bonitos, tan bien tratados! Dan ganas de comérselos a besos; entran impulsos invencibles de juguetear, enredando los dedos en la ondeante y pesada guedeja rubia que les cuelga por las espaldas.


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Dominio público
186 págs. / 5 horas, 26 minutos / 215 visitas.

Publicado el 14 de septiembre de 2018 por Edu Robsy.

Cuentos Nuevos

Emilia Pardo Bazán


Cuentos, Colección


La niña mártir

No se trata de alguna de esas criaturas cuyas desdichas alborotan de repente a la prensa; de esas que recoge la policía en las calles a las altas horas de la noche, vestidas de andrajos, escuálidas de hambre, ateridas de frío, acardenaladas y tundidas a golpes, o dilaceradas por el hierro candente que aplicó a sus tierras carnecitas sañuda madrastra.

La mártir de que voy a hablaros tuvo la ropa blanca por docenas de docenas, bordada, marcada con corona y cifra, orlada de espuma de Valenciennes auténtico; de Inglaterra le enviaban en enormes cajas, los vestidos, los abrigos y las tocas; en su mesa abundaban platos nutritivos, vinos selectos; el frío la encontraba acolchada de pieles y edredones; diariamente lavaba su cuerpo con jabones finísimos y aguas fragantes, una chambermaid británica.

En invierno habitaba un palacete forrado de tapices, sembrado de estufas y caloríferos; en verano, una quinta a orillas del mar, con jardines, bosques, vergeles, alamedas de árboles centenarios y diosas de mármol que se inclinan parar mirarse en la superficie de los estanques al través del velo de hojas de ninfea...


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Dominio público
189 págs. / 5 horas, 31 minutos / 200 visitas.

Publicado el 14 de septiembre de 2018 por Edu Robsy.

El Señor y lo Demás, Son Cuentos

Leopoldo Alas "Clarín"


Cuentos, Colección


El Señor

I

No tenía más consuelo temporal la viuda del capitán Jiménez que la hermosura de alma y de cuerpo que resplandecía en su hijo. No podía lucirlo en paseos y romerías, teatros y tertulias, porque respetaba ella sus tocas; su tristeza la inclinaba a la iglesia y a la soledad, y sus pocos recursos la impedían, con tanta fuerza como su deber, malgastar en galas, aunque fueran del niño. Pero no importaba: en la calle, al entrar en la iglesia, y aun dentro, la hermosura de Juan de Dios, de tez sonrosada, cabellera rubia, ojos claros, llenos de precocidad amorosa, húmedos, ideales, encantaba a cuantos le veían. Hasta el señor Obispo, varón austero que andaba por el templo como temblando de santo miedo a Dios, más de una vez se detuvo al pasar junto al niño, cuya cabeza dorada brillaba sobre el humilde trajecillo negro como un vaso sagrado entre los paños de enlutado altar; y sin poder resistir la tentación, el buen místico, que tantas vencía, se inclinaba a besar la frente de aquella dulce imagen de los ángeles, que cual mi genio familiar frecuentaba el templo.

Los muchos besos que le daban los fieles al entrar y al salir de la iglesia, transeúntes de todas clases en la calle, no le consumían ni marchitaban las rosas de la frente y de las mejillas; sacábanles como un nuevo esplendor, y Juan, humilde hasta el fondo del alma, con la gratitud al general cariño, se enardecía en sus instintos de amor a todos, y se dejaba acariciar y admirar como una santa reliquia que empezara a tener conciencia.


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Dominio público
162 págs. / 4 horas, 43 minutos / 199 visitas.

Publicado el 11 de mayo de 2020 por Edu Robsy.

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