Un hombre que quería emplearse como sirviente llegó una vez a la
ciudad de Osaka. No sé su verdadero nombre, lo conocían por el nombre de
sirviente, Gonsuké, pues él era, después de todo, un sirviente para
cualquier trabajo.
Este hombre —que nosotros llamaremos Gonsuké— fue a una agencia de
COLOCACIONES PARA CUALQUIER TRABAJO, y dijo al empleado que estaba
fumando su larga pipa de bambú:
—Por favor, señor Empleado, yo desearía ser un sennin. ¿Tendría usted
la gentileza de buscar una familia que me enseñara el secreto de
serlo, mientras trabajo como sirviente?
El empleado, atónito, quedó sin habla durante un rato, por el ambicioso pedido de su cliente.
—¿No me oyó usted, señor Empleado? —dijo Gonsuké—. Yo deseo ser un
sennin. ¿Quisiera usted buscar una familia que me tome de sirviente y me
revele el secreto?
—Lamentamos desilusionarlo —musitó el empleado, volviendo a fumar su
olvidada pipa—, pero ni una sola vez en nuestra larga carrera comercial
hemos tenido que buscar un empleo para aspirantes al grado de sennin. Si
usted fuera a otra agencia, quizá...
Gonsuké se le acercó más, rozándolo con sus presuntuosas rodillas, de pantalón azul, y empezó a argüir de esta manera:
—Ya, ya, señor, eso no es muy correcto. ¿Acaso no dice el cartel
COLOCACIONES PARA CUALQUIER TRABAJO? Puesto que promete cualquier
trabajo, usted debe conseguir cualquier trabajo que le pidamos. Usted
está mintiendo intencionalmente, si no lo cumple.
Frente a un argumento tan razonable, el empleado no censuró el explosivo enojo:
—Puedo asegurarle, señor Forastero, que no hay ningún engaño. Todo es
correcto —se apresuró a alegar el empleado—, pero si usted insiste en
su extraño pedido, le rogaré que se dé otra vuelta por aquí mañana.
Trataremos de conseguir lo que nos pide.
Información texto 'Sennin'