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editor: Edu Robsy etiqueta: Colección


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Cuentos de la Tierra

Emilia Pardo Bazán


Cuentos, Colección


Las medias rojas

Cuando la razapa entró, cargada con el haz de leña que acababa de me rodear en el monte del señor amo, el tío Clodio no levantó la cabeza, entregado a la ocupación de picar un cigarro, sirviéndose, en vez de navaja, de una uña córnea, color de ámbar oscuro, porque la había tostado el fuego de las apuradas colillas.

Ildara soltó el peso en tierra y se atusó el cabello, peinado a la moda «de las señoritas» y revuelto por los enganchones de las ramillas que se agarraban a él. Después, con la lentitud de las faenas aldeanas, preparó el fuego, lo prendió, desgarró las berzas, las echó en el pote negro, en compañía de unas patatas mal troceadas y de unas judías asaz secas, de la cosecha anterior, sin remojar. Al cabo de estas operaciones, tenía el tío Clodio liado su cigarrillo, y lo chupaba desgarbadamente, haciendo en los carrillo dos hoyos como sumideros, grises, entre el azuloso de la descuidada barba

Sin duda la leña estaba húmeda de tanto llover la semana entera, y ardía mal, soltando una humareda acre; pero el labriego no reparaba: al humo ¡bah!, estaba él bien hecho desde niño. Como Ildara se inclinase para sopla y activar la llama, observó el viejo cosa más insólita: algo de color vivo, que emergía de las remendadas y encharcadas sayas de la moza... Una pierna robusta, aprisionada en una media roja, de algodón...

—¡Ey! ¡Ildara!

—¡Señor padre!

—¿Qué novidá es esa?

—¿Cuál novidá?

—¿Ahora me gastas medias, como la hirmán del abade?

Incorporóse la muchacha, y la llama, que empezaba a alzarse, dorada, lamedora de la negra panza del pote, alumbró su cara redonda, bonita, de facciones pequeñas, de boca apetecible, de pupilas claras, golosas de vivir.

—Gasto medias, gasto medias —repitió sin amilanarse—. Y si las gasto, no se las debo a ninguén.


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Dominio público
195 págs. / 5 horas, 41 minutos / 419 visitas.

Publicado el 13 de septiembre de 2018 por Edu Robsy.

La Condenada (narraciones breves)

Vicente Blasco Ibáñez


Cuentos, Colección


La condenada

Catorce meses llevaba Rafael en la estrecha celda.

Tenía por mundo aquellas cuatro paredes, de un triste blanco de hueso, cuyas grietas y desconchaduras se sabía de memoria; su sol era el alto ventanillo cruzado por hierros que cortaban la azul mancha del cielo; y del suelo de ocho pasos apenas si era suya la mitad, por culpa de aquella cadena escandalosa y chillona, cuya argolla, incrustándosele en el tobillo, había llegado casi a amalgamarse con su carne.

Estaba condenado a muerte, y mientras en Madrid hojeaban por última vez los papelotes de su proceso, él se pasaba allí meses y meses enterrado en vida, pudriéndose, como animado cadáver, en aquel ataúd de argamasa, deseando, como un mal momentáneo que pondría fin a otros mayores, que llegase pronto la hora en que le apretaran el cuello, terminando todo de una vez.

Lo que más le molestaba era la limpieza; aquel suelo barrido todos los días y bien fregado, para que la humedad, filtrándose a través del petate, se le metiera en los huesos; aquellas paredes, en las que no se dejaba tener ni una mota de polvo. Hasta la compañía de la suciedad le quitaban al preso. Soledad completa. Si allí entrasen ratas, tendría el consuelo de partir con ellas la escasa comida y hablarlas como buenas compañeras; si en los rincones hubiera encontrado una araña, se habría entretenido domesticándola.


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Dominio público
110 págs. / 3 horas, 14 minutos / 127 visitas.

Publicado el 22 de octubre de 2020 por Edu Robsy.

De mi Cosecha

Norberto Torcal


Cuentos, colección


La negra honrilla

A Mr. Ernest Mérimée.


Poco á poco, con rumor de marea en descenso, el coloso de piedra y de ladrillo comenzó á vomitar por sus cien puertas como por otras tantas válvulas ó bocas abiertas á aquella compacta abigarrada muchedumbre que, ebria de sol, de sangre y de vino, hacía retemblar momentos antes las graderías de piedra del tendido con rugidos de fiera y convulsiones de epiléptico.

Ya el interior de la plaza iba quedando silencioso y vacío; los rayos del sol elevándose lentamente, iluminaban la parte más alta de las galerías de la plaza; por entre los arabescos arcos veíanse los huecos inmensos que el público dejaba al retirarse, y abajo en la movediza arena del ruedo, un largo rastro de sangre fresca y roja como recién brotada de la herida, señalaba aún el camino seguido por las mulillas en el arrastre del último toro.

Con los codos apoyados en la barrera y la cara entre las manos, Manolo Rílez, un buen novillero de rostro simpático, franca y noble mirada, chaqueta corta de alpaca y pantalón cedido, estallante en la cintura y amplio en la pierna, contemplaba distraídamente el desfile interminable de la gente.

Así pasó breve rato, y cuando la gritería y confusión de los primeros momentos comenzó á decrecer y apagarse, volvióse á Chavillo, que silencioso y reflexivo permanecía sentado á su vera, y con tono de guasa le dijo:

—Pero hombre, se te van á secar los sesos de tanto cavilar... ¿Piensas pasarte aquí la noche haciendo filosofías y almanaques?

Chavillo por toda respuesta se puso en pie y echó á andar seguido de Manolo. Juntos atravesaron el patio de caballos, donde no había más que dos viejos picadores, que con gran calor y entusiasmo comentaban los lances de la corrida de aquella tarde, y salieron fuera.


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Dominio público
99 págs. / 2 horas, 53 minutos / 68 visitas.

Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

Tipos y Paisajes

José María de Pereda


Cuentos, Colección


Prólogo, advertencia, preludio... o lo que ustedes quieran

El asunto es que algunos de mis paisanos, muy pocos, afortunadamente, han creído hallar en más de una página de mis Escenas montañesas motivo suficiente para que se sobrexcite y alarme su amor patrio; y que yo, que me guardaría muy bien de rebelarme contra el fallo del más incompetente crítico, a quien se le antojase apreciar aún en menos de lo poco que vale mi chirumen, como buen montañés, amante fervorosísimo de mi bella patria, no puedo, ni debo... ni quiero prescindir de oponer algunos reparos a los escrúpulos patrióticos de los mencionados señores, antes de darles a conocer esta segunda serie de Escenas, en las cuales, juzgándolas con el criterio con que juzgaron a las primeras, han de hallar nuevas causas de resentimiento contra mi pluma, y, por consiguiente, contra la intención que la ha guiado.

El cargo que se me hace (y, por cierto, entre piropos que siento no merecer) es la friolera de haber agraviado a la Montaña, presentando a la faz del mundo muchos de sus achaques peculiares, y hasta en son de burla algunos; es decir, con delectación pecaminosa.

Confieso que no ha podido hacérseme una imputación más cruel, ni más injusta, ni que más me lastime. Cruel, porque lo fuera, aun siendo muy notoria la perversidad del alma de un hijo, acusarle de ser capaz de hallar deleite en burlarse de su propia madre; injusta, por lo que vamos a ver.

De dos maneras puede representarse a los hombres: como son, o como deben ser. Para lo primero, basta el retratista; para lo segundo, se necesita el pintor de genio, de inspiración creadora. Concedo sin esfuerzo que el mérito de éste es superior, en absoluto, al de aquél; pero que, tratándose de dar a conocer a un individuo, haya de representársele como debe ser y no como es, no lo concedo aunque me aspen.


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Dominio público
319 págs. / 9 horas, 19 minutos / 206 visitas.

Publicado el 27 de octubre de 2018 por Edu Robsy.

Tijeretazos y Plumadas

Juan León Mera


Cuentos, artículos, colección


Carta-prólogo

Sr. D. J. Trajano Mera.


Un refrán de los más afirmativos, á pesar de apoyarse como sobre cuatro ruedas sobre cuatro adverbios de negación, asegura que no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague. Reconociendo yo la infalible verdad en lo relativo al plazo, pues todos se cumplen, abrigo mis dudas respecto á lo de las deudas, pues conozco muchas de dinero, de gratitud y de honor que nunca se pagan, y no digamos nada de las deudas públicas de muchos Estados, que son papel mojado cotizable en la gran Bolsa de la trampa adelante.

A pesar de mis dudas, el refrán hoy para mí y por mí ha de cumplirse en toda su integridad, puesto que expira el plazo y llega el día en que el cartero pone en mis manos los pliegos impresos de un libro humorístico titulado TIJERETAZOS Y PLUMADAS, del gran escritor ecuatoriano D. Juan León Mera, y en que usted, su hijo, digno heredero de su nombre y su talento literario, viene á recordarme la deuda que, en momento de debilidad, contraje con usted, de escribir el prólogo; plantándome, como quien dice, á la puerta del libro para señalar sus méritos é invitar á los lectores á saborear sus picantes, ingeniosas y divertidísimas páginas.

Contra un refrán, cuando se empeña en encumbrarse al rango de axioma, nada puede la voluntad y yo someto la mía al kantiano imperativo categórico de la palabra empeñada, no sólo por ser usted quien me la recuerda, sino por la calidad del libro que sirve de motivo y recordatorio.

¡Un prólogo! ¿Pero usted sabe lo que pide? ¿Un prólogo á un poeta casi apolillado y atrofiado por las prosas profesionales que le embargan?


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Dominio público
171 págs. / 5 horas / 43 visitas.

Publicado el 19 de enero de 2024 por Edu Robsy.

La Envenenada

Felisberto Hernández


Cuentos, colección


La envenenada

A María Isabel G. de Hernández

I

En uno de los barrios de los suburbios de una gran ciudad, uno de los literatos no tenía asunto. Esto le pasó desde el 24 de agosto por la tarde —en la mañana había terminado un cuento— hasta el 11 de octubre, también por la tarde. En la mañana del 11, el día le amenazaba con normalidad: como uno de los tantos días, él estaba encerrado en su casa y no tenía ganas de salir; se paseaba por toda su pequeña casa, a grandes pasos y a profundos pensamientos; quería atacar algún asunto, porque ningún asunto venía hacia él; al mismo tiempo que sus piernas se le cansaban y se le ponían pesadas, sentía angustia con pesimismo; pero se acostaba un rato y, a medida que sus piernas descansaban, la angustia con pesimismo se le iba.


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Dominio público
19 págs. / 34 minutos / 16 visitas.

Publicado el 11 de febrero de 2025 por Edu Robsy.

Cuentos de Amor

Emilia Pardo Bazán


Cuentos, Colección


El amor asesinado

Nunca podrá decirse que la infeliz Eva omitió ningún medio lícito de zafarse de aquel tunantuelo de Amor, que la perseguía sin dejarle punto de reposo.

Empezó poniendo tierra en medio, viajando para romper el hechizo que sujeta al alma a los lugares donde por primera vez se nos aparece el Amor. Precaución inútil, tiempo perdido; pues el pícaro rapaz se subió a la zaga del coche, se agazapó bajo los asientos del tren, más adelante se deslizó en el saquillo de mano, y por último en los bolsillos de la viajera. En cada punto donde Eva se detenía, sacaba el Amor su cabecita maliciosa y le decía con sonrisa picaresca y confidencial: «No me separo de ti. Vamos juntos.»

Entonces Eva, que no se dormía, mandó construir altísima torre bien resguardada con cubos, bastiones, fosos y contrafosos, defendida por guardias veteranos, y con rastrillos y macizas puertas chapeadas y claveteadas de hierro, cerradas día y noche. Pero al abrir la ventana, un anochecer que se asomó agobiada de tedio a mirar el campo y a gozar la apacible y melancólica luz de la luna saliente, el rapaz se coló en la estancia; y si bien le expulsó de ella y colocó rejas dobles, con agudos pinchos, y se encarceló voluntariamente, sólo consiguió Eva que el amor entrase por las hendiduras de la pared, por los canalones del tejado o por el agujero de la llave.

Furiosa, hizo tomar las grietas y calafatear los intersticios, creyéndose a salvo de atrevimientos y demasías; mas no contaba con lo ducho que es en tretas y picardihuelas el Amor. El muy maldito se disolvió en los átomos del aire, y envuelto en ellos se le metió en boca y pulmones, de modo que Eva se pasó el día respirándole, exaltada, loca, con una fiebre muy semejante a la que causa la atmósfera sobresaturada de oxígeno.


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200 págs. / 5 horas, 50 minutos / 851 visitas.

Publicado el 8 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

La Caída de la Casa de Usher y Otros Relatos

Edgar Allan Poe


Cuentos, colección


Introducción

La miniserie "La caída de la casa de Usher", estrenada en la plataforma Netflix en 2023, ha sido una excusa para redescubrir a Poe y reivindicarlo. Sus capítulos, los distintos nombres, las situaciones, los argumentos, están plagados de referencias más o menos claras a diferentes obras de Edgar Allan Poe, tomados tanto de sus poemas como de sus relatos.

Este volumen recoge las principales referencias que aparecen en la serie, agrupadas de forma cronológica, para que el lector pueda irlas enlazando con cada capítulo de la serie.

No se han incluido las obras más largas, como el indescriptible libro "Eureka", en el que Poe trató de de explicar el universo entero, o "Las aventuras de Arthur Gordon Pym", su única novela, cuyo nombre es incorporado a la serie a través de un personaje muy oscuro.

Este volumen es el complemento perfecto para quien quiera disfrutar al máximo de la serie y no perderse ninguna de sus referencias a las obras de uno de los autores más conocidos de todos los tiempos, Edgar Allan Poe. Es, además, una buena antología de sus obras más características y conocidas.

El cuervo

Una fosca media noche, cuando en tristes reflexiones,
sobre más de un raro infolio de olvidados cronicones
inclinaba soñoliento la cabeza, de repente
a mi puerta oí llamar:
como si alguien, suavemente, se pusiese con incierta
mano tímida a tocar:
«Es—me dije—una visita que llamando está a mi puerta:
eso es todo, ¡y nada más!»

¡Ah! Bien claro lo recuerdo: era el crudo mes del hielo,
y su espectro cada brasa moribunda enviaba al suelo.
Cuán ansioso el nuevo día deseaba, en la lectura
procurando en vano hallar
tregua a la honda desventura de la muerte de Leonora,
la radiante, la sin par
virgen pura a quien Leonora las querubes llaman hora
ya sin nombre... ¡nunca más!


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Dominio público
284 págs. / 8 horas, 18 minutos / 344 visitas.

Publicado el 18 de noviembre de 2023 por Edu Robsy.

Pachín González

José María de Pereda


Cuentos, Colección


Carta-Prólogo

Sr. D. Victoriano Suárez.

Madrid.

Mi querido amigo: Persevera usted en la creencia, ya bien antigua en usted, de que mi trágica novelita PACHÍN GONZÁLEZ debe incluirse en la colección de mis Obras completas, hasta por gratitud, pues es uno de los libros que, al publicarse, más lectores me conquistó en menos tiempo; y por esta razón sola no merece ciertamente el desaire con que se le castiga, obligándole a vivir hoy fuera de la vida común de familia, descuidada y regalona, que hacen todos sus hermanos de padre. A las razones que usted me da para convencerme y convertirme a sus arraigadas creencias, en vano opongo yo otras que conceptúo irrebatibles: por ejemplo, la pequeñez material de la obra, que no dará motivo para un volumen aproximado siquiera al tamaño del más pequeño de la colección de las demás obras, y que aunque lo diera con creces, el éxito venturoso que usted dice haber tenido ese librejo al nacer, bien pudo consistir en lo terrorífico del drama que narra, por desgracia rigorosamente histórico hasta en sus menores detalles, y no a la manera de describirle, con lo cual nada debería yo en buena justicia a esa avidez con que la ha leído el público, ansioso siempre de impresiones hondas y emociones fuertes, como las que produjo aquella horrenda catástrofe en aquel inenarrable día de eterna recordación.


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Dominio público
189 págs. / 5 horas, 30 minutos / 258 visitas.

Publicado el 27 de octubre de 2018 por Edu Robsy.

Cuentos

Isidoro Fernández Florez


Cuentos, colección


Prólogo

Nació Fernanflor periodista, y de él nacieron la viveza, la gracia y brevedad de las formas literarias aplicadas al periódico.

Antes que él, otros corrigieron la estructura mazacote del articulo político, poniendo un poco de amenidad en aquellos grandes pellejos que insuflaban los redactores de la Prensa rudamente sectaria y camorrista de las generaciones que precedieron á la nuestra. Ya estaban en evidente descrédito las parrafadas declamatorias y el estilo parlamentario, con las hinchadas amplificaciones y el Datismo que hicieron las delicias del lector de antaño, el cual era casi siempre del partido, pues el lector neutro apenas existía. Pero la reforma permaneció circunscrita á las partes nobles del periódico, ocupadas por la política, mientras que en la zona interior, donde solían tener cabida los esparcimientos literarios, las columnas se fabricaban con argamasa de odas ó cantos épicos, y con las apelmazadas revistas ó crónicas semanales de teatros ó de costumbres. En esto fué donde puso su mana reformadora Fernanflor, desbrozando lo retórico para dejar más espacio á lo espiritual, y acomodando las dimensiones á la limitada paciencia de un público que cada día tomaba mayor gusto á la multiplicidad de las lecturas y á la intensidad de las impresiones.


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Dominio público
136 págs. / 3 horas, 59 minutos / 220 visitas.

Publicado el 20 de febrero de 2022 por Edu Robsy.

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