I
Años hace que mi voz se eleva para saludar el día más clásico de la
historia del pueblo, donde la mano de la Providencia me señalara un
espacio para cuna y donde tal vez encontré mi cabeza! postrero
Independiente como el que más, mi corazón juvenil se ha henchido de
entusiasmo ante los recuerdos que el 28 de julio despierta. Hijo de
América he saludado al sol de julio, al sol de la Libertad mi fede
cristiano ha consagrado al santo de Israel un himno que vibra aun en lo
más íntimo del corazón.
Y hoy también se alza mi voz débil, pero sincera; porque ¡patria mía!
tengo fe y creo en el porvenir que los cielos te reservan; porvenir que
será espléndido, como tus bosques perfumados, inmortal como tus Andes,
cuyas cimeras de plata penetran en el arrebolado firmamento, y en las
que acaso posa su invisible planta el genio benéfico que preside tus
destinos.
II
Bajo el azul turquí de un cielo siempre sereno y majestuoso, alentado
por los rayos de un sol magnífico, alzábase un pueblo a la felicidad.
Llanos de esmeralda cubiertos de flores delicadas que abren sus
corolas a los frescos besos del rocío, montes con entrañas de oro y
plata que se destacan en el espacio como gigantes de granito, lagos
cuyos pacíficos cristales apenas riza el murmullo de los céfiros;
Panorama donde se hallan adunados vida, esplendor y dicha, tal fue el imperio de Manco.
Ese pueblo amó al Ser Eterno en la luz y el Sol fue su divinidad.
Y en verdad ¿no os habéis imaginado cuando eleváis a Dios el
pensamiento y los ojos a la bóveda estrellada, que ese sol coronado de
topacios, que esa diadema esplendorosa de la cual están suspendidos los
azules cortinajes del palacio de Jehová, no os habeis imaginado repito,
que ese astro fecundante es el brillo de su mirada, la huella de su
grandeza?
Leer / Descargar texto 'Corona Patriótica'