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editor: Edu Robsy etiqueta: Novela textos disponibles


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Aves Sin Nido

Clorinda Matto de Turner


Novela


Proemio

Si la historia es el espejo donde las generaciones por venir han de contemplar la imagen de las generaciones que fueron, la novela tiene que ser la fotografía que estereotipe los vicios y las virtudes de un pueblo, con la consiguiente moraleja correctiva para aquellos y el homenaje de admiración para estas.

Es tal, por esto, la importancia de la novela de costumbres, que en sus hojas contiene muchas veces el secreto de la reforma de algunos tipos, cuando no su extinción.

En los países en que, como el nuestro, la Literatura se halla en su cuna, tiene la novela que ejercer mayor influjo en la morigeración de las costumbres, y, por lo tanto, cuando se presenta una obra con tendencias levantadas a regiones superiores a aquellas en que nace y vive la novela cuya trama es puramente amorosa o recreativa, bien puede implorar la atención de su público para que extendiéndole la mano la entregue al pueblo.

¿Quién sabe si después de doblar la última página de este libro se conocerá la importancia de observar atentamente el personal de las autoridades, así eclesiásticas como civiles, que vayan a regir los destinos de los que viven en las apartadas poblaciones del interior del Perú?

¿Quién sabe si se reconocerá la necesidad del matrimonio de los curas como una exigencia social?

Para manifestar esta esperanza me inspiro en la exactitud con que he tomado los cuadros, del natural, presentando al lector la copia para que él juzgue y falle.

Amo con amor de ternura a la raza indígena, por lo mismo que he observado de cerca sus costumbres, encantadoras por su sencillez, y la abyección a que someten esa raza aquellos mandones de villorrio, que, si varían de nombre, no degeneran siquiera del epíteto de tiranos. No otra cosa son, en lo general, los curas, gobernadores, caciques y alcaldes.


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Dominio público
199 págs. / 5 horas, 49 minutos / 1.935 visitas.

Publicado el 22 de enero de 2019 por Edu Robsy.

El Periquillo Sarniento

José Joaquín Fernández de Lizardi


Novela


Tomo I

...Nadie crea que es suyo el retrato, sino que hay muchos diablos que se parecen unos a otros. El que se hallare tiznado, procure lavarse, que esto le importa más que hacer crítica y examen de mi pensamiento, de mi locución, de mi idea, o de los demás defectos de la obra.

Torres Villaroel, en su prólogo de la Barca de Aqueronte.


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Dominio público
848 págs. / 1 día, 45 minutos / 458 visitas.

Publicado el 8 de enero de 2022 por Edu Robsy.

Trafalgar

Benito Pérez Galdós


Novela


I

Se me permitirá que antes de referir el gran suceso de que fui testigo, diga algunas palabras sobre mi infancia, explicando por qué extraña manera me llevaron los azares de la vida a presenciar la terrible catástrofe de nuestra marina.

Al hablar de mi nacimiento, no imitaré a la mayor parte de los que cuentan hechos de su propia vida, quienes empiezan nombrando su parentela, las más veces noble, siempre hidalga por lo menos, si no se dicen descendientes del mismo Emperador de Trapisonda. Yo, en esta parte, no puedo adornar mi libro con sonoros apellidos; y fuera de mi madre, a quien conocí por poco tiempo, no tengo noticia de ninguno de mis ascendientes, si no es de Adán, cuyo parentesco me parece indiscutible. Doy principio, pues, a mi historia como Pablos, el buscón de Segovia: afortunadamente Dios ha querido que en esto sólo nos parezcamos.

Yo nací en Cádiz, y en el famoso barrio de la Viña, que no es hoy, ni menos era entonces, academia de buenas costumbres. La memoria no me da luz alguna sobre mi persona y mis acciones en la niñez, sino desde la edad de seis años; y si recuerdo esta fecha, es porque la asocio a un suceso naval de que oí hablar entonces: el combate del cabo de San Vicente, acaecido en 1797.


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Dominio público
161 págs. / 4 horas, 43 minutos / 3.463 visitas.

Publicado el 25 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

Las Aventuras de Tom Sawyer

Mark Twain


Novela


I

—¡Tom!

Silencio.

—¡Tom!

Silencio.

—¡Dónde andará metido ese chico!... ¡Tom!

La anciana se bajó los anteojos y miró, por encima, alrededor del cuarto; después se los subió a la frente y miró por debajo. Rara vez o nunca miraba a través de los cristales a cosa de tan poca importancia como un chiquillo: eran aquéllos los lentes de ceremonia, su mayor orgullo, construidos por ornato antes que para servicio, y no hubiera visto mejor mirando a través de un par de mantas. Se quedó un instante perpleja y dijo, no con cólera, pero lo bastante alto para que la oyeran los muebles:

—Bueno; pues te aseguro que si te echo mano te voy a...

No terminó la frase, porque antes se agachó dando estocadas con la escoba por debajo de la cama; así es que necesitaba todo su aliento para puntuar los escobazos con resoplidos. Lo único que consiguió desenterrar fue el gato.

—¡No se ha visto cosa igual que ese muchacho!

Fue hasta la puerta y se detuvo allí, recorriendo con la mirada las plantas de tomate y las hierbas silvestres que constituían el jardín. Ni sombra de Tom. Alzó, pues, la voz a un ángulo de puntería calculado para larga distancia y gritó:

—¡Tú! ¡Toooom!

Oyó tras de ella un ligero ruido y se volvió a punto para atrapar a un muchacho por el borde de la chaqueta y detener su vuelo.

—¡Ya estás! ¡Que no se me haya ocurrido pensar en esa despensa!... ¿Qué estabas haciendo ahí?

—Nada.

—¿Nada? Mírate esas manos, mírate esa boca... ¿Qué es eso pegajoso?

—No lo sé, tía.

—Bueno; pues yo sí lo sé. Es dulce, eso es. Mil veces te he dicho que como no dejes en paz ese dulce te voy a despellejar vivo. Dame esa vara.

La vara se cernió en el aire. Aquello tomaba mal cariz.

—¡Dios mío! ¡Mire lo que tiene detrás, tía!


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Dominio público
228 págs. / 6 horas, 40 minutos / 2.312 visitas.

Publicado el 16 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

La Abadía de Northanger

Jane Austen


Novela


1

Nadie que hubiera conocido a Catherine Morland en su infancia habría imaginado que el destino le reservaba un papel de heroína de novela. Ni su posición social ni el carácter de sus padres, ni siquiera la personalidad de la niña, favorecían tal suposición. Mr. Morland era un hombre de vida ordenada, clérigo y dueño de una pequeña fortuna que, unida a los dos excelentes beneficios que en virtud de su profesión usufructuaba, le daban para vivir holgadamente. Su nombre era Richard; jamás pudo jactarse de ser bien parecido y no se mostró en su vida partidario de tener sujetas a sus hijas. La madre de Catherine era una mujer de buen sentido, carácter afable y una salud a toda prueba. Fruto del matrimonio nacieron, en primer lugar, tres hijos varones; luego, Catherine, y lejos de fallecer la madre al advenimiento de ésta, dejándola huérfana, como habría correspondido tratándose de la protagonista de una novela, Mrs. Morland siguió disfrutando de una salud excelente, lo que le permitió a su debido tiempo dar a luz seis hijos más.


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Dominio público
238 págs. / 6 horas, 56 minutos / 6.062 visitas.

Publicado el 26 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

Tirante el Blanco

Joanot Martorell


Novela, Novela de Caballerías


EN HONOR, LOOR Y GLORIA DE NUESTRO SEÑOR DIOS JESUCRISTO Y DE LA GLORIOSA SACRATÍSIMA VIRGEN MARÍA, MADRE SUYA Y SEÑORA NUESTRA, COMIENZA LA LETRA DEL PRESENTE LIBRO LLAMADO TIRANTE EL BLANCO, DIRIGIDA POR MOSEN JOANOT MARTORELL, CABALLERO, AL SERENÍSIMO PRÍNCIPE FERNANDO DE PORTUGAL.

DEDICATORIA

Muy excelente, virtuoso y glorioso príncipe, rey expectante:

Aunque ya estaba informado, especialmente ahora he tenido noticia de vuestras virtudes, porque vuestra señoría me ha querido comunicar y desvelar vuestros deseos de conocer los hechos de los antiguos, virtuosos, famosos y muy gloriosos caballeros, de los cuales los poetas e historiadores han loado y han perpetuado, en sus obras, tanto su recuerdo como sus virtuosos actos. Y, sobre todo, me habéis comunicado el deseo de conocer los muy insignes actos de aquel tan famoso caballero, llamado Tirante el Blanco, el cual, de la misma manera que el sol resplandece entre los otros planetas, resplandecía en el arte de la caballería entre los otros caballeros del mundo; aquél que por su virtud conquistó muchos reinos y provincias y los dio a otros caballeros, porque para sí sólo quería el honor de la caballería. Se trata de aquel caballero que más adelante conquistó todo el imperio griego, arrebatándolo a los turcos, que habían subyugado a los cristianos griegos.


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Dominio público
839 págs. / 1 día, 28 minutos / 1.852 visitas.

Publicado el 7 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Los Tres Mosqueteros

Alejandro Dumas


Novela


Prefacio

EN EL QUE SE RACE CONSTAR QUE, PESE A SUS NOMBRES EN «OS» Y EN «IS», LOS HEROES DE LA HISTORIA QUE VAMOS A TENER EL HONOR DE CONTAR A NUESTROS LECTORES NO TIENEN NADA DE MITOLOGICO

Hace aproximadamente un año, cuando hacía investigaciones en la Biblioteca Real para mi historia de Luis XIV , di por casualidad con las Memorias del señor D'Artagnan, impresas —como la mayoría de las obras de esa época, en que los autores pretendían decir la verdad sin ir a darse una vuelta más o menos larga por la Bastilla— en Amsterdam, por el editor Pierre Rouge . El título me sedujo: las llevé a mi casa, con el permiso del señor bibliotecario por supuesto, y las devoré.

No es mi intención hacer aquí un análisis de esa curiosa obra, y me contentaré con remitir a ella a aquellos lectores míos que aprecien los cuadros de época. Encontrarán ahí retratos esbozados de mano maestra; y aunque esos bocetos estén, la mayoría de las veces, trazados sobre puertas de cuartel y sobre paredes de taberna, no dejarán de reconocer, con tanto parecido como en la historia del señor Anquetil , las imágenes de Luis XIII, de Ana de Austria, de Richelieu, de Mazarino y de la mayoría de los cortesanos de la época.

Mas, como se sabe, lo que sorprende el espíritu caprichoso del poeta no siempre es lo que impresiona a la masa de lectores. Ahora bien, al admirar, como los demás admirarán sin duda, los detalles que hemos señalado, lo que más nos preocupó fue una cosa a la que, por supuesto, nadie antes que nosotros había prestado la menor atención.

D'Artagnan cuenta que, en su primera visita al señor de Tréville , capitán de los mosqueteros del rey, encontró en su antecámara a tres jóvenes que servían en el ilustre cuerpo en el que él solicitaba el honor de ser recibido, y que tenían por nombre los de Athos, Porthos y Aramis.


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716 págs. / 20 horas, 53 minutos / 3.424 visitas.

Publicado el 16 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

La Isla del Tesoro

Robert Louis Stevenson


Novela


PRÓLOGO DE LA EDICIÓN ESPAÑOLA

En el campo abundantísimo de la moderna literatura inglesa, la casa de Appleton no ha tenido sino el embarazo de la elección, para decidir qué obra debería ocupar el segundo lugar en la colección de novelas inaugurada con el aplaudido “Misterio...” de Hugo Conway.

Roberto Luis Stevenson ha sido el autor elegido, y si la traducción no ha sido tal que borre todos los méritos del original, ya encontrarán no poco que aplaudir y más aún con que solazarse los lectores hispanoamericanos.

La Isla del Tesoro no tiene la pretensión de ser una novela trascendental encaminada á mejorar las costumbres ó censurar los hábitos de un pueblo. No entran en ella en juego todas esas pasiones candentes cuyo hervidero llena las modernas obras de ficción con miasmas que hacen daño. El lector que busca en libros de este género un mero solaz que refresque su espíritu, después de largas horas de un pesado trabajo moral ó material, no se verá aquí detenido por disertaciones inoportunas ni problemas ociosos. Nada de eso.

La Isla del Tesoro es una narración llana, un romance fácil, un cuento sabroso con un niño por héroe, y que, á pesar de sus peripecias dramáticas y conmovedoras, conserva en todo el discurso del libro una pureza y una sencillez tales que no habrá hogar, por mucha severidad que impere en él, del cual pueda desterrársele con razón.

Stevenson se propuso, además, describir con esa difícil facilidad que parece ser un secreto suyo, esas escenas y aventuras marinas en que el lector percibe, desprendiéndose de la sencilla narración, ya el olor acre de las brisas de la playa, ya el rumor de la pleamar deshaciéndose contra las rocas, ya el eco monótono de los cantos de marineros y grumetes empeñados en la maniobra.


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Dominio público
277 págs. / 8 horas, 5 minutos / 3.430 visitas.

Publicado el 24 de abril de 2016 por Edu Robsy.

El Corsario Negro

Emilio Salgari


Novela


1. Los filibusteros de la tortuga

Una recia voz, que tenía una especie de vibración metálica, se alzó del mar y resonó en las tinieblas lanzando estas amenazadoras palabras:

—¡Eh, los de la canoa! ¡Deteneos si no queréis que os eche a pique!

La pequeña embarcación, tripulada solo por dos hombres, avanzaba trabajosamente sobre las olas color de tinta. Sin duda huía del alto acantilado que se delineaba confusamente sobre la línea del horizonte, como si temiese un gran peligro de aquella parte; pero, ante aquel grito conminatorio, se había detenido de manera brusca. Los dos marineros recogieron los remos y se pusieron en pie al mismo tiempo, mirando con inquietud ante ellos y fijando sus ojos sobre una gran sombra que parecía haber emergido súbitamente de las aguas.

Ambos hombres contarían alrededor de cuarenta años, y sus facciones rectas y angulosas se acentuaban aún más con unas espesas e hirsutas barbas que seguramente no habían conocido nunca el uso de un peine o de un cepillo.

Llevaban calados amplios sombreros de fieltro, agujereados por todas partes y con las alas hechas jirones, y sus robustos pechos quedaban apenas cubiertos por unas camisas de franela, desgarradas, descoloridas y sin mangas, que iban ceñidas a sus cinturas con unas fajas rojas reducidas igualmente a un estado miserable y que sujetaban sendos pares de aquellas grandes y pesadas pistolas que se usaban a finales del siglo dieciséis. También sus cortos calzones aparecían destrozados, y las desnudas piernas y los descalzos pies estaban completamente rebozados en un bar ro negruzco.


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347 págs. / 10 horas, 8 minutos / 1.749 visitas.

Publicado el 24 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Rojo y Negro

Stendhal


Novela


Con la noticia escueta de un suceso vulgar, tomado de la crónica de los Tribunales, Henry Beyle (Stendhal) compuso, allá por los años 1830, Le rouge et le noir, la admirable novela psicológica que ha logrado consagración de obra maestra en la literatura universal.
¿Sabéis cuál es el hecho, base y raíz del análisis humano que tenéis ante los ojos? Antoine Berthet, hijo de un herrador de Brangues, en el Delfinado, había sido amante de una señora, M., en cuya casa desempeñaba el oficio de preceptor. Expulsado después de los seminarios, donde pretendía seguir sus estudios, fué de nuevo preceptor en casa de M. de C., cuya hija sedujo. Vuelto a Brangues, se percató de que la señora de M. no abrigaba para él los antiguos amorosos sentimientos, y llega a sospechar que acaso un rival ha ocupado su puesto. Inducido de esta sospecha, dispara un tiro sobre su ex amante en la iglesia, y vuelve contra sí mismo la pistola, hiriéndose. Luego, es ejecutado en la plaza de Grenoble, el 23 de febrero de 1828.
El Julián Sorel de la novela imaginada, es el Antonio Berthet del suceso vivo y sangrante; pero el espíritu analítico de Stendhal, su aguzada y fina sensibilidad, han erigido, sobre el documento humano, un drama real, con esa manera de elevado realismo que describe el proceso psicológico de las almas.
Decía Stendhal, en una carta a Balzac, que para sus novelas escogía personajes conocidos, les dejaba algunos de sus hábitos, pero les infundía más espíritu. En Sorel, su hijo más afortunado, encarnó su propio carácter, mezcla extraña—según dice uno de sus biógrafos—de originalidad natural y estudiada, de sinceridad y de afectación, de clarividencia y de fantasía, de disimulo y de abandono. Sorel pertenece a aquella generación "ardiente, pálida y nerviosa", concebida durante la inquietud de las guerras del Imperio.


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Dominio público
547 págs. / 15 horas, 58 minutos / 919 visitas.

Publicado el 16 de abril de 2018 por Edu Robsy.

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