Textos más populares esta semana publicados por Edu Robsy etiquetados como Colección | pág. 8

Mostrando 71 a 80 de 175 textos encontrados.


Buscador de títulos

editor: Edu Robsy etiqueta: Colección


678910

Cuentos Dispersos

Horacio Quiroga


Cuentos, Colección


El gerente

¡Preso y en vísperas de ser fusilado!… ¡Bah! Siento, sí, y me duele en el alma este estúpido desenlace; pero juro ante Dios que haría saltar de nuevo el coche si el gerente estuviese dentro. ¡Qué caída! Salió como de una honda de la plataforma y se estrelló contra la victoria. ¡Qué le costaba, digo yo, haber sido un poco más atento, nada más! Sobre todo, bien sabía que yo era algo más que un simple motorman, y esta sola consideración debiera haberle parecido de sobra.

Ya desde el primer día que entré noté que mi cara no le gustaba.

—¿Qué es usted? —me preguntó.

—Motorman —respondí sorprendido.

—No, no —agregó impaciente—, ya sé. Las tarjetas estas hablan de su instrucción: ¿qué es?

Le dije lo que era. Me examinó de nuevo, sobre todo mi ropa, bien vieja ya. Llamó al jefe de tráfico.

—Está bien; pase adentro y entérese.

¿Cómo es posible que desde ese día no le tuviera odio? ¡Mi ropa!… Pero tenía razón al fin y al cabo, y la vergüenza de mí mismo exageraba todavía esa falsa humillación.

Pasé el primer mes entregado a mi conmutador, lleno de una gran fiebre de trabajo, cuya inferioridad exaltaba mi propia honradez. Por eso estaba contento.

¡El gerente! Tengo todavía sus muecas en los ojos.

Una mañana a las 4 falté. Había pasado la noche enfermo, borracho, qué sé yo. Pero falté. A las 8, cuando fui llamado al escritorio, el gerente escribía: sintió bien que yo estaba allí, pero no hizo ningún movimiento. Al cabo de diez minutos me vio —¡cómo lo veo yo ahora!— y me reconoció.

—¿Qué desea? —comenzó extrañado. Pero tuvo vergüenza y continuó—: ¡Ah!, sí, ya sé.

Bajó de nuevo la cabeza con sus cartas. Al rato me dijo tranquilamente:

—Merece una suspensión; pero como no nos gustan empleados como usted venga a las diez. Puede irse.


Leer / Descargar texto

Dominio público
150 págs. / 4 horas, 23 minutos / 537 visitas.

Publicado el 21 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Cuentos de la Tierra

Emilia Pardo Bazán


Cuentos, Colección


Las medias rojas

Cuando la razapa entró, cargada con el haz de leña que acababa de me rodear en el monte del señor amo, el tío Clodio no levantó la cabeza, entregado a la ocupación de picar un cigarro, sirviéndose, en vez de navaja, de una uña córnea, color de ámbar oscuro, porque la había tostado el fuego de las apuradas colillas.

Ildara soltó el peso en tierra y se atusó el cabello, peinado a la moda «de las señoritas» y revuelto por los enganchones de las ramillas que se agarraban a él. Después, con la lentitud de las faenas aldeanas, preparó el fuego, lo prendió, desgarró las berzas, las echó en el pote negro, en compañía de unas patatas mal troceadas y de unas judías asaz secas, de la cosecha anterior, sin remojar. Al cabo de estas operaciones, tenía el tío Clodio liado su cigarrillo, y lo chupaba desgarbadamente, haciendo en los carrillo dos hoyos como sumideros, grises, entre el azuloso de la descuidada barba

Sin duda la leña estaba húmeda de tanto llover la semana entera, y ardía mal, soltando una humareda acre; pero el labriego no reparaba: al humo ¡bah!, estaba él bien hecho desde niño. Como Ildara se inclinase para sopla y activar la llama, observó el viejo cosa más insólita: algo de color vivo, que emergía de las remendadas y encharcadas sayas de la moza... Una pierna robusta, aprisionada en una media roja, de algodón...

—¡Ey! ¡Ildara!

—¡Señor padre!

—¿Qué novidá es esa?

—¿Cuál novidá?

—¿Ahora me gastas medias, como la hirmán del abade?

Incorporóse la muchacha, y la llama, que empezaba a alzarse, dorada, lamedora de la negra panza del pote, alumbró su cara redonda, bonita, de facciones pequeñas, de boca apetecible, de pupilas claras, golosas de vivir.

—Gasto medias, gasto medias —repitió sin amilanarse—. Y si las gasto, no se las debo a ninguén.


Leer / Descargar texto

Dominio público
195 págs. / 5 horas, 41 minutos / 385 visitas.

Publicado el 13 de septiembre de 2018 por Edu Robsy.

Escenas Montañesas

José María de Pereda


Cuentos, Colección


Advertencia

Ha llegado el momento de realizar el propósito anunciado en la que se estampa en el tomo I de esta colección de mis OBRAS; y le realizo incluyendo en el presente volumen los cuadros Un marino, Los bailes campestres y El fin de una raza, desglosados, con este objeto, del libro rotulado ESBOZOS Y RASGUÑOS, en el cual aparecerán, en cambio y en su día, Las visitas y ¡Cómo se miente!, que hasta ahora han formado parte de las ESCENAS MONTAÑESAS. Por lo que toca á La primera declaración y Los pastorcillos, si algún lector tiene el mal gusto de echar de menos estos capítulos en cualquiera de los dos libros, entienda que he resuelto darles eterna sepultura en el fondo de mis cartapacios, y ¡ojalá pudiera también borrarlos de la memoria de cuantos los han conocido en las anteriores ediciones de las ESCENAS!

Con este trastrueque, merced al cual ganan algo indudablemente ambas obras en unidad de pensamiento y en entonación de colorido, se hace indispensable la supresión del prólogo de mi insigne padrino literario, Trueba, el cual prólogo es un análisis de las ESCENAS, cuadro por cuadro, y en el orden mismo en que se publicaron en la primera edición; y suprimido este prólogo, claro es que debe suprimirse también el mío, que le precede en la edición de Santander y no contiene otro interés para los lectores que el engarce de unos párrafos de Menéndez y Pelayo, en los cuales se ventila á la ligera una cuestión de arte que el mismo ilustre escritor trata con la extensión debida en el estudio que va al frente del tomo I de estas OBRAS.

Y con esto, y con añadir que todos los cuadros de este libro que no lleven su fecha al pie, ó alguna advertencia que indique lo contrario, son de la edición de 1864, queda advertido cuanto tenía que advertir al público en este lugar su muy atento y obligado amigo,

J.M. DE PEREDA.


Leer / Descargar texto

Dominio público
287 págs. / 8 horas, 23 minutos / 367 visitas.

Publicado el 10 de agosto de 2017 por Edu Robsy.

Cuentos y Diálogos

Juan Valera


Cuentos, Diálogos, Teatro, Colección


Al Excmo. Sr. D. Enrique R. De Saavedra, Duque de Rivas.

Mi querido amigo: Bien hubiera querido yo escribir algo nuevo expresamente para dedicárselo a V., pero mi pobre ingenio está marchito y seco desde hace dos o tres años, y empiezo a perder toda esperanza de que reverdezca y vuelva a florecer algún día.

En tan desengañada situación y urgiéndome pagar la deuda de la lindísima fantasía que tuvo V. la bondad de dedicarme, me decido a dedicar a V. esta colección de Cuentos y Diálogos, que, si bien publicados antes aisladamente, salen hoy por vez primera reunidos en un tomo.

Ahí van Parsondes, que V. tanto celebra; El pájaro verde, cuento vulgar que me contó con singular talento su señora madre de usted y que yo no he hecho sino poner por escrito, procurando competir con Perrault, Andersen y Musaus; El bermejino prehistórico, que yo encuentro gracioso en fuerza de ser disparatado; y los diálogos de Asclepigenia y Gopa, el primero de los cuales sigo creyendo que es lo más elegante y discreto, o si se quiere lo menos tonto, que he escrito en mi vida.

Acoja V. con benignidad estas obrillas ligeras, sobre las cuales nada más se me ocurre que decir, pues las escribí sin intención de enseñar y sólo con el fin de pasar el tiempo y de ver si lograba divertirme yo y divertir también a quien me leyese.


Leer / Descargar texto


122 págs. / 3 horas, 33 minutos / 348 visitas.

Publicado el 29 de abril de 2016 por Edu Robsy.

Brisas de Primavera

Julia de Asensi


Cuentos infantiles, Colección


El retrato vivo

¡Pobres mujeres y pobres niños! Ancianos y jóvenes habían formado un valeroso ejército para combatir al enemigo que había venido a sitiarlos a los mejores de sus pueblos y, no habiendo logrado vencer, habían perecido casi todos. Los pocos que vivían, hechos prisioneros, no podían ser ya el sostén de la madre, de la esposa y de los tiernos hijos. El vencedor, no contento con este triunfo, había dado orden de salir de aquella tierra a tan débiles seres.

Recogieron sus ropas y todo cuanto era fácil llevar sobre sí y que no tenía valor material alguno, y llorando los unos, suspirando los otros, y sin comprender lo que perdían los más, se alejaron despacio de sus hogares, en los que meses antes fueran tan felices.

Ya a larga distancia de su patria, los tristes emigrantes se detuvieron para descansar y también para tomar una resolución para lo porvenir.

Los que tenían familia en otras poblaciones pensaban buscar su protección; los que no, decidían, las jóvenes madres trabajar para sus hijos, las muchachas servir en casas acomodadas, los niños aprender cualquier oficio fácil, las viejas mendigar.

Pero había entre aquellos seres un niño de nueve años, que no tenía madre ni hermanos, que antes vivía solo con su padre y, después de muerto este en la pelea, quedaba abandonado en el mundo.

Se acercó a una antigua vecina suya implorando su protección.

—Nada puedo hacer por ti, Gustavo, le dijo ella, harto tendré que pensar para buscar los medios de mantener a mis dos niñas.

—Cada cual se arregle como pueda, repuso otra; no faltará en cualquier país quien te tome a su servicio, aunque sólo sea para guardar el ganado.

—Para eso llevo yo tres hijos —añadió otra mujer—; primero son ellos que Gustavo.


Leer / Descargar texto

Dominio público
77 págs. / 2 horas, 15 minutos / 265 visitas.

Publicado el 28 de marzo de 2020 por Edu Robsy.

Cuentos de Navidad y Reyes

Emilia Pardo Bazán


Cuentos, Colección


La Nochebuena del Papa

Bajo el manto de estrellas de una noche espléndida y glacial, Roma se extiende mostrando a trechos la mancha de sombra de sus misteriosos jardines de cipreses y laureles seculares que tantas cosas han visto, y, en islotes más amplios, la clara blancura de sus monumentos, envolviendo como un sudario, el cadáver de la Historia.

Gente alegre y bulliciosa discurre por la calle. Pocos coches. A pie van los ricos, mezclados con los «contadinos», labriegos de la campiña que han acudido a la magna ciudad trayendo cestas de mercancía o de regalos. Sus trapos pintorescos y de vivo color les distinguen de los burgueses; sus exclamaciones sonoras resuenan en el ambiente claro y frío como cristal. Hormiguean, se empujan, corren: aunque no regresen a sus casas hasta el amanecer —que es cosa segura—, quieren presenciar, en la Basílica de Trinità dei Monti, la plegaria del Papa ante la cuna de Gesù Bambino.

—Sí; el Papa en persona —no como hoy su estatua, sino él mismo, en carne y hueso, porque todavía Roma le pertenece— es quien, en presencia de una multitud que palpita de entusiasmo, va a arrodillarse allí, delante la cuna donde, sobre mullida paja, descansa y sonríe el Niño. Es la noche del 24 de diciembre: ya la grave campana de Santángelo se prepara a herir doce voces el aire y la carroza pontifical, sin escolta, sin aparato, se detiene al pie de la escalinata de Trinità.


Leer / Descargar texto

Dominio público
94 págs. / 2 horas, 44 minutos / 236 visitas.

Publicado el 14 de septiembre de 2018 por Edu Robsy.

Cuentos Color de Humo

Manuel Gutiérrez Nájera


Cuentos, colección


Rip-Rip

Este cuento yo no lo vi, pero creo que lo soñé.

¡Qué cosas ven los ojos cuando están cerrados! Parece imposible que tengamos tanta gente y tantas cosas dentro... porque cuando los párpados caen, la mirada, como una señora que cierra su balcón, entra á ver lo que hay en su casa. Pues bien: esta casa mía, esta casa de la señora mirada que yo tengo, ó que me tiene, es un palacio, es una quinta, es una ciudad, es un mundo, es el universo...; pero un universo en el que siempre están presentes el presente, el pasado y el future. A juzgar por lo que miro cuando duermo, pienso para mí, y hasta para ustedes, mis lectores: ¡Jesús, qué de cosas han de ver los ciegos! Esos que siempre están dormidos, ¿qué verán? El amor es ciego, según cuentan. Y el amor es el único que ve á Dios.

¿De quién es la leyenda de Rip-Rip? Entiendo que la recogió Washington Irving para darle forma literaria en alguno de sus libros. Sé que hay una ópera cómica con el propio título y con el mismo argumento. Pero no he leído el cuento del novelador é historiador norteamericano, ni he oído la ópera... pero he visto á Rip-Rip.

Si no fuera pecaminosa la suposición, diría yo que Rip-Rip ha de haber sido hijo del monje Alfeo. Este monje era alemán, cachazudo, flemático, y hasta presumo que algo sordo; pasó cien años sin sentirlos, oyendo el canto de un pájaro. Rip-Rip fué menos yanqui, menos aficionado á músicas y más bebedor de whiskey, durmió durante muchos años.

Rip-Rip, el que yo vi, se durmió, no sé por qué, en alguna caverna en la que entró... quién sabe para qué.


Leer / Descargar texto

Dominio público
46 págs. / 1 hora, 21 minutos / 204 visitas.

Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

Cuentos Dramáticos

Emilia Pardo Bazán


Cuentos, Colección


En tranvía

Los últimos fríos del invierno ceden el paso a la estación primaveral, y algo de fluido germinador flota en la atmósfera y sube al purísimo azul del firmamento. La gente, volviendo de misa o del matinal correteo por las calles, asalta en la Puerta del Sol el tranvía del barrio de Salamanca. Llevan las señoras sencillos trajes de mañana; la blonda de la mantilla envuelve en su penumbra el brillo de las pupilas negras; arrollado a la muñeca, el rosario; en la mano enguantada, ocultando el puño del encas, un haz de lilas o un cucurucho de dulces, pendiente por una cintita del dedo meñique. Algunas van acompañadas de sus niños: ¡y qué niños tan elegantes, tan bonitos, tan bien tratados! Dan ganas de comérselos a besos; entran impulsos invencibles de juguetear, enredando los dedos en la ondeante y pesada guedeja rubia que les cuelga por las espaldas.


Leer / Descargar texto

Dominio público
186 págs. / 5 horas, 26 minutos / 203 visitas.

Publicado el 14 de septiembre de 2018 por Edu Robsy.

El Patrañuelo

Juan de Timoneda


Cuentos, colección


Approbatio

Ego, Ioachimus Molina, presbiter, sacrae Theologiae doctor, commissione admodum Reverendi Thomae Dassio iuris utriusque doctoris, ac sanctae Metropolitanae ecclesiae Valentinae canonici, eiusdemque Sede vacante Vicarii generalis et officialis, librum hunc, cui titulus est, Primera Parte del Patrañuelo de Joan Timoneda, antequam excuderetur, legi, in quo nil inveni fidei catholicae, aut bonis moribus repugnans; in cuius rei testimonium hic me subscribo. Valentiae die 22 Septembris, anno Domini 1566.

Ioachimus Molina.


Nos Thomas Dassio Canonicus Valentinus, ac Sede Archiepiscopali vacante pro Reverendo Capitulo ecclesiae Valentinae in spiritualibus et temporalibus Vicarius generalis: Visa suprascripta relatione, concedimus et impartimur licentiam et facultatem imprimendi hunc librum et vendendi absque alicuius poenae incursu.

Thomas Dassio.

Suma del privilegio

El Rey y por su Majestad

Don Joan Lorenzo de Villarrasa, caballero y consejero del Consejo de su Real Majestad, trayendo voces de general gobernador y teniente de Visorrey, y capitán general del reino de Valencia, concede gracia y privilegio a Joan Timoneda, librero, por tiempo de cuatro años, para el presente Patrañuelo, y que otra persona no le pueda imprimir, sino él tan solamente, o quien su poder tuviera, ni traer impresos de reinos extraños. Y quien lo contrario hiciera mandamos y queremos que la tal persona o personas, pierdan todos los libros que hubieran impreso, o hecho imprimir, y los moldes con que se imprimieron; y más, que sea caído en pena de cien ducados, por cada vez que lo contrario hicieran, según en el original más largamente se contiene del privilegio.

Don Joan Lorenzo de Villarrasa.

Vidit Gallart Regens.
Vidit Arrufat.

Vidit Poncius pro.
Fisci Advocato.
Vincentius de Albizu.


Leer / Descargar texto

Dominio público
150 págs. / 4 horas, 23 minutos / 192 visitas.

Publicado el 18 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

Nuevos Cuentos de Pago Chico

Roberto Payró


Cuentos, Colección


El fantasma

El fantasma Las apariciones sobrenaturales de que era víctima Jesusa Ponec, traían revuelto al pueblo desde semanas atrás. Misia Jesusa las había revelado bajo sello de secreto inviolable a sus íntimas amigas: misia Cenobia, la empingorotado y tremebunda esposa del concejal Bermúdez, y misia Gertrudis Gómez, la espigadora presidenta de las Damas de Beneficencia. Tula y Cenobia las comunicaron, naturalmente, bajo el mismo sello inviolable, a sus confidentas, quienes, a su vez... Total, que todo el mundo lo sabía.

Los fantasmas suelen deambular preferentemente en las noches de invierno, cuando los vecinos se quedan en sus casas, pero a la sazón era verano, un verano de plomo derretido que mantenía en fusión el fuelle del viento norte. Así, los que se encerraban «por si acaso» desde que corrió la noticia, sudaban la gota gorda.

Tula y Cenobia escucharon, haciéndose cruces y temblando como azogadas, las primeras confidencias de Jesusa, aunque Cenobia Bermúdez fuera hembra de pelo en pecho y capaz de zurrarle la badana (como lo probó varias veces) no sólo a su esposo, sino al más pintado, y aunque Tula no tuviese temor de Dios, según decían las malas lenguas refiriéndose a cómo administraba la sociedad. Hicieron que llenase su casa de palma y boj del Domingo de Ramos, que la rociara con agua bendita, que pintara cruces en el suelo delante de las puertas, que encendiese velas de la Candelaria, que hiciera sahumerios de incienso... Y como el fantasma —que era el ánima de su marido Nemesio Ponce, comisario de Tablada— siguió apareciéndose a misia Jesusa, la aconsejaron que acudiese en confesión al cura Papagna, pues aunque éste fuera un «carcamán sin conciencia», era el único que tenía corona para conjurar al Malo y ahuyentarlo con sus «sorcismos».


Leer / Descargar texto

Dominio público
42 págs. / 1 hora, 14 minutos / 158 visitas.

Publicado el 2 de mayo de 2019 por Edu Robsy.

678910