Textos más vistos publicados por Edu Robsy etiquetados como Novela publicados el 29 de abril de 2017

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editor: Edu Robsy etiqueta: Novela fecha: 29-04-2017


12

Sonata de Otoño

Ramón María del Valle-Inclán


Novela


Mi amor dorado, estoy muriéndome y sólo deseo verte!" ¡Ay! Aquella carta de la pobre Concha se me extravió hace mucho tiempo. Era llena de afán y de tristeza, perfumada de violetas y de un antiguo amor. Sin concluir de leerla, la besé. Hacía cerca de dos años que no me escribía, y ahora me llamaba a su lado con súplicas dolorosas y ardientes. Los tres pliegos blasonados traían la huella de sus lágrimas, y la conservaron largo tiempo. La pobre Concha se moría retirada en el viejo Palacio de Brandeso, y me llamaba suspirando. Aquellas manos pálidas, olorosas, ideales, las manos que yo había amado tanto, volvían a escribirme como otras veces. Sentí que los ojos se me llenaban de lágrimas. Yo siempre había esperado en la resurrección de nuestros amores. Era una esperanza indecisa y nostálgica que llenaba mi vida con un aroma de fe: Era la quimera del porvenir, la dulce quimera dormida en el fondo de los lagos azules, donde se reflejan las estrellas del destino. ¡Triste destino el de los dos! El viejo rosal de nuestros amores volvía a florecer para deshojarse piadoso sobre una sepultura.

¡La pobre Concha se moría!

Yo recibí su carta en Viana del Prior, donde cazaba todos los otoños. El Palacio de Brandeso está a pocas leguas de jornada. Antes de ponerme en camino, quise oir a María Isabel y a María Fernanda, las hermanas de Concha, y fuí a verlas. Las dos son monjas en las Comendadoras. Salieron al locutorio, y a través de las rejas me alargaron sus manos nobles y abaciales, de esposas vírgenes. Las dos me dijeron, suspirando, que la pobre Concha se moría, y las dos como en otro tiempo, me tutearon. ¡Habíamos jugado tantas veces en las grandes salas del viejo Palacio señorial!


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67 págs. / 1 hora, 58 minutos / 3.632 visitas.

Publicado el 29 de abril de 2017 por Edu Robsy.

Kokoro

Natsume Sōseki


Novela


Primera Parte. Sensei y yo

1

Yo siempre le he llamado sensei. Por eso, aquí también escribiré sensei sin revelar su verdadero nombre. Y ello, no porque desee guardar el secreto de su identidad ante la sociedad, sino porque me resulta más natural. Cada vez que su recuerdo me viene, enseguida siento el deseo de decir sensei. Y ahora, al tomar la pluma, siento lo mismo. Tampoco se me ocurre referirme a él con una fría inicial en letra mayúscula.

Fue en Kamakura donde sensei y yo nos conocimos. Yo entonces era aún un joven estudiante. Un día recibí la postal de un amigo que pasaba las vacaciones de verano en la playa. En ella me proponía acompañarle. Decidí procurarme un poco de dinero e ir con él a Kamakura. Tardé dos o tres días en juntar el dinero. Sin embargo, apenas habían pasado tres días de mi llegada, cuando mi amigo recibió de repente un telegrama de su familia pidiéndole que volviera de inmediato a casa. En el telegrama se le avisaba de la enfermedad de su madre. Él, sin embargo, no se lo creía. Este amigo mío hacía tiempo que estaba siendo presionado por sus padres, residentes en un pueblo, a aceptar un compromiso matrimonial no deseado por él. Por un lado, se veía demasiado joven para casarse según la costumbre moderna. Además, la persona elegida por sus padres no era precisamente de su agrado. Así que, en las vacaciones de verano, en lugar de volver a su pueblo, como hubiera sido lo más natural, prefirió quedarse entretenido cerca de Tokio y no volver a casa. Mi amigo me mostró el telegrama y pidió mi opinión. Yo no sabía qué decirle, aunque, si realmente su madre estaba enferma, desde luego que debería ir a casa. Finalmente, decidió ir. De esa forma, tras haberme molestado en venir con él, me quedé solo.


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224 págs. / 6 horas, 33 minutos / 687 visitas.

Publicado el 29 de abril de 2017 por Edu Robsy.

Soy un Gato

Natsume Sōseki


Novela


Capítulo 1

Soy un gato, aunque todavía no tengo nombre. No sé dónde nací. Lo primero que recuerdo es que estaba en un lugar umbrío y húmedo, donde me pasaba el día maullando sin parar. Fue en ese oscuro lugar donde por primera vez tuve ocasión de poner mis ojos sobre un espécimen de la raza humana. Según pude saber más tarde, se trataba de un ejemplar de lo más perverso, un shoshei, uno de esos estudiantes que suelen realizar pequeñas tareas en las casas a cambio de comida y de alojamiento. En algún sitio he escuchado incluso que, en ocasiones, esos crueles individuos nos dan caza y nos guisan, y luego se nos zampan. Aunque he de decir que, debido quizás a mi ignorancia y a mi poca edad, no sentí nada de miedo cuando lo vi. Simplemente noté que el shoshei en cuestión me levantaba por los aires en la palma de su mano, y que yo me sentía flotar. Una vez me acostumbre a esta novedosa perspectiva, tuve ocasión de estudiar tranquilamente su rostro. El sentimiento de extrañeza todavía permanece en mí hoy en día. En primer lugar hablaré de su cara: por lo que yo sabía, las caras de todo bicho viviente suelen estar cubiertas de pelo. Sin embargo, la suya estaba lisa y pulida como la superficie de una tetera. He conocido a lo largo de mi vida a muchos gatos, de orígenes diferentes, pero ninguno tenía una deformidad como la de ese tipo. Pero no sólo era eso. Había más. El centro de su rostro estaba ocupado por una enorme protuberancia, con dos agujeros en medio por los que, de vez en cuando, emanaban pequeños penachos de humo; algo que consideré ciertamente sofocante y fastidioso. Durante un rato me sentí enfermar por causa de esas asfixiantes exhalaciones. Ha sido sólo recientemente cuando he aprendido que aquel humo era producido por el tabaco, una cosa que, por lo visto, a los humanos les pirra.


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608 págs. / 17 horas, 45 minutos / 2.012 visitas.

Publicado el 29 de abril de 2017 por Edu Robsy.

Botchan

Natsume Sōseki


Novela


1

Desde niño, he tenido una impulsividad innata que me viene de familia y que no ha hecho más que crearme problemas. Una vez, en la escuela primaria, salté desde la ventana de un primer piso y no pude andar durante una semana. Alguien se preguntará por qué hice semejante tontería. Pero la verdad es que no hubo ninguna razón especial. Simplemente estaba un día asomado a una de las ventanas del nuevo edificio de la escuela, cuando uno de mis compañeros de clase comenzó a meterse conmigo diciéndome que, por mucho que me hiciera el gallito, en realidad no era más que un cobarde y que no sería capaz de saltar. El bedel tuvo que llevarme esa misma noche a cuestas a mi casa. Cuando mi padre me vio, se enfadó muchísimo y me dijo que no podía comprender cómo alguien se podía quedar sin caminar simplemente por haber saltado desde la ventana de un primer piso. Le respondí que la siguiente vez que saltara no me volvería a ocurrir.

Otro día estaba yo jugando con el reflejo que el sol producía en la hoja de una bonita navaja importada que uno de mis parientes me había regalado, cuando uno de mis amigos exclamó:

—Brillar, brillará mucho. Pero seguro que no corta nada.

—¿Que no? —le respondí yo—. Mi navaja puede cortar cualquier cosa.

—¿A que no puede cortar uno de tus dedos? —me desafió.

—¿Que no? —le repetí yo—. Mira. —Y entonces empujé la hoja en diagonal sobre mi pulgar derecho. Afortunadamente, la navaja era pequeña y mi hueso estaba sano y fuerte, por lo que todavía conservo el pulgar, aunque tendré una cicatriz mientras viva.


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161 págs. / 4 horas, 43 minutos / 282 visitas.

Publicado el 29 de abril de 2017 por Edu Robsy.

En Vísperas

Iván Turguéniev


Novela


I

En uno de los días más calurosos del verano de 1853, a la sombra de un alto tilo a orillas del río Moskvá, no lejos de Kúntsovo, dos jóvenes estaban tumbados sobre la hierba. El primero aparentaba unos veintitrés años; era alto, muy moreno, tenía la nariz afilada y un poco torcida, la frente alta y unos labios anchos en los que se dibujaba una sonrisa discreta. Tumbado boca arriba, miraba pensativamente a lo lejos, entornando ligeramente sus pequeños ojos grises; el segundo, boca abajo, con su cabeza de pelo rubio y rizado apoyada en ambas manos, miraba también a lo lejos. Era tres años mayor que su compañero, pero parecía mucho más joven; apenas le había salido el bigote y en la barbilla se le arremolinaba una suave pelusilla. Había cierta gracia infantil, cierta elegancia atractiva en los rasgos menudos de su rostro fresco y redondo, en sus ojos dulces y castaños, en sus labios bonitos y protuberantes, en sus manos blancas. Todo en él desprendía la feliz alegría de la salud y de la juventud: la despreocupación, confianza en uno mismo, el capricho y encanto propios de la juventud. Movía los ojos, sonreía y apoyaba la cabeza como los niños que saben que se les está mirando con embeleso. Llevaba un abrigo ancho y blanco parecido a una blusa; un pañuelo azul celeste envolvía su cuello fino y un sombrero arrugado de paja descansaba junto a él sobre la hierba.


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182 págs. / 5 horas, 19 minutos / 213 visitas.

Publicado el 29 de abril de 2017 por Edu Robsy.

Almohada de Hierba

Natsume Sōseki


Novela


I

Mientras subo por la montaña, pienso lo siguiente:

Si te guías por la razón, toparás con esquinas; si te dejas llevar por un mar de sentimientos, te arrastrará la marea; y actuar a voluntad, a la larga, es oprimirse a uno mismo. En todo caso, vivir en este mundo no es tarea fácil.

A medida que esta sensación se acrecienta, te acucia la necesidad de trasladarte a un lugar más tranquilo. Pero no importa dónde vayas, pues cualquier lugar te parecerá inhabitable. Y es entonces cuando nacen la poesía y la pintura, en el instante en que comprendes que no hay ningún lugar al que huir.

Este mundo no lo han creado ni los dioses ni los demonios. Lo han creado personas corrientes, vecinos que viven a la vuelta de la esquina. No hay más mundo que el que ellos han construido y, si lo hubiera, se trataría de un lugar inhóspito, completamente despoblado en el que sería muy difícil vivir.

Así las cosas, y visto que no hay escapatoria posible, solo queda sobrellevar la brevedad de la vida en este mundo inhabitable y tratar de hacer de él un lugar más cómodo. Es aquí donde los poetas desempeñan su labor sagrada; aquí, donde los pintores hallan la inspiración. Y el arte de estos guerreros pacifica el corazón de sus habitantes, lo colma y lo ennoblece.


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150 págs. / 4 horas, 23 minutos / 326 visitas.

Publicado el 29 de abril de 2017 por Edu Robsy.

El Caminante

Natsume Sōseki


Novela


Personajes principales

FAMILIA NAGANO

El padre: antiguo funcionario del gobierno ahora jubilado.

La madre: Tsuma.

Ichiro: hijo mayor y profesor universitario.

Jiro: segundo hijo y narrador de la novela. Trabaja como empleado en un estudio de arquitectura.

Oshige: hermana de Ichiro y Jiro.

Nao: esposa de Ichiro.

Yoshie: hija de Ichiro y Nao.

OTROS PERSONAJES

Okada: pariente lejano de la madre que vivió en casa de los Nagano durante su época de estudiante. Actualmente trabaja y reside en Osaka.

Okane: esposa de Okada.

Sano: amigo y compañero de trabajo de Okada.

Osada: vive con la familia Nagano como empleada en las labores domésticas.

Misawa: amigo íntimo de Jiro.

Señor H: amigo íntimo de Ichiro y profesor universitario.

Primera parte: Amigo

1

En cuanto bajé del tren en la estación de Umeda, cogí un rikisha y fui directo a casa de Okada como me había pedido mi madre. Okada era familia lejana suya, pero en qué grado, era algo que desconocía por completo.

Yo tenía mis propias razones para ir a verlo nada más llegar a Osaka. Una semana antes de venir había quedado en encontrarme con un amigo en la ciudad para subir juntos al monte Koya y, en caso de disponer de tiempo suficiente, llegar hasta Nagoya desde Ise. No sabíamos exactamente dónde reunimos y fue en ese momento cuando se me ocurrió darle el nombre y la dirección de Okada.

—En cuanto llegue a Osaka, te llamaré para asegurarme de si has llegado o no —dijo mi amigo antes de partir. Yo no estaba seguro de que Okada tuviera teléfono, por eso le pedí que telegrafiara o enviara una nota. Su idea era ir a Suwa por la línea de Koshu y llegar a Osaka pasando por Kiso. Mi plan era coger la línea de Tokaido directo hasta Kioto y parar allí cuatro o cinco días por unos asuntos. Después seguiría hasta Osaka.


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303 págs. / 8 horas, 51 minutos / 423 visitas.

Publicado el 29 de abril de 2017 por Edu Robsy.

Sonata de Invierno

Ramón María del Valle-Inclán


Novela


Como soy muy viejo, he visto morir a todas las mujeres por quienes en otro tiempo suspiré de amor: De una cerré los ojos, de otra tuve una triste carta de despedida, y las demás murieron siendo abuelas, cuando ya me tenían en olvido. Hoy, después de haber despertado amores muy grandes, vivo en la más triste y más adusta soledad del alma, y mis ojos se llenan de lágrimas cuando peino la nieve de mis cabellos. ¡Ay, suspiro recordando que otras veces los halagaron manos principescas! Fué mi paso por la vida como potente florecimiento de todas las pasiones: Uno a uno, mis días se caldeaban en la gran hoguera del amor: Las almas más blancas me dieron entonces su ternura y lloraron mis crueldades y mis desvíos, mientras los dedos pálidos y ardientes deshojaban las margaritas que guardan el secreto de los corazones. Por guardar eternamente un secreto, que yo temblaba de adivinar, buscó la muerte aquella niña a quien lloraré todos los días de mi vejez. ¡Ya habían blanqueado mis cabellos cuando inspiré amor tan funesto!


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77 págs. / 2 horas, 16 minutos / 963 visitas.

Publicado el 29 de abril de 2017 por Edu Robsy.

Sonata de Estío

Ramón María del Valle-Inclán


Novela


Quería olvidar unos amores desgraciados, y pensé recorrer el mundo en romántica peregrinacion. ¡Aún suspiro al recordarlo! Aquella mujer tiene en la historia de mi vida un recuerdo galante, cruel y glorioso, como lo tienen en la historia de los pueblos Thais la de Grecia, y Ninon la de Francia, esas dos cortesanas menos bellas que su destino. ¡Acaso el único destino que merece ser envidiado! Yo hubiérale tenido igual, y quizá más grande, de haber nacido mujer: Entonces lograría lo que jamás pude lograr. Á las mujeres para ser felices les basta con no tener escrúpulos, y probablemente, no los hubiera tenido esa quimérica Marquesa de Bradomín. Dios mediante, haría como las gentiles marquesas de mi tiempo que ahora se confiesan todos los viernes, después de haber pecado todos los días. Por cierto que algunas se han arrepentido todavía bellas y tentadoras, olvidando que basta un punto de contrición al sentir cercana la vejez.

Por aquellos días de peregrinación sentimental era yo joven y algo poeta, con ninguna experiencia y harta novelería en la cabeza. Creía de buena fe en muchas cosas que ahora pongo en duda, y libre de escepticismos, dábame buena prisa á gozar de la existencia. Aunque no lo confesase, y acaso sin saberlo, era feliz, con esa felicidad indefinible que da el poder amar á todas las mujeres. Sin ser un donjuanista, he vivido una juventud amorosa y apasionada, pero de amor juvenil y bullente, de pasión equilibrada y sanguínea. Los decadentismos de la generación nueva no los he sentido jamás, Todavía hoy, después de haber pecado tanto, tengo las mañanas triunfantes, y no puedo menos de sonreir recordando que hubo una época lejana donde lloré por muerto á mi corazón: Muerto de celos, de rabia y de amor.


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Publicado el 29 de abril de 2017 por Edu Robsy.

Rudin

Iván Turguéniev


Novela


Lista de personajes

RUDIN, DMITRI NIKOLAICH (Nikolaíevich), nombre familiar: Mitia

LASUNSKAYA, NATALIA ALEXEEVNA (hija de Daria Lasunskaya), nombre familiar: Natasha

LASUNSKAYA, DARIA MIJAILOVNA (madre de Natalia)

LIPINA, ALEXANDRA PÁVLOVNA (hermana de Volíntsev), nombre familiar: Sasha

LEZHNEV, MIJAILO MIJAÍLICH, nombre familiar: Misha

PANDALEVSKI, CONSTANTÍN DIOMÍDICH, en francés, Constantin

PIGASOV, AFRICÁN SEMIÓNICH

VOLÍNTSEV, SERGUÉI PÁVLICH (hermano de Alexandra Lípina), nombre familiar: Seriozha

Capítulo I

Era una tranquila mañana de verano. El sol ya se había elevado bastante en el limpio cielo, pero en los campos todavía brillaba el rocío. Del valle, hasta hace poco dormido, soplaba una olorosa frescura, y en el bosque, todavía húmedo y silencioso, trinaban alegremente los pájaros madrugadores. En la cima de una ladera, cubierta de arriba abajo por el centeno en flor, se vislumbraba un pueblo pequeño. Hacia ese pueblo, por un estrecho camino vecinal, se encaminaba una mujer joven, con un vestido blanco de organdí, un sombrero de paja redondo y una sombrilla en la mano. Un pequeño criado cosaco la seguía de lejos.

La joven andaba sin prisa, como si se deleitara con el paseo. A su alrededor, por el alto y cambiante centeno difuminándose en un rizo, ora verde plateado, ora rojizo, con suave rumor, volaban largas olas. En lo alto, resonaban las alondras. La mujer venía de su hacienda, que quedaba a poco más de una versta del pueblo adonde se dirigía. Se llamaba Alexandra Pávlovna Lípina. Era viuda, sin hijos y bastante rica; vivía con su hermano, el capitán de Caballería, retirado, Serguei Pávlich Volíntsev. Este no estaba casado y administraba los bienes de su hermana.


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141 págs. / 4 horas, 8 minutos / 100 visitas.

Publicado el 29 de abril de 2017 por Edu Robsy.

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