El Burro
Juan José Morosoli
Cuento
Umpiérrez se levantaba, empezaba el mate, encendía el fuego y ponía un churrasquito en las brasas. Después desayunaba y se iba al horno de ladrillos donde trabajaba. Al mediodía se apartaba del grupo de "cortadores" que hacían fuego común, encendía su propio fuego, tomaba mate, ponía un churrasquito y almorzaba. De tarde, al regresar del horno, pasaba por el matadero, levantaba unas achuras, las asaba, tomaba mate y cenaba. Luego se sentaba frente a la noche, fumando. Por el camino ciego que moría en el horno, no pasaba nadie. A sus espaldas las tunas y cina-cinas, borroneaban la noche. Después se iba a dormir.
Al otro día hacía lo mismo ... al otro día igual. La única excepción era el domingo, porque ese día no trabajaba y hacía comida de olla: puchero o guiso.
* * *
Una vez Anchordoqui le preguntó:
—¿Pero vos no vas nunca al boliche?
—¿Pa qué?
—A jugar un truco ... A tomar una caña...
—¿Para salir peliando después?
—¿Y las mujeres no te gustan?
—¿Pa qué? ¿Para llenarte de hijos?
Anchordoqui seguía preguntando. Esperaba dejarlo sin respuesta.
—¿Y perro no tenés?
—¿Pa qué?
—¿Cómo pa qué? —dijo Anchordoqui malhumorado—. ¿Pa qué?... ¡Para tenerlos nomás, para lo que se tienen los perros!
—Para tenerlos nomás, mejor no tenerlos...
—Pero alguna diversión tenés que tener —dijo Anchordoqui en retirada.
—¿Querés mejor diversión que vivir como yo vivo?
Esta vez fue Anchordoqui el que no contestó.
* * *
Con los vecinos se llevaba bien. A Nemesia la lavandera, vecina
de metros más allá, la veía cuando se levantaba. Ella le daba los buenos
días, arrimaba el carrito de manos, en el que llevaba las bolsas de
ropa al arroyo y al fin las cargaba. Alguna vez Umpiérrez le ayudaba a
levantar las bolsas.
Dominio público
3 págs. / 5 minutos / 11 visitas.
Publicado el 15 de marzo de 2025 por Edu Robsy.