Textos más descargados publicados por Edu Robsy etiquetados como Novela no disponibles | pág. 17

Mostrando 161 a 170 de 410 textos encontrados.


Buscador de títulos

editor: Edu Robsy etiqueta: Novela textos no disponibles


1516171819

La Marquesa de Gange

Marqués de Sade


Novela


El relato que ofrecemos al lector no es una novela; son crudos hechos que se hallan en el libro Procesos famosos. Por toda Europa se extendió el eco de una historia tan lamentable. ¿Quién no sintió escalofríos? ¿Qué alma sensible no derramó lágrimas sin fin?

Pero ¿por qué no coincide nuestra narración con la que nos transmitieron aquellas Memorias? Esta es la razón, amigo lector: quien escribió los Procesos famosos no conocía todos los detalles, faltaba mucho en las Memorias donde se inspiró. Por ello, mejor documentados, hemos podido narrar los lamentables hechos con mayor amplitud de la que pudo darle quien se vio obligado a disponer de un muy reducido caudal de información.

No obstante, alguien se preguntará: ¿por qué escribimos con un estilo novelesco? Porque así lo requieren los hechos; la trágica historia que sucedió realmente resultó novelesca hasta un extremo y la hubiéramos desfigurado, si le hubiéramos disminuido este aspecto, aunque podemos asegurar que tampoco le añadimos sombras a lo sucedido. El cielo es testigo de que no hemos pintado un cuadro más negro que la realidad. Ello no sería posible, aunque alguien lo intentara.

Afirmamos, pues, solemnemente que no hemos cambiado la realidad de los hechos; rebajar el sentido trágico habría sido contrario a nuestros intereses; aumento significaría atraer sobre nosotros la maldición que recae sobre los monstruos que cometen iniquidades y sus cronistas.


Información texto

Protegido por copyright
214 págs. / 6 horas, 16 minutos / 215 visitas.

Publicado el 13 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

La Máquina del Tiempo

Herbert George Wells


Novela


INTRODUCCIÓN

El Viajero a través del Tiempo (pues convendrá llamarle así al hablar de él) nos exponía una misteriosa cuestión. Sus ojos grises brillaban lanzando centellas, y su rostro, habitualmente pálido, mostrábase encendido y animado. El fuego ardía fulgurante y el suave resplandor de las lámparas incandescentes, en forma de lirios de plata, se prendía en las burbujas que destellaban y subían dentro de nuestras copas. Nuestros sillones, construidos según sus diseños, nos abrazaban y acariciaban en lugar de someterse a que nos sentásemos sobre ellos; y había allí esa sibarítica atmósfera de sobremesa, cuando los pensamientos vuelan gráciles, libres de las trabas de la exactitud. Y él nos la expuso de este modo, señalando los puntos con su afilado índice, mientras que nosotros, arrellanados perezosamente, admirábamos su seriedad al tratar de aquella nueva paradoja (eso la creíamos) y su fecundidad.

—Deben ustedes seguirme con atención. Tendré que discutir una o dos ideas que están casi universalmente admitidas. Por ejemplo, la geometría que les han enseñado en el colegio está basada sobre un concepto erróneo.

—¿No es más bien excesivo con respecto a nosotros ese comienzo? —dijo Filby, un personaje polemista de pelo rojo.

—No pienso pedirles que acepten nada sin motivo razonable para ello. Pronto admitirán lo que necesito de ustedes. Saben, naturalmente, que una línea matemática de espesor nulo no tiene existencia real. ¿Les han enseñado esto? Tampoco la posee un plano matemático. Estas cosas son simples abstracciones.

—Esto está muy bien —dijo el Psicólogo.

—Ni poseyendo tan sólo longitud, anchura y espesor, un cubo tener existencia real.

—Eso lo impugno —dijo Filby—. Un cuerpo sólido puede, por supuesto, existir. Todas las cosas reales...


Información texto

Protegido por copyright
104 págs. / 3 horas, 2 minutos / 1.224 visitas.

Publicado el 19 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

La Máquina de Asesinar

Gastón Leroux


Novela


PRÓLOGO

«¡La máquina de asesinar!»… ¿Qué es este nuevo invento? Realmente, ¿se hacía sentir su necesidad?

Quizá, en fin de cuentas, no se trata nada más que del viejo invento salido de las manos de Dios en los más bellos días del Edén y que había de llamarse el Hombre.

En verdad, la Historia, desde los primeros dibujos en las paredes de tus cavernas hasta los más recientes estantes de nuestras bibliotecas, demuestra que aún no se ha encontrado mejor mecanismo para derramar la sangre.

Querer enmendar la plana al Creador es propio de un genio diabólico, es una nueva forma de la eterna lucha entre el Príncipe de las Luces y el Príncipe de las Tinieblas.

El Mal se desliza por donde quiere. Para quienes hayan leído «La muñeca sangrienta», que constituye el origen de este relato, no puede haber duda alguna de que se domicilió en la tienda del viejo relojero de la Île-Saint-Louis, ni de que era él quien animaba con sus maleficios el triple misterio que en aquel barrio antiguo, aún grisáceo por el polvo de los siglos, hacía intervenir, por una parte, a la inquietante familia del viejo Norbert, el cual pasaba por buscar el movimiento continuo, ayudado de su hija, la bella Cristina, y de su sobrino, el disector Jaime Cotentin; por otra parte, al marqués de Coulteray, aquel ser eternamente joven, que no se sabía exactamente si tenía cuarenta o doscientos años y que al lado de la marquesa, su mujer, siempre pálida y agonizante, formaba un extraño tipo de vampiro; y, por otra parte, al terrible Benito Masson, el encuadernador artístico de la calle del Santísimo Sacramento, que acababa de ser condenado a muerte y ejecutado por haber quemado en su hornillo a media docena, cuando menos, de mujeres jóvenes y bonitas.


Información texto

Protegido por copyright
190 págs. / 5 horas, 34 minutos / 254 visitas.

Publicado el 21 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

La Maldición de Chaka

Henry Rider Haggard


Novela


Dedicatoria

Sompseu:

Quiero llamarte por el nombre con que te han conocido todas las tribus durante más de cincuenta años, desde el Zambesi al Cabo Agulhas.

Sompseu, mi padre, he escrito un libro sobre hechos y cosas de las que tú sabes más que ninguna otra persona; por eso coloco tu nombre al principio del mismo y te lo dedico.

Si no conociste a Chaka, tú y él habéis visto los mismos soles; entablaste relaciones con su hermano Panda y sus capitanes, y quizá con el mismo Mopo, su servidor, que lo mató con la ayuda de los príncipes y que es quien relata esta historia. Has visto el círculo de los hechiceros y contemplado los regimientos zulúes cuando se lanzaban al ataque; has coronado a sus reyes y tomado parte en sus consejos, y con la sangre de tu hijo has expiado un error de estadista y una falta de militar.

Sompseu, he oído una canción en la que se narra cómo dominaste a los zulúes. ¿No es verdad, mi padre, que permaneciste silencioso e inmóvil mientras tres mil guerreros gritaban pidiendo tu vida? Y cuando todos se cansaron, ¿no te pusiste de pie y dijiste, señalando hacia el mar: «Matadme si lo deseáis, hombres de Cetewayo; pero os advierto que por cada gota de mi sangre que sea derramada se levantarán cien vengadores de más allá del mar.»?

¡Y entonces los regimientos miraron hacia el mar, como si el día de Ulundi ya hubiese llegado, y vieron la columna de los blancos que se aproximaba!

Así, Sompseu, tu nombre se hizo grande entre los zulúes, como ya lo era entre otras tribus, y sus nobles te rindieron homenaje, te saludaron con la Bayéte, el saludo real, declarando por boca de su Cónsul que en ti moraba el espíritu de Chaka.


Información texto

Protegido por copyright
328 págs. / 9 horas, 34 minutos / 117 visitas.

Publicado el 2 de enero de 2018 por Edu Robsy.

La Madriguera del Gusano Blanco

Bram Stoker


Novela


Dedicatoria

A mi amiga Berta Nicoll
con afectuosa estima.

I. La llegada de Adam Santon

Adam Salton pasó casualmente por el Empire Club de Sydney y se encontró con una carta de su tío abuelo. Poco menos de un año antes había tenido noticias del anciano caballero, Richard Salton, revelándole su parentesco y asegurándole que no había podido escribirle más pronto a causa de sus enormes dificultades en dar con el paradero de su sobrino nieto. Adam quedó muy complacido y respondió cordialmente; a menudo había oído a su padre hablar de la rama más antigua de la familia con quienes él y los suyos habían perdido el contacto hacía mucho tiempo. Había comenzado una interesante correspondencia. Adam abrió apresuradamente la carta que acababa de llegar, que contenía una amable invitación para instalarse en Lesser Hill con su tío abuelo tanto tiempo como le fuera posible.


Información texto

Protegido por copyright
172 págs. / 5 horas, 2 minutos / 216 visitas.

Publicado el 24 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

La Madre

Máximo Gorki


Novela


PRIMERA PARTE

I

Cada mañana, entre el humo y el olor a aceite del barrio obrero, la sirena de la fábrica mugía y temblaba. Y de las casuchas grises salían apresuradamente, como cucarachas asustadas, gentes hoscas, con el cansancio todavía en los músculos. En el aire frío del amanecer, iban por las callejuelas sin pavimentar hacia la alta jaula de piedra que, serena e indiferente, los esperaba con sus innumerables ojos, cuadrados y viscosos. Se oía el chapoteo de los pasos en el fango. Las exclamaciones roncas de las voces dormidas se encontraban unas con otras: injurias soeces desgarraban el aire. Había también otros sonidos: el ruido sordo de las máquinas, el silbido del vapor. Sombrías y adustas, las altas chimeneas negras se perfilaban, dominando el barrio como gruesas columnas.

Por la tarde, cuando el sol se ponía y sus rayos rojos brillaban en los cristales de las casas, la fábrica vomitaba de sus entrañas de piedra la escoria humana, y los obreros, los rostros negros de humo, brillantes sus dientes de hambrientos, se esparcían nuevamente por las calles, dejando en el aire exhalaciones húmedas de la grasa de las máquinas. Ahora, las voces eran animadas e incluso alegres: su trabajo de forzados había concluido por aquel día, la cena y el reposo los esperaban en casa.

La fábrica había devorado su jornada: las máquinas habían succionado en los músculos de los hombres toda la fuerza que necesitaban. El día había pasado sin dejar huella: cada hombre había dado un paso más hacia su tumba, pero la dulzura del reposo se aproximaba, con el placer de la taberna llena de humo, y cada hombre estaba contento.

Los días de fiesta se dormía hasta las diez. Después, las gentes serias y casadas, se ponían su mejor ropa e iban a misa, reprochando a los jóvenes su indiferencia en materia religiosa. Al volver de la iglesia, comían y se acostaban de nuevo, hasta el anochecer.


Información texto

Protegido por copyright
364 págs. / 10 horas, 37 minutos / 288 visitas.

Publicado el 9 de junio de 2016 por Edu Robsy.

La Luna de Miel

Honoré de Balzac


Novela


Primera parte: Los adúlteros bajo la roca

I. De los viajes en sus relaciones con el matrimonio

En la semana siguiente, tras la misa nupcial que según el uso de algunas familias del faubourg Saint-Germain se celebró a las siete en Santo Tomás de Aquino, Calixto y Sabina montaron en un bonito coche de viaje, en medio de los abrazos, felicitaciones y lágrimas de una veintena de personas agrupadas bajo la marquesina de la mansión de los Grandlieu. Las felicitaciones provenían de los cuatro testigos y demás hombres; las lágrimas se veían en los ojos de la duquesa de Grandlieu y de su hija Clotilde, que temblaban agitadas por un mismo pensamiento.

—¡Allá va, lanzada a la vida! Pobre Sabina, que está a merced de un hombre que no se ha casado completamente a gusto.

El matrimonio no se compone únicamente de placeres tan fugitivos en ese estado como en cualquier otro, sino que implica la conformidad de humores, simpatías físicas y concordancia de caracteres que hacen de esta necesidad social un eterno problema. Las muchachas solteras, lo mismo que las madres, conocen los términos y los peligros de esta lotería; esta es la razón de que las mujeres lloren cuando asisten a una boda, mientras que los hombres sonríen; los hombres creen que no aventuran nada; las mujeres saben bastante bien lo que arriesgan.

En otro coche, que precedía al de los novios, iba la baronesa Du Guénic, a quien la duquesa se acercó a decirle:

—Usted es madre, aunque no haya tenido más que un solo hijo; ¡procure reemplazarme cerca de mi querida Sabina!


Información texto

Protegido por copyright
121 págs. / 3 horas, 32 minutos / 116 visitas.

Publicado el 1 de abril de 2017 por Edu Robsy.

La Llamada de la Selva

Jack London


Novela


I. La vuelta al atavismo

Nostalgias inmemoriales de nomadismo brotan
debilitando la esclavitud del hábito;
de su sueño invernal despierta otra vez,
feroz, la tensión salvaje.

Buck no leía los periódicos, de lo contrario habría sabido que una amenaza se cernía no sólo sobre él, sino sobre cualquier otro perro de la costa, entre Puget Sound y San Diego, con fuerte musculatura y largo y abrigado pelaje. Porque a tientas, en la oscuridad del Ártico, unos hombres habían encontrado un metal amarillo y, debido a que las compañías navieras y de transporte propagaron el hallazgo, miles de otros hombres se lanzaban hacia el norte. Estos hombres necesitaban perros, y los querían recios, con una fuerte musculatura que los hiciera resistentes al trabajo duro y un pelo abundante que los protegiera del frío.

Buck vivía en una extensa propiedad del soleado valle de Santa Clara, conocida como la finca del juez Miller. La casa estaba apartada de la carretera, semioculta entre los árboles a través de los cuales se podía vislumbrar la ancha y fresca galería que la rodeaba por los cuatro costados. Se llegaba a ella por senderos de grava que serpenteaban entre amplios espacios cubiertos de césped y bajo las ramas entrelazadas de altos álamos. En la parte trasera las cosas adquirían proporciones todavía más vastas que en la delantera. Había espaciosas caballerizas atendidas por una docena de cuidadores y mozos de cuadra, hileras de casitas con su enredadera para el personal, una larga y ordenada fila de letrinas, extensas pérgolas emparradas, verdes prados, huertos y bancales de fresas y frambuesas. Había también una bomba para el pozo artesiano y un gran estanque de hormigón donde los chicos del juez Miller se daban un chapuzón por las mañanas y aliviaban el calor en las tardes de verano.


Información texto

Protegido por copyright
102 págs. / 2 horas, 59 minutos / 209 visitas.

Publicado el 5 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

La Joya de las Siete Estrellas

Bram Stoker


Novela


1. Una llamada en la noche

Todo parecía tan real que apenas podía imaginar que me hubiera ocurrido. Y, sin embargo, cada episodio se me presentaba, antes que como una nueva fase de la lógica de las cosas, como algo esperado. Es de este modo que la memoria gasta sus bromas, para bien o para mal, para causar placer o pena, bienestar o aflicción. Esto es lo que hace que la vida sea dulce y amarga a un tiempo, y que lo que nos ha sido dado se convierta en eterno.

Una vez más veía el ligero esquife balancearse con pereza en las tranquilas aguas, resguardándose del feroz sol de julio a la sombra de las ramas de sauce que se extendían por encima del río. Yo estaba de pie sobre la oscilante embarcación y ella permanecía sentada, sin moverse, mientras se protegía con las manos de las ramitas de los sauces. Una vez más veía el agua de color pardo con reflejos dorados bajo el dosel verde y translúcido, y el tono esmeralda de la orilla herbosa. Nuevamente, sentados a la sombra, rodeados de los infinitos sonidos de la naturaleza, que se fundían con un murmullo soñoliento, en un entorno donde el mundo, con sus problemas perturbadores y sus no menos perturbadoras alegrías, parecía definitivamente olvidado. Otra vez, en aquella maravillosa soledad, ella, dejando a un lado los convencionalismos de su educación, me hablaba, con aire soñador y la mayor naturalidad, de su nueva y solitaria vida. Con tono de tristeza, me hizo sentir cómo en aquella casa espaciosa todos sus moradores estaban aislados a causa de la magnificencia personal de su padre y de ella misma. Que allí no existían la simpatía y la confianza, y que incluso el rostro de su padre se le antojaba tan distante como la vida rural que en un tiempo había llevado.


Información texto

Protegido por copyright
245 págs. / 7 horas, 9 minutos / 380 visitas.

Publicado el 16 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

La Jauría

Émile Zola


Novela


Prólogo

En la Historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio, La jauría es la nota del oro y de la carne. El artista que llevo dentro se negaba a dejar en la sombra este resplandor de los excesos de la vida que iluminó todo el reino con una luz sospechosa de lugar de perdición. Un punto de la Historia que he emprendido habría quedado a oscuras.

He querido mostrar el agotamiento prematuro de una raza que vivió demasiado deprisa y que desembocó en el hombre-mujer de las sociedades podridas; la especulación furiosa de una época, encarnada en un temperamento sin escrúpulos, propenso a las aventuras; el desequilibrio nervioso de una mujer en quien un ambiente de lujo y de vergüenza centuplica los apetitos nativos. Y con estas tres monstruosidades sociales, he tratado de escribir una obra de arte y de ciencia que fuera al mismo tiempo una de las páginas más extrañas de nuestras costumbres.

Si me creo en el deber de explicar La jauría, esta pintura auténtica del derrumbamiento de una sociedad, es porque su aspecto literario y científico ha sido tan mal comprendido en el periódico donde intenté dar esta novela, que me ha sido preciso interrumpir la publicación y dejar el experimento a medias.

ÉMILE ZOLA

París, 15 de noviembre de 1871

Capítulo 1

A la vuelta, entre la aglomeración de carruajes que regresaban por la orilla del lago, la calesa tuvo que marchar al paso. En cierto momento el atasco fue tal que incluso debió detenerse.


Información texto

Protegido por copyright
338 págs. / 9 horas, 52 minutos / 187 visitas.

Publicado el 24 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

1516171819