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editor: Edu Robsy etiqueta: Historia


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Cinco Años de Destierro en la Isla de Cabrera

Abate Turquet


Historia, crónica


A los hijos de los prisioneros de Cabrera

Muchas veces me he llenado de la más viva emoción al oír el relato de los acontecimientos de Cabrera, al pensar en los millares de franceses abandonados en aquel destierro, sin ropa con que cubrirse, sin abrigo, presa de la miseria más espantosa, devorados por terribles enfermedades, y luchando sin tregua contra los horrores del hambre y de la sed. ¡Qué triste situación! y era mi padre quien nos refería aquellos sufrimientos! mi padre quien los había experimentado por espacio de seis años!!! Yo no podía ser indiferente a tales sucesos. Deseaba con afán datos verídicos, exactos, completos; relaciones en que a la par que sencillas, tuviesen el encanto de las narraciones de mi padre, a menudo edificantes y siempre instructivas, pues las del Caporal de la Fontaine y del marino Enrique Ducór estaban muy lejos de satisfacerme.

Hijos de los prisioneros de Cabrera, sin duda os habréis impresionado como yo con los recuerdos de aquella cautividad; también como yo habréis sentido no poder transmitir a vuestros nietos como un legado precioso. Voy pues a satisfacer los deseos de vuestra filial ternura: para vosotros especialmente emprendo la tarea de repetiros las narraciones de mi padre, a vosotros dedico mi obra; porque solo vosotros podéis apreciar la exactitud de los hechos y de las descripciones, y seréis quizás los únicos que no me tildéis de exagerado. Si asaltase a mis lectores la duda sobre la verdad histórica de lo que voy a referir, y el sagrado carácter de que estoy revestido no pudiese disiparla, apelaré a vuestro testimonio.

¡Ojala puedan las veladas del prisionero de Cabrera seros agradables, y acercaros a Dios, único refugio del hombre sobre la tierra!


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Dominio público
110 págs. / 3 horas, 13 minutos / 318 visitas.

Publicado el 13 de agosto de 2022 por Edu Robsy.

La Conquista del Perú

Pablo Alonso de Avecilla


Crónica, Historia


Introducción

Al tender en el siglo XVI una mirada filosófico por todos los continentes europeos, por todo el antiguo mundo, el alma del hombre sensible se reconcentra melancólicamente, y su corazón late agitado. No era sólo en España donde se sintiera con horror, entre el crujido de las armas sarracenas, el duro yugo del feudalismo, y después la tiranía de los reyes; no sólo las comarcas españolas se estremecieran al contemplar las espantosas escenas con que el negro fanatismo ensangrentara la pura y dulce religión de Jesús; el antiguo mundo envuelto en densas tinieblas de ignorancia, presentaba por do quiera el más desconsolador espectáculo; y graduar la conducta de los hombres públicos de aquella triste época, por la moralidad y filosofía de nuestro siglo, sería incurrir en gravísimos errores. El héroe más eminente del siglo XVI, sería el que más en heroico grado poseyera el fanatismo religioso de su época, junto con el feroz arrojo personal en los combates.

En tan negros momentos fue cuando la audacia de los europeos los condujo hasta los continentes del Nuevo Mundo. Aquellas remotas playas, llenas de candidez y de inocencia, formaban la antítesis más espantosa con el ennegrecido corazón de sus descubridores. Pero no; lejos de nosotros la idea de copiar las nefandas escenas que el sensible filósofo Raynal ha descrito en su historia, de los establecimientos europeos en las dos Indias; lejos de nosotros seguir las huellas de Robertson en su historia de América, lejos de querer al fin, con fantasía ardiente, recargar el horror de lamentables épocas. Si el deber, empero, de historiadores novelistas nos hiciese tocar los hechos, será con la ligereza posible, y sin recargar sus negras tintas.


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185 págs. / 5 horas, 24 minutos / 220 visitas.

Publicado el 30 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

La Conquista de Mallorca

Ramón Llull


Crónica, historia


Si hoy canto con placer la grande empresa; si hoy hallo ocasion para cantar al rey Don Jaime el Conquistador, al varon portentoso que siendo terror y escarmiento de los moros, dejó atrás las gloriosas hazañas de Wifredo el Velloso;

Es porque con la toma de Mallorca fué encontrada una maravilla; maravilla que la sabiduría inmensa de Dios y su omnipotente poder, permitió que se descubriese al conquistarse una isla de plata.

Unidad, que te sientas en el lugar mas elevado; para que mi canto sea digno ¿por qué no reunes en mí la ira tremenda, y el esforzado brazo de Abu-Soleyman, y haré que mi pensamiento se dilate del uno al otro confin del mundo?

Pluguiese á Dios que me fuese dado hablar en estilo digno del estruendo de las armas y de la sangre que se vierte en los combates; y que estendiéndome en hondas consideraciones, os pudiese ofrecer una obra que rivalizara con la de los Fastos con que Ovidio dotó al orbe.

Mas ya que no son para mi éstro las mas grandes conquistas del mundo, dignas tan solo del númen de Horacio ó de Bertran de Born y tantos otros poetas insignes; recuerdo en mi canto los hechos siguientes.


I


Inflamado por el deseo de la conquista, sale el rey Don Jaime á la mar con su armada compuesta de numerosas naves: acompáñanle sus barones, donceles y prelados, los mejores guerreros de su tiempo, los cuales secundan con ardor el bienaventurado deseo de su monarca.


II


Flotaba la armada de mil galeras, formando sobre las ondas un puente de madera, cuando aquel que tiene en el cielo su esplendente trono, lanzó sobre nuestras riberas y nuestros mares todos los horrores de los vientos desencadenados, del rayo y de la tempestad.


III


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Dominio público
7 págs. / 13 minutos / 284 visitas.

Publicado el 4 de mayo de 2020 por Edu Robsy.

La Arquitectura Árabe en Toledo

Gustavo Adolfo Bécquer


Historia, Arquitectura, Arte


Llevando en una mano el Corán y en la otra la espada, los hijos de Ismael habían ya recorrido una gran parte del mundo. Merced á la sangrienta persecución de estos guerreros apóstoles del falso profeta, el Oriente comenzaba á constituirse en un gran pueblo, y el Asia y el África se unían por medio del lazo de las creencias, santificado con el sello de las victorias, cuando la traición abrió nuestra Península á las huestes de Tarif y la monarquía gótica cayó derrocada en las orillas del Guadalete con su último rey.

Acostumbrados á vencer, los árabes no tardaron mucho en posesionarse de casi todo el reino. Como es indudable que á sus conquistas presidía un gran pensamiento, el exterminio no siguió de cerca á sus victorias: las ventajosas condiciones con que aceptaron la rendición de un gran número de ciudades, los privilegies en el goce de los cuales dejaron á sus cristianos, prueban claramente que antes trataban de consolidar que de destruir, y que al emprender sus aventuradas expediciones, no les impulsaba sólo una sed de combates sin fruto y de triunfos efímeros. La historia de los grandes conquistadores de todas las épocas ofrece muy raros ejemplos de estas elevadas máximas de sabiduría, puestas en acción por los árabes en la larga carrera de sus victorias.

Dueños, pues, de casi toda la Península ibérica, y calmada la sed de luchas y de dominios que agitó el espíritu guerrero de aquellas razas ardientes, salidas de entre las abrasadoras arenas del Desierto, las diversas ideas de civilización y de adelanto, rico botín de la inteligencia que habían recogido en su marcha triunfal á través de las antiguas naciones, comenzaron á fundirse en su imaginación en un solo pensamiento regenerador.


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7 págs. / 13 minutos / 597 visitas.

Publicado el 19 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

Vida de los Doce Césares

Suetonio


Historia, Tratado, Tratado político


El divino Julio César

I. Cuando tenía quince años de edad perdió a su padre. Al año siguiente, fue nombrado sacerdote de Júpiter y, tras romper con Cosutia, de familia del orden ecuestre, pero sumamente rica, con la cual estaba prometido desde niño, se casó con Cornelia, hija del cuatro veces cónsul Cinna, de la que muy pronto tuvo a su hija Julia. El dictador Sila no consiguió de modo alguno persuadirlo a que la repudiase. Por ello, después de ser sancionado con la pérdida del sacerdocio, de la dote y de la herencia familiar, fue considerado del partido de la oposición, hasta el punto de verse obligado a quitarse de en medio, a cambiar de escondite casi cada noche, aun estando enfermo de fiebres cuartanas, y a sobornar a sus perseguidores, hasta que por mediación de las vírgenes vestales y de Mamerco Emilio y Aurelio Cota, parientes y amigos suyos, obtuvo el perdón. Es bien sabido que Sila, después de negarse durante un tiempo a ello a pesar de los ruegos de ciudadanos eminentes y muy cercanos al dictador, vencido finalmente por la pertinaz insistencia de éstos, ya fuese por inspiración de los dioses o por una premonición suya exclamó: «¡Que se salgan con la suya y se queden con él, pero que sepan que ese mismo, a quien con tanto interés desean ver vivo, será algún día la perdición del partido de los optimates, por el que hemos luchado juntos, pues existen en César muchos Marios!».


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400 págs. / 11 horas, 40 minutos / 437 visitas.

Publicado el 14 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Usos y Costumbres Antiguos y Modernos de Menorca

Juan Ramis


Historia, Tratado


Mores, et studio, et populus, et proelia dicam.
Virgil: Georg: Lib: IV.

Los usos y costumbres de los menorquines son tan diferentes en el día de lo que antes eran, que unos a otros en nada se parecen.

Tempora mutantur, et nos mutamus in illis.

En los primeros siglos en que los habitantes de la Isla empezaron a ser conocidos de las demás naciones, iban enteramente desnudos durante el estío; sea que lo caluroso del clima los obligase a esto; o bien para que fortaleciéndose de este modo se hallasen más dispuestos para las fatigas de la guerra a que eran sumamente inclinados. Esta desnudez los hizo despreciar al principio de los cartagineses y romanos; pero presto unos y otros empezaron a pensar de muy distinto modo; aquellos con las repetidas repulsas que experimentaron de estos isleños en sus desembarcos en Menorca; y entrambos en las dos primeras Guerras Púnicas en que los baleares, y por consiguiente los menorquines, se distinguieron tanto como fácilmente puede verse en Polibio, Apiano, Tito Livio y otros historiadores antiguos.

Lo que los hacía tan temibles era su extremada pericia en el manejo de la honda, arma que según no pocos aseguran se debe a los baleares. Como quiera que esto fuere, es constante que los naturales de Menorca tenían tal destreza en el uso de aquella arma que entre una multitud de tiros apenas erraban uno u otro.

Por otra parte, su mucha experiencia les había enseñado que según la distancia no podía tirarse con igual acierto con una misma honda. Para precaver este defecto inventaron tres especies de ellas a fin de servirse de las mismas según las circunstancias. Había una para los tiros largos que se llamaba Macrocolon; otra para los cortos nombrada Brachycolon; y otra en fin para trechos medianos. De esta última no ha quedado el nombre.


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Publicado el 18 de junio de 2018 por Edu Robsy.

Una Historia de Nueva York

Washington Irving


Historia


Evening Post, 26 de octubre de 1809:

ALARMANTE

Dejó su hospedaje hace algún tiempo y desde entonces nada se sabe de él. Caballero menudo y entrado en años, vestido con un viejo abrigo negro y sombrero de tres picos, responde al apellido Knickerbocker. Puesto que existen motivos para considerar que no se encuentra por entero en sus cabales y su situación genera gran ansiedad, se agradecerá cualquier información relacionada con él que pueda facilitarse en el Columbian Hotel de la calle Mulberry o en la oficina de este diario.

P. D.: Los editores de prensa estarán colaborando con una causa humanitaria al dar cabida en sus diarios al anuncio precedente.

Evening Post, 6 de noviembre de 1809:

Al editor del Evening Post:

Estimado señor, tras leer en su diario del pasado 26 de octubre un texto sobre un anciano caballero apellidado Knickerbocker que se ausentó de su hospedaje; por si fuera de alivio para sus amistades o pudiera aportarles alguna pista para descubrir su paradero, puedo informarles que una persona que responde a la descripción ofrecida fue vista por los pasajeros de la diligencia a Albany, a primeras horas de la mañana, unas cuatro o cinco semanas atrás, descansando junto a la carretera, ligeramente al norte de King’s Bridge. Llevaba en la mano un pequeño fardo envuelto en un pañuelo rojo; parecía estar viajando en dirección norte y se encontraba muy fatigado.

Un viajero.

Evening Post, 16 de noviembre de 1809:

Al editor del Evening Post:


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Publicado el 21 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Quince Días en el Desierto Americano

Alexis de Tocqueville


Viajes, Historia


Una de las cosas que más excitaba nuestra curiosidad al venir a Norteamérica era recorrer los confines de la civilización europea y, si el tiempo nos lo permitía, visitar incluso algunas de las tribus indias que han preferido huir hacia las soledades más salvajes a plegarse a lo que los blancos llaman «las delicias de la vida social». Pero hoy en día llegar hasta el desierto es más difícil de lo que se cree. Habíamos salido de Nueva York y, a medida que avanzábamos hacia el Noroeste, el objetivo de nuestro viaje parecía alejarse cada vez más. Recorríamos lugares célebres en la historia de los indios, atravesábamos valles a los que habían dado nombre, cruzábamos ríos que aún llevan el de sus tribus, pero, en todas partes, la choza del salvaje había dado paso a la casa del hombre civilizado; los bosques habían sido arrasados, la soledad cobraba vida.

Sin embargo, parecíamos seguir el rastro de los indígenas.

—Diez años atrás —nos decían— estaban aquí; allá, hace cinco años; más allá, hace dos.

—En aquel lugar, donde se alza la iglesia más hermosa del pueblo —nos contaba uno—, tiré abajo el primer árbol del bosque.

—Aquí —nos contaba otro— estaba el gran consejo de la Confederación de los Iroqueses.

—¿Y qué ha pasado con los indios? —decía yo.

—Los indios —proseguía nuestro anfitrión— se han ido más allá de los Grandes Lagos, ¡quién sabe dónde! Es una raza que se extingue; no están hechos para la civilización: ella los mata.


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Publicado el 18 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Origen y Gestas de los Godos

Jordanes


Historia


PRIMERA PARTE. MIGRACIONES DE LOS GODOS

Capítulo I. Descripción general de la Tierra

4. Nuestros antepasados, como cuenta Orosio, consideraron que toda la circunferencia de la Tierra rodeada por el cinturón del Océano estaba dividida en tres partes y las llamaron Asia, Europa y África. Sobre esta división tripartita del globo terráqueo existe un número casi incontable de escritores que no sólo explican la situación de las ciudades y lugares, sino también, lo que es más preciso aún, calculan sus distancias en pasos y millas. Determinan también la situación en la inmensidad del grandioso mar Océano de las islas, tanto mayores como menores, expuestas al oleaje marino, a las que denominan Cicladas o Espóradas.


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100 págs. / 2 horas, 55 minutos / 326 visitas.

Publicado el 4 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

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